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Gozoso aguantador o desdichado renunciante... ¿cuál?La Atalaya 1969 | 1 de noviembre
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pensar seriamente en cuanto a refrescar nuestro aguante.
12 También, cuando alguien habla de emprender el servicio de precursor de tiempo cabal, quizás otro diga: “Ese trabajo no es para mí. Sencillamente no estoy hecho para seguir haciendo esa clase de trabajo día tras día.” De nuevo, cuando alguien exprese el deseo de llegar a ser misionero o mudarse a otro país para servir en un campo más extenso, ¿ha oído usted que otros hacen comentarios como éstos: “¿Para qué quieres hacer eso? Tú vives bien aquí.” “¿Cómo te vas a mantener?” “¿Qué hay si te enfermas? No tendrás los hospitales que tenemos aquí.”? Tales comentarios son evidencias de que el aguante de estas personas se está debilitando. Peor, tal actitud resulta en debilitar el aguante y la perseverancia de otros.
13. ¿De qué debe estar acompañado nuestro aguante, y cómo ilustró esto Jesús?
13 Jehová ha dado a su pueblo trabajo que hacer, y él quiere que disfruten de él. (Ecl. 3:12, 13) Jesús, aun al tiempo que sufría pruebas fuertes, tuvo gozo. Sabía cuando emprendió su ministerio a la edad de treinta años que sufriría mucho a manos de los judíos y que finalmente sería muerto. Les comunicó esto a sus discípulos con anterioridad. Pero, ¿permitió él que esto apagara su gozo al servir a Dios? No. El apóstol Pablo dice: “Por el gozo que fue puesto delante de él aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.” (Heb. 12:2) Gozosamente recomendó su derrotero a otros y mostró que no estarían solos en él cuando extendió esta invitación: “Pónganse debajo de mi yugo conmigo.” (Mat. 11:29, nota al pie de la página, NW, edición de 1950) Aun en los últimos días de su vida en la Tierra, cuando sabía que era inminente una muerte ignominiosa en el madero de tormento, no perdió su gozo ni entristeció a los que lo rodeaban; más bien, fortaleció a sus discípulos, dándoles ánimo para aguantar. En realidad, en la mismísima noche antes de su muerte dio a sus discípulos su discurso más afectuoso, más animador y más fortalecedor para el corazón.—Juan, capítulos 14 a 17.
14. ¿Qué papel desempeñan los ángeles en cuanto a nuestro aguante?
14 Ahora Jesucristo, glorificado en el cielo, está al mando de los santos ángeles y encargado de la predicación que tiene que efectuarse. Ha asignado a los ángeles que están bajo sus órdenes a deberes responsables, superentendiendo la proclamación de “estas buenas nuevas del reino.” (Mat. 24:14; Rev. 14:6, 7) Son “enviados para servir a favor de los que van a heredar la salvación.” (Heb. 1:14) A estos ángeles no se les envía para descubrir las faltas de los que están en la predicación y condenarlos, sino para ayudarlos. Están sumamente interesados en la obra que los siervos de Dios están efectuando, porque disciernen claramente que tiene que ver con la vindicación del nombre de Jehová. Quieren ver que se retenga integridad y que los testigos cristianos de Jehová demuestren que Satanás es mentiroso cuando alega que el hombre en la Tierra no retendrá integridad a Dios, sino que, por egoísmo o temor, no aguantará bajo prueba. Los ángeles observan la actitud y acciones de los siervos de Jehová, y se sienten felices cuando el pueblo de Dios lleva a cabo su trabajo en paz, unidad y aguante. (1 Cor. 4:9; 11:10) Se desilusionan cuando algunos muestran falta de obediencia y dejan de perseverar. Están plenamente equipados y listos para dar toda la ayuda necesaria a los cristianos que piden a Dios los servicios de ellos. Con el espíritu de Jehová sobre sus testigos cristianos y con el respaldo de los ángeles, los cristianos tienen plena seguridad de poder aguantar.—Sal. 34:7; 2 Rey. 6:15-17.
JEREMIAS UN EJEMPLO DE AGUANTE
15, 16. ¿La vida de quién nos suministra un ejemplo de aguante, y cuál era la situación cuando se inició en su derrotero de aguante?
15 La Biblia nos dice que “todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que por medio de nuestra perseverancia y por medio del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” (Rom. 15:4) Uno de éstos cuyo derrotero de la vida registrado suministra mucho para fortalecer nuestro aguante es Jeremías. Nos será provechoso darle atención para que podamos edificar la cualidad de aguante en nuestra vida.
16 El reino de Judá se hallaba en malas condiciones en el tiempo del ministerio de Jeremías. El reino de diez tribus de Israel había sido desalojado por la nación de Asiria casi cien años antes de que Jeremías comenzara a profetizar. El reino de Judá había seguido el proceder de infidelidad que su hermano, el reino de diez tribus, había seguido, con el tiempo haciéndose hasta peor. Antes de que Jeremías entrara en escena el rey Manasés había producido tanta iniquidad al fomentar la adoración de Baal que, aunque más tarde se arrepintió, Judá continuó saturada de iniquidad a tal grado que Jehová declaró que con el tiempo borraría a Jerusalén y permitiría que los habitantes de Judá fueran llevados de allí.—2 Cró. 33:18, 19; 2 Rey. 21:13, 14.
17. ¿Cómo sabía Jeremías que el ser profeta significaría una prueba de aguante y perseverancia para él?
17 Amón el hijo de Manasés era como su padre. Después de un reinado inicuo de dos años fue sucedido por Josías, en 659 a. de la E.C. Fue en el decimotercer año de Josías que Jehová llamó a Jeremías para profetizar a Judá, cuarenta años antes de la destrucción de Jerusalén. El rey Josías estaba haciendo cuanto podía para restaurar la adoración verdadera en Israel. Llevó a cabo grandes reformas, pero todavía había mucha iniquidad en el país. Cuando Jeremías fue llamado al cargo de profeta sabía que sería una prueba de aguante y perseverancia para él. Jehová le advirtió que los judíos pelearían contra él y que había peligro de que fuera aterrado a causa de ellos. Jehová indicó que no había razón para temer porque El respaldaría a Jeremías y estaría con él para librarlo. Por lo tanto, Jeremías debería hablar todo lo que Dios le dijera que hablara.—Jer. 1:7, 8, 17-19.
18. ¿Por qué era el mensaje de Jeremías uno que requeriría aguante de parte de él entregar?
18 Jehová le dijo a Jeremías cuál sería la naturaleza de su trabajo, revelando que era el entregar un mensaje que ocasionaría gran oposición. Se requería que Jeremías le dijera a Judá, en particular a los sacerdotes, profetas y príncipes de ella, en su misma cara, que se habían apartado de Jehová. Había marcas de sangre de las almas de los inocentes en las faldas de Judá. (Jer. 2:26, 34) La nación de Judá era como una prostituta. (Jer. 3:1) Había roto el pacto que había hecho con Jehová. (Jer. 11:3-8) Y finalmente, Jeremías tenía que decirle al pueblo que para salvarse la vida deberían someterse al rey de Babilonia... habla que para los líderes judíos era traición y acción subversiva, digna de muerte. (Jer. 27:12, 17) Además, informó a los judíos que Babilonia los vencería, llevándoselos al destierro durante setenta años... de veras un mensaje fuerte.—Jer. 25:7-11; 32:24, 36.
SEMEJANZA CON LOS TESTIGOS DE JEHOVA
19. ¿Cuáles son cinco semejanzas sobresalientes de la experiencia de Jeremías con la de los testigos de Jehová hoy?
