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  • Abrahán, “padre de todos los que tienen fe”
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1961
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1961
w61 15/4 págs. 245-248

Abrahán, “padre de todos los que tienen fe”

TU PALABRA es una lámpara para mi pie, y una luz para mi calzada.” Una manera en que esto es cierto respecto a la Palabra de Dios es por su registro de los tratos de Dios con hombres fieles, entre quienes se destaca señaladamente Abrahán. Vez tras vez se identifica al Dios verdadero Jehová como “el Dios de Abrahán,” y el estar en “la posición del seno de Abrahán” significaba gozar del favor de Jehová. No es sin buen motivo que se designa a Abrahán como el “amigo de Jehová,” y “el padre de todos los que tienen fe.”—Sal. 119:105; Mat. 22:32; Luc. 16:22; Sant. 2:23; Rom. 4:11.

Abrán, según se le conoció al principio, nombre que significa “padre excelso,” nació 352 años después del Diluvio y vivió hasta la avanzada edad de 175 años. De él provinieron los israelitas, edomitas e ismaelitas, también los medanitas y madianitas. No solo la arqueología testifica en cuanto a la historicidad de Abrán y sus antepasados, sino, sobre todo, Jesucristo y sus apóstoles lo hicieron, ya que se refirieron a Abrahán más de setenta veces.—1 Cró. 1:28, 32, 34.

Ur, la ciudad donde vivía, estaba ubicada a unos ochenta kilómetros del golfo Pérsico cerca del lugar donde se juntan los ríos Éufrates y Tigris. Se dijo que la ciudad era “de los caldeos,” porque estaba ubicada en la parte meridional de Mesopotamia, la cual, siglos después del día de Abrán, fue ocupada por los caldeos.—Gén. 11:28, 31; 15:7; Hech. 7:2.

En el día de Abrán Ur no era ninguna ciudad mediocre, aunque ya no era la poderosa capital sumeria que había sido unos 150 años antes, antes que la invadieran los elamitas. Dentro de su parcialmente derribado muro de forma ovalada vivía por lo menos un cuarto de un millón de habitantes. Según Keller, en The Bible as History, en ese tiempo Ur era una “ciudad capital bulliciosa y poderosa, próspera y pintoresca.”

Pero, sobre todo, Ur era una ciudad religiosa. La cuarta parte entera de ella que quedaba hacia el noroeste estaba dedicada a la adoración pagana, principalmente la del dios de la Luna, Nanna, y de su consorte Ningal, y en este sector se hallaban el zigurat y los templos. Como si esto no bastara, se hallaban esparcidas a través de la ciudad capillas para la adoración de otros dioses, y cada hogar, a excepción de los de la gente más pobre, tenía su propia capilla. “Su religión era un politeísmo de la clase más crasa,” dice el arqueólogo Woolley en su libro Abraham. Tal era, pues, la ciudad en que se crió Abrahán.

“PADRE DE TODOS LOS QUE TIENEN FE”

La fe se prueba por medio de obras. (Sant. 2:14-26) El que Abrán tuvo fe lo probó por medio de sus obras durante más de cien años. La primera prueba verdadera de fe que le sobrevino a Abrán, según la Palabra de Dios, fue cuando muy probablemente tenía alrededor de setenta años y Dios se le apareció y le dijo: “Vete de tu país y de tus parientes y de la casa de tu padre al país que yo te mostraré, y haré de ti una gran nación y te bendeciré y haré grande tu nombre; y da pruebas de ser una bendición. Y bendeciré a los que te bendijeren, y al que pida maldición sobre ti lo maldeciré, y todas las familias del suelo ciertamente se bendecirán por medio de ti.” Esteban aclara que esta llamada a Abrán se hizo “mientras éste estaba en Mesopotamia, antes que estableciese residencia en Carán.”—Gén. 12:1-3; Hech. 7:2.

Requirió verdadera fe de parte de Abrán el salir de Ur, junto con su padre Taré y su sobrino Lot y todos los de sus casas. Viajando muchos kilómetros hacia el noroeste, se demoraron por un tiempo en Carán. Carán también estaba dedicada a la adoración del dios de la Luna, así que no sorprende que al morir Taré, tiempo en el cual Abrán tenía setenta y cinco años, siguiera Abrán moviéndose en dirección a la tierra que Dios le había prometido.—Gén. 11:32; 12:4.

Muy apropiadamente, el apóstol Pablo, en su discusión acerca de la fe, recalca la de Abrán, diciendo: “Por fe Abrahán, cuando fue llamado, obedeció al salir a un lugar que él había de recibir como herencia, y salió aunque no sabía adónde iba. Por fe él residió temporalmente en la tierra de la promesa como en tierra extranjera, y habitó en tiendas.... Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos y cuyo edificador y creador es Dios.” Jesucristo dio testimonio parecido: “Abrahán el padre de ustedes se regocijó grandemente por la perspectiva de ver mi día, y lo vio y se regocijó.”—Heb. 11:8-16; Juan 8:56.

