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  • Liberia
  • Anuario de los testigos de Jehová para 1977
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  • LA VERDAD LIBERTADORA VIENE A LIBERIA
  • SURGE OPOSICIÓN
  • COMIENZA UNA PROSPERIDAD ESPIRITUAL
  • LOS MISIONEROS ESTABLECEN LA OBRA
  • ESFUERZOS SOLÍCITOS PRODUCEN AUMENTO
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Anuario de los testigos de Jehová para 1977
yb77 págs. 139-191

Liberia

“El amor a la libertad nos trajo aquí.” Esa fue la expresión de colonizadores que habían cruzado el Atlántico y llegado el 25 de abril de 1822 a la diminuta isla de la Providencia en la costa occidental del África. Robustos libertos, pioneros bajo el auspicio de la Sociedad de Colonización Americana, prepararon el camino para que en 1847 se estableciera la primera república negra del África, Liberia. Este país, que tiene aproximadamente el tamaño del estado de Luisiana, colinda con Sierra Leona, la República de Guinea y la Costa de Marfil.

La siempre verde Liberia, situada principalmente a lo largo de la llanura litoral o costanera, tiene zonas de espesura en las cuales vagan elefantes, leopardos y el singular hipopótamo pigmeo. Este es un país productor de caucho, y de frontera a frontera se extienden bien atendidas plantaciones. En montañas bajas se efectúan extensas operaciones mineras para extraer mineral ferruginoso del más rico de la Tierra.

LA VERDAD LIBERTADORA VIENE A LIBERIA

Para el año 1867, veinte años después de la formación de la república, un total de 13.136 colonizadores habían inmigrado a Liberia, principalmente desde los Estados Unidos. Poblados costaneros surgieron a las afueras de Monrovia, la capital, desde el río Mano hasta el río Cavalla... Robertsport, Marshall, Buchanan, Greenville y Harper en la “Maryland de Liberia.” Fue para el año 1895, en este último poblado de Harper en el cabo Palmas, donde la “barbilla” saliente del África comienza a recogerse, que una clase de estudiantes de la Biblia estuvo estudiando la Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence (La Torre del Vigía de Sión y Heraldo de la Presencia de Cristo), en las primeras reuniones de esta índole en Liberia o, hasta donde se sabe, en todo el África Occidental. Por primera vez, los liberianos estaban recibiendo la verdad bíblica que en realidad liberta a los hombres.—Juan 8:32.

No se sabe precisamente cómo ni cuándo los dos hermanos de edad avanzada Henry y Joseph Gibson adquirieron la Zion’s Watch Tower (hoy en español La Atalaya). Pero con regularidad se celebraban clases de estudio bíblico de casa, según el testimonio de varias personas de aquellos viejos tiempos, incluso el difunto presidente de la República, William V. S. Tubman. Él recordaba que aquellas reuniones se celebraban cuando él era solo un jovencito. Por lo general las personas que se burlaban diciendo: “¿Desde cuándo han estado en Liberia los testigos de Jehová?” quedaban en silencio al oír la respuesta: “Nuestras reuniones se celebraban aquí hace setenta y cinco años, según el presidente.” Aquel grupo observaba anualmente el Memorial o Conmemoración de la muerte de nuestro Señor en la noche del aniversario, que correspondía con la fecha del calendario judío de 14 de Nisán. Los hermanos Gibson murieron a principios del siglo presente y parece que entonces las clases terminaron.

Sin embargo, pasó la cuarta parte de un siglo antes de que el mensaje del reino de Jehová se proclamara públicamente en Liberia. En 1926, Claude Brown, un Estudiante de la Biblia que vino de Freetown, Sierra Leona, visitó a Monrovia por unas semanas. Él preparó el camino para la visita de W. R. Brown (conocido como Brown “el de la Biblia”), de la sucursal de la Sociedad Watch Tower en el África Occidental. Por tres semanas W. R. Brown, un vigoroso exponente del reino de Jehová, habló noche tras noche en el Auditorio de la Cámara de Diputados, en Monrovia, y también distribuyó muchos libros. Multitudes acudieron a oír las dramáticas revelaciones de la verdad explicadas con vigor movedor, incluso los personajes de mayor prominencia.