19 Un estudio de las acciones de Jeremías es apropiado hoy para los testigos de Jehová, acciones a las cuales deben prestar más que la acostumbrada atención. La semejanza de la experiencia de Jeremías con la de los testigos de Jehová se puede notar fácilmente: Primero, la comisión, una declaración urgente de juicio de Jehová; segundo, una reedificación espiritual de los que podrían llegar a ser siervos celosos de Jehová; tercero, la demostración de la operación del espíritu de Dios sobre Jeremías. La palabra de Dios era como un fuego en los huesos de Jeremías que no se apagaba, sino que aumentaba en intensidad a medida que él aguantaba. (Jer. 20:9) Cuarto, la actitud negativa de los siervos dedicados de Jehová, los judíos, que era semejante a la de las religiones de la cristiandad y semejante a unos cuantos entre el pueblo de Dios en la actualidad. Estos judíos podían y deberían haber apoyado a Jeremías en su trabajo, pero habían minado la fe los unos de los otros, perdiendo gozo en Jehová, celo y espiritualidad a un grado mortífero. Y, quinto, la necesidad de aguante.
20. ¿Por qué era feliz Jeremías, aunque aguantó tanto?
20 Santiago, el medio hermano de Jesús y uno de sus discípulos fieles, dijo: “¡Miren! Pronunciamos felices a los que han aguantado.” (Sant. 5:11) Jeremías, después de haber aguantado, estaba feliz. Aguantó con perseverancia a través de la destrucción de Jerusalén y el cautiverio de su rey de la línea de David, como había profetizado. Fue llevado a Egipto por los pocos judíos que fueron dejados en el país por los babilonios, para continuar su obra de profetizar... un total de más de cuarenta años de aguante y perseverancia en el servicio de Jehová, en una asignación de territorio que empeoraba progresivamente. No se sintió feliz al ver a Jerusalén destruida ni a su templo saqueado; en realidad, escribió el libro de Lamentaciones, una expresión de intenso dolor por el vituperio que dicha destrucción le acarreó al nombre de Jehová. Pero le hizo sentirse feliz el ver que la palabra de Dios se llevó a cabo, vindicándolo como profeta verdadero de Jehová. Tan poderoso fue su profetizar que una queja de lamento y conminatoria hoy se llama “jeremiada.” Además, Jeremías vio que su predicación llevó fruto, otros alabadores de Jehová que también fueron salvados debido al rasgo edificante de su mensaje. Fueron notables entre éstos Baruc y Ebed-melec.
21. ¿Qué clase de persona fue Jeremías?
21 Muchas veces Jeremías tuvo la oportunidad de renunciar a su comisión durante sus más de cuarenta años de profetizar, pero él no era de esa clase. Más bien, fue de la clase de adoradores que son fieles y aguantan con perseverancia de los cuales Dios no se avergüenza de “ser invocado como Dios de ellos, porque les tiene lista una ciudad.”—Heb. 11:16; 1 Juan 2:19.
22. (a) ¿Tiene profetas inspirados hoy Jehová? (b) ¿Qué clase de profetas tiene, si los tiene?
22 Jeremías fue un profeta llamado por Jehová e inspirado a declarar su palabra. También era sacerdote. (Jer. 1:1) Hoy la Palabra de Jehová está completa y él ya no inspira a personas a profetizar por él, pero sí tiene a testigos en la Tierra sobre quienes ha puesto su espíritu, y los ha enviado en capacidad sacerdotal, para enseñar las leyes de Dios, y también los ha comisionado a predicar. En un sentido sus ungidos fieles son profetas, pues declaran las profecías escritas, junto con su aplicación. (Hech. 2:17) Sus compañeros, la “grande muchedumbre” de “otras ovejas,” han emprendido el darles ayuda en la proclamación mundial de las buenas nuevas del Reino y en declarar las profecías como las anuncia el resto ungido fiel. ¿Pueden mantener la fe y aguante de Jeremías? En el siguiente artículo consideraremos cómo se puede hacer esto.—Mar. 13:10.
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¿Puede usted imitar el aguante de Jeremías?La Atalaya 1969 | 1 de noviembre
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¿Puede usted imitar el aguante de Jeremías?
“Hermanos, tomen por modelo de sufrir el mal y de ejercer paciencia a los profetas, que hablaron en el nombre de Jehová.”—Sant. 5:10.
1, 2. ¿Hay una fórmula por medio de la cual uno pueda estar seguro de que su vida tendrá buenos resultados? Explique.
¿QUÉ resultado desea usted que su vida tenga? Ciertamente usted espera que tenga un resultado feliz. Usted quiere que su conducta merezca elogio y que sea de valor y que resulte en verdadero provecho para otros. Pero la vida tiene muchas facetas y vicisitudes. ¿Cómo puede uno estar seguro de que su vida tendrá buenos resultados? ¿Hay una fórmula para esto que sea segura y se pueda seguir con claridad?
2 El escritor de la carta a los hebreos, cuyo nombre no se da pero que generalmente se entiende que fue el apóstol Pablo, da consejo respecto a esto, al decir: “Acuérdense de los que llevan la delantera entre ustedes, los cuales les han hablado la palabra de Dios, y al contemplar detenidamente en lo que resulta la conducta de ellos, imiten su fe.”—Heb. 13:7.
3. ¿La conducta de quiénes podemos contemplar con provecho?
3 Así de sencillo es. Pablo habla aquí principalmente de los apóstoles, que llevaban la delantera entre los cristianos en aquel tiempo. Hoy tenemos a hombres de fe semejante que han llevado la delantera entre el pueblo de Dios. De modo que podemos observar a los hombres fieles de hoy que llevan la delantera entre nosotros, en particular a los del cuerpo gobernante del “esclavo fiel y discreto.” (Mat. 24:45-47) En el capítulo once de Hebreos Pablo había descrito la fe de los siervos de Dios en tiempos hebreos y antes como ejemplos. Además, tenemos un registro escrito completo del modelo establecido por los hombres fieles de la antigüedad por medio del cual dirigir nuestra conducta. Por lo tanto, si nuestra conducta no tiene buenos resultados ciertamente es culpa nuestra. Podemos hacer que tenga buenos resultados si realmente queremos.
4. ¿Cómo podemos imitar la fe de Jeremías?
4 Entre los que nos han hablado la palabra de Dios está el profeta Jeremías, no por medio de habla directa, sino como está escrita en la Palabra de Dios “para que por medio de nuestra perseverancia y por medio del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” (Rom. 15:4) Tenemos un registro bastante completo de la vida y conducta de Jeremías, que es de aguante perseverante sobresaliente. Si tomamos nuestro proceder y lo comparamos con el de Jeremías bajo las diversas circunstancias a las que se enfrentó, podemos imitar su fe y alcanzar el aguante de Jeremías, que tanto se necesita en nuestro día.
5. ¿Es el seguir el modelo de perseverancia y aguante de Jeremías el seguir a un hombre? Explique.
5 Veremos claramente, al considerar el asunto, que Jehová es Aquel que da las cualidades y fuerzas necesarias para perseverar. No podemos aguantar por medio de la guía de nuestra propia sabiduría ni por nuestras propias fuerzas. Tampoco pudo Jeremías. (Jer. 17:9; Pro. 3:5, 6) Por eso el seguir el modelo de perseverancia y aguante fiel de Jeremías no es seguir a un hombre, sino realmente es una imitación del modelo fiel de la vida de Jeremías que se produjo por medio de los tratos de Jehová con él. Por lo tanto, tenemos que seguir el modelo que Jehová da y las fuentes de ayuda que él provee para aguantar.
