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¡Despertad! 1976
g76 8/5 págs. 21-24

Devolviendo los nutrimentos al suelo

¿VIVE usted en una zona productora de alimentos? En tal caso, quizás le parezca que las condiciones desérticas y de hambre están a cientos, sí, a miles de kilómetros de distancia. Pero eso no es cierto.

En realidad, la escasez de alimentos no dista más de centímetros de cualquier lugar sobre la Tierra.

Solo dista tanto como la profundidad del suelo. Si solo se quitaran unos cuantos centímetros de la capa superior del suelo de la Tierra, con el tiempo terminaría toda la vida sobre ella.

La erosión actual del suelo está robando mucho de la preciosa capa superior por todo el mundo. Por ejemplo, las naciones africanas reconocen que la erosión del terreno es un problema principal. Dice el Herald de Etiopía: “Tonelada tras tonelada de tierra son arrastradas cada día de nuestras tierras altas a los países vecinos de manera que nuestros campos gradualmente están quedando estériles. Con fertilidad reducida solo pueden suministrar cosechas reducidas.”

Pero se puede estropear la eficacia del suelo de otro modo: Se pueden extraer los nutrimentos y no reemplazarlos, disminuyendo así en gran manera su capacidad para hacer crecer las cosechas. Para entender cómo es posible que esto suceda primero hay que comprender la composición del suelo.

¿Qué es el suelo?

El suelo es, según una definición sencilla, donde se cultiva el alimento. Los expertos saben que no todos los suelos son iguales; cada uno tiene su propia historia y su valor singular.

Por lo común, los geólogos afirman que el suelo es resultado de las rocas que han sido molidas a través de los milenios, produciendo en el proceso minerales vitales para el suelo. Por supuesto, ningún ser humano estuvo presente para presenciar este presuntamente largo proceso. Se dice que la roca se desmorona lentamente bajo la influencia del agua y el tiempo y otras condiciones. Obviamente esas cosas afectan aun la roca más inquebrantable. Pero, ¿realmente hubiesen sido necesarios los vastos períodos de tiempo de que hablan los geólogos para producir el suelo?

Parece que no todos los geólogos son de ese parecer. Así es que en 1963, cuando en el océano Atlántico nació la isla Surtsey, la revista National Geographic informó: “Las embravecidas oleadas molieron la lava dentada en piedras redondeadas con una velocidad que asombró a los geólogos que asistieron al nacimiento de Surtsey.” Unos cuantos años cuando mucho, no innumerables eones de tiempo, fue todo lo que se necesitó. Además, la ceniza volcánica da cuenta de mucho del suelo fértil de Indonesia y otros países, y ésta, también, se deposita rápidamente.

Lo que es más importante, la Biblia indica que el suelo de la Tierra se formó con bastante rapidez. Dice de la tierra seca y la vegetación que éstas aparecieron dentro de un solo “día” de creación... un período que la Biblia indica duró siete mil años. (Gén. 1:9-13) Apropiadamente, The Encyclopedia Americana pregunta: “¿Cuánto tiempo lleva producir dos centímetros de suelo... dos centímetros de material fino de roca que sostiene las plantas? Se puede decir unos cuantos minutos o unos cuantos millones de años. Todo depende del lugar exacto y desde qué etapa del ciclo comenzamos a contar.”

Por supuesto, mucho más entra en la compostura del suelo que solo roca molida. De otro modo sería como la arena, incapaz de sostener vida vegetal de ningún tamaño. Para que las plantas crezcan en el suelo éste tiene que tener humus; el humus se produce a medida que mueren las plantas y los animales y se descomponen sus restos. Los nutrimentos que alimentarán a las plantas y animales posteriores resultan de este proceso de muerte y descomposición. Los excrementos de animales también proveen nutrimentos.

Cómo se producen los nutrimentos

En total, parece que hay por lo menos dieciséis elementos que se necesitan para sostener la vida vegetal. De estos dieciséis, tres se toman del aire: carbono, hidrógeno y oxígeno.

Pero los otros trece se consiguen del suelo: fósforo, potasio, nitrógeno, calcio, magnesio, hierro, azufre, y pequeñas cantidades de boro, manganeso, cobre, cinc, cloro y molibdeno. Los primeros tres de estos trece se consideran “elementos primarios.” Cuando se toman cantidades apreciables de estos trece elementos del suelo, hay que reemplazarlos para que en el futuro puedan aparecer otras plantas saludables.

