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  • El amor verdadero es leal
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1969
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1969
w69 15/2 págs. 99-100

El amor verdadero es leal

¿SE HA encontrado usted alguna vez en grave dificultad o le ha sobrevenido adversidad de una clase u otra? Y luego ¿ha recibido el consuelo de algún amigo que ha venido a ayudarle, sosteniéndolo y dándole el apoyo moral o material que tanto necesitaba?

Si usted ha tenido esa experiencia, tiene mucho por lo cual estar agradecido. Y aun más, ha conocido directamente que el amor verdadero es leal. Como lo expresa tan adecuadamente la Palabra inspirada de Dios: “Existe un amigo que se adhiere más estrechamente que un hermano.” Sí, “un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando hay angustia.”—Pro. 18:24; 17:17.

En la Biblia se encuentra el hermoso registro de una amistad como ésa, a saber, la de David y Jonatán, que vivieron hace unos tres mil años. El arqueólogo Albright propiamente ha llamado esta amistad “una joya del agua más pura.” Las Escrituras explican que “la misma alma de Jonatán se ligó con el alma de David, y Jonatán empezó a amarlo como a su propia alma.” (1 Sam. 18:1) Sin duda esto se debió a que apreciaba vivamente las excelentes cualidades de David.

¡Qué verdadero y fiel compañero resultó ser Jonatán... amoroso todo el tiempo! Hasta se puso de parte de David contra su propio padre Saúl, quien se dejaba consumir de un odio ardiente y asesino contra el joven David. Cuando Saúl expresó sus intenciones de asesinar a David, Jonatán suplicó a favor de David: “¿Por qué debe dársele muerte? ¿Qué ha hecho?”—1 Sam. 20:32.

Sí, aunque Jonatán sabía que su padre tenía razón al decir que David lo reemplazaría como el siguiente rey de Israel, Jonatán no le tuvo envidia a David. Fue leal, aunque el ponerse de parte de David casi le costó a Jonatán su propia vida, porque su padre Saúl lanzó contra él su lanza por hablar bien de David. Sin duda la lealtad de Jonatán fue una fuente de consuelo y fortaleza para David.—1 Sam. 20:24-34.

Por supuesto, si meditamos por un momento veremos que ante todo es preciso que apliquemos este principio de amor leal para con nuestro Creador, el Dios de la Biblia. Ciertamente estamos obligados a amarlo y por lo tanto a ser leales a él. Los cristianos verdaderos dan prueba del amor que le tienen al defenderlo cuando es difamado. El hecho de que es difamado extensamente lo notó sorprendentemente un norteamericano en los asuntos públicos, el senador Frank Carlson. Comentando sobre la tendencia de nuestro día de “no confiar en nadie —no creer en nadie— no tener fe en nada,” pasó a decir: “Uno no puede tomar en la mano un periódico, revista o libro que no critique en sí mismo y por su propia cuenta algo o a alguien, hasta incluyendo entre sus víctimas al Dios todopoderoso mismo. En verdad, las críticas contra Dios son más que casi toda otra clase de crítica actual. Más personas —de más maneras y en más ocasiones— arrojan duda, dardos y acusaciones contra Dios a un grado hasta ahora jamás visto en toda la historia de este país.”—U.S. News & World Report, 1 de julio de 1968.

Los cristianos verdaderos pueden mostrar y mostrarán que Dios verdaderamente existe, que es el Ser Supremo, Aquel que merece nuestro amor y adoración. Alegremente dan a conocer por qué él ha permitido la iniquidad hasta ahora y que pronto le pondrá fin.—Sal. 83:18.

En cuanto a las criaturas humanas, es posible que vez tras vez tenga usted la oportunidad de sacar la cara por un amigo si se habla mal de él. Por ejemplo, en cierta ocasión un extraño se acercó al recepcionista de la central de la Sociedad Watchtower y se puso a lanzar acusaciones desmedidas contra un Testigo cristiano. El recepcionista, también Testigo cristiano, le interrumpió, diciendo: “No me propongo escuchar tal habla. Si usted tiene una queja contra alguien, vaya directamente a él, como manda Jesucristo en Mateo 18:15-17.” Eso fue mostrar tanto lealtad como sabiduría.

Sí, sea lento en cuanto a creer acusaciones serias que se lancen contra un amigo o compañero creyente. Averigüe, primero, si el acusador conoce todos los hechos; puede ser un caso de mal entendimiento y es posible que usted pueda remediar las cosas dando una explicación. Pero si los hechos verdaderamente confirman una acusación seria, entonces sería lealtad equivocada el ponerse de parte de un mentiroso, ladrón o apóstata, como comúnmente se hace. La lealtad a Dios y a los principios tiene que anteponerse a las amistades humanas. Además, ¿no deben basarse éstas en principios?

Sin embargo, puede darse el caso de que su amigo realmente haya cometido un error, que haya faltado en cierto respecto, que haya cedido a una debilidad heredada o actuado imprudentemente a causa de falta de madurez. En este caso de nuevo, a menos que el asunto sea de consecuencia verdaderamente seria, usted puede mostrar amor leal saliendo en su defensa. Puede pedir que se le muestre tolerancia, reducir al mínimo el motivo de queja y señalar a la persona agraviada o al chismoso el hecho de que todos somos imperfectos y que no debemos ‘hablar perjudicialmente de nadie.’ Especialmente debe su lealtad excluir el que usted hable a otros acerca de tales faltas. Más bien, recuerde que, según lo expresó el sabio rey escritor de los Proverbios, “El amor cubre aun todas las transgresiones.”—Tito 3:2; Pro. 10:12.

¡Cuánto nos alegra el corazón saber que un amigo ha sacado la cara por nosotros! ¡Verdaderamente éste es un caso en que “el amor edifica”! (1 Cor. 8:1) No solo nos edifica a nosotros a quienes se está defendiendo sino también al que nos defiende en virtud del valor y lealtad que se despliegan. Ciertamente aquí también es cierto que “el que liberalmente riega a otros también él mismo será liberalmente regado.”—Pro. 11:25.

Continuamente se presentan oportunidades para mostrar que el amor verdadero es leal si uno está alerta. Así, el cristiano dedicado siempre hallará oportunidades para defender a su Dios cuando se asocie con extraños en lugares comerciales o lugares de empleo. También, en el círculo de la familia de uno, en virtud de la asociación estrecha, hay muchísimas oportunidades para que sus miembros se defiendan mutuamente.

¿Le gustaría a usted que otros le mostraran lealtad en tiempo de necesidad? Entonces recuerde que “así como quieren que los hombres les hagan a ustedes, hagan de igual manera a ellos.”—Luc. 6:31.

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