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  • Ser precursor... un modo de vivir
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
w71 15/2 págs. 123-127

Ser precursor... un modo de vivir

Según lo relató John T. Hemmaway

MI ESPOSA y yo somos septuagenarios ahora, ancianos, sí, pero con un caudal de recuerdos que estimamos y nos deleitamos en transmitir a los que vienen después. (Sal. 78:6, 7) ¿Por qué son tan preciosos estos recuerdos? Porque tienen que ver con cosas que tuvimos el privilegio de efectuar por la bondad inmerecida de Jehová, el “Amo de la mies,” y su colaborador, Cristo Jesús. ¿Le gustaría oír algunas de ellas?

Fue allá en 1922, en los difíciles años después de la I Guerra Mundial, que, buscando alguna explicación para el disturbio mundial, investigué los anaqueles de la biblioteca de nuestra casa. Me atrajo una colección de libros con letras plateadas que se intitulaba “Estudios de las Escrituras.” Los había visto muchas veces antes, pero ahora decidí leerlos. Y, ¿qué le parece?, encontré en sus páginas exactamente lo que necesitaba, lo que más quería en la vida.

Mi siguiente paso fue inquirir dónde estaba el lugar de reunión de los Estudiantes de la Biblia, como entonces se conocía a los testigos de Jehová. Al concluir la primera reunión a la que asistí, se pidieron voluntarios, y el mismo sábado siguiente salí a ayudar en la distribución de folletos que trataban de los puntos de vista bíblicos sobre los muertos y el espiritismo. Aquello marcó el principio de una vida satisfactoria que ha resultado en un sinnúmero de galardones espirituales.

Fue aquel mismo año que conocí a mi futura esposa, Daisy Manning. Ciertamente le damos gracias a Jehová por su bondad al mantenernos juntos y permitirnos disfrutar de una vida en que trabajamos aunados en su servicio.

En aquella década de los 20 no nos parecía que hubiera muchos que prestaran atención al mensaje de Dios para aquel tiempo, pero desde entonces hemos sabido que debe haber habido muchos miles de personas que, en aquel período, comenzaron una vida de dedicación a Dios. Desde que emprendimos la predicación de tiempo cabal como “precursores” en 1924, hemos llegado a conocer y amar a muchos de ellos. A otros esperamos con deleite conocerlos en aquella magnífica asamblea de “la congregación de los primogénitos” que se menciona en Hebreos 12:23.

En 1928 salimos de Inglaterra para los Estados Unidos a fin de asistir a la asamblea internacional de los Estudiantes de la Biblia en Detroit, Michigan. Nos enteramos de que había mucho territorio que trabajar con el mensaje del Reino, de modo que decidimos continuar nuestro ministerio como precursores en este continente. Después de servir temporalmente en la sucursal canadiense de la Sociedad Watch Tower de Toronto, solicitamos entrada en los Estados Unidos como residentes permanentes. Desde entonces fuimos precursores o trabajamos de tiempo cabal predicando el reino de Dios en condado tras condado y estado tras estado hasta que hubimos completado unos treinta condados en ocho estados.

RESOLVIENDO PROBLEMAS DE PRECURSOR

Sí, el servicio de precursor tiene sus problemas, pero por lo menos no está entre ellos el de un patrono gruñón, o compañeros de trabajo desagradables, o malas condiciones de trabajo ni trabajo desagradable. El ministerio de tiempo cabal o servicio de precursor en aquellos días lo mantenía a uno en marcha, porque consistía principalmente en distribuir literatura bíblica en toda parte del territorio y detenerse brevemente para ayudar a la gente a organizar su propio estudio bíblico de familia. Teníamos que estar listos para efectuar muchas mudanzas y viajar vastas distancias.

