Pobreza, hambre y alojamiento malo reemplazados... condiciones decentes de vida para todos
¿ESTÁ usted comiendo bien en estos días? ¿Vive usted en un hogar cómodo? ¿Percibe usted ingresos seguros?
Si usted puede contestar “Sí” a cualquiera de esas preguntas, entonces usted es bastante diferente de la mayor parte de la gente de la Tierra.
¿Por qué? Porque aproximadamente 10.000 personas se mueren de inanición todos los días, y dos tercios de la entera familia humana están desnutridos. Y la mayor parte de la gente del mundo vive en pobreza, en alojamientos malos.
Sin embargo, ¿qué hay si simplemente una de las naciones más poderosas del mundo usara el dinero que ahora gasta en preparativos bélicos para construir casas con un costo de 10.000 dólares cada una? ¡Se podría construir anualmente un total de ocho millones de hogares particulares! ¿Y qué hay si el dinero que gastan todas las naciones en la guerra se usara de la misma manera? ¡Se podría construir un hermoso hogar para cada nueva familia que se está formando ahora por todo el mundo!
Sin embargo, no se está haciendo esto. Y no hay ninguna indicación en absoluto de que los gobiernos humanos lo harán.
Sistemas económicos no satisfacen las necesidades
El hecho penoso es que los sistemas económicos de este mundo no están satisfaciendo las necesidades fundamentales de la humanidad. Al contrario, los pobres y hambrientos del mundo están aumentando rápidamente.
Una encuesta de la Organización de las Naciones Unidas descubrió que tan solo en la América latina los desempleados habían aumentado de 18 millones a 23 millones de 1960 a 1968. Los gobiernos locales no han podido ofrecer ninguna esperanza verdadera de mejoramiento. Esto ha resultado en que se forme una disposición de ánimo cínica y encolerizada entre muchos, especialmente entre los jóvenes.
En África, la pobreza, los barrios bajos atestados y el hambre son lo que domina.
Aun los acaudalados Estados Unidos tienen millones de personas pobres. También, su ‘clase media’ está siendo apretada financieramente a medida que la inflación constante produce aumento de precios. Todo esto produjo los siguientes comentarios registrados en U.S. News & World Report del 7 de julio de 1969:
Un mecánico de Indiana: “Fijan los salarios de modo que uno solamente pueda estar con la cabeza por encima del agua. Cuando ganaba 16 dólares a la semana, ahorraba. Ahora gano 700 dólares al mes y apenas puedo pasarla.”
Un lechero de Illinois: “No se puede uno jubilar ahora. Uno casi tiene que trabajar hasta el fin de su vida. Muchas personas han ahorrado para los días difíciles y luego no tienen suficiente. El Seguro Social ya no lo abarca.”
Un pintor de California: “El hecho de que todos los impuestos suban sin que esté a la vista el fin de ello desanima. Por mucho tiempo no había visto a la gente tan frustrada.”
Estos comentarios no son raros. Son típicos. Sin embargo, estas personas viven en la nación más rica de la Tierra. ¡Imagínese lo que opina la gente de países como la India, donde tan solo en Calcuta hay 100.000 personas que viven en las calles porque no tienen hogar ni ingresos!
Sin embargo, aunque los sistemas económicos de la actualidad no satisfacen las necesidades de la humanidad, el sistema económico del nuevo orden de Dios las satisfará. Ciertamente suministrará abundancia, pues la Palabra de Dios promete: “[Dios,] estás abriendo tu mano y satisfaciendo el deseo de toda cosa viviente.”—Sal. 145:16.
No habrá desperdicio de recursos
Hoy, se gasta mucho tiempo, energía, dinero y material en producir cosas que no ayudan ni una pizca a la humanidad. Las armas de guerra se llevan una tremenda proporción de los recursos de las naciones.
En el nuevo orden de Dios, no sucederá tal desperdicio. Puesto que jamás habrá guerra o violencia, nunca se fabricarán fusiles, bombas, proyectiles u otras armas. Los muchos materiales que ahora se desperdician en estas cosas se dirigirán hacia búsquedas pacíficas. Isaías 2:4 establece la regla: “Tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas.”
Bajo la autoridad central del reino celestial de Dios, todos los abundantes recursos de la Tierra se usarán para el bien del hombre. Los que “están arruinando la tierra” habrán desaparecido.—Rev. 11:18.
