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¿Pueden éstos producir felicidad verdadera?¡Despertad! 1982 | 22 de marzo
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Owen criticó el sistema capitalista de organizar la industria, basado en la competencia y la explotación de los obreros. Recomendó un sistema cooperativo en el que los hombres y las mujeres vivirían en “Aldeas de Unidad y Cooperación,” donde disfrutarían de los frutos de su labor tanto en la agricultura como en la industria. Se establecieron varias comunidades owenitas en Escocia, Irlanda y aun en los Estados Unidos. Pero con el tiempo éstas se desintegraron.
En Francia, Fourier abogó por la creación de comunidades modelos a las que llamó falansterios, y que habrían de estar compuestas de personas que trabajarían según sus propias preferencias. A diferencia de Owen, quien aceptaba que el estado interviniera en el establecimiento de las “aldeas,” Fourier creía que su sistema funcionaría sobre una base completamente voluntaria. Además, a los miembros de dichas comunidades se les habría de pagar de acuerdo con los esfuerzos que hicieran y se les permitiría ser dueños de propiedades. Fourier creía haber encontrado la organización social que correspondía con los deseos naturales del hombre en su búsqueda de la felicidad. De hecho, se establecieron comunidades fourieristas en Europa y en los Estados Unidos. Pero éstas también fracasaron.
Las ideas del francés Saint-Simon se asemejan más al socialismo moderno. El abogó por la posesión colectiva de los medios de producción y el que éstos fueran administrados por peritos en los campos de la ciencia, la tecnología, la industria y las finanzas. Saint-Simon opinaba que la cooperación entre la ciencia y la industria produciría una nueva sociedad en la que las personas tendrían igual oportunidad de prosperar, pues la prosperidad de cada uno dependería de sus habilidades y de la cantidad y la calidad de su trabajo.
Aunque ninguna de estas primeras ideologías socialistas tuvo éxito, prepararon el camino para movimientos socialistas posteriores. Fueron las primeras expresiones del socialismo moderno, al que se ha descrito como un sistema de organización social que tiene como fundamento el que los principales medios de producción y distribución de bienes estén en posesión del pueblo y bajo el control de éste. Aunque las miras de este movimiento son semejantes a las del comunismo, la democracia social del día presente difiere del Marxismo en que aboga por reformas progresivas pero no favorece la revolución ni un sistema político de un solo partido.
Aunque el socialismo tiene mayor respeto por la libertad del individuo que el comunismo, no ha tenido éxito en producir paz internacional y felicidad. ¿Por qué?
¿Por qué ha fracasado?
Por un lado, el socialismo no ha resultado más poderoso que el nacionalismo. Concerniente a la Segunda Internacional, una federación de partidos socialistas y sindicatos que se fundó en 1889, se dice que “emitió muchas proclamas emocionantes y conmovedoras en contra de la guerra, pero cuando estalló la guerra [en 1914], quedó revelada la incapacidad de la federación. La mayoría de sus miembros nacionales apoyaron a sus propios gobiernos y abandonaron la idea de la solidaridad internacional de la clase obrera.”—Encyclopaedia Britannica.
Desde entonces, el movimiento socialista ha continuado dividido y significa diferentes cosas para diferentes personas. Varios gobiernos en diferentes partes del mundo usan el nombre socialista, y algunos de estos gobiernos varían muy poco de gobiernos progresivos conservadores, mientras que otros son autoritarios y hasta totalitarios. Por lo tanto, la palabra “socialista” ha perdido mucho de su significado para muchas personas sinceras que creían que dicho sistema político resultaría en una hermandad mundial dentro de una sociedad materialmente próspera y feliz en la que no habría distinción de clases.
No es de extrañar entonces que el líder sindical francés Edmond Maire escribiera en Le Monde: “El fracaso histórico del movimiento laboral en su ambición de edificar el socialismo . . . [ha] hecho que una cantidad de militantes —tanto trabajadores como intelectuales— abandonen aun sus esperanzas a largo plazo. . . . El que la esperanza socialista se haya debilitado parece haber afectado en particular a los jóvenes.”
Por lo tanto, ya sea por medio del capitalismo, el comunismo, o el socialismo, la búsqueda de la humanidad de un sistema que le proporcione prosperidad material y felicidad verdadera ha fracasado. El sociólogo norteamericano Daniel Bell admite lo siguiente: “Para el intelectual radical, las viejas ideologías han dejado de ser ‘la verdad,’ y han perdido su poder de persuadir. Quedan pocas personas de mentalidad seria que crean que uno pueda trazar los ‘planos’ y que por medio de ‘la ingeniería social’ se pueda producir una nueva utopía de armonía social.”—The End of Ideology.
No obstante, esta búsqueda de prosperidad material y de felicidad es algo natural. Entonces, ¿por qué no les ha sido posible a los sistemas económicos y políticos de la humanidad encontrar el modo de lograr tal prosperidad y felicidad? El siguiente artículo dará atención a esa pregunta.
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¿Basta con la prosperidad material?¡Despertad! 1982 | 22 de marzo
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¿Basta con la prosperidad material?
EL DESEO de disfrutar de prosperidad material no es malo en sí. ¿Pero basta ésta para alcanzar verdadera felicidad? ¿Se han olvidado el capitalismo, el comunismo y el socialismo del ingrediente principal para la felicidad verdadera? ¿Y pudiera esta falta seria explicar, al menos en parte, el porqué esos sistemas no han podido hacer que la gente sea verdaderamente feliz?
No hay duda de que hombres sinceros han dedicado toda su vida para hacer que el capitalismo, el comunismo o el socialismo tengan éxito. Y cada sistema ha tenido éxito en elevar la norma de vida en ciertos países, para cierta gente. Pero, ¿han traído éstos felicidad genuina a la mayoría de la gente de esos países? ¿Han acabado con el crimen, la violencia y la guerra? ¿Ha podido alguno de estos sistemas eliminar el suicidio, el enviciamiento en la droga o el alcoholismo? ¿Es propio de la gente feliz suicidarse, “escapar” mediante el uso de
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