¿Por qué vestirnos de apacibilidad?
OTROS la admiran y la aprecian. Nos ayuda a evitar discordias. Frecuentemente se confunde con la debilidad, pero es mucho más fuerte que el acero. ¡Se trata de la apacibilidad!
En la Biblia, la apacibilidad se asocia con la humildad, con la mansedumbre. El término griego para esta cualidad denota mansedumbre, ‘amabilidad apacible y bondadosa; lo opuesto de la aspereza, el mal genio, la ira repentina y la brusquedad’. Sin embargo, es más fácil demostrar apacibilidad con hechos que definirla con palabras.
Pero ¿por qué vestirnos de apacibilidad? Y ¿cómo puede ayudarnos?
Por qué es tan importante
Los cristianos deberían desplegar apacibilidad porque esta agrada a Jehová Dios. La Biblia nos aconseja que andemos “con completa humildad de mente y apacibilidad”. Las mujeres cristianas han de ponerse “la vestidura incorruptible del espíritu tranquilo y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios”. (Efesios 4:1-3; 1 Pedro 3:3, 4.) Además, el apóstol Pablo aptamente insta a sus compañeros de creencia: “Como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de los tiernos cariños de compasión, bondad, humildad de mente, apacibilidad y gran paciencia”. (Colosenses 3:12.)
El vestirse de apacibilidad es provechoso porque esta cubierta protectora puede guardarnos de daño. Si estamos vestidos de apacibilidad cuando surge una situación potencialmente explosiva, quizás podamos disipar la ira de la persona ofendida y lograr la paz. De hecho, “una respuesta, cuando es apacible, aparta la furia”. (Proverbios 15:1.) Además, la apacibilidad nos ayuda a enfrentarnos a los problemas tediosos de la vida diaria, alivia situaciones tensas en el trabajo o en la escuela, promueve paz y unidad, y nos permite llevar una vida más tranquila, más sana y más feliz. (Proverbios 14:30.) Por eso hay buenas razones para vestirnos de apacibilidad.
Cómo se puede hacer
Quizás parezca difícil desplegar apacibilidad, pero podemos manifestar esta cualidad si es nuestro deseo hacerlo. ¿Por qué? Bueno, en primer lugar, Dios nos creó a su imagen. (Génesis 1:26.) Jehová ejemplifica la apacibilidad. La apacibilidad de él se manifiesta en su modo de tratar con la humanidad pecaminosa. “No ha hecho con nosotros aun conforme a nuestros pecados; ni conforme a nuestros errores ha traído sobre nosotros lo que merecemos”. (Salmo 103:10.)
La apacibilidad es parte del fruto del espíritu santo de Dios. (Gálatas 5:22, 23.) Si personalmente sentimos la necesidad de desplegar apacibilidad, entonces podemos pedir en oración espíritu santo, que nos ayudará a cultivar y desplegar una actitud y una manera de obrar apacibles. (Lucas 11:13.)
Puesto que la apacibilidad resulta del espíritu de Dios, es un rasgo esencial de la personalidad cristiana. De hecho, tiene que ser parte de la vestidura que nos identifica como cristianos. Sí, podemos y debemos ‘vestirnos de apacibilidad’, don proveniente de Jehová que resulta de su espíritu y bendición.
La apacibilidad es práctica
Jesucristo, que toma una posición firme a favor de la justicia, no obstante despliega apacibilidad. Él declaró felices a los de genio apacible. Jesús también enseñó el principio de ‘volver la otra mejilla’, de no desquitarse al ser provocado. (Mateo 5:5, 39; 21:5.) Hay quienes dicen que no es práctico hacer esto en un mundo lleno de competencia como el de hoy. Pero es erróneo concluir que la apacibilidad cristiana denote cobardía o debilidad de personalidad. Dicha apacibilidad está combinada con una fe poderosa, amor para con Jehová y aprecio por sus caminos de justicia. Por eso, tiene gran fuerza.
Durante toda la historia bíblica, hombres y mujeres temerosos de Dios proporcionaron ejemplos excelentes de apacibilidad. Por ejemplo, “Moisés era por mucho el más manso [el de genio más apacible] de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo”. (Números 12:3.) Pero ¿quién diría que él era de personalidad débil o cobarde?
Cuando se hace el contraste entre “las obras de la carne” y la apacibilidad, esta resulta superior. (Gálatas 5:19-23.) Por ejemplo, la apacibilidad es práctica en contraste con la ira descontrolada. El poeta romano Horacio declaró: “La ira es locura momentánea, de modo que controle su pasión, o ella lo controlará a usted”.