Habíamos oído que algunos precursores estaban reduciendo sus gastos por medio de construir su propia casa sobre ruedas, de modo que un compañero Testigo de Youngstown, Ohio, nos ayudó a construir una. No era nada semejante a los aerodinámicos coches-habitaciones de la actualidad. De hecho, los automovilistas le daban otros nombres cuando querían pasarnos en la carretera. Medía poco más de cinco metros de largo, dos metros de ancho, y el techo se alzaba a poco más de dos metros desde el suelo. El techo estaba hecho de una vela vieja de un bote y los costados eran de hojas galvanizadas, montada toda la estructura en un chasis de Ford antiguo. Por casi quince años nos sirvió de casa, y ciertamente hizo posible que persistiéramos en el ministerio de tiempo cabal.

En Mateo 7:7 la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras usa las formas verbales vigorosas “sigan pidiendo,” “sigan buscando,” “sigan tocando.” Muchos ministros precursores relatan que ha sido necesario hacer precisamente esas cosas al buscar un lugar donde quedarse en alguna población extraña. Después de buscar y pedir todo el día y hasta entrada la noche, por lo general sucedía que al fin se localizaba el único lugar apropiado de la comunidad. Sin persistencia y confianza en que Jehová por medio de sus ángeles estaba y está dirigiendo los intereses de la predicación del Reino en la Tierra tendríamos la tendencia a rendirnos fácilmente.

VOLVIENDO A VIVIR NUESTROS PRIMEROS DÍAS DE PRECURSORES

Entre las experiencias más conmovedoras de nuestra vida está el estudio de las publicaciones de la Sociedad Watch Tower “Then Is Finished the Mystery of God” y “Babylon the Great Has Fallen!” God’s Kingdom Rules! ¿Por qué? Porque al leer en ellas los hechos históricos que han estado cumpliendo las visiones del apóstol Juan en el libro bíblico de Revelación, realmente volvemos a vivir acontecimientos que nosotros observamos personalmente y en los cuales participamos como ministros de tiempo cabal.

En nuestros primeros años, recuerde, todas las congregaciones de los Estudiantes de la Biblia se componían de los que tenían una esperanza celestial, que esperaban entrar un día en el cielo como parte de la clase de la Novia de Cristo. (Rev. 21:2) Pero luego, en cumplimiento de las profecías bíblicas, comenzaron a aparecer las “otras ovejas” que el Señor Jesús mencionó específicamente. (Juan 10:16) Recordamos un feliz encuentro con personas de esta clase.

Fue en Clinton, Indiana, donde fuimos encarcelados en 1934. Se nos advirtió que saliéramos y que jamás regresáramos con nuestra predicación de casa en casa de la Palabra de Dios. Pero la Sociedad no pensaba así, y se nos asignó regresar. Esta vez las cosas resultaron muy diferentes. Un matrimonio de ancianos, que era bien conocido de los funcionarios de la población y de sus habitantes, habiendo leído acerca de nuestro caso en el periódico, vino con una fianza sobre su propiedad para libertarnos. Nunca antes los habíamos conocido, pero en cumplimiento de la descripción de Mateo 25:35, 36, sí nos visitaron en prisión y sí nos extendieron hospitalidad hasta que se zanjó nuestro caso.

Hemos observado, también, el gran aceleramiento que se predijo que habría en el gran recogimiento de personas con cualidades de oveja de parte del Señor. Lo que en otro tiempo requería años para efectuarse ahora solo requiere unos cuantos meses. Por ejemplo, un agricultor a quien visitamos temprano por la mañana un día de verano estaba encaramado en su cerezo, pero no tan arriba que no pudiéramos hablarle. Surgió la cuestión del “fuego del infierno,” como surgía a menudo. Como él mismo declaró después: “Mientras estaba encima de aquel árbol yo creía en el ‘fuego del infierno,’ pero cuando descendí ya no creía.” Aquella noche vino a buscarnos ‘solo para ver qué clase de personas éramos.’ El sábado siguiente estaba en la calle con nosotros ofreciendo a los transeúntes La Atalaya. Jamás miró atrás. Tanto él como sus hijos emprendieron el ministerio de precursor, empleando todo su tiempo en predicar las verdades de Dios.