VALOR
6, 7. ¿Qué hizo Jeremías primero para tener valor para aguantar?
6 ¿Tiene usted el valor para emprender la predicación de las buenas nuevas del Reino a la gente? La tarea de Jeremías era muy semejante. Y lo hizo. ¿Cómo?
7 Al mismísimo principio obtuvo un entendimiento claro de su comisión. Tenía que saber exactamente lo que habría de hacer. Jehová le dijo al principio: “Mira, te he comisionado este día para estar sobre las naciones y sobre los reinos, para desarraigar y para derruir y para destruir y para demoler, para edificar y para plantar.” ¡Hacer todo esto! ¿Cómo? No de acuerdo con los propios razonamientos o palabras de Jeremías, ni por medio de filosofía o psicología ni por medio de ser reformador social. Tampoco obtuvo autorización de los profetas y sacerdotes. No, Jehová dijo: “Mira que he puesto mis palabras en tu boca,” y “todo lo que yo te mande, debes hablar.”—Jer. 1:7, 9, 10.
8. ¿Cómo respondió al principio Jeremías al ser llamado como profeta, pero qué le dio valor para proseguir?
8 Es posible que usted haya dicho: “Me gusta el mensaje de los testigos de Jehová, pero yo —ser predicador— ¡jamás!” Bueno, Jeremías al principio objetó cuando Jehová le informó que iba a ser profeta. (Jer. 1:5, 6) ¡Nombrado sobre las naciones! ¡Qué comisión! Jeremías era un joven en ese tiempo, pero se sentía como un simple muchacho. Se sentía absolutamente incapacitado, y aquí estaba Dios diciéndole que tenía que hablar a cuantos Dios lo enviara y, por las palabras de Jehová, esto evidentemente incluía a reyes. Pero ahora sabía que estaría hablando las propias palabras de Dios, y Dios, que se sienta en lugar tan elevado sobre las naciones que los habitantes son como saltamontes, ciertamente podría hacer que las declaraciones de Jeremías se cumplieran. (Isa. 40:22) Jeremías podía confiar absolutamente en todo lo que él dijera. ¡Qué aliciente para aguantar!
EXCUSAS
9. ¿Por qué no podemos excusarnos de predicar diciendo que Jeremías era diferente porque fue llamado como profeta por Jehová?
9 Ahora bien, quizás alguien diga: “Jeremías era diferente a mí. Él era profeta, llamado por Dios mismo.” ¿Es la comisión de los testigos de Jehová menos definida? Dios le dio a Jeremías su comisión, no directamente, sino por medio de un ángel. Pero a los cristianos Dios les ha hablado por Uno mucho mayor que los ángeles, dándoles su comisión bien definida. Sí, es “por medio de un Hijo, a quien nombró heredero de todas las cosas.” “Por eso es necesario que prestemos más que la acostumbrada atención a las cosas oídas por nosotros.” (Heb. 1:2; 2:1) Es nada menos que el Hijo de Dios, a quien se le ha dado la vara de autoridad sobre las naciones, para ‘hacerlas añicos’ como vaso de alfarero, quien nos ha dicho: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado. Y, ¡miren! estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas,” y “estas buenas nuevas del reino se predicarán.” No es nuestro mensaje, sino el de Dios.—Sal. 2:9; Mat. 28:19, 20; 24:14.
10. ¿Sería más fácil que los testigos de Jehová aguantaran si estuviesen inspirados, como Jeremías lo estuvo?
10 De nuevo, quizás alguien conteste: “Pero Jeremías fue inspirado.” Es verdad. Sin embargo, note que el espíritu de inspiración no estuvo sobre Jeremías todo el tiempo; solo estuvo sobre él cuando Jehová le daba mensajes específicos para entregarlos. (Jer. 36:1, 2; 42:7) No obstante, fue un profeta de tiempo cabal, que iba entre el pueblo todo el tiempo. (Jer. 37:4; 18:11; 7:2; 2:2; 11:2, 6) Y además de ser profeta, Jeremías tenía otro trabajo. Era sacerdote. (Jer. 1:1) En el caso de Jeremías, así como en el de nosotros, no siempre tuvo una asignación espectacular que desempeñar, sino que era un asunto cotidiano de servir a Dios, continuando a través de la rutina diaria de la vida. Pudo haberse apartado de su comisión, haciéndose renunciante debido a la atracción de una vida de comodidad o cosas materialistas. Le habría sido fácil a Jeremías cansarse de hacer el bien. Tenía que levantarse por las mañanas y ocuparse en sus deberes proféticos. Tenía que desempeñar sus servicios sacerdotales, cuando le tocaba servir en el templo, bajo un superintendente, quizás uno que le tenía aversión. Tenía que soportar la corrupción de sus sacerdotes asociados, su perversión del juicio por medio de aceptar sobornos, su inmoralidad, y su odio a Jeremías por condenar los caminos de ellos.—Jer. 6:13.
11. ¿Cuánto tiempo profetizó Jeremías, y qué otra contribución valiosa hizo?
11 La perseverancia y aguante de Jeremías fue de toda la vida. Es preciso que recordemos que comenzó a profetizar cuando era joven en el decimotercer año del rey Josías, quien comenzó a reinar en 659 a. de la E.C. De 647 a. de la E.C., entonces, hasta la caída de Jerusalén en 607 a. de la E.C., continuó sin cesar. (Jer. 25:3; 39:1) ¿Cuántos de nosotros hemos pasado más de cuarenta años en el ministerio? También dedicó considerable tiempo y energía a escribir. Además de sus rollos de Jeremías y Lamentaciones, a Jeremías se le atribuye el haber escrito los libros de Primero y Segundo de Reyes. Esto requirió investigación esmerada, pero ¡cuán valioso es para nosotros!
12. ¿Qué hizo posible que Jeremías efectuara su trabajo con todo el corazón, y qué lo capacitó a enfrentarse sin temor a sus contrarios?
12 ¿Cómo mantuvo Jeremías un corazón fuerte para llevar a cabo su trabajo diariamente, haciéndolo bien y sin cansarse? Las palabras y el espíritu de Jehová lo sostenían, según la promesa de Jehová: “He hecho de ti hoy una ciudad fortificada y una columna de hierro y muros de cobre contra todo el país, para con los reyes de Judá, para con sus príncipes, para con sus sacerdotes y para con la gente de la tierra.” Es por eso que Jeremías pudo ‘ceñirse las caderas’ y mantenerse ocupado. Jeremías sabía que estaba enfrentándose a una lucha de vida o muerte, pero también sabía que tenía el apoyo del mayor poder del universo: “No tengas miedo a causa de sus rostros,” estimuló Jehová, “no te sobrecojas de terror alguno . . . de seguro pelearán contra ti, pero no prevalecerán contra ti, porque ‘Yo estoy contigo . . . para librarte.’”—Jer. 1:8, 17-19.
ACTITUD PARA CON LA COMISIÓN
13. (a) ¿Fue la pura determinación lo que sostuvo el aguante y perseverancia de Jeremías, o qué? (b) ¿Por qué le tuvo compasión Jeremías al pueblo?