¿Cómo actúa naturalmente el suelo sobre la materia orgánica muerta para hacer que les sea utilizable a las plantas? Hay organismos vivos que la convierten en formas que las plantas pueden utilizar.

Un dedal lleno de suelo contiene miles de millones de organismos vivos, cada uno de los cuales contribuye a la vitalidad o fertilidad del terreno. En la capa superior del suelo es donde abundan la mayoría de estos organismos.

Entre los más grandes están los gusanos, que se consideran como los más valiosos de todos los invertebrados del suelo. No solo descomponen muchos de los desperdicios que se hallan en la superficie de la Tierra, sino que también revuelven el suelo y producen aeración en él.

Los terrenos altamente productivos en general también tienen una abundancia de microorganismos, bacterias, hongos, actinomicetáceas, algas y protozoos. Cuando muere una planta o un animal, sus azúcares, almidones, celulosa y compuestos similares son consumidos por ciertos de estos organismos. Ellos, a su vez, producen anhídrido carbónico en el suelo y también reducen la materia muerta a una forma que las plantas pueden usar. Cuando el anhídrido carbónico se combina con la humedad, se forma ácido carbónico; éste, a su vez, realiza parte de la tarea de disolver los minerales en el suelo.

El nitrógeno es vital para la vida de las plantas. Harry A. Curtis, de la Autoridad del Valle de Tennessee, ha calculado que hay más de 85.000 toneladas de nitrógeno atmosférico sobre cada hectárea de tierra; eso es como cuatro quintos de la atmósfera. Sin embargo, las plantas no pueden usar directamente este nitrógeno en su libre estado gaseoso.

Más bien, se tiene que combinar con otros elementos o “ser fijado.” Uno de los modos en que se fija el nitrógeno para que pueda usarlo la vegetación es por medio de plantas microscópicas que viven en las raíces de ciertas plantas como las leguminosas.

Sin embargo, cuando los hombres producen cultivos sobre una gran extensión de terreno, se extrae del suelo una tremenda cantidad de nutrimentos. Un experimento que se realizó en una estación agrícola del estado de Maine halló que en una hectárea de patatas hay aproximadamente 160 kilos de nitrógeno, 30 kilos de ácido fosfórico, 259 kilos de potasa, 62 kilos de óxido de calcio, 35 kilos de óxido de magnesio y 12 kilos de azufre.

Obviamente, para restaurar estos nutrimentos se requiere algo más que simplemente dejar que las cosas procedan “naturalmente” de por sí. Si no se hace algo, el suelo se debilita y, con el tiempo, realmente queda estéril. El cuidado experto del terreno no solo lo mantiene fértil sino que resulta en cosechas óptimas. ¿Cómo se pueden restituir los nutrimentos a las tierras de labranza?

Restituyendo los nutrimentos

Lo primero que pregunta un experto en suelos es: ‘¿Cuál es el pH del suelo?’ Pero, ¿qué significa exactamente el “pH”?

Bueno, los suelos se ponen en dos categorías básicas: ácido o alcalino. En una escala de 0-14 los suelos que caen en la categoría de O hasta 6 son ácidos, mientras que los que son superiores a 7 y hasta el 14 se consideran alcalinos. Los suelos cuya clasificación es 7 se consideran neutrales, ni ácidos ni alcalinos.

Algunos cultivos prefieren terrenos que son un poco más ácidos, y otros, más alcalinos. Cuando se agrega cal a la tierra, esto la hace más alcalina, es decir, sube su pH.

Aun si todos los trece nutrimentos que necesitan las plantas están en el terreno, todavía se necesita un apropiado equilibrio ácido/alcalino. Solo de este modo podrán las plantas beneficiarse completamente de los nutrimentos que están en el terreno.

La cal que se agrega al terreno hace por lo menos tres cosas. Le suministra el óxido de calcio necesario. Segundo, controla algunos elementos para que éstos no envenenen el cultivo. Así es que al aumentar el pH de los terrenos ácidos por medio de agregarles cal, tales elementos como el aluminio, el hierro, el manganeso, el cobre y el cinc se hacen menos solubles. En terrenos más ácidos la presencia excesiva de estos elementos perjudica los cultivos, pero al aumentar el pH del terreno se hacen más inertes. En tercer lugar, la cal suelta otros elementos que las plantas pueden usar con buen provecho, mientras que estimula al crecimiento de bacterias vitales en el suelo.