Entonces más recientemente en Kentucky tuvimos otra experiencia gozosa. Estábamos preparando un terreno para nuestra casa cerca de la carretera. Estábamos allí cada mañana entre las seis y las ocho de la mañana. Una mañana se presentó un policía estatal, estacionó su auto con la parte delantera hacia el camino, el motor todavía andando, y entonces vino a vernos. “Simplemente me gustaría saber qué están haciendo,” dijo.

Pronto la conversación giró hacia el mensaje de la Biblia y él, con un ojo fijo en la carretera, escuchó. Confesó que el encontrarse él en una posición en que podría matar a alguien en la ejecución de su servicio o para protegerse a sí mismo era un asunto que le molestaba en la conciencia. Volvió a su patrullar, pero regresó después, e hicimos un arreglo para estudiar con él y con su esposa. Progresaron excelentemente. Al debido tiempo él renunció del cuerpo policíaco y ahora tiene otro trabajo en Texas, con una conciencia limpia. Su esposa se bautizó recientemente, y esperamos que quizás él la siga pronto. Nos escriben como si fuésemos más allegados que parientes de ellos.

No habría tiempo para contar todas las cosas maravillosas que nos han sucedido como resultado de que hicimos del ministerio de precursor nuestro modo de vivir. Vez tras vez en las asambleas han venido a vernos personas que nos han dicho: “¿No se acuerdan de nosotros? Ustedes fueron los primeros que trajeron el mensaje del Reino a nuestra puerta.” Y si no hubiésemos sido precursores no habríamos tenido el privilegio de ser nombrados al “servicio de zona” en 1938. Ahora ese servicio se conoce como “trabajo de circuito,” porque envuelve el visitar un circuito de congregaciones como representantes especiales de la Sociedad Watch Tower, con la mira de ayudar a esas congregaciones a progresar en su servicio a Jehová.

Fue en este campo de actividad que observamos directamente la maravillosa expansión de los intereses del Reino y el comienzo y desarrollo de muchas congregaciones nuevas, especialmente después de nombrar a superintendentes y siervos ministeriales en las congregaciones de la manera teocrática. Hasta entonces los nombramientos se habían hecho de la manera democrática en la cual cada uno votaba por quien deseaba. ¡Imagínese lo que hemos adelantado desde aquellos principios de la organización teocrática hasta el tiempo actual, ahora cuando tenemos el inestimable manual “Tu palabra es una lámpara para mi pie,” y el periódico mensual Ministerio del Reino, llenos de sugerencias para nuestro ministerio!

PRECURSORADO EN CAMPOS EXTRANJEROS

Al morir el segundo presidente de la Sociedad, J. F. Rutherford, y al ser electo su tercer presidente, N. H. Knorr, vino una era de expansión y privilegios siempre mayores para los que habían hecho del servicio de precursor su modo de vivir. Lo siguiente que se nos hizo accesible fue la oportunidad de asistir a la Clase Quinta de la Escuela de Galaad de la Sociedad para misioneros. Al terminar el curso de estudio de cinco meses, fuimos asignados a la Guayana Británica. ¡Qué emocionante! ¡Sí, y qué satisfaciente!

El sentarse en el piso de tierra de una choza de palma y hablar a la gente hindú o amerindia acerca del reino de Dios, enseñándole un modo de vivir realmente nuevo, proporciona una satisfacción incomparable. El ver a esas personas humildes responder a la enseñanza bíblica y luego dedicar voluntariamente su vida a Dios es una experiencia que jamás se desvanecerá de nuestra mente.

Mientras estuvimos en Guayana (ahora Guyana) por lo general pasábamos los llamados períodos de vacaciones dando el testimonio a todos los que podíamos encontrar en la maleza del Distrito del Noroeste, a 320 kilómetros de la costa y colindando con Venezuela. Los habitantes eran caribes y de otras tribus indias, además de la combinación de seis naciones que componen la parte principal de la población del país. Viajábamos en transbordadores, autobús de vapor, tren y camión según se hacía necesario para llegar a nuestro destino. Llevábamos provisiones, literatura, equipaje personal y una bicicleta... esencial ésta para viajar por los caminos no pavimentados y llegar a los senderos indígenas.