13 No fue enteramente por valor que Jeremías perseveró, ni fue por pura determinación, “apretando los dientes,” por decirlo así. Por medio de un entendimiento cabal de su comisión, reconoció que su obra no era únicamente destructiva, de declarar calamidad a las naciones. También era para plantar y para edificar. Esa parte era un gozo y un placer para él. La determinación en sí no lo sostendría. Hizo su trabajo con amor y compasión por el pueblo. Jeremías sabía que el pueblo se asemejaba a ovejas con falsos pastores. Profetas que Jehová no había enviado ni a quienes había hablado decían que lo representaban y arrogantemente asumían autoridad sobre el pueblo, haciendo que entendieran mal a Dios y sus caminos y mandamientos. Sobre estos profetas y sobre los sacerdotes cargaba un tremendo peso de culpa, pues Jehová le dijo a Jeremías: “Si se hubiesen parado en mi grupo íntimo, entonces hubieran hecho que mi pueblo oyera mis propias palabras, y lo hubieran hecho volverse de su camino malo y de la maldad de sus tratos.” (Jer. 23:22) Estos hombres realmente eran la causa de toda la dificultad que le venía al pueblo. En vez de aguante y perseverancia en el camino de Dios habían inculcado en la gente una “infidelidad duradera.” Aquél llegó a ser el “proceder popular.” (Jer. 8:5, 6) ¿Ve usted un paralelo hoy?
14. ¿Qué había en la predicación de Jeremías que atraía a los sinceros, y cuál era la esencia del aguante de Jeremías?
14 Jeremías quería que la gente oyera las palabras de Dios y viviera, no que muriera en la destrucción inminente de Jerusalén. Dios no le había dado entendimiento superior simplemente para su propia salvación. Era para que pudiera ayudar a otras personas sinceras. La actitud de Jeremías se reflejó en su predicación. Igualmente hoy, la gente percibe nuestra actitud, si solo es para efectuar la predicación o es impulsada por amor y un deseo de ayudar. Es la actitud sincera y amorosa la que atrae a las “ovejas” y ésa es la verdadera esencia de nuestro aguante, pues, el amor “todas las cosas . . . las aguanta,” y el “amor nunca falla.”—1 Cor. 13:7, 8; Mat. 9:36; Juan 10:2-5.
15. Describa el interés de Jeremías en el bienestar de aquellos a quienes predicaba.
15 ¿Es el amor de usted tan fuerte como el de Jeremías? El interés de él en la gente era tan grande que realmente lloró por la calamidad que iba a sobrevenirle. (Jer. 8:21 a 9:1; Luc. 19:41-44) No permitió que la oposición lo amargara. Aun para con el corrompido y cobarde rey Sedequías fue bondadoso así como respetuoso. En realidad, después que Sedequías traidoramente lo había entregado a los príncipes que se proponían matarlo, Jeremías mostró verdadero interés en el bienestar de Sedequías, suplicándole que obedeciera la voz de Jehová para que continuara viviendo.—Jer. 38:4, 5, 19-23.
EL PUNTO EN CUESTIÓN
16, 17. (a) Si nos debilitamos porque encontramos indiferencia, ¿qué podemos considerar para animarnos? (b) ¿Qué animó a Jeremías a hablar sin reserva a los sacerdotes y líderes del pueblo aunque sabía que muy probablemente se opondrían aun más a él?
16 ¿Se debilita un poco su aguante cuando a veces visita a los que no quieren oír, casa tras casa? Entonces piense, por favor, en Jeremías estando de pie, quizás, en el monte de los Olivos, mirando a través del valle del Cedrón a Jerusalén, contemplando sus muros altos y la situación todavía más alta del magnífico templo, sabiendo que él, un hombre insignificante, tenía que atravesar el valle y entrar en la ciudad. ¡Entonces tenía que juntar a los sacerdotes y a los hombres influyentes de la ciudad en la entrada que daba al valle de Hinón y romper un frasco de loza de barro de alfarero, diciéndoles en su cara que así quebraría Jehová a Jerusalén incluso su hermoso e imponente templo! Además, si Jehová permitía que escapara de la ira de ellos allí, habría de subir al patio del templo mismo y declarar a los sacerdotes, profetas y pueblo la calamidad venidera.—Jer. 19:1, 2, 10, 11, 14, 15.
17 Es posible que la gente común escuchara a Jeremías. Pero aquellos sacerdotes y líderes... sin duda solo se opondrían más ferozmente a su trabajo. ¿Qué lo animó a hablar a aquellos hombres arrogantes? Jeremías discernió el punto en cuestión. Nunca perdió de vista el hecho de que en aquello había más envuelto que su seguridad personal, aun más que la vida de la gente y la ciudad de Jerusalén. Sabía que estaba envuelto el nombre de Jehová. El juicio contra la nación era penoso. Le pesaba la degradación a la cual los israelitas habían ido en la adoración falsa. Jerusalén era la ciudad del gran Rey Jehová Dios, y los reyes de la línea de David se sentaban allí en “el trono de Jehová.” (Mat. 5:35; 1 Cró. 29:23) El pueblo se había alejado tanto del Dios verdadero que habían levantado imágenes talladas para insultarlo quemando a sus hijos e hijas en sacrificio.—Jer. 7:31.
18. Al mirar Jeremías allá abajo a la ciudad de Jerusalén, ¿qué escena deplorable contemplaba? ¿Adoptó él una actitud superior o farisaica a causa de esto?
18 Jeremías podía ver, al mirar hacia abajo a los techos de la ciudad, columnas de humo de sacrificio que ascendían y la gente, particularmente las mujeres, ofreciendo tortas de sacrificio y libaciones a la “reina de los cielos.” Esta era la escena detestable que Jehová tenía que contemplar todos los días. ¡La ciudad que representaba Su nombre, insultándolo hasta el límite! Jeremías se maravillaba de la gran paciencia de Jehová. Se sintió obligado a decir: “Seguramente son de categoría baja.” (Jer. 5:4; 19:13; 44:15-19; 18:13) Aun entonces, Jeremías asumió parte del desagrado de Jehová sobre la nación, diciendo: “De veras reconocemos, oh Jehová, nuestra iniquidad, el error de nuestros antepasados, porque hemos pecado contra ti. No nos muestres falta de respeto por amor de tu nombre; no desprecies tu glorioso trono.” (Jer. 14:20, 21) No tenía una actitud de “soy más santo que tú,” sino que estaba agradecido por la bondad inmerecida de Jehová al usarlo para ayudar a otros.
19, 20. ¿Por qué es importante para nosotros hoy entender el punto en cuestión de la santificación del nombre de Jehová, y qué dijo Jeremías sobre este tema que nos anima?
19 El entender el punto en cuestión debe ser una poderosa fuerza inducente para los cristianos hoy, en un tiempo cuando los clérigos están diciendo que “Dios está muerto,” y están dirigiendo a la gente a los dioses-ídolos de la evolución, el nacionalismo, la ciencia y la filosofía. Fue precisamente por tal razón que Jeremías escribió, y esto sirve para fortalecer nuestro aguante hoy:
20 “De ninguna manera hay alguien semejante a ti, oh Jehová. Tú eres grande, y tu nombre es grande en poderío. ¿Quién no debe temerte, oh Rey de las naciones?, porque a ti te es propio; porque entre todos los sabios de las naciones y entre todas sus gobernaciones no hay absolutamente nadie semejante a ti. Y a un mismo tiempo ellos resultan ser irrazonables y estúpidos. . . . Pero Jehová es en verdad Dios. Él es el Dios vivo y el Rey hasta tiempo indefinido. A causa de su indignación la tierra se mecerá, y ninguna de las naciones podrá sostenerse bajo su denunciación. Esto es lo que ustedes les dirán: ‘Los dioses que no hicieron los mismísimos cielos y la tierra son los que perecerán de la tierra y de debajo de estos cielos.’ Él es el Hacedor de la tierra por su poder, Aquel que firmemente estableció la tierra productiva por su sabiduría, y Aquel que por su entendimiento extendió los cielos.”—Jer. 10:6-8, 10-13.
