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GuatemalaAnuario de los testigos de Jehová para 1973
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integrante del pueblo de Jehová aquí. Algunos han venido aquí con experiencia pasada en campos misionales, pero muchos más que no asistieron a la Escuela de Galaad ni sirvieron de misioneros tienen el espíritu del misionero. Y no han sido siempre los que han tenido los recursos financieros ni la salud para hacerlo los que han penetrado en zonas aisladas donde grupos pequeños necesitaban ayuda y secciones enteras de territorio no han sido trabajados con regularidad. Lugares como Quezaltenango, Chimaltenango, Huehuetenango, El Rancho, Puerto Barrios y Livingston, que tiempo atrás eran solo puntos en el mapa, han llegado a ser el hogar de estos hermanos y hermanas de otros países.
CONTINÚAN LAS BENDICIONES
Especialmente en los últimos años han abundado las bendiciones de Jehová. (Pro. 10:22) Imagínese a casi mil personas bautizarse durante los últimos tres años. El esfuerzo unido de los cristianos guatemaltecos nativos y de los que han venido de otros países ha resultado en un buen testimonio por todo este país. Por ejemplo, en tres años se colocaron más de 130.000 libros, y al mismo tiempo los publicadores de congregación tienen un promedio de mucho más de once horas cada uno en el ministerio del campo cada mes. En agosto de 1972 el nuevo máximo de alabadores de Jehová, es decir, 3.004, representó un aumento de 24 por ciento sobre el promedio del año anterior. También fue emocionante para nosotros la concurrencia de más de 8.700 personas al Memorial el 29 de marzo de 1972.
No solo continúan la paz y la unidad con el nuevo arreglo de organización para la superintendencia de las congregaciones por medio de “hombres de mayor edad” nombrados, sino que confiamos en que Jehová continuará haciendo que las ‘cosas deseables entren’ mientras él sigue ‘meciendo las naciones.’—Ageo 2:7.
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El JapónAnuario de los testigos de Jehová para 1973
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El Japón
EL JAPÓN es un país de variedad. Su terreno montañoso, que abarca cuatro islas principales y muchas otras de menor tamaño, se extiende en una larga creciente desde el suelo nevado de Hokkaido en el norte al subtropical Kiusiu al oeste. Solo el 15 por ciento del terreno es lo suficientemente llano para el cultivo. En su mayoría, la gente está apiñada en ciudades y pueblos costaneros. Campos terraplenados suministran arroz. Hay también una variedad de frutas en su sazón y del océano viene una abundancia de pescado, alga marina y otros manjares exquisitos para la mesa. En grado sumo, el Japón se puede mantener a sí mismo en cuanto a alimento, aunque ahora la población pasa de los 105 millones de personas.
La gente por lo general es de baja estatura, industriosa, afanosa en el trabajo y orgullosa de su tradición japonesa. Una sola lengua, con muy poca variación dialectal, se habla por todo el Japón. La escritura, para la cual se usan comúnmente 1.850 caracteres chinos, es bastante complicada. Pero el 99 por ciento de la población lee y escribe. Les encanta leer. La ingeniosidad japonesa, y la aptitud para mejorar las invenciones de otros, también ha ayudado a la nación a convertirse en una de las principales potencias industriales del siglo veinte.
En el Japón de hoy la ropa de estilo occidental se ve mucho más que la oriental. El pan está tomando el lugar del arroz en muchas comidas. Edificios de apartamentos de hierro y concreto, llamados “mansions,” se elevan por de doce a veinte pisos donde antes había casas de madera y papel. Pero con este desarrollo industrial el problema de la contaminación se ha hecho grande.