Miembros de iglesias sectarias quedaron profundamente impresionados por las conferencias de Brown “el de la Biblia,” que denunciaban y sacudían hasta las mismas raíces los sistemas de religión de ellos. ¡Sus discursos eran el tema del día, y cincuenta años después personas de aquellos viejos tiempos todavía los mencionan! Antes de su partida, el hermano Brown organizó una clase bíblica que quedó bajo la superintendencia del Sr. Faulkner, un hombre que por dos veces había sido candidato a la presidencia. Uno de los miembros firmes de la clase era J. G. Hansford, un liberiano que había acompañado a Brown “el de la Biblia” desde Freetown. A veces, hasta clérigos asistían a los estudios.

SURGE OPOSICIÓN

Para cuando Brown “el de la Biblia” regresó a Monrovia en 1929, la oposición religiosa se había intensificado. A principios de los años veinte prominentes liberianas habían abrazado las enseñanzas cargadas de emoción de la Sra. January, una evangelista del movimiento pentecostés o pentecostal. Particularmente de estas mujeres vino la presión que se ejerció en individuos de los niveles más encumbrados del gobierno. El clamor era: ‘La predicación de Brown desbarataría sus iglesias.’ Habiendo presentado una sola conferencia en esta visita, Brown “el de la Biblia” se vio obligado a partir después de solamente una semana cuando le negaron un permiso de residencia. Pero pasó a campos más fructíferos en otros lugares de África.

Sin embargo, la clase bíblica continuó, y con el tiempo fue supervisada por un Testigo oriundo de Sierra Leona. A principios de los años treinta las condiciones económicas eran críticas, y algunos consideraron que la predicación de este hermano era una agitación contra el gobierno. Como resultado de esto, lo hicieron marchar a la fuerza hasta la frontera y lo expulsaron. La intimidación enfrió el celo de los demás, y la clase bíblica se disolvió.

COMIENZA UNA PROSPERIDAD ESPIRITUAL

Un muy necesitado empuje económico le vino a Liberia de la Compañía Firestone, que había empezado a plantar árboles de caucho en Harbel en 1926 y tenía más de 22.250 hectáreas bajo cultivo siete años después. Pero corría la década de los años cuarenta, que en verdad resultaría importante para Liberia, tanto materialmente como espiritualmente. Materialmente, la II Guerra Mundial puso a Liberia “en el mapa,” por decirlo así, porque los Aliados necesitaban una base aérea en el África Occidental, y Roberts Field, cerca de Firestone, en Harbel, fue el lugar seleccionado. Pronto Liberia enjambraba de personal militar americano, y estas personas trajeron dinero y costumbres occidentales. Hasta el presidente norteamericano Roosevelt hizo una breve visita al país. Esto condujo a que hubiera fondos de préstamo y arriendo que le suministaron a Monrovia un puerto moderno, una carretera pavimentada y puentes, así como el primer ferrocarril del país.

Financieros internacionales ahora se familiarizaron mejor con las posibilidades de Liberia como productora de mineral ferruginoso de calidad. Otras compañías de caucho vieron las ventajas de tener plantaciones en un país que estaba en términos amistosos con el Occidente y al que se podía llegar por el océano Atlántico, más bien que confiar en plantaciones ubicadas en el Extremo Oriente. Así empezó una prosperidad económica de posguerra que no tenía precedente en toda la historia de Liberia. No solo hubo una mejora general en las normas de vida, sino que ahora el gobierno tuvo fondos para fomentar la educación y la construcción de carreteras, cosas que se necesitaban con urgencia.

Providencialmente, en 1946 también comenzó una prosperidad espiritual, con la llegada de Harry C. Behannan, un misionero graduado de la tercera clase de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. El hermano Behannan era un talentoso artista musical negro que había dado recitales de piano por toda Europa, hasta en la presencia de realeza. Tenía un notable celo por el servicio de Dios, un entusiasmo muy apropiado para su condición de ungido como uno de los del “rebaño pequeño” del Señor. (Luc. 12:32) Llegó a Monrovia como un verdadero precursor, solo. Inmediatamente, el hermano Behannan emprendió la obra de predicar de casa en casa. Dentro del corto espacio de seis meses había establecido muchas amistades, y colocado más de 500 libros en manos de la gente. Para llevar la verdad a otras partes del país, viajó en un bote fuerte sin cubierta a Greenville, en el condado de Sinoe, a 240 kilómetros de Monrovia ‘a vuelo de pájaro.’

