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  • Régimen justo para toda la Tierra
    La Atalaya 1969 | 1 de agosto
    • Régimen justo para toda la Tierra

      ¡CUÁNTO necesita la humanidad un régimen justo sobre toda la Tierra! Sin duda toda persona concuerda en que este planeta hoy no es un paraíso. La pobreza y el hambre son la experiencia diaria de millones de personas. Feas ciudades le roban a la Tierra mucha de su belleza natural y envenenan el aire y el agua que las rodean. Cada vez más ciudades están llegando a ser “selvas” del crimen, donde la gente teme salir de sus hogares de noche.

      ¡Qué diferente es esto del propósito original de Dios para el hombre! ¡Pero qué bueno es saber que Dios no ha abandonado su propósito! Pues nos asegura: ‘Mi palabra que sale de mi boca no volverá a mí sin resultados.’ (Isa. 55:11; vea también Génesis 2:8, 15; 1:28.) Todavía hará de esta Tierra un paraíso glorioso.

      Pronto Jehová pondrá fin a todo el sistema inicuo actual. Si usted obtiene la aprobación de Jehová ahora, quizás tenga el privilegio de sobrevivir para entrar en el nuevo sistema de Dios. ¿Qué significará esto para usted?

      UNA ADMINISTRACIÓN JUSTA

      La necesidad más grande de la humanidad, por casi seis mil años, ha sido el que se le ponga de nuevo en completa armonía con Jehová Dios, su Creador. (2 Cor. 5:20) Para restaurar la justicia a este planeta, Jehová mismo ha suministrado “una administración al límite cabal de los tiempos señalados.” Esta administración o régimen es por medio del reino de Cristo. Evidencia de la Biblia revela que el Reino ya ha entrado en el poder en los cielos y pronto se encargará completamente de los asuntos de la Tierra. ¿Cuál es su principal propósito al hacer esto?

      La Biblia contesta: “Reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas que están en los cielos y las cosas que están sobre la tierra.” (Efe. 1:9, 10) Esta administración es el medio que Dios usa para hacer que todos los que vivan en la Tierra lleguen a estar en plena armonía con su dominio celestial. Eso es lo que pedimos en oración cuando decimos: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.”—Mat. 6:10.

      ¿Qué significará esto en lo que respecta a las relaciones humanas? ¡Unidas en dar adoración pura a su Padre celestial, personas de todas las razas y nacionalidades vivirán juntas como una sola familia de hermanos y hermanas! (Hech. 10:34, 35; 17:26) Cuando el reino de Dios gobierne sobre todo el globo terráqueo por medio del “Príncipe de Paz” de Dios, la Tierra ya no estará dividida políticamente. No habrá nacionalismo orgulloso que despierte odio, conflicto y derramamiento de sangre.—Isa. 9:6, 7.

      Esto significará, entonces, que cesarán las guerras y el pelear. Cuando Dios le ponga fin a este presente sistema inicuo, hasta las mortíferas armas de guerra serán destruidas para siempre. Dice la Biblia: “Está haciendo cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego.” (Sal. 46:8, 9; Eze. 39:9, 10) De modo que no habrá más listas de bajas de guerra en los periódicos, ni viudas ni huérfanos por la guerra, ni hogares y ciudades bombardeadas hasta quedar en ruinas. ¡Qué bendición será esto para la humanidad!

      Desde su trono celestial Jesucristo administrará los asuntos de la Tierra de una manera que producirá beneficios duraderos. ¡Qué maravillosamente ha demostrado ya que califica para ello, hasta habiendo entregado su propia vida a favor de los que serán sus súbditos! Además, el registro de la Biblia muestra que nada —ni tentaciones, ni presiones, ni oprobio, ni aun la muerte misma— pudo apartar a Jesús de hacer lo que era correcto. Podemos estar seguros, entonces, de que bajo su régimen no habrá opresión ni injusticia ni corrupción.—Isa. 11:2-5.