LA RELIGIÓN EN EL JAPÓN
La Encyclopædia Britannica ha declarado: “La historia antigua del Japón, según está registrada en los anales nativos, está tan completamente envuelta en leyenda mitológica como para ser absolutamente indigna de confianza.” En esta mitología, se supone que el primer emperador, Jimmu, haya ascendido al trono en 660 a. de la E.C. Él y la dinastía de 124 emperadores hasta Hirohito, se dice, han sido descendientes de Amaterasu Omikami, la diosa solar... la que trajo la luz al mundo cuando se le hizo salir de su caverna por el ardid de permitirle tener un vistazo de su belleza en un espejo. A través de los siglos se desarrolló el sintoísmo (“El Camino de los Dioses”), principalmente como un sistema de adorar a los antepasados y las fuerzas de la naturaleza. Hasta este día, cada comunidad local celebra su fiesta anual del sintoísmo, donde hombres y muchachos a medio vestir caminan alrededor haciendo ruido y llevando sobre sus hombros un templete portátil. En éste tienen los lugares de honor como símbolos del sintoísmo el espejo, las joyas y la espada. Hasta el fin de la II Guerra Mundial, el sintoísmo, que daba mucha importancia a la adoración del emperador, fue la religión estatal.
Pero en el Japón muchas personas pertenecen a más de una religión. Piensan que así pueden sacar lo mejor de varias religiones. Comenzando desde el sexto siglo de la E.C., cuando el budismo entró en el Japón desde China y Corea, muchas prácticas budistas fueron incorporadas en la vida de la gente. La religión sintoísta y la budista se hicieron coexistentes. No es cosa poco común hallar el santuario del sintoísmo y el templo budista locales lado a lado. En muchos hogares japoneses se nota la repisa del dios del sintoísmo en el porche, mientras que el altar budista de la familia se destaca en un cuarto interior. En cualquiera de los dos lugares se colocan frutas, flores, y cosas por el estilo, para el placer de los espíritus ancestrales.
Tradicionalmente, las parejas se casan —y a sus hijitos se les bendice— en una ceremonia del sintoísmo, pero los funerales y los servicios conmemorativos que vienen después los conduce el sacerdote budista. El sintoísmo tiene que ver mayormente con purificarse de contaminación ceremonial, pero el budismo con ritos para los muertos. Literalmente hay centenares de diferentes sectas sintoístas y budistas.
Durante la era en que dominó el sintoísmo estatal, la mente del pueblo estuvo muy inclinada hacia la adoración del emperador. A muchos se les saturó con el fuerte fervor militarista y nacionalista que llegó a su apogeo durante lo intenso de la II Guerra Mundial. Las vidas se sacrificaban con liberalidad en el altar de la adoración del emperador, y a los que se rendían en vez de morir por la honra del emperador generalmente se les consideraba excluidos de la sociedad. Al caer en derrota el Japón, ejércitos enteros escogieron la aniquilación antes que rendirse. En el auge del militarismo, y antes de ello, la escena japonesa no presentaba posibilidades brillantes de prosperidad en la predicación de las buenas nuevas acerca del “Príncipe de Paz.”
Ciertamente, la entera historia de Japón ha sido caracterizada por guerra interna, asesinato y harakiri, revolución y el uso de la espada. Pocos países han tenido una historia tan violenta, y mucho de esto todavía es glorificado en representaciones dramáticas y en películas que presentan a los caballeros samurai y el culto de bushido (“el camino del guerrero”). Durante contiendas amargas entre sectas budistas rivales, por las calles de Kyoto, la antigua capital del Japón, corrían ríos de sangre de estos combatientes sacerdotales y sus secuaces.
LA LLEGADA DE LOS MISIONEROS DE LA CRISTIANDAD
¿Podría el cristianismo conseguir establecerse firmemente entre el conglomerado de sectas budistas y sintoístas, y especialmente con el sintoísmo estatal como factor tan prominente en la vida de la gente?
Las religiones de la cristiandad comenzaron a enviar misioneros al Japón a mediados del siglo dieciséis. Se ha dicho que en la zona de Nagasaki unas 150.000 personas fueron convertidas al catolicismo. Sin embargo, después de declarar que la religión católica romana llegó a ser para los japoneses más como “un símbolo de la civilización europea,” la Encyclopædia Britannica hace el siguiente comentario: “Aunque parte de los campesinos oprimidos dieron la bienvenida al evangelio de la salvación, los mercaderes y señores guerreros que estimaban el valor del comercio consideraron al catolicismo un eslabón importante entre
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