ESTÍMULO
21, 22. (a) ¿Era Jeremías un “superhombre,” de modo que la burla y la persecución no lo perturbaran? (b) ¿Qué le sucedió después de haber llevado a cabo su misión de romper el frasco delante de los sacerdotes y hombres de mayor edad? (c) ¿Cuál fue la reacción de Jeremías después de esto, pero qué hizo entonces, y qué lo impelió a continuar predicando?
21 ¿Se desanima usted a veces a causa de muchos desaires? Siga el ejemplo de Jeremías para consuelo y estímulo. Tenga presentes las palabras del medio hermano de Jesús, Santiago: “Elías [el profeta, como Jeremías] era varón de sentimientos semejantes a los nuestros.” (Sant. 5:17) De modo que así como nosotros lo somos hoy, Jeremías era un hombre imperfecto, que vivía entre personas imperfectas, la mayor parte de las cuales se oponían a la verdad. Inmediatamente después del incidente de romper el frasco Jeremías sufrió los más grandes ultrajes. ¡No solo se negaron a hacer caso de su mensaje que presentaba en el nombre de Jehová, sino que, en símbolo de la más grande falta de respeto, fue golpeado por el comisionado del templo! El golpearlo pudo haberse hecho con varas, por órdenes del comisionado del templo. Dado que llevaba la delantera tan alto oficial, la gente sin duda se sintió libre para amontonar sobre él mofas, burlas e injurias a su satisfacción. Es posible que ellos también lo hayan golpeado y hayan escupido contra él, azuzados por los profetas y sacerdotes que odiaban a Jeremías. Entonces, como si él, el representante de Jehová, fuese un criminal, fue puesto en el cepo. (Jer. 20:1-3) Este probablemente estaba dentro de un cuarto o celda en la entrada.—Compare con 2 Crónicas 16:10; Hechos 16:24.
22 La palabra hebrea para “cepo” significa “torcido, deforme.” Obligaba a la persona a estar en una postura que producía entumecimiento, contranatural. Después de pasar una noche así Jeremías estaría magullado y terriblemente entumecido y agotado, y se sentiría muy desanimado. Hasta llegó al extremo de decir: “No voy a hacer mención de él, y no hablaré más en su nombre.” Pero no desistió de invocar a Dios por ayuda. En oración a Jehová relató que sabía que había sido causa de vituperio y mofa a causa del nombre y palabra de Jehová y que en todas partes había gente que hablaba mal acerca de él, esperando que cometiera un error para librarse de él. De hecho, fácilmente pudiera haber muerto a manos de la gente aquel mismo día. Pero vio que Jehová había estado con él como justo Juez y Libertador, y se sintió contento con dejar su causa en manos de Jehová. Y descubrió que era mucho más fácil aguantar el vituperio y sufrimiento que aguantar la presión de la palabra de Jehová dentro de él, que le impelía a hablar: “En mi corazón resultó ser como un fuego ardiente encerrado en mis huesos; y me cansé de contenerme, y no pude aguantarlo.” ¿No ha librado igualmente Jehová a su pueblo en tiempos modernos e infundido en ellos celo por medio de su Palabra y espíritu? La historia de los testigos de Jehová así como nuestras propias experiencias personales testifican que sí. (Jer. 20:9-12) ¿No se siente uno más feliz aguantando vituperio que sufriendo el castigo que le ocasiona una buena conciencia entrenada en la Palabra de Jehová?
23. (a) Cuando Jeremías preguntó por qué prosperan los inicuos, ¿qué respuesta recibió? (b) ¿Qué lección debemos aprender de esto, y qué verdad acerca de Dios debemos tener presente?
23 En una ocasión Jeremías preguntó: “¿Por qué es que el camino de los inicuos es lo que ha tenido éxito, que todos los que están cometiendo traición son los despreocupados? . . . Siguen avanzando; también han producido fruto. Tú estás cerca en su boca, pero lejos de sus riñones [asiento de emoción o sentimiento].” Jeremías recibió su respuesta. Jehová reveló que no estaba con tales individuos y que los desarraigaría de su suelo. Igualmente, nuestro aguante estriba en el hecho de reconocer y apreciar que Jehová también está aguantando y usando de gran paciencia, pero que está vigilando y que ejecutará sus juicios contra los que continúen en un proceder malo. En consecuencia, no debemos perder nuestro equilibrio debido a otros que parecen prosperar en un modo de vivir inicuo, aunque hagan ostentación de servir a Dios. El que quiera agradar a Dios tiene que comprender que Dios no solo es, sino que “viene a ser remunerador de los que le buscan encarecidamente.” Aguante, y usted será remunerado.—Jer. 12:1, 2, 12-14; Sal. 37:7-9; Heb. 11:6; Gál. 6:9.
24. (a) ¿Qué debemos considerar cuando leemos algunas de las cosas que Jeremías dijo cuando se desanimó temporalmente? (b) ¿Qué debemos comprender cuando nos hallamos en adversidad?
24 Debemos tener presente el largo período de tiempo durante el cual sirvió Jeremías. Entonces podremos entender por qué hizo declaraciones posteriores, como ésta: “¡Maldito sea el día en que nací!” Si uno de nosotros fuese arrestado, golpeado, puesto en el cepo, arrestado vez tras vez, pasara varias condenas en prisión, oyera mofa y amenazas continuamente, bueno, quizás, dentro de un período de años, expresaríamos algunas quejas algo amargas. Pero Jeremías nunca atribuyó a Dios maldad. Comprendió su insignificancia y sabía que Jehová entendía su corazón que estaba en unión con El y que Dios le tenía empatía. (Jer. 20:14-18; 12:3) Esto debe fortalecernos cuando circunstancias verdaderamente desanimadoras parecen envolvernos. Pues no era Jeremías, sino Jehová, quien estaba usando a Jeremías, quien lo sostuvo y lo vigorizó. Esto muestra que si Jehová opta por dejarnos experimentar adversidad tiene un propósito en ello y, aunque suframos algo y nos preguntemos por qué, Jehová asume la responsabilidad de darnos las fuerzas adicionales para salir con mayor felicidad después.
25. ¿Cómo nos ayuda el ejemplo de Jeremías a discernir la necesidad de obedecer en cosas que parecen insignificantes?
25 A veces es posible que sea probada nuestra obediencia para ver si es anuente y pronta. ¿Estamos anuentes a emplear el tiempo y gastar la energía para hacer algo que parece que es una cosa relativamente insignificante? Quizás sea el hacer visitas a direcciones esparcidas de personas que no estuvieron en casa en visitas anteriores. O posiblemente sea el volver a visitar a los que simplemente tomaron una revista. Quizás se trate de esforzarnos con regularidad por celebrar un estudio bíblico, o visitar personas que necesitan ayuda. Jeremías se pudo haber quejado por el largo viaje y la aparente insignificancia del asunto cuando se le mandó que llevara un cinto de lino al río Éufrates, un viaje de aproximadamente 480 kilómetros de ida, y escondiera el cinto en la hendidura de un peñasco. Entonces, después de algún tiempo se le mandó que regresara y lo recobrara. El cinto estaba, por supuesto, arruinado. ‘¿Por qué tanto trabajo por un simple cinto?’ pudo haber preguntado. Pero, en vez de eso, obedeció, y así se suministró fuerte testimonio y un cuadro vivo de la gran paciencia de Jehová para con Israel y Judá. Impresionó en los observadores la determinación de Jehová de al fin causarle ruina a su nación que él se había puesto en torno de sus caderas como un cinto para alabanza y algo hermoso para él, pero que se había hecho obstinada e idólatra.—Jer. 13:1-11.