      ¿No apreciaría usted, también, a un gobernante que siempre hablara la verdad? Jesús es esa clase de persona. (Juan 1:14; 18:37) ¿Y quién no se sentiría atraído a una persona que mostrara afecto genuino e interés sincero en otros? La Biblia nos dice que cuando Jesús viajaba de un lugar a otro declarando las buenas nuevas “al ver las muchedumbres se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor.” (Mat. 9:35, 36) Usaba generosamente el poder que Dios le había dado para curar a los enfermos, tanto físicamente como de manera espiritual. Aunque hubiera sido grandioso vivir durante el tiempo del ministerio terrestre de Jesús, será mucho más grandioso vivir en la Tierra cuando él use este poder a favor de toda la humanidad.

      Asociados con Jesús en su reino celestial habrá 144.000 reyes y sacerdotes tomados de entre la humanidad y perfeccionados por Dios. (Rev. 5:10) Estos, también, son personas que prueban su amor a la justicia hasta la muerte.—Rev. 14:1, 4, 5; 2:10.

      Pero, ¿tendrá este gobierno celestial representantes visibles? ¡Sí, ciertamente! Pues, aun ahora la administración celestial nombra a hombres fieles como sus representantes en la congregación cristiana, haciendo eso por medio del espíritu santo de Dios. (Isa. 32:1, 2; Hech. 20:28) Por lo tanto podemos confiar en que Cristo se encargará de que se asigne a los hombres debidos en la Tierra para representar al gobierno del Reino, porque entonces él estará interviniendo directamente en los asuntos de la Tierra.

      Porque estos hombres representan al Rey de manera especial, la Biblia los llama “príncipes.” Y el Salmo 45, que es una profecía acerca de Jesucristo, muestra que algunos de estos hombres serán tomados de entre los antepasados terrestres de Jesús. Resucitará a éstos y los nombrará como “príncipes en toda la tierra.” (Sal. 45:16) Sean de entre los siervos de Dios de tiempos antiguos o de entre los que ahora sirven al Rey, todos éstos habrán probado su lealtad a Dios y su amor a sus semejantes. El mismo espíritu de Dios que motiva a su Rey celestial también los guiará a ellos.

      Ni raza, ni color, ni lugar de nacimiento tendrán que ver con la manera en que estos representantes principescos apliquen las leyes justas de Dios. (Deu. 10:17; Rom. 2:11) Siguiendo el ejemplo de su Rey, los “príncipes” servirán humilde y servicialmente, siendo refrescantes a sus semejantes. Sin embargo serán firmes al sostener la justicia de Dios.—Mat. 11:29; 20:25-28.

      Habiéndose limpiado la Tierra de todos los malhechores, no se permitirá que el crimen eche raíces de nuevo. (Sal. 37:9-11) Nunca más se necesitarán policías, cárceles, manillas, alarmas contra los ladrones, cajas fuertes, candados y llaves. Bajo el régimen justo del Reino, usted sabrá que cualquiera que toque a su puerta es un amigo. Habrá completa libertad del temor de recibir daño. Nunca más estará alguien temeroso de pasear de noche por un parque para levantar la vista a las estrellas que testifican de la obra del Creador. Aun como es cierto de la congregación de Dios hoy de manera espiritual, así será entonces de manera literal, “realmente morarán en seguridad, sin nadie que las haga temblar.”—Eze. 34:28.

      Pero, ¿qué hay de la enfermedad y de la muerte? ¿Serán quitadas éstas también? Examinemos la respuesta bíblica.

  • Cómo Dios librará a la humanidad de la enfermedad y la muerte
    La Atalaya 1969 | 1 de agosto
    • Cómo Dios librará a la humanidad de la enfermedad y la muerte

      EL PROGRAMA inicial del Reino abarcara un período de mil años. Durante ese tiempo Jesucristo y los miembros de su gobierno celestial servirán no solo como reyes, sino también como sacerdotes de Dios a favor de todos sus súbditos humanos. (Rev. 20:6) ¿Por qué?

      Porque toda persona en la Tierra tendrá que ser “libertada de la esclavitud a la corrupción” para tener “la gloriosa libertad de los hijos de Dios.” (Rom. 8:21) Aun después que los inicuos hayan sido destruidos, los sobrevivientes terrestres todavía estarán en imperfección debido al pecado heredado de Adán. Los deseos malos de su carne imperfecta todavía estarán guerreando contra los deseos correctos de la mente y el corazón. (Rom. 7:21-23) Por lo tanto, para ser plenamente aceptados en la familia de hijos de Dios, primero es necesario que reciban los servicios de los sacerdotes celestiales de Dios. ¿Qué harán éstos?

