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    ¡Despertad! 1978 | 22 de febrero
    • Cómo mantener “el rumbo”

      ¿VIVE alguna criatura humana que no haya necesitado guía o direcciones? A todos nos ha hecho falta de vez en cuando, sea en la forma de un plano de caminos o instrucciones para el uso de una pieza de maquinaria.

      Hace siglos Jeremías, un profeta de Dios, escribió: “Bien sé yo, oh Jehová [Dios], que al hombre terrestre no le pertenece su camino. No le pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso. Corrígeme, oh Jehová.” (Jer. 10:23, 24) Sí, Jeremías necesitaba dirección. También la necesita el hombre moderno.

      Una ilustración del día moderno

      También necesitan guía las astronaves del hombre. En muchos de estos vehículos, para satisfacer esta necesidad, hay un sistema de guía u orientación que consiste en una computadora, transductores de observación, un navegante inercial e impulsores de la dirección. De hecho, se pueden emplear estas mismísimas cosas para ilustrar la necesidad que la humanidad tiene de dirección u orientación divina.

      La computadora es el “cerebro” de la astronave. En ésta el programador introduce una trayectoria matemática, o senda de referencia. Ésta conecta la posición de partida con la meta. La senda de referencia también puede tener en cuenta obstáculos y regiones prohibidas que han de evitarse.

      Los transductores de observación son dispositivos que hacen registros de los datos para indicar la velocidad y la posición. Por ejemplo, un método empleado para determinar la posición es por medio de un rastreador de estrellas que se vale de las estrellas y los planetas para fijar la posición de la nave en el espacio.

      El navegante inercial es un dispositivo de estima que siente los cambios de moción (aceleraciones) y relaciona éstos con la velocidad y la posición. Funciona en conjunto con los transductores de observación. Cualquier cambio de rumbo por el navegante inercial es el resultado de imperfecciones en este instrumento.

      Las señales de los transductores de observación y del navegante inercial van a la computadora. Esta tiene en cuenta las distorsiones, tensiones e imperfecciones naturales en estas señales y hace las correcciones necesarias para compensar por ellas. Entonces la computadora usa esta información para calcular la posición actual y la velocidad de la astronave, compara esto con la senda de referencia que originalmente se programó en ella para que llegara a su meta, y determina las correcciones necesarias para volverse a poner en rumbo. Luego estas correcciones se envíen eléctricamente a los impulsores de la dirección.

      Los impulsores de la dirección son motores que convierten estas señales en los cambios apropiados en el alerón, timón de dirección y timón de profundidad, si la nave todavía está en la atmósfera de la Tierra. Si está más allá de la atmósfera, se lanzan cohetes de empuje para hacer que vuelva al rumbo. Después de su lanzamiento, la astronave se desvía frecuentemente de su rumbo y se le corrige muchas veces. Se desvía del rumbo y se le hace volver, se desvía de nuevo y otra vez se le hace volver. A pesar del hecho de que se desvía de su rumbo tantas veces, por fin la nave llega a su meta porque siempre está corrigiéndose a medida que progresa hacia su blanco.

      Una “senda de referencia” a la vida

      Se pudieran usar los rasgos de este sistema de guía para ilustrar el proceder en la vida del cristiano. En la Biblia, Jehová Dios tiene expuesto un programa que lleva a la vida, y a la misma vez advierte acerca de uno que resulta en la muerte. Puesto que el hombre tiene libre albedrío, él es su propio programador y escoge el proceder que desea tomar. Por consiguiente, Moisés le dijo a Israel: “Mira, de veras pongo delante de ti hoy la vida y lo bueno, y la muerte y lo malo. Si escuchas los mandamientos de Jehová . . . de seguro te mantendrás vivo . . . Pero si tu corazón se aparta y no escuchas, y realmente te dejas seducir y te inclinas ante otros dioses y les sirves . . . positivamente [perecerás].” (Deu. 30:15-18) Del cristiano se puede decir que cuando él acepta el camino de Dios o el modo de vivir que él ha prescrito, programa en su propia mente una “senda de referencia” que tiene como su punto de partida el bautismo y como su meta final la vida eterna. El cristiano tiene que referirse constantemente a esta “senda” bíblica para averiguar si está manteniendo “el rumbo” o no.