Puesto que cada terreno es diferente, es vital considerar lo que necesita cada uno en cuanto a nutrimentos adicionales. Los primarios, nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K) son las sustancias que se ven representadas por los tres juegos de números en las bolsas de fertilizante comercial. Por ejemplo, 10-12-8 significa el porcentaje de nitrógeno (10%), fósforo (12%) y potasio (8%) en la bolsa.

¿De dónde se consiguen estos fertilizantes?

Actualmente muchos granjeros y jardineros dicen que prefieren usar solo los fertilizantes orgánicos “naturales” como el abono, el desagüe de aguas de albañal, sedimento y estiércol para proveer al suelo el alimento necesario. Hace mucho que se ha reconocido el uso de estos productos como un modo fundamental de devolver los nutrimentos al suelo mientras que al mismo tiempo se le añade humus. Todavía es un modo muy común de fertilizar el terreno en Asia, África y América Latina.

Pero mucha de la fertilización que se hace en el mundo occidental hoy día se hace en una escala muy grande. No es posible proveer suficiente fertilizante orgánico para estas operaciones gigantescas. El fertilizar solo una hectárea de tierra puede requerir 37 toneladas de abono animal. Es virtualmente imposible obtener cantidades como ésa para la mayoría de las operaciones agrícolas de hoy día. Por lo tanto, ¿qué es la alternativa? “Fertilizantes químicos.”

Algunas personas afirman que los fertilizantes químicos son perjudiciales si se usan para cultivar alimentos para el hombre. Pero un informe preparado por la Cámara de Representantes de los Estados Unidos señala: “No se presentó ninguna evidencia confiable de que el uso de fertilizantes químicos haya tenido efecto dañoso o perjudicial sobre la salud del hombre o los animales.” Tampoco se ha demostrado definitivamente que esos elementos químicos, si se usan apropiadamente, perjudican la condición del suelo. Aun los jardineros “orgánicos” usan roca molida, que incluye roca de fosfato, potasio en piedra y piedra caliza molida, para fortalecer los suelos.

Un granjero que por muchos años ha usado fertilizantes químicos razona: “A las plantas no les importa de dónde vienen los nutrimentos, con tal que los consigan.” Los jardineros “orgánicos” que son honrados saben también que hay que mantener un punto de vista equilibrado respecto a la nutrición de las plantas. Dice Organic Gardening and Farming: “Hay poco acuerdo entre los expertos en suelos acerca de los méritos comparativos de los fertilizantes naturales (tampoco acerca de los fertilizantes químicos, si se deja saber la verdad). Los fabricantes de los fertilizantes naturales llaman a los agrónomos universitarios lacayos de la industria petroquímica . . . Los científicos universitarios se vengan llamando a los comerciantes de los acondicionadores de terreno vendedores ambulantes que profieren palabras vacías y llevan bolsas llenas de magia. Indudablemente hay algo de verdad en ambas críticas . . . Hay hombres honrados en ambos bandos.”

Pero, ¿cómo producen los hombres los “elementos primarios,” nitrógeno, potasio y fósforo, en los fertilizantes químicos?

Su principal fuente de nitrógeno es el amoníaco sintético. Este se consigue como resultado de combinar el nitrógeno y el hidrógeno. Se puede obtener nitrógeno gaseoso puro con relativa facilidad quitando del aire el oxígeno y los otros gases. El hidrógeno es un derivado del petróleo. El sintetizar los dos resulta en el amoníaco necesario. Se pone parte del amoníaco directamente en la tierra como solución acuosa. Sin embargo, se convierte la mayor parte del amoníaco en estado sólido, y los agricultores y jardineros lo usan en esa forma. En cuanto a los fosfatos y el potasio, se consigue la mayor parte de éstos de depósitos minerales que se muelen a la debida consistencia.

El futuro del suelo

Los hombres han cometido y siguen cometiendo algunos errores muy necios en su modo de tratar con la Tierra. Pero, si se cuida apropiadamente, el terreno puede producir cosechas indefinidamente, como se señala en un editorial que se publicó en Farm Journal: “El suelo que se fertiliza y dirige apropiadamente no se agota. Es una fuente renovable, como lo demuestran las tierras de Europa y Asia que han sido cultivadas continuamente por miles de años.”

Sí, es preciso que este valioso “recurso” —unos cuantos centímetros de suelo— se mantenga en estado saludable para que dé su mayor rendimiento.

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