      Tendrán un poder que hasta ahora ha faltado en todo gobierno humano: la facultad de limpiar del pecado y la imperfección a las personas. Este poder reside en el sacerdocio celestial de Dios por medio del sacrificio de rescate de Jesús. El Hijo de Dios y sus sacerdotes asociados entonces aplicarán los beneficios del sacrificio de Jesús directamente a todos los obedientes. (Juan 1:29; 1 Juan 2:2) Esta provisión es representada en la Biblia por el simbólico “río de agua de vida” que fluye desde el “trono de Dios y del Cordero” y “las hojas de los árboles . . . para la curación de las naciones.”—Rev. 22:1, 2.

      Al ir progresando continuamente en la justicia y con la ayuda del sacerdocio celestial, los súbditos del reino de Dios entonces progresivamente se harán jóvenes y fuertes, hasta que alcancen la perfección de la salud en mente y cuerpo. Se les pondrá completamente libres de la esclavitud al pecado y la muerte heredados de Adán. En ese tiempo se cumplirán las palabras de Jesús a Marta: “Todo el que vive y ejerce fe en mí no morirá jamás. ¿Crees tú esto?”—Juan 11:26.

      Sí, de esta manera Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento, ni clamor, ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 21:4) ¡Qué maravilloso será disfrutar de salud perfecta! Tal como el Hijo de Dios curó a leprosos y sanó a los cojos y ciegos cuando estuvo en la Tierra, así su régimen justo pondrá fin a toda enfermedad y sufrimiento. (Mar. 1:40-42; Juan 5:5-9; Mat. 9:35) ¡Entonces no se necesitarán hospitales ni seguro de salud! Quitadas la enfermedad y la muerte, habrá desaparecido una causa mundial de lágrimas. (1 Cor. 15:25, 26) ¡Qué maravilloso será disfrutar de libertad plena del pecado y poder cumplir perfectamente las normas justas de Dios en habla, pensamiento y conducta!

      DANDO LA BIENVENIDA A LOS QUE VUELVEN DE ENTRE LOS MUERTOS

      También hay la feliz perspectiva de que personas amadas por usted que hayan muerto disfruten de las bendiciones del régimen justo del Hijo de Dios sobre la Tierra. Jesús reveló la esperanza que hay para los incontables millones de personas que han muerto, diciendo: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán.” (Juan 5:28, 29) ¡Qué tiempo de gozo electrizante habrá cuando por primera vez se den estas noticias alrededor de la Tierra: “¡Se está resucitando a los muertos!”

      Podemos tener confianza completa en que esto será una realidad. Recuerde que, mientras estuvo en la Tierra, Jesús no solo curó a los enfermos y lisiados; también hizo volver a la vida a personas muertas. (Mat. 11:2-6) Esto demostró el maravilloso poder que tiene Dios para resucitar a los muertos, un poder que ha otorgado a Jesucristo.

      Quizás usted recuerde la ocasión en que Jesús llegó a la casa de un hombre cuya hija de doce años de edad había muerto. Dirigiéndose a la muchacha muerta, Jesús dijo: “Jovencita, te digo: ¡Levántate!” ¿Cuál fue el resultado? La Biblia nos dice: “Al instante la jovencita se levantó y echó a andar.” ¿Cómo respondieron los padres de la jovencita y otros observadores a este milagro? “En seguida estuvieron fuera de sí con gran éxtasis.” Difícilmente podían contener su felicidad.—Mar. 5:35, 38-42; vea también Juan 11:38-44; Lucas 7:11-16.

      Cuando el paraíso sea restaurado a la Tierra, Jesús usará de nuevo su poder para resucitar a los muertos. Pues la Biblia nos asegura que “va a haber resurrección así de justos como de injustos.” (Hech. 24:15) ¡Qué gozo habrá por toda la Tierra cuando grupo tras grupo de los muertos vuelvan a la vida! ¡Imagínese qué felices reuniones de parientes amados habrá! En vez de columnas de notas necrológicas que causan tristeza, bien podría ser que haya anuncios de los recién resucitados para gozo de sus amados.