El obrar “con una apacibilidad que pertenece a la sabiduría” significa comportarnos en armonía con la personalidad de Jehová, con sus tratos y caminos. (Santiago 3:13.) Por ejemplo, el hombre que esté capacitado para enseñar a compañeros de creencia necesita ser amable, pacífico, tranquilo, no áspero, arrogante ni obstinado. (1 Timoteo 1:6, 7; 2 Timoteo 2:24, 25.) Pero la apacibilidad también puede ser de gran ayuda para nosotros en otros aspectos de la vida.
Cómo nos ayuda la apacibilidad en la vida diaria
La apacibilidad puede ayudarnos si surgen problemas con nuestros vecinos. Dio buenos resultados en el caso de Cathy. Durante una comida campestre que ella tuvo en su casa con unos amigos, uno de los niños subió sobre la leña que un vecino había amontonado nítidamente. Justamente cuando el vecino estaba mirando por la ventana, el niño volcó parte de la leña amontonada. Furioso, el vecino salió precipitadamente y reconvino a la familia anfitriona, al niño que había cometido la ofensa y a los padres de este. Sin embargo, en vez de argüir, los anfitriones hicieron todo lo posible por calmar la ira del vecino enfurecido. Contestaron con apacibilidad. Al día siguiente, Cathy horneó un pan para su familia e hizo dos panes más para obsequiárselos al vecino y su esposa. Bueno, este gesto de bondad humana, sin que se dijera una palabra en cuanto al incidente que había sido tratado con apacibilidad, fue todo lo que se necesitó para aliviar la tensión y restaurar las buenas relaciones.
Se ha dicho que un buen supervisor se atribuye menos de su parte del crédito cuando las cosas van bien y acepta más de su parte de la culpa cuando las cosas salen mal. Don, quien dirige un equipo de trabajadores de construcción, sigue esta práctica apacible. Le da buenos resultados. En cierta ocasión, el supervisor de un proyecto de construcción se molestó debido a la manera como algo se había construido. Preguntó en tono de demanda: “¿Quién es el responsable de esto?”. Aunque otro trabajador no había seguido las instrucciones de Don, este contestó: “Fue culpa mía. No lo expliqué con bastante claridad como para que mis hombres entendieran cómo debían construirlo”. En cambio, cuando otros elogian a Don por una obra de construcción bien hecha, él contesta: “Estos hombres merecen el crédito”. Debido a la manera apacible de obrar de Don y la fortaleza de su personalidad, sus superiores y los que trabajan bajo él lo aman y lo respetan.
Estos mismos principios aplican cuando los testigos de Jehová visitan a sus vecinos mientras participan en el ministerio del campo. Algunas personas no aprecian estas visitas y quizás hasta se enojen por ello. Sin embargo, la apacibilidad ayuda a los Testigos que estén haciendo visitas a no imputar malos motivos a los amos de casa ni a juzgarlos severamente. Los testigos de Jehová tienen buenos motivos, pero ¿interrumpió la visita al amo de casa mientras este estaba disfrutando de algo? ¿Lo despertó? La apacibilidad hace posible que tratemos con tales situaciones de manera considerada. (1 Pedro 3:15.)
Igualmente, si alguien “da algún paso en falso antes de darse cuenta de ello”, la apacibilidad ayuda a los ancianos cristianos a mantener el equilibrio al aconsejarle. No es el propósito de ellos castigar a tal hombre, sino ‘reajustarlo’, al igual que un doctor reajusta delicadamente un hueso dislocado. De hecho, los que están espiritualmente capacitados nunca deberían olvidar que deben tratar de reajustar a la persona que haya errado “con espíritu de apacibilidad”. (Gálatas 6:1.)
Siga yendo en pos de la apacibilidad
La cualidad de la apacibilidad puede asemejarse al terreno en que se cultivan y se mantienen más fácilmente otros frutos del espíritu de Dios. Si somos de genio apacible, cederemos fácilmente a la guía del espíritu de Jehová. Además si desplegamos apacibilidad, Dios nos bendecirá, pues él ama a las personas mansas y de genio apacible. (Isaías 29:18-21; 61:1.)
Multitudes de personas acudían a Jesús porque él era “de genio apacible y humilde de corazón”. (Mateo 11:28, 29.) Dicha clase de disposición atrae a las personas de corazón sincero, tal como en una noche fría el fuego de la chimenea de una posada atrae a los viajeros cansados. La persona mansa y apacible ciertamente es un asociado deseable. ¡Cuán apropiado es, entonces, el que vayamos en pos de un “genio apacible”! (1 Timoteo 6:11.) Sí, vistámonos de apacibilidad.
[Ilustración en la página 7]
Jesucristo desplegó apacibilidad. ¿Lo hace usted?