Por la fe que Abrán tenía, Jehová Dios le era muy real. Repetidamente leemos que Abrán edificaba altares a Jehová y que invocaba el nombre de Jehová, es decir, declarándolo o predicándolo, y, por otra parte, leemos que Jehová vez tras vez apareció a Abrán. Cuando Jehová prometió a Abrán un hijo en su vejez, su fe no vaciló sino que él “puso fe en Jehová, y él procedió a contársela a él como justicia.” Después que Abrán hubo vagado por veinticuatro años, Dios instituyó con él y con su familia el pacto de la circuncisión, ocasión en la cual Dios también cambio el nombre de Abrán a Abrahán, que significa “padre de una muchedumbre.” Mientras tanto Abrán, por sugerencia de Sara, tuvo un hijo por la criada de ella, Agar, al cual él puso por nombre Ismael; pero era la voluntad de Jehová que por medio de Sara viniese el heredero prometido.—Gén. 15:6; 17:5, 9-14, 24-27.

Finalmente, después que Abrahán, hubo esperado en fe por muchos años nació el heredero prometido, Isaac. Por más que hubiera sido probada su fe durante todo este tiempo, su prueba más grande todavía había de venir, cuando Isaac hubiese llegado a ser hombre joven. Fue entonces que Jehová se le apareció a Abrahán y dijo: “Toma, por favor, a tu hijo, a tu hijo único a quien amas tanto, a Isaac, y haz un viaje a la tierra de Moría y allí ofrécelo como ofrenda quemada sobre aquel de los montes que yo te designe.” ¡Con qué dolor de corazón debe haber oído Abrahán esas palabras y emprendido ese viaje!—Gén. 22:2.

Jehová Dios no pudiese haber ideado mayor prueba que ésta para probar la fe y la obediencia de Abrahán, porque sin duda ningún padre humano, ni antes ni después jamás amó a su hijo más que lo que amó Abrahán, a Isaac. ¿No había él rogado a Jehová: “¿Qué me darás, ya que me estoy quedando sin hijo y el que poseerá mi casa es un hombre de Damasco, Eliezer?” ¿No había esperado muchos años por Isaac? Además, ¿no había prometido Dios que en Isaac sería llamada su simiente? Y ahora se le estaba mandando sacrificarlo. ¿Cómo, entonces, podría cumplirse esa promesa?—Gén. 15:2.

Pero la fe de Abrahán, no titubeó. “Él juzgó que Dios podía levantar [a Isaac] hasta de entre los muertos.” Obedientemente emprendió ese viaje al monte de Moría. Allí edificó un altar de piedras, puso en orden la leña, ató de manos y pies a su amado hijo y luego “extendió la mano y tomó el cuchillo de degüello para matar a su hijo.” Habiendo satisfecho la prueba suprema de fe, no se le permitió a Abrahán, ir más adelante con ello. Un ángel de Jehová alzó la voz para refrenar la mano de Abrahán y proveyó un carnero en lugar de Isaac.—Heb. 11:19; Gén. 22:3-14.

Después que Abrahán hubo sacrificado este carnero, el ángel de Dios le dijo: “Por mí mismo ciertamente juro, es la declaración de Jehová que debido a que tú has hecho esta cosa . . . yo seguramente te bendeciré y seguramente multiplicaré tu simiente como las estrellas de los cielos y como los granos de arena que están en la orilla del mar, y. .. por medio de tu simiente todas las naciones de la Tierra ciertamente se bendecirán.” No mucho después de eso Sara murió, y Abrahán tomó a Quetura por esposa, por medio de quien milagrosamente tuvo seis hijos más.—Gén. 22:16-18; 25:1, 2.

GENEROSO Y HOSPITALARIO

Verdaderamente con buena razón se le llama a Abrahán “padre de todos los que tienen fe” y “amigo de Jehová.” ¡Qué ejemplo es para todos los cristianos su vida de fe! No solo en el asunto de fe, sino también en generosidad, en hospitalidad y en estar libre del amor al dinero Abrahán se mostró ejemplar. El salir de su tierra natal e ir a partes desconocidas por él ciertamente implicó un sacrificio monetario no pequeño, porque la región alrededor de Ur era sumamente fértil por ser regada por el Éufrates; pero tan pronto entró Abrahán, en Canaán tuvo que irse a Egipto debido al hambre que afligía la tierra de Canaán. ¡Cuán libre del amor al dinero se mostró al tratar con su sobrino Lot! Aunque era el mayor y cabeza del grupo, ¡Abrahán dejó que Lot tomara las dehesas más selectas y él tomó lo que quedó! Más tarde, después de rescatar a su sobrino Lot de reyes invasores, Abrahán no solo rehusó aceptar siquiera un hilo o un cordón de sandalia como despojo, sino al contrario ofreció la décima parte de todo lo que tenía al rey-sacerdote Melquizedec.