      Así como la computadora del vehículo espacial está programada para evitar los obstáculos y regiones prohibidas, los cristianos tienen que tener presentes los peligros que han de ser evitados. La Biblia señala precisamente a muchos de éstos, como, por ejemplo, “el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno.” Las Escrituras advierten: “No estén amando ni al mundo ni las cosas que están en el mundo.” También hacen notar que “las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles.” Además, las siguientes palabras instan a uno a abandonar por completo a Babilonia la Grande, el imperio mundial de la religión falsa: “Sálganse de ella, pueblo mío, si no quieren participar con ella en sus pecados, y si no quieren recibir parte de sus plagas.”—1 Juan 2:15, 16; 1 Cor. 15:33; Rev. 18:4.

      Tal como los transductores de observación del vehículo espacial registran la posición de las estrellas y planetas para poder decir dónde está la nave, así los cristianos tienen que acudir a los textos inspirados e invariables de la Biblia para saber si están “en rumbo.” Y, al hacer el examen de sí mismos, los individuos piadosos tienen que cuidarse de prejuicios y parcialidades personales. El estar predispuestos contra cierta raza o formar prejuicio contra cierta nacionalidad, el mostrarles favoritismo a algunos porque son ricos, o despreciar a otros porque son pobres... éstas son cosas de las que es preciso guardarse, así como la computadora de la astronave tiene que hacer correcciones para compensar las distorsiones que a veces están presentes en las señales que recibe de los transductores de observación.—Hech. 10:34, 35; Sant. 2:1-9.

      A veces las cuestiones que los cristianos afrontan no se tratan en ningún texto específico de las Escrituras. Esto pudiera compararse con las circunstancias que ocurren en las astronaves cuando los transductores de observación no tienen registros respecto a la posición de las estrellas. En tal caso hay que confiar en el navegante inercial. Este siente los cambios en la moción y de éstos saca deducciones para calcular la posición. Esta posición deducida o estima es imperfecta, y de nuevo la computadora tiene que compensar por estas imperfecciones.

      Cuando el cristiano se halla sin un mandato bíblico directo sobre un asunto, puede considerar un principio bíblico y deducir de éste el modo correcto de proceder. Por ejemplo, no hay textos bíblicos que mencionen específicamente el tabaco y prohíban el que uno lo fume. Pero el cristiano entiende que el fumar viola los mandatos de mantenerse limpio de todo lo que contamina la carne y de demostrarle amor al prójimo, dado que el humo del tabaco afecta adversamente la salud de hasta los que no fuman.—2 Cor. 7:1; Mat. 22:39.

      Aplique la corrección

      Jesús les dijo a los hipócritas religiosos de su día: “Ustedes estudian las Escrituras con mucho cuidado, porque esperan encontrar en ellas la vida eterna; sin embargo, son las Escrituras las que hablan de mí, y ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida.” ¿Por qué no quisieron venir a Jesús? Jesús contestó: “No aman a Dios.” Estos hombres le leían las Escrituras a la gente en las sinagogas, y con esto en mente Jesús les dijo a sus oyentes: “Obedézcanles ustedes, y hagan todo lo que les digan; pero no sigan su ejemplo, porque ellos dicen una cosa y hacen otra.” Sí, es cierto que los líderes religiosos estudiaban las Escrituras, las cuales revelaban la senda a la vida eterna, pero rehusaron seguirlas.—Juan 5:39-42; Mat. 23:3, Versión Popular.

      Los cristianos verdaderos se esfuerzan por seguir esa senda porque aman a Dios. Reconocen que “esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos.” (1 Juan 5:3) No solo estudian la Palabra de Dios, sino que aprenden acerca de la senda de la vida, comparan su conducta con el proceder que se manifiesta en la Biblia y se enteran de las correcciones que deben hacer. También aplican este conocimiento activamente a sí mismos y hacen las correcciones necesarias. Los cristianos se han hecho “hacedores de la palabra, y no solamente oidores.” Se dan cuenta de que “como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”—Sant. 1:22; 2:26.