La competencia egoísta reemplazada por cooperación amorosa
Tampoco habrá desperdicio que provenga de competencia económica. Hoy, individuos, negocios y naciones tratan de eclipsarse unos a otros, y hasta tratan de hacer quebrar a otros. La competencia económica ha causado gran cantidad de inquietud, odio y guerra.
Lo penoso que es esto se puede notar en un editorial intitulado “La competencia de la vida norteamericana,” que publicó el Times de Nueva York del 25 de junio de 1969. Comentando sobre lo difícil que se le hizo al presidente Nixon hallar hombres capacitados para puestos encumbrados, declaró:
“‘Jamás me había dado cuenta,’ hizo notar un miembro del Gabinete el otro día, ‘de cuán cara les ha costado la competencia feroz de la vida de los negocios y la vida profesional norteamericanos a muchos de nuestros hombres más talentosos y de más éxito. Muchos de ellos sencillamente han resultado agotados en la lucha. Muchos más tienen toda clase de problemas de familia que no pueden dejar. En muchísimos casos, se han dado a la bebida a tal grado que el riesgo es demasiado grande.’ . . .
“Mientras tanto, la competencia está comenzando más pronto y siempre está aumentando: para entrar en las mejores escuelas, para entrar en las mejores universidades y para hacer frente a las pruebas de una sociedad compulsiva e impetuosa. . . . La búsqueda [por el Sr. Nixon] de hombres de éxito está sacando a la luz algunos casos trágicos y obligando a llegar a unas conclusiones sombrías.”
Hace mucho tiempo, la Biblia registró la insensatez de tal competencia, al declarar: “Pues ¿qué llega a tener un hombre por todo su duro trabajo y por el esfuerzo de su corazón con que está trabajando duro bajo el sol? Porque todos sus días su ocupación significa dolores y vejación, también durante la noche su corazón simplemente no se acuesta.” “Toda la pericia sobresaliente en el trabajo . . . significa la rivalidad de uno para con otro; esto también es vanidad y un esforzarse tras el viento.”—Ecl. 2:22, 23; 4:4.
El régimen del reino de Dios eliminará esta competencia. Puesto que solo habrá un gobierno, lógicamente habrá un solo sistema de economía. En vez de competencia entre humanos, habrá cooperación. El amor al prójimo caracterizará todas las relaciones humanas. (Juan 13:35) Tampoco habrá algunos ricos, mientras otros sean azotados por la pobreza. Y todos participarán en trabajar para provecho de la humanidad, siendo la regla: “Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma.” (2 Tes. 3:10) Esto significa que ninguna persona perezosa vivirá a costa de otros. No, no será un ‘estado de beneficencia.’
Placer en el trabajo
El trabajo en el nuevo orden de Dios será un verdadero placer, ya que el hombre podrá ver los resultados directos de su trabajo. Pero eso no sucede con frecuencia hoy. ¿Cuántas personas disfrutan realmente de su trabajo ahora?
Millares están de pie en líneas de montaje de producción en masa, insertando una tuerca, un perno o una pequeña parte de las máquinas todo el largo día. Lo hacen simplemente para ganar dinero para pagar sus cuentas, no porque disfruten de ello. Otros se afanan bajo el caluroso Sol como agricultores migratorios en propiedad y siembras que nunca serán suyas. Su satisfacción personal a menudo es pequeña. ¿Y cuánto placer puede haber realmente al tratar de vender productos por medio de publicidad extraviadora, al tratar de hacer que la gente obtenga bajo presión cosas que realmente no necesita, o al fabricar productos que se sabe que están diseñados para acabarse pronto de modo que se puedan vender más?
El nuevo orden de Dios efectuará cambios espléndidos en este respecto. El llevar a cabo la “ley real” de ‘amar a tu prójimo como a ti mismo’ eliminará la codicia que convierte a los hombres en simples dientes de engranaje de una enorme máquina. (Sant. 2:8) También impelirá a los hombres a efectuar buen trabajo, los impelirá a producir, no productos inferiores, sino cosas excelentes para sus semejantes, excelente mano de obra en la cual se complacerán genuinamente.—Ecl. 3:12, 13.
Problemas de alojamiento resueltos
La promesa hecha hace mucho al Israel de la antigüedad se cumplirá para con todos los de la Tierra bajo el gobierno de Dios. “Ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. . . . la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal. No será para nada que se afanarán.”—Isa. 65:21-23.