MATRIMONIO
26, 27. (a) ¿Cómo muestran algunos un debilitamiento del aguante? (b) ¿Cómo establece Jeremías un modelo para nosotros en cuanto a este asunto importante, y cómo debemos considerarlo?
26 Algunos testigos dedicados de Jehová han buscado compañerismo íntimo con los no dedicados y hasta se han casado con incrédulos. La excusa que casi siempre se da por pasar por alto lo que la Palabra de Jehová dice sobre el asunto ha sido: ‘No hay nadie de mi edad en la congregación con quien pueda casarme.’ Sabiendo como sabemos el peligro de proceder así, reconocemos en tal razonamiento un debilitamiento del aguante. El ejemplo de Jeremías nos ayuda también respecto a esto. En el Israel de la antigüedad el motivo para casarse era en cierto sentido más fuerte que en nuestro tiempo actual. No solo había el mismo deseo natural, sino que además la herencia de la tierra y el nombre de la familia se tenían en muy alta estima, y el no producir herederos se consideraba una calamidad. (Deu. 25:5, 6; 1 Sam. 1:5-11) No obstante, Jeremías recibió el siguiente mandato de Jehová: “No debes tomar para ti esposa, y no debes llegar a tener hijos e hijas en este lugar.” No solo, ‘No te cases con una incrédula,’ sino, ‘¡No te cases en absoluto!’—Jer. 16:1, 2.
27 Jehová tenía sus razones para tal mandato, y se las explicó a Jeremías. Los que nacieran en ese tiempo crítico de la historia de Jerusalén serían dados a luz solo para calamidad. Pronto Jerusalén sería destruida y sus hijos morirían. Jeremías obedeció, considerando el servicio de Jehová y su palabra de mayor importancia que aun el asunto del matrimonio. Creyó a Jehová. A su vez, Jehová lo fortaleció para aguantar con un resultado feliz. (Jer. 16:3, 4) Puesto que vivimos en un tiempo mucho más urgente que el de Jeremías, ¿no deberíamos mostrar aguante obedeciendo la Palabra de Jehová, si nos casamos, de casarnos “en el Señor”? ¿No es mejor esperar, si es necesario, que Jehová suministre las cosas que él sabe que necesitamos individualmente para aguantar, más bien que desagradarle? Considere lo que Jehová le dijo a David en 2 Samuel 12:7-9.
ASOCIACIONES
28. (a) ¿Qué asociaciones avaluó y halló Jeremías? (b) ¿Qué asociación fue ante todo agradable, y con qué excelente compañía asocia Jehová a Jeremías?
28 Tocante a asociaciones, Jeremías se vigiló. Principalmente, avaluó la palabra de Jehová. Era su deleite y alborozo, y lo mantenía en asociación íntima con Jehová. (Jer. 15:16) Para mantener esa relación íntima con Dios evitaba asociarse con los que no se interesaban en la adoración de Jehová y que no escuchaban su palabra de modo que reconocieran la seriedad del tiempo en que vivían. (Jer. 15:17) No obstante, a pesar de los muchos aborrecedores de Jehová, Jeremías halló buenos asociados humanos. Tenía a su fiel secretario Baruc. Tuvo algunos que le escucharon, incluso Ebed-melec el etíope, que salvó a Jeremías de la cisterna fangosa. Debido a esto Jeremías tuvo el feliz privilegio de darle a Ebed-melec la promesa de Jehová de que saldría a salvo de la destrucción de Jerusalén. Jeremías halló fieles a los recabitas bajo prueba, lo que avergonzó a los moradores de Jerusalén. (Jer. 35:1-19) Por lo tanto, aunque Jeremías no tuvo lo que los israelitas que llevaban una “vida normal” considerarían placer, no obstante tuvo aquello que es más valioso y agradable, perspicacia y el conocimiento de Jehová, lo cual es en realidad el mayor gozo posible. (Jer. 9:23, 24; 1 Cor. 1:31) Y por su fidelidad Jehová lo asocia con aquella grande “nube de testigos” para quienes Él ha preparado una “ciudad,” su gobierno del Reino. Jehová lo coloca entre aquellos cuya fe podemos imitar.—Jer. 36:4-8; 38:7-13; 39:15-18; Heb. 12:1; 11:16.
SUFRIMIENTO FÍSICO
29. ¿Qué cosas experimentó Jeremías que lo hacen un “modelo de sufrir el mal”?
29 No todos los testigos de Jehová han sido sometidos a sufrimiento físico por causa de la verdad, pero muchos sí, algunos hasta el grado de morir. Jeremías fue uno de aquellos a quienes se refirió Santiago cuando dijo: “Tomen por modelo de sufrir el mal y de ejercer paciencia a los profetas, que hablaron en el nombre de Jehová.” (Sant. 5:10) Jeremías fue amenazado de muerte por los hombres en su población natal de Anatot (Jer. 11:21), golpeado y puesto en el cepo de la noche a la mañana por Pasur el comisionado del templo (Jer. 20:2, 3), prendido por la chusma de sacerdotes, falsos profetas y el pueblo en el templo y amenazado de muerte. (Jer. 26:8-11) Lo tuvieron restringido en el Patio de la Guardia (Jer. 32:2; 33:1), lo arrestaron bajo la acusación de pasarse a los caldeos cuando salió de Jerusalén para ir a su casa en el territorio de Benjamín; en esta ocasión los príncipes lo golpearon y lo metieron en la casa de grillos por muchos días; tuvo que apelar al rey para evitar morir allí; aun entonces lo pusieron bajo custodia en el Patio de la Guardia. (Jer. 37:11-16, 20, 21) Más tarde el rey Sedequías lo entregó a los príncipes, que trataron de matar a Jeremías bajándolo a la cisterna fangosa.—Jer. 38:4-13.
30. ¿Qué sintió Jeremías cuando la guardia de corps de Nabucodonosor se llevó a los cautivos de Jerusalén?
30 Además de todo esto, Jeremías aguantó las penalidades del sitio babilónico lo mismo que los otros moradores de Jerusalén, buenos y malos. Finalmente fue puesto en libertad y el capitán de la guardia de corps de Nabucodonosor lo soltó de las esposas por órdenes de los altos funcionarios babilonios que ahora estaban al mando de la ciudad. Jeremías amaba a aquellas personas a quienes ahora se estaba maltratando tan miserablemente y, más que eso, estaba muy avergonzado por el vituperio que había caído sobre el nombre de Jehová. ¡Pensar que la propia casa de Dios, el templo, y el propio trono de Dios y el pueblo de su nombre habían llegado a esto: a ser manchados y hollados por los pies inmundos de la antigua enemiga de Dios, Babilonia, y los adoradores del dios demoníaco Merodac! Le pareció que él debería ir al destierro y sufrir con la entera nación; tan grande era el vituperio y la ignominia.—Jer. 40:1-5.
31. (a) ¿Cómo mostró Jehová su amor aun cuando dio a Israel al destierro? (b) ¿Qué esperanza feliz tenía Jeremías en ese tiempo?