      Muchos millones de personas han muerto, pero eso no le presenta ningún problema a Dios. Él puede recordarlos a todos. Pues, la Biblia nos dice que Dios “está contando el número de las estrellas; a todas ellas las llama por sus nombres.” (Sal. 147:4) Considere lo que eso significa.

      Se dice que hay centenares de millones de galaxias, cada galaxia con centenares de millones de estrellas individuales, y sin embargo Dios conoce a cada estrella por nombre. El número de todos los hombres que jamás han vivido es pequeño al compararlo con eso. Por lo tanto, no le será difícil a Dios recordar a todos los que han muerto y que lleguen a estar bajo la provisión del rescate de Cristo. (Mat. 19:26) Serán restaurados a la vida aquí mismo en la Tierra. ¡Qué privilegio emocionante será estar presentes para darles la bienvenida cuando vuelvan de entre los muertos!

      ¿Serán las mismas personas cuando vuelvan? ¿Los conoceremos? ¡Sí! Hasta el hombre puede conservar indefinidamente fotografías y voces en cinta magnetofónica para usarlas más tarde en televisión. Dios puede hacer aun más que eso. Al tiempo de la resurrección él puede suministrar a cada uno un cuerpo apropiado, tal como lo hizo al crear al primer hombre, y entonces implantar de nuevo en el cerebro el recuerdo exacto de todo lo que la persona aprendió y experimentó durante su vida anterior. Así, en la resurrección esa persona volverá con la misma personalidad que tenía al morir, tal como Jesús al ser resucitado retuvo su propia personalidad. (Heb. 13:8) Usted reconocerá a los que conocía antes. ¡Qué maravillosa perspectiva!—Job 14:13-15.

      Al apóstol Juan se le dio una visión de estos emocionantes acontecimientos que tendrán lugar durante el reinado de Cristo, y ésta se encuentra en el libro de Revelación. Su visión muestra que la muerte y el Hades (la sepultura común de la humanidad) ‘entregarán los muertos que hay en ellos.’ No se dejará a ninguno allí. Entonces la muerte debida al pecado heredado habrá desaparecido para siempre. “El realmente se tragará a la muerte para siempre,” promete la Biblia, “y el Señor Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro.” (Rev. 20:13, 14; Isa. 25:8) ¡No habrá más funerarias ni lápidas sepulcrales! No quedarán cementerios.

      Los que sean resucitados a la vida aquí en la Tierra saldrán para recibir la oportunidad de conseguir vida eterna. Será un tiempo de educación para ellos. Se abrirán “rollos” que contendrán instrucciones procedentes de Dios, y ellos tendrán que seguir éstas al rehacer su mente en armonía con la voluntad de Dios. Serán ‘juzgados individualmente según sus hechos’; es decir, los hechos que hagan después de ser resucitados y después de aprender el contenido de los “rollos.” (Rev. 20:11-13) Al responder a la educación que se provea, aun los que anteriormente hayan sido tan peligrosos como animales salvajes cambiarán sus maneras de actuar, tal como muchos ya lo han hecho al llegar a estar asociados con la congregación cristiana.—Isa. 11:9; 26:9; 35:8, 9.

  • La Tierra convertida en un paraíso
    La Atalaya 1969 | 1 de agosto
    • La Tierra convertida en un paraíso

      ¡CUÁN deleitable será vivir entre personas pacíficas que tengan disposiciones bondadosas y agradables! La aplicación de los principios justos de Dios logrará esta maravillosa condición de paz en todas partes. Pero a medida que logren progreso en la justicia, los habitantes terrestres del nuevo sistema de Dios también obtendrán bendiciones materiales.

      Habrá un cumplimiento literal de las palabras proféticas de Isaías 25:6: “Y Jehová de los ejércitos ciertamente hará para todos los pueblos, en esta montaña, un banquete de platos con mucho aceite.” Nadie volverá a conocer el dolor mordedor y la debilidad de la inanición. Pero, ¿cómo suministrará Dios este banquete?

