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Dios de amonestaciónLa Atalaya 1950 | 1 de junio
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sus métodos, usaron los mismos lugares, y fueron bendecidos con el mismo éxito. Un aumento de publicadores del Reino fué logrado con predicar “públicamente y de casa en casa”. (Hech. 20:20; 18:28) Ellos, igual que Cristo Jesús, se atrajeron la ira de los escribas y fariseos perseguidores. ¿Por qué? Porque el resultado de su intensiva obra amonestadora era parecido al de la campaña veloz de testificar que llevó a cabo Jesús, según se refleja en la exclamación angustiada de los religiosos heridos de que los apóstoles y discípulo s habían “trastornado el mundo habitado”. (Hech. 17:6) Queriendo decir su mundito religioso edificado sobre el fundamento falso de pompa y ceremonia, sobre la arena movediza de la tradición oral. Estaban a favor de mantener el statu quo en el negocio religioso de sus días.
17. ¿Se escaparon los que no prestaron atención a la amonestación? Y ¿por qué?
17 Sin embargo, su lugar y su nación que trataban de salvar derramando la sangre de Jesús y sus seguidores no fueron salvados. Las víctimas del diluvio no pudieron anular la amonestación de Noé, haciendo que las aguas volvieran a su morada celestial. Los sodomitas no pudieron apagar la lluvia de fuego. Faraón furioso no tenía antídoto para las diez plagas. Judá estuvo tan imposibilitado para rechazar a los babilonios como lo había estado Israel antes de él para resistir a los asirios invasores. Ni pudieron aquellas naciones paganas en su turno probar que Dios era mentiroso, existiendo más allá del tiempo designado para su derrumbe. Tampoco pudo la nación judía en el tiempo de Cristo hacer que volviera a Jehová sin fruto la amonestación que Jehová había hecho que se pregonara mediante la predicación de su amado Hijo. (Isa. 46:10, 11; 55:11) La “raza de víboras” vió en su vida la pérdida de su lugar y nación, la derrota de su ciudad y templo, y no evitó la “condenación del infierno” o “juicio de la gehena”.—Mat. 23:33, Nácar-Colunga.
18. De modo que ¿qué hay de “este presente siglo malo”?
18 ¡Ni tampoco evitará “este presente siglo malo” la violencia destructiva del Armagedón de que es amonestado ahora mismo!
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¿Quién tendrá parte en el testimonio final?La Atalaya 1950 | 1 de junio
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¿Quién tendrá parte en el testimonio final?
1. ¿Qué historia se repite? ¿Lo hallará así nuestra generación?
DICEN los hombres que la historia se repite. La historia de las anteriores amonestaciones divinas y juicios ejecutados se repetirá, porque la Palabra de Dios dice que “todo eso les sucedió como amonestación para otros, y fué escrito con el fin de instruirnos a nosotros que vivimos en las últimas horas del mundo”. (1 Cor. 10:11, Móffatt [en inglés]) ¿Quién puede negar lo típico de la lluvia de agua y de fuego y azufre durante los días de Noé y Lot, y las amonestaciones acompañantes recibidas indiferentemente por pueblos que sin inmutarse continuaban su rutina diaria de vivir como si su mundo siguiera sin per turbación indefinidamente? ¿No dijo eso en efecto Jesús al hablar de su segunda presencia en estos “postreros días”?—“Como aconteció en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y los destruyó a todos. De igual manera también como aconteció en los días de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, plantaban y edificaban; mas el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre desde el cielo, y los destruyó a todos. De la misma manera sucederá en el día en que el velo se levante del Hijo del Hombre.” (Luc. 17:26-30, Wéymouth [en inglés]) Cristo Jesús ha estado presente desde 1914 y se ha dado testimonio de las señales que lo prueban, pero el velo no se levantará de los ciegos “ojos del entendimiento” de la mayor parte de la humanidad hasta que su poder se revele en la furia del Armagedón.
2. ¿Qué prefiguraron Egipto y Babilonia? ¿Por qué?