31 ¿De dónde obtuvo Jeremías tal amor? De Jehová su Dios. Porque Jehová estuvo lleno de bondad inmerecida al no apartarse completamente de su pueblo, pues reveló por medio de Jeremías que no se había olvidado de su pacto ni había disminuido en su amor a sus siervos fieles Abrahán, Isaac, Jacob y David. En ese día tenebroso de la historia de Israel Jeremías tenía una esperanza feliz, porque Dios lo había inspirado a profetizar una restauración de Israel al favor de Jehová después de setenta años y, adentrándose más en el futuro de lo que haya comprendido, a predecir la hechura de un nuevo pacto con el Israel espiritual.—Jer. 31:31-34.
PROTECCIÓN
32. ¿Por qué razones se hallaba Jeremías en necesidad cada vez mayor de protección a medida que Jerusalén se acercaba a su fin?
32 Considere ahora las maravillosas maniobras de Jehová para proteger a Jeremías. La desventaja era grande contra Jeremías, especialmente a medida que Jerusalén fue enfermando cada vez más hasta finalmente quedar desesperada la ciudad debido a las condiciones de sitio que le impuso Nabucodonosor. Los sacerdotes y profetas eran los enemigos mortíferos de Jeremías. Los príncipes, de espíritu nacionalista, en su mayor parte lo aborrecían, pues lo consideraban antipatriótico y sedicioso. Y una de las cosas más peligrosas que hizo Jeremías fue afectar las riquezas de los ricos e influyentes cuando les dijo que dejaran en libertad a sus siervos hebreos, según la ley de Dios. Al principio obedecieron; hasta celebraron un pacto en el templo de Jehová, hipócritamente, por supuesto, porque cuando parecía que había pasado el peligro para su ciudad y no creían que necesitaban acudir a Jehová por ayuda, rompieron su pacto y volvieron a tomar a sus hermanos hebreos en esclavitud. Por esto Jeremías les dijo que recibirían libertad para la espada, la peste y el hambre.—Jer. 34:8-22.
33. ¿A qué se debió que Jeremías jamás se sintiera solo, y cómo mostró Jehová que estaba cerca de Jeremías en todo?
33 Ahora bien, a medida que usted considera cada una de las liberaciones de Jeremías, recuerde que Jehová es el Dios vivo que tiene el mismo poder e interés en cuidar a su pueblo hoy. En las pruebas de Jeremías Jehová estuvo tan cerca de él que cuando Jeremías retuvo su integridad Jehová no lo abandonó. Nunca abandonó a Jeremías dejándolo sufrir pruebas o tentaciones por sí solo al grado que no pudiera aguantarlas. (1 Cor. 10:13) Jamás tuvo razón Jeremías para sentirse solo. Exactamente cuando Jeremías lo necesitaba más, Jehová infundía algún temor en los enemigos de Jeremías, algún remordimiento de conciencia en los que todavía respetaban la ley de Dios, o hacía que se presentara algún individuo con inclinación a lo recto, además de usar protección angelical directa, como durante la destrucción de Jerusalén. Y ahora, en los siguientes casos numerados, note que a menudo el margen parecía muy angosto, algo que probaba severamente el aguante de Jeremías; no obstante, la plena seguridad de Jehová estaba allí.
34. ¿Qué sabían los enemigos de Jehová que hacía que se contuvieran, y cómo han sido protegidos de manera semejante los testigos de Jehová?
34 (1) El deseo de toda el alma de los enemigos sacerdotales de Jeremías era matarlo, eliminarlo. Pero sabían que él hablaba la palabra de Jehová (en sí una gran protección), de modo que le decían “¡Paz!” a él pero se quedaban vigilando que él cometiera el menor desliz para tener manera de vengarse en él, aunque haciendo que pareciera legal. Pero Jehová lo guió cuidadosa y hábilmente, como un “terrible poderoso.” (Jer. 20:10, 11) Esto nos hace pensar en la guía que Jehová da a su pueblo por medio de su “esclavo fiel y discreto” en nuestro tiempo. El que los testigos de Jehová hablen la verdad a todo tiempo ha desarmado a sus enemigos, haciendo que pierdan el juicio en su esfuerzo por hallar alguna manera de detener la obra sin violar las leyes que usan para que no se desintegre su propia sociedad.
35. ¿Qué instrumento usó Jehová para proteger a Jeremías cuando estuvo por ser muerto en el templo por los sacerdotes y la gente?
35 (2) A principios del reinado del rey Joaquim Jeremías estaba por ser muerto por los sacerdotes y profetas y sus seguidores, pero Jehová convirtió la situación aterradora en una oportunidad para que Jeremías defendiera y estableciera legalmente su predicación. En esta ocasión el razonamiento maduro de ciertos hombres de mayor edad de Judá fue lo que Jehová proveyó para que éstos salieran en su defensa. Ellos citaron ejemplos pasados de los tratos de Jehová, con el resultado de que el poderoso príncipe Ahicam intervino para proteger a Jeremías.—Jer. 26:7-24.
36. ¿Cómo lo rescató Jehová de la muerte en la casa de grillos?
36 (3) Jeremías estuvo encarcelado muchos días en la casa de grillos y no hubiera vivido mucho más, pero apeló al rey Sedequías, que, contrario a su personalidad sin escrúpulos y cobarde, mandó que Jeremías fuera llevado al Patio de la Guardia, donde se le daba pan diariamente. ¿Por qué haría eso Sedequías? El interés de Jehová en Jeremías es la única respuesta.—Jer. 37:18-21.
37. ¿Quién llegó a ser su protección cuando el rey Joaquim trató de matarlo?
37 (4) Cuando Jeremías y su secretario Baruc estuvieron en peligro de muerte de parte del rey Joaquim después que el rey hubo quemado el rollo de Jeremías, los hombres de Joaquim los buscaron infructuosamente. Los príncipes les habían advertido que se escondieran antes de que se leyera el rollo. Pero sea que los príncipes amigables continuaran ayudándolos a esconderse o no, realmente fue la protección de Jehová, porque el registro dice: “Jehová los mantuvo ocultos.”—Jer. 36:19-26.
38. ¿Qué medio utilizó Jehová cuando Jeremías estuvo por morir en la cisterna?
38 (5) Fue Ebed-melec el etíope, un hombre de corazón recto, a quien Jehová impelió a acción para librar a Jeremías de la muerte en la cisterna fangosa. Ebed-melec tomó a treinta hombres consigo porque era peligroso ir a ayudar a Jeremías. Ebed-melec los necesitaba para bloquear a los enemigos de Jeremías para que no impidieran su rescate. Y fue nada menos Sedequías quien lo autorizó. De nuevo, ¿fue por el amor de Sedequías a Jeremías? Confiadamente podemos contestar: No.—Jer. 38:7-13.
39. ¿Cómo pudo verse claramente la mano de Jehová cuando el capitán de la guardia de Nabucodonosor dejó en libertad a Jeremías?
39 (6) ¡Nabucodonosor, gobernante mundial, adorador del dios Merodac, rey de Babilonia, la por largo tiempo enemiga de Jerusalén, fue impelido a mandar a Nabuzaradán, capitán de su guardia, que se encargara de que Jeremías no recibiera ningún daño! ¿Por qué? Porque Jeremías había sido veraz al hablar la palabra de Jehová, y Jehová, que puede maniobrar a reyes y que hace “conforme a su propia voluntad entre el ejército de los cielos y los habitantes de la tierra,” estaba a su lado.—Jer. 39:11-14; 40:1-5; Dan. 4:35.
40. (a) ¿Por qué medio escapó Jeremías con vida a través del sitio, caída y destrucción de Jerusalén? (b) ¿Cómo mostró entonces Jehová que se acordaba de sus pactos?