Estos senderos van en toda dirección y es preciso que uno use su memoria o rompa algunas ramitas en las bifurcaciones de los senderos si quiere estar seguro de regresar a salvo. Cuando uno se encuentra con algún miembro de la familia gatuna en el sendero, lo usual es quedarse uno completamente inmóvil y mirarle fijamente en los ojos hasta hacer que baje la vista. Finalmente la criatura se quita tranquilamente del camino de uno. Los monos pasan por arriba en las copas de los árboles, protestando a chillidos contra los intrusos, mientras que el perezoso, de cabeza, se queda mirando perezosamente a la persona al pasar. Uno no se detiene a acariciarlo, pues tiene garras malignas, y esa apariencia de movimiento lento solo es para disimular. De vez en cuando en los claros uno puede ver a los pintorescos tucanes que se alimentan de papayas.

Al meditar, algo que descuella en nuestra memoria es la solicitud de la gente al venir de lugares lejanos para ver nuestra película de una asamblea internacional de los testigos de Jehová. Imagínese usted una empalizada grande en el bosque donde estuvieran ubicados varios edificios oficiales, incluso la comisaría. Aquí, al aire libre, tuvimos una muchedumbre grande de solícitos espectadores. Entonces en cierta ocasión en el vapor, durante el viaje de regreso río abajo, hubo una demanda popular para ver la película. Con la aprobación del capitán colocamos la pantalla en la cubierta y manipulamos el proyector desde la ventana de un camarote. Había sacerdotes católicos y anglicanos a bordo. Aunque no habían condescendido en ver la película en tierra, ahora, quizás sin querer hacerlo, fueron espectadores a bordo. De hecho, fue desde su camarote que exhibimos la película. Más tarde los pasajeros los acosaron con preguntas que solo un testigo de Jehová podía contestar.

Nuestros quince años en Guyana pasaron demasiado rápidamente. Allí, también, tuvimos muchas evidencias de la bendición del Señor sobre el modo de vivir del precursor, porque vimos a multitudes expresar alegremente el aprecio que le tenían al magnífico mensaje de esperanza de Dios para todos los pueblos. La mala salud nos obligó a regresar a los Estados Unidos, pero habíamos visto crecer el número de predicadores del Reino en Guyana de 50 a 800, y ahora hay más de mil gozosos proclamadores del nombre de Jehová en Guyana.

Sí, nuestro modo de vivir como precursores ha estado lleno hasta el borde y ha rebosado de los mayores gozos, gozos no empañados por el egoísmo de la vida seglar. Estamos agradecidos por el grado de salud y fuerzas que todavía retenemos, lo cual nos permite seguir en el gozoso ministerio de precursor. Nuestro modo de vivir nos ha ayudado a sentir una relación personal estrecha con Jehová Dios y con su Hijo, Cristo Jesús.

¡Ciertamente a los jóvenes, a los de todas las congregaciones del pueblo de Jehová que no tienen trabas, la llamada es fuerte y clara! La llamada al modo de vivir de precursor es urgente. Los que respondan y trabajen diligentemente durante los años que están inmediatamente en el futuro tendrán la gran satisfacción tanto de hacer la voluntad de Jehová como de atesorar un depósito de recuerdos preciosos que se podrán contar a los hijos de la resurrección. Si usted no tiene recuerdos de esta clase, ciertamente no podrá contarlos.

“Jehová es la porción de mi lote asignado y de mi copa. Tienes firmemente asida mi suerte. Los mismísimos cordeles de medir han caído para mí en lugares agradables. Realmente, mi propia posesión me ha resultado grata. Bendeciré a Jehová, que me ha dado consejos. . . . He puesto a Jehová enfrente de mí constantemente.”—Sal. 16:5-8.

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