2 El hecho de que el Egipto que Moisés amonestó y cuyo poder fué quebrantado cuando. Jehová libró a Su pueblo fué típico y simbólico se prueba por el Apocalipsis 11:8: “Sus cuerpos yacerán en la calle de la gran ciudad que figurativamente se llama Sodoma y Egipto—donde su Señor también fué crucificado.” (Una Tradu. Amer. [en inglés]) Los “cuerpos” asesinados son cuadro de la detención de cierta fase de la obra de testimonio de Dios hacia el fin de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo fué en este mismo Egipto simbólico de este siglo veinte que Jesús fué perseguido y muerto, hace diecinueve siglos. Egipto, la primera potencia mundial, figurativamente representa la organización mundial, “este presente siglo malo” que a través de los siglos ha oprimido al pueblo de Jehová. El libro del Apocalipsis también manifiesta que la Babilonia divinamente amonestada por Isaías y otros fué típica de una Babilonia mayor venidera, pues mucho tiempo después del derrumbe de la Babilonia literal el capítulo 18 predice la caída de “la gran Babilonia”.
3. ¿Qué prefiguraron Jerusalén y Judá? ¿Cómo lo hicieron aptamente?
3 En cuanto a Jerusalén y Judá que tomaron el nombre de Dios pero que estuvieron muy lejos de cumplir con lo que eso les obligaba a hacer, ¡cuán aptamente prefiguraron a la cristiandad de hoy en día! La cristiandad toma el nombre de Dios y del reino de Cristo, pero, igual que Jerusalén del tiempo de Jeremías, ella ha abandonado la verdadera adoración y ha adoptado dioses falsos; ella se sirve a sí misma, idolatriza el dinero, el poder, las criaturas, las estatuas e imágenes, sacrifica sus hijos al dios de la guerra y se mofa y encarcela y a veces mata a los testigos de Jehová que la amonestan respecto a sus abandonos. Igual que la Jerusalén infiel del tiempo de Jesús, ella tiene una forma de piedad pero niega el poder de Dios, sus sacerdotes y predicadores imitan a los fariseos en su traje y sus títulos, su filosofía y tradición, su ceremonia y credo, su hipocresía y frente piadoso, sus palabras y obras dichas y hechas para la publicidad. Precisamente entre tales condiciones paralelas pueden andar en sus pisadas los verdaderos seguidores de Cristo, haciendo una obra parecida, por métodos parecidos, por pruebas parecidas, con reacción parecida a mensaje y amonestación parecidos. Pero con esta diferencia: el testimonio actual es el testimonio final para este mundo. “Este evangelio del reino será predicado en toda la tierra habitada, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”—Mat. 24:14.
¿QUIÉNES TIENEN PARTE EN LA OBRA?
4, 5. ¿Quiénes no tienen parte en el testimonio final? Y ¿por qué no?
4 ¿Quiénes tienen parte en dar el testimonio final respecto al reino de Jehová y la ruina de este mundo en el Armagedón? No los altamente estimados de este mundo, puesto que ellos son una abominación ante los ojos de Dios. No los sabios según el mundo, ni los que ejercen influencia, ni la nobleza ni las personas prominentes en la sociedad, ni los que se llaman a sí mismos realistas y mentes prácticas que se mofan de lo que ellos consideran la obra no realista e insensata de predicar el evangelio. Jesús dijo: “Lo que entre los hombres es ensalzado es abominación a la vista de Dios.” Pablo escribió: “Pues consideren, hermanos, lo que sucedió cuando Dios los llamó a ustedes. No muchos de ustedes eran lo que los hombres llaman sabios, no muchos de ustedes tenían influencia, no muchos eran de alta alcurnia; sino fué lo que el mundo llama insensato lo que Dios escogió con qué avergonzar a los sabios, y fué lo que el mundo llama débil lo que Dios escogió con qué avergonzar sus fuerzas, y fué lo que el mundo llama bajo e insignificante y no real lo que Dios escogió para anular sus realidades, para que en su presencia ningún humano tuviera nada de qué jactarse.”—Luc. 16:15; 1 Cor. 1:26-29, Una Tradu. Amer. (en inglés).