40 (7) A través de la terrible destrucción de Jerusalén, cuando no quedaba alimento en la ciudad y algunos habían caído en la situación lastimera de comerse a sus propios hijos, cuando finalmente se abrió una brecha en los muros, los moradores de Jerusalén fueron muertos atrozmente, los propios hijos del rey Sedequías fueron muertos delante de sus ojos, que luego le fueron sacados, y los cautivos fueron llevados encadenados, Jeremías sobrevivió. (Jer. 19:9; 39:6-9; 52:10, 11) Los ángeles de Jehová lo habían protegido. Fuera de la ciudad en llamas, mientras los gritos de aquellos a quienes los babilonios habían fijado en maderos resonaban en sus oídos, Jeremías pudo dar gracias a Jehová por haber hecho lo que les hubiera sido imposible a los hombres hacer. Él estaba vivo; Baruc había sido salvado; Ebed-melec sobrevivía; los recabitas de corazón sincero y honrado también se hallaban entre los cautivos vivos. (Jer. 39:16-18; 35:17-19; 45:2, 5) Dios se acordó de sus pactos con Abrahán y David, de modo que permitió que Jeconías el hijo de Joaquim (llevado a Babilonia diez años antes) viviera y llegara a ser antepasado del padre adoptivo de Jesucristo, suministrándole así la herencia legal del trono de David, y preservó a Josadac de la línea de los sumos sacerdotes Eleazar y Finees.—Jer. 52:31-34; Mat. 1:11, 16; 1 Cró. 6:1-15.
41. Después de la caída de Jerusalén, ¿por qué todavía necesitaba Jeremías la cualidad de aguante?
41 Además, después de todo esto, todavía no hicieron caso de las profecías de Jeremías los pocos israelitas que dejó en el país Nabucodonosor. Jeremías fue llevado por la fuerza a Egipto. Allí continuó aguantando, sin desistir de su profetizar. Aquello todavía exigía valor, porque tenía que declarar que sufrirían calamidad por confiar en el rey de Egipto más bien que en Jehová.—Jer. 43:8-10; 44:1, 28, 29.
42. ¿Cuál fue una de las cosas más duras que aguantó Jeremías?
42 Algo sobresaliente acerca del aguante y la perseverancia de Jeremías fue que experimentó el desagrado que Jehová expresó contra la organización terrestre de Jehová. Esa organización fue llevada al destierro y sus miembros habían de ser esclavos. Ya no tenía Jehová una organización terrestre libre e independiente que lo representara. La ciudad y reino que por largo tiempo habían sido una alabanza a su nombre ya no existían. Los reyes de la línea de David fueron destronados. (Eze. 21:25-27) Ya el monte Sion no era “el alborozo de toda la tierra” ni alabanza al nombre de Jehová, sino que ahora en realidad era un vituperio. (Sal. 48:2; Lam. 1:1, 8) Jeremías sabía que la restauración vendría setenta años más tarde, y eso estaría mucho más allá de la duración de su vida. Ni siquiera esto arruinó el aguante de Jeremías.—Jer. 25:11, 12.
43. ¿Se enfrentarán los testigos a Jehová al desbaratamiento de la organización de Dios como sucedió con Jeremías? Explique.
43 Hoy no tenemos que aguantar una cosa tan aplastante. La organización del pueblo de Jehová está unificada, disfrutando del favor de Jehová y de expresiones de su placer, y jamás será derrotada, ni desechada como desagradable a Dios. (Isa. 54:7-15) Prescindiendo de que podamos asociarnos con regularidad con miembros de la organización y tener contacto directo con la central, o estemos por completo aislados geográficamente o en virtud de persecución, sí, aun encarcelados e incomunicados, sabemos que la organización de Dios todavía está funcionando, todavía está alabando su nombre. Esto hace mucho más fácil el aguantar.
44. ¿Han pasado los testigos de Jehová de tiempos modernos por un período de cautiverio semejante? ¿Por qué? Y, ¿qué hay del futuro?
44 Algunos de los hermanos que viven hoy de veras pasaron, durante 1914 a 1918, por un tiempo en que Jehová estuvo disgustado y permitió que su organización sufriera cautiverio a Babilonia la Grande. Entonces ciertamente fue asunto de aguante bajo fuerte tensión. La alabanza dada al nombre de Jehová se redujo a una voz muy pequeña. La prueba que se impuso sobre la integridad de cada individuo fue fuerte. Por supuesto, Dios no abandonó a sus fieles. Les dio poder para aguantar, y salieron más fuertes. Los restauró en su amor y desde ese tiempo nada, ni siquiera la II Guerra Mundial, revoluciones nacionales, dictaduras, proscripciones oficiales, chusmas, encarcelaciones ni muerte dada a algunos de sus miembros ha retardado el crecimiento de la organización de Dios ya sea en cantidad o calidad. Es esto lo que tenemos para respaldar nuestro aguante.
45. (a) ¿Se interesa Jehová en nuestro aguante? (b) ¿Qué tenemos que hacer, y qué tenemos que comprender que es el resultado de perder el aguante?
45 Por eso, hermanos, es Jehová quien quiere que aguantemos, y tanto le interesa que nos habla por medio de su Hijo. (Heb. 1:2) El trono de Jehová está en las manos de un Rey justo para siempre, y el Rey Jesucristo está rigiendo activamente para encargarse de que se haga justicia. Lo único que nosotros tenemos que hacer es cumplir la comisión que se nos ha dado, tal como Jeremías lo hizo, y dejar lo demás al Rey. Esto no hace que la vida sea fácil. Cada uno tiene que probar su integridad. Se requiere dedicación y aguante. Pero no vendrá felicidad por medio de renunciar.
46. ¿De qué podemos estar seguros si aguantamos?
46 Si ustedes aguantan, serán felices al hacerlo, y ¡oh qué gozosos estarán cuando lleguen a su meta final! En tiempos de tentación o prueba, oren y busquen la liberación de Jehová. No siempre vendrá de la manera que esperen, pero vendrá, así como le vino a Jeremías. Cuando tengan delante de ustedes una tarea o cuando se sientan desanimados, consideren la fe de hombres como Jeremías, imítenla y Dios, “después que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, . . . terminará él mismo el entrenamiento de ustedes, él los hará firmes, él los hará fuertes.”—1 Ped. 5:10.
[Ilustración de la página 660]
Jeremías sufrió los mayores ultrajes, incluso el ser puesto en el cepo de la noche a la mañana como si fuese un criminal. No obstante, aguantó todo el vituperio
[Ilustración de la página 665]
Jehová libró a Jeremías. Cuando cayó Jerusalén, fue puesto en libertad y fue soltado de las esposas por orden de los oficiales babilonios
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El empleo de los cristianos primitivosLa Atalaya 1969 | 1 de noviembre
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El empleo de los cristianos primitivos
En su libro The Horizon History of Christianity, Roland H. Bainton dice que los cristianos primitivos estaban restringidos en cuanto a empleo. No querían envolverse en la idolatría o la religión falsa en ningún sentido. Bainton, que fue profesor de Historia Eclesiástica en la Universidad de Yale, escribe:
“No solo no debía practicar el cristiano la idolatría; tampoco debía contribuir a la idolatría ayudando de manera alguna en la hechura de ídolos. Podía ser escultor, pero no debía esculpir imágenes de los dioses. Por lo tanto, estaba restringido a los aspectos decorativos de las tumbas o los monumentos, pero aun en esto no podía esculpir un león, una ballena, ni un toro —ni chapear figura alguna— si representaba a un dios.”—Pág. 64.
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