¡Ay, la abundante semilla que este amoroso hermano había plantado y regado no había de madurar bajo su cuidado! Al regresar de Greenville, el hermano Behannan enfermó y murió en el hospital, evidentemente de la fiebre tropical. Miembros de la embajada estadounidense, entre muchas otras personas, asistieron a su funeral. Del hermano Behannan, un caballero liberiano dijo: “Obraba como hombre que tenía un gran propósito.” Aquel propósito no había de fracasar.

LOS MISIONEROS ESTABLECEN LA OBRA

En mayo de 1947, un barco echó anclas a corta distancia de la costa y dos misioneros entrenados en Galaad, George y Willa Mae Watkins, fueron transportados por bote a su asignación en Monrovia. Para este matrimonio, ambos de más de cuarenta años, una nueva vida empezaba, una que requeriría adaptabilidad y perseverancia. Fue muy bueno que el hermano Watkins, que había sido boxeador aficionado, poseyera un cuerpo fuerte. Después de una semana en un hotel, la pareja se mudó a una habitación sin muebles donde el piso fue su cama hasta que el hermano pudo hacer una, junto con otros muebles.

No había cañerías de agua aquí. Más bien, el agua se obtenía en baldes de un pozo y tenía que ser hervida por quince minutos para beberse sin peligro. Era necesario proteger bien el alimento de las hormigas “misioneras,” que portaban la disentería. ¿Tenían estufa? Allí estaba: tres rocas sobre las cuales había una olla de hierro. El combustible era leña encendida.

Los mosquiteros y las amargas tabletas de Atabrine (quinina) sirvieron para mantenerlos a salvo de los estragos del paludismo. Además, los misioneros tuvieron que enfrentarse a otro enemigo cuando, después de algún tiempo, abrieron de nuevo una maleta de piel y descubrieron que el fondo y el contenido habían sido devorados por las hormigas blancas.

Los hermanos Watkins descubrieron que dos culturas liberianas existían lado a lado. La mayoría de la población del país pertenecía a sus más de veinte tribus, hablaban el mismo número de diferentes idiomas y dialectos y se gobernaban por la ley consuetudinaria nativa administrada por medio de comisionados y jefes tribuales. Los descendientes de los colonizadores inmigrantes originales, por otra parte, observaban costumbres occidentales, como también lo iban haciendo cada vez más personas de las tribus que se iban educando en las costumbres occidentales. Aunque el inglés era el idioma oficial, muchos miembros de las tribus en Monrovia en aquel tiempo solo lo hablaban “poco-poco,” y la vasta mayoría de la gente no sabía leer ni escribir.

Por lo general la sed de conocimiento era grande y durante sus primeros quince meses los misioneros colocaron más de mil de nuestros libros encuadernados en manos de la gente. Sin embargo, muchas personas de educación académica no quisieron abrazar una “nueva religión,” pues decían: “Lo que le bastaba a mi padre me basta a mí.” En la mayoría de los casos, el mayor interés lo mostraron personas que tenían la desventaja de una falta de vocabulario y de aptitud en la lectura. Muy útiles para enseñar a estos sedientos fueron las ilustraciones del libro de la Sociedad Watch Tower “La verdad os hará libres.”

El “hogar” de muchísimas personas consistía en un solo cuarto cuadrado en una casa grande que tenía veinte o más de esas habitaciones, en toda ubicación desde debajo de la casa hasta la buhardilla. Para muchas personas, estos compartimientos eran simplemente lugares donde dormir. Esto hacía que a los Testigos se les hiciera difícil encontrar de nuevo a las personas que mostraban interés cuando las revisitaban. Y ¡ay, cómo se seguía mudando la gente de lugar en lugar! ¿Por qué? Porque no tenían trabajo o porque buscaban mejor alojamiento.