Jehová no se propuso que los hombres vivieran amontonados unos encima de los otros en escuálidos barrios bajos urbanos. Eso está en contra de la mismísima naturaleza del hombre. La revista Look del 10 de junio de 1969 dice: “Entre todos los vertebrados desde los ratones hasta los hipopótamos y hasta los hombres, la única condición universal que produce la agresión descontrolada es el apiñamiento. Entre los humanos, la hostilidad estalla cuando las personas empiezan a inmiscuirse cada una en el ‘espacio personal’ de la otra.”
Cuando Jehová creó al hombre y a la mujer, los colocó en un hermoso jardín, no en un miserable barrio bajo. (Gén. 2:7, 8) Las primeras ciudades fueron edificadas por hombres que se habían alejado de Dios. (Gén. 4:17; 10:8-12) Desde entonces han acarreado toda clase de miseria, frustración y delincuencia. Pero pronto, en el nuevo orden de Dios, las ciudades de hoy con su apiñamiento de personas habrán desaparecido para siempre, y habrán sido reemplazadas por hogares decentes para todos.
La tierra produce una abundancia
En el nuevo orden de Dios, el hombre no tendrá que luchar en vano con la tierra, como a menudo lo hace ahora. Entonces, Jehová bendecirá a la humanidad con una abundancia de alimento.
El libro bíblico de Salmos describe las bendiciones de Dios, diciendo: “Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.” “[Dios] está haciendo brotar hierba verde para las bestias, y vegetación para el servicio de la humanidad, para hacer salir alimento de la tierra.” Sí, “la tierra misma ciertamente dará su producto; Dios, nuestro Dios, nos bendecirá.”—Sal. 72:16; 104:14; 67:6.
¿Dará resultado, realmente?
Pero, ¿cómo sabemos que los humanos no crearán de nuevo terribles condiciones de vida? ¿Cómo podemos estar seguros de que no convertirán hogares decentes en barrios bajos donde reine la miseria?
Entre otras cosas, el reino de Dios estará en control total. Ninguna condición potencialmente mala pasará inadvertida o sin ser corregida. Además, todos los que vivan entonces habrán sido educados en los caminos de Dios. Habrán aprendido las normas elevadas de Dios de limpieza y orden que contribuyen a condiciones de vida decentes.
¿Vemos hoy tales normas elevadas entre los adoradores de Jehová? Después de una asamblea grande de testigos de Jehová en Winston-Salem, Carolina del Norte, el gerente del coliseo dijo: “Sin reservas, ése es el gentío más limpio y más ordenado que ha estado en el coliseo en los casi 10 años que he estado allí.” Y después de su enorme asamblea en Nueva York en 1958, a la que asistieron más de 250.000 personas, el 1959 Arena, Auditorium & Stadium Guide dijo:
“Ni siquiera podía hallarse un fósforo o envoltura de dulce desechada en los estadios y otras secciones que habían alquilado. Millares de sus miembros: hombres, mujeres y niños, formaron un comité para dejar cada metro cuadrado de superficie tan limpio, o más limpio, de lo que lo habían encontrado.”
Lo que hacen en las asambleas, aprenden a practicarlo en casa. Rehaciendo su mente según las normas de ley y orden de Dios, llegan a apreciar la nitidez y la limpieza. Aunque sus hogares solían ser desordenados, los amigos observan que comienzan a mantenerlos nítidos y limpios. Esto no requiere mucho dinero, sino disponerse a trabajar. Puesto que esto se está haciendo ahora aunque estas personas están rodeadas de vecinos a quienes a menudo no les importa la apariencia de sus casas, usted puede discernir que será mucho más fácil en el nuevo orden de Dios cuando toda persona habrá aprendido las mismas normas elevadas del buen orden.
Además, en tiempos de desastre, como inundaciones o tormentas, los testigos de Jehová ayudan a sus hermanos, suministrándoles sin reservas dinero, materiales y tiempo, dando lo que tienen. Un espíritu de altruismo como ése es el que reinará en toda la Tierra en el nuevo sistema de Dios.—2 Cor. 9:11-14.
¿No es conmovedor el considerar un nuevo orden libre de guerra, crímenes, injusticia, pobreza y hambre? ¡Qué deleite será el vivir en paz y seguridad, en unidad y amor, teniendo moradas decentes y bastante alimento nutritivo! Eso verdaderamente sería, como Jesús lo llamó, “el Paraíso.”—Luc. 23:43.
Las personas que vivan en esas condiciones ciertamente querrán seguir viviendo. No obstante, ahora reinan la enfermedad y la muerte. ¿Qué hará el régimen del reino de Dios en cuanto a estos grandes enemigos de la humanidad?