      Cuando los israelitas eran el pueblo escogido de Dios, la bendición de él les producía mucha prosperidad. Sus terrenos producían excelentes cosechas de grano. Sus huertos les daban excelentes frutos. Jehová abría para ellos su “buen almacén, los cielos, para dar la lluvia sobre [su] tierra en su temporada.” (Deu. 28:12; vea también el versículo 8.) Bendiciones parecidas abundarán en la medida más plena bajo el régimen del reino de Cristo.—Sal. 67:6, 7.

      Los súbditos terrestres del Reino cumplirán el mandato que Adán y Eva nunca ejecutaron. Ellos ‘subyugarán’ la Tierra, haciendo de todo el globo terráqueo un jardín paradisíaco como el original jardín de Edén. Fue acerca de tal perspectiva, y con la esperanza de la resurrección en mira, que Jesús le dijo al malhechor condoliente que fue ejecutado con él: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.”—Luc. 23:39-43.

      Entonces de toda la Tierra radiará felicidad. Será como si todos sus prados y montañas, sus árboles y flores, sus ríos y mares, estuvieran regocijándose por el régimen justo de Jehová. (Sal. 96:11-13; 98:7-9) El aire fresco ya no será contaminado. En todo río y arroyo resplandecerá al fluir el agua fresca y pura. Ya no se arruinará más el terreno.

      Toda la Tierra —sus bosques, sus campos, sus montañas— será un hermoso parque, lleno de coloridas variedades de animales y pájaros. Estos, también, estarán sujetos al control sabio del Hijo de Jehová. Y en aquella “tierra habitada por venir” él hará que todos estén en sujeción inofensiva a la humanidad.—Heb. 2:5-8; Sal. 8:4-8.

      PRUEBA FINAL DETERMINA QUIÉN ES DIGNO DE VIDA ETERNA

      El reino de Dios por Cristo gobernará por toda la eternidad. No obstante, para el fin de los primeros mil años habrá logrado un propósito particular en cuanto a la Tierra. Habrá quitado todo vestigio de injusticia. Toda la humanidad en la Tierra estará presente como criaturas perfectas delante del trono del Juez Supremo, Jehová Dios. En todo respecto serán iguales a los primeros humanos perfectos que hubo en Edén. (1 Cor. 15:24) ¿Serán dignos de que Dios les otorgue el derecho a la vida eterna?

      Primero será apropiado el que los súbditos del Reino sean sometidos a una prueba en cuanto a su devoción al régimen justo de Dios. Jehová les dará la oportunidad de mostrar su lealtad. ¿Cómo? Soltando a Satanás y sus demonios de su condición de restricción en el “abismo.” (Rev. 20:7) Por esta prueba cada persona de la familia terrestre de Dios podrá tener el privilegio, individualmente, de dar una respuesta personal al desafío que Satanás le ha hecho al Padre celestial de ellos.

      Los que permanezcan leales a Dios serán juzgados dignos de vida eterna. Jehová les dará este derecho, escribiendo sus nombres en su “libro de la vida.” Cualesquiera que rebeldemente se vuelvan contra Dios serán destruidos en la “muerte segunda.” Entonces, Satanás el Diablo, junto con sus demonios, será destruido para siempre. (Rev. 20:7-10, 15) Absolutamente nunca volverá la Tierra, o cualquier otra parte del vasto universo de Dios, a ser perturbada por el pecado y la rebelión. La Tierra, convertida en un paraíso donde domine la justicia, servirá para todo tiempo futuro como una joya de alabanza al nombre de Jehová.

      ¿Hace el propósito de Dios de que haya un régimen justo sobre una Tierra paradisíaca que el respeto de usted a la justicia de él se haga más profundo? ¿Aumenta ese propósito el aprecio que usted le tiene a Su sabiduría? ¿Le impulsa a expresar el amor que usted le tiene a él? Si así es, entonces usted debe hacer todo lo que pueda ahora para servirle de todo corazón. Participe en hablar a otros acerca del nombre y el propósito de Jehová. (Sal. 89:14-16; 1 John1 Juan 4:19) Viva ahora conforme a los justos principios de Dios y así prepárese para vida eterna en la Tierra paradisíaca bajo el régimen justo del Reino.

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