A pesar de estos estorbos, pronto se organizaron las reuniones cristianas en el pórtico de la casa de J. G. Hansford. Él había aprendido la verdad más de veinte años antes por medio de W. R. Brown. Muchas personas verdaderamente mansas empezaron a asistir. Solo se puede imaginar la gran cantidad de esfuerzo paciente que se necesitó para que como resultado hubiera un máximo de quince personas que participaran en el servicio del Reino para septiembre de 1948, cuando se organizó la primera congregación de testigos de Jehová en Liberia. Para aquel tiempo Leticia Martin, la primera liberiana que aceptó la verdad bíblica, empezó a predicar las buenas nuevas. Para 1949 había llegado a ser la primera precursora, o proclamadora de tiempo cabal del Reino, liberiana.

ESFUERZOS SOLÍCITOS PRODUCEN AUMENTO

En mayo de 1949 llegó un segundo matrimonio de misioneros, Frank y Taretha Faust. Para este tiempo el hogar misional estaba ubicado en una bulliciosa vía pública, la carretera Camp Johnson. Se levantó un cartel eléctrico para exhibir el libro “La verdad os hará libres.” Entre las personas a quienes interesó el anuncio estuvo un joven llamado Frank Powell. Él le dijo a un misionero: “Esa es la iglesia de mi padre.” El padre de él, uno de los seguidores ungidos de Jesucristo, había sido Testigo en Jamaica por cuarenta años, y Frank había asistido a algunas de las reuniones durante su juventud. Ahora volvió a asociarse con el pueblo de Dios y empezó a participar en la obra de predicar. En 1951 fue el único delegado liberiano a la asamblea cristiana que se celebró en el Estadio Wembley, en Londres, donde se bautizó en símbolo de su dedicación a Jehová Dios. La “iglesia” de su padre era ahora la de él, también.

El título del libro exhibido en el anuncio eléctrico intrigó a Frank Songor, un hombre de la tribu kisi de Guinea. Con el tiempo, le preguntó a un misionero acerca de ‘esta verdad que hace libre al hombre,’ y se comenzó un estudio bíblico con él. La verdad deleitó tremendamente a Songor. Con el tiempo, una de sus tres esposas murió. Pero ¿cuál de las dos que quedaban debería escoger él para que fuera su única esposa? Cuando les explicó la situación, que bíblicamente no podía tener más de una esposa, una de las jóvenes prontamente dijo que no quería ser cristiana y que prefería volver al campo. Sin embargo, la otra, Alberta, dijo que se apegaría a él dondequiera que fuese.

Esto agradó a Frank; de modo que Alberta permaneció como su única esposa, aunque era de una tribu diferente... la tribu mano. Pero quedaba en pie la pregunta: ¿Llegaría a ser verdadera cristiana ella? Parecía extremadamente tímida. Cuando el hermano Watkins visitaba el hogar de ellos, ella literalmente huía de él. ¿Por qué? ¡Bueno, el esposo de ella le debía a este misionero una pequeña cantidad de dinero, y Alberta temía que el hermano Watkins iba a reclamarla como prenda hasta que le fuera pagada la deuda!

Con el tiempo, Alberta sí llegó a ser una excelente testigo de Jehová y aprendió bien el inglés y el kisi. ¡Ciertamente fue espléndido ejemplo de lo que la verdad puede hacer para el que es leal!

Cierto día un joven hermano analfabeto llamado Isaac vino al hogar misional. Él había estado predicándole a un militar que le prestó buena atención, pero que había pedido que alguien que supiera leer lo visitara. Isaac, al hallar a la hermana Faust en casa, la llevó a visitar al comandante A. G. L. Williams, conductor de la banda musical de las Fuerzas Fronterizas Liberianas. Williams, de más o menos sesenta y cinco años de edad y católico de religión, había venido de las Indias Occidentales y tenía una larga carrera como soldado profesional. Su verdadera fe, sin embargo, estaba en creer que las “medicinas” podían proteger y dar prosperidad.

La hermana Faust inmediatamente reconoció que este hombre buscaba la verdad. Se