¡Y qué hospitalidad generosa desplegó para con los tres desconocidos que un día pasaron aparentemente por casualidad! Les persuadió a aceptar las comodidades de su lugar mientras hizo que se degollara un buey tierno y bueno, pidió que su esposa Sara preparara tortas redondas de flor de harina y luego, junto con leche y mantequilla, los puso delante de sus invitados; ofreciéndoles lo mejor que tenía.—Gén. 13:5-13; 14:17-23; 18:2-8; Heb. 13:1, 5.

CABEZA EJEMPLAR DE FAMILIA

Abrahán también puso un excelente ejemplo como cabeza de familia. De acuerdo con las instrucciones que Jehová dio más tarde al Israel tanto natural como espiritual, Abrahán, ‘mandó a sus hijos y a su casa que guardasen el camino de Jehová.’ No hay duda acerca del haber entrenado él a Isaac en el camino recto ¡o de otro modo Isaac jamás se habría sometido a que su padre anciano lo atara de manos y de pies para ofrecerlo como holocausto! Y como padre sabio, Abrahán, estaba profundamente interesado en que su hijo se casara con una esposa creyente, no con una pagana.—Gén. 18:19; 24:3, 4.

Cuando su sobrino Lot fue capturado, junto con su familia, Abrahán asumió la responsabilidad de rescatarlo. Con 318 de sus siervos se precipitó sobre el enemigo de noche para librar a Lot y a los que estaban con él. De ese modo Abrahán sin duda llegó a ser el primer guerrero de Jehová y peleó la que muy posiblemente haya sido la primera de las batallas registradas en el “libro de las Guerras de Jehová.” También, cuando el juicio adverso de Jehová amenazó a todo el territorio en el cual vivía Lot, Abrahán, rogó a Jehová: “¿No hará lo que es justo el Juez de toda la Tierra?” Abrahán, manifestó que era la clase correcta de cabeza de familia, ¡fuera que implicara el uso de armas de guerra u oración a Dios!—Gén. 14:13-16; 18:25; Núm. 21:14.

Lejos de ser el marido dominado por su mujer que algunos representantes de la alta crítica insinúan que era, el registro muestra que su esposa Sara se dirigía a Abrahán como “señor.” Más que eso, ella prontamente se puso de acuerdo cuando él sugirió que se hiciera pasar por hermana suya para salvar la vida de su marido. Puesto que a Abrahán no se le censura en ninguna parte por haber seguido esta estrategia, y puesto que en los dos casos en que él adoptó este proceder Jehová manejó los asuntos para proteger de daño a Sara, no nos conviene censurar a Abrahán a causa de este asunto. Tanto Abrahán, como Sara reconocieron el hecho de que en el tiempo en que vivían no era cosa rara el disponer de las mujeres de la manera que exigieran las circunstancias.—Gén. 18:12; 12:11-20; 1 Ped. 3:6.

RASGOS PROFÉTICOS

La vida ejemplar de Abrahán, sirve también como luz para nuestra calzada porque estaba llena de significado profético. Repetidamente se le usa como cuadro profético de Jehová Dios. Por eso el que el nombre de Abrahán, fuera hecho grande y el que el llegara a ser una bendición prefiguraba que Jehová haría que su propio nombre fuera grande y que Él sería una bendición.—Gén. 12:2; Mal. 1:11.

Además, así como Sara continuo estéril por mucho tiempo, igualmente la Jerusalén celestial de Dios, su organización semejante a una esposa, continuó por mucho tiempo estéril, hasta que produjo a Jesús como la ungida ‘simiente de la mujer.’ Y así como Abrahán en dos ocasiones oculto su enlace para con Sara, igualmente ha parecido que Jehová Dios hubiera negado a su organización esposa u ocultado su enlace para con ella durante un largo período de tiempo, tentando a los agentes de Satanás a violar a los representantes de ella sobre la Tierra.—Isa. 54:1-8.

Tal como Abrahán tuvo dos hijos de dos mujeres, así Jehová Dios ha tenido dos pueblos, los judíos naturales de una organización terrenal y los judíos espirituales de una organización celestial, la Jerusalén de arriba. Tal como Agar, la esclava, sirvió en capacidad temporaria, así la nación de Israel, en esclavitud al pacto de la ley, sirvió en capacidad temporaria. Tal como Sara, la mujer libre, dio a luz la simiente prometida, así la Jerusalén libre celestial produjo el Heredero prometido.—Gál. 4:21-31.

El que Abrahán ofreciera a su hijo Isaac prefiguró que Jehová ofrecería a su Hijo unigénito. Y finalmente el que él enviara a Eliezer a obtener una novia para Isaac prefiguró que Jehová enviaría su espíritu santo, comenzando con el Pentecostés, para obtener una novia espiritual para su Hijo.—Juan 3:16; Gál. 3:16.

¡Verdaderamente el registro bíblico de la vida de tales hombres como Abrahán subraya el hecho de que la Biblia de veras es una lámpara para nuestro pie y una luz para nuestra calzada!

¡Ensalzado seas sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea ensalzada tu gloria!—Sal. 57:11, Mod.

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