5 Nadie, sea en los campos comerciales o políticos o religiosos, que apoya y defiende a este mundo y trata de perpetuar su existencia a pesar de la amonestación que Dios ha dado respecto a su fin temprano, querría o podría tener parte en dar el testimonio final. Los que quieren agradar a Jehová Dios prestarán atención a su amonestación respecto a esta organización mundial: ‘Cristo no es de este mundo; su reino no es de este mundo; no oren por este mundo; he escogido de este mundo a ustedes los cristianos; no amen el mundo, ni las cosas en el mundo; no se conformen a este mundo, sino que pongan su cariño en las cosas de arriba; Satanás es el príncipe de este mundo, el dios de este mundo, y el mundo entero yace en ese maligno; al fin, los que guerrean por la causa de Dios no se enredan en los asuntos de este mundo, y los amigos del mundo son enemigos de Dios.’ (Juan 17:9, 14, 16; 18:36; 14:30; 15:18, 19; Rom. 12:2; Col. 3:2; 2 Cor. 4:4; 1 Juan 2:15-17; 5:19, Ver. Norm. Am. [en inglés]; 2 Tim. 2:4; Sant. 4:4) Y este montón de declaraciones divinas ¿no excluye de entre las filas de los verdaderos ministros cristianos hasta al clero ortodoxo de influencia que es estimado de la cristiandad?
6. Pero, ¿quiénes resultan ser ministros de Dios, para presenciar qué cosa?
6 Por otra parte, ¿no indica lo anterior que los del grupo no estimado, débil, humilde, insignificante, sin influencia y no mundano, conocido como testigos de Jehová, son ministros de Dios? Se consideran no realistas e ignorantes e insensatos por este mundo talentoso. Además, ellos son los únicos que predican las buenas nuevas del reino establecido de Cristo y la amonestación de la visita del Armagedón a esta generación. Mediante centenares de millones de libros y folletos, en unos ochenta y ocho idiomas, y también más millones de revistas y tratados y miles de discursos públicos semanales, los testigos de Jehová han dado testimonio de que las guerras, las hambres, las pestes, los terremotos, las riñas y persecuciones, inquietud y temores, mayores abandonos e inmoralidades mundanas, fracasos en dominios nacionales y gobiernos mundanos—todo eso no es más que los hechos físicos que concuerdan con las señales que Jesús predijo que acompañarían su segunda presencia y tras las cuales viene el Armagedón. Tal como en la primera venida de Jesús el cumplimiento de docenas de profecías de las Escrituras hebreas probaron que él era el Mesías, asimismo hoy en día su segunda presencia se prueba por los sucesos en cumplimiento de las profecías. Pero tal como los caudillos religiosos y políticos de influencia lo rechazaron hace diecinueve siglos, las mismas clases lo rechazan hoy en día y se entregan a este mundo y sus ardides para perpetuarse.—Mat. 24; Mar. 13; Luc. 21; 2 Tim. 3:1-5; Sal. 118:22; Mat. 21:42; 1 Ped. 2:4-8.
7. ¿Quiénes a aceptan la obligación de predicar? ¿Con qué acción?
7 Los cristianos que están consagrados para hacer la voluntad de Dios aceptan la obligación de tener parte en el testimonio final, como lo manda Cristo Jesús. (Mat. 24:14) Su voto de consagración no es la palabrería de insensatos locuaces que pronto se olvida: “La voz del insensato [viene] con multitud de palabras. Cuando hicieres voto a Dios, no dilates en cumplirlo; porque él no se complace en los insensatos: cumple pues lo que has prometido. Mejor te será el no hacer votos, que el hacerlos y no cumplirlos.” (Ecl. 5:3-5) Tampoco son como las nubes vacías y los vientos que soplan de Proverbios 25:14 (Móffatt [en inglés]): “Nubes y viento que no traen lluvia—¡como el que promete lo que nunca da!” Los cristianos no se reúnen sólo unos pocos minutos un día a la semana en un edificio con campanario y pagan a un clérigo con título para que les predique. Cada individuo cristiano es un ministro y tiene que predicarles a otros.—Sant. 1:22-25.
CÓMO SE DA EL TESTIMONIO
8. ¿Qué medios sin voz se han usado también para predicar?
8 Los cristianos usan eficazmente las Biblias impresas y las ayudas bíblicas impresas. Esto no es
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