      Compare esto con nuestra ilustración de la astronave. La computadora no solo se da cuenta de las correcciones que se precisan, sino que también pone en moción los impulsores de la dirección para que hagan esas correcciones. Es preciso que los cristianos obren de manera parecida al aplicar la Palabra de Dios en su vida.

      Errar es pecar

      Recuerde que después de ser lanzada la astronave frecuentemente se desvía de su rumbo. Sin embargo, gracias a su sistema de guía, el vehículo se corrige constantemente. En la Biblia, la palabra “pecar” se traduce de las palabras hebrea y griega que significan “errar” en el sentido de errar el blanco o no lograr la meta. Esto puede referirse a un objeto físico o a una meta moral o intelectual. Y puesto que “todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios,” los cristianos a menudo yerran el blanco y no alcanzan a cumplir perfectamente la voluntad de Dios.—Rom. 3:23.

      A veces se hace difícil seguir una senda recta. Pero no queremos desanimarnos. Más bien, debemos ‘seguir adquiriendo poder en el Señor,’ y debemos ‘seguir poniéndonos a prueba para ver si estamos en la fe.’ (Efe. 6:10; 2 Cor. 13:5) Cuando Jehová corrige, tenemos que escuchar. El profeta Isaías escribió: “Tus propios oídos oirán una palabra detrás de ti que diga: ‘Este es el camino. Anden en él,’ en caso de que ustedes se fueran a la derecha o en caso de que se fueran a la izquierda.”—Isa. 30:21.

      Al ser fieles en cosas pequeñas, desarrollamos el hábito de ser fieles y eso nos ayudará cuando se nos presenten pruebas grandes de nuestra fe. Por medio de nuestras prácticas o costumbres fieles inscribimos las leyes de Dios cada vez más profundamente en nuestro corazón. Mientras más nos dirija un corazón espiritualmente iluminado, con menos frecuencia habremos de errar el blanco por medio de pecar. (Efe. 1:18) Con el tiempo, gracias a la misericordia y bondad inmerecida de Jehová, llegaremos a nuestra meta de vida eterna en su justo nuevo orden.—2 Ped. 3:13.

      A veces sucede que algunos se sienten más allá del alcance de la misericordia de Dios. Lo mismo que la astronave, se desvían del rumbo tantas veces. No obstante, la misericordia y bondad amorosa de Jehová se puede extender a nosotros, así como se ha extendido a muchos otros. Por eso, “no desistamos de hacer lo que es excelente, porque al debido tiempo segaremos si no nos rendimos.” (Gál. 6:9) Ante todo, los cristianos desean manifestar su amor a Jehová Dios. No podemos “programarnos” para desplegar el profundo respeto que le tenemos al Altísimo. Pero sí podemos aumentar el aprecio que le tenemos y podemos mejorar nuestras perspectivas de vida eterna por medio de fijar nuestra vista en nosotros mismos y en la Palabra de Dios. Podemos averiguar las correcciones que precisamos y luego hacerlas. Cuando caemos podemos levantarnos, y ponernos de nuevo “en rumbo” y continuar adelante a la vida eterna.

      [Comentario de la página 22]

      “El cristiano tiene que referirse constantemente a esta ‘senda’ bíblica para averiguar si está manteniendo ‘el rumbo’ o no.”

      [Comentario de la página 23]

      “Cuando el cristiano se halla sin un mandato bíblico directo sobre un asunto, puede considerar un principio bíblico y deducir de éste el modo correcto de proceder.”

  • “Noé” en Surinam
    ¡Despertad! 1978 | 22 de febrero
    • “Noé” en Surinam

      EN EL sudeste de Surinam, un “korjaal,” o barco, de 18 metros viaja por el río Tapanahony. Cuando va pasando esta embarcación hecha en casa, los niños de las aldeas gritan: “Noa e psa!” (“¡Ahí va Noé!”) ¿Por qué? Bueno, el barco fue construido por una congregación muy activa de 27 testigos de Jehová que lo usan para llevar a cabo su obra de predicación en las aldeas colocadas a lo largo del río. También lo usan para transportar a la congregación entera, junto con su equipaje, a las asambleas cristianas que se celebran en la capital. Así que el nombre “Noé” fue adoptado espontáneamente entre los aldeanos que saben que la embarcación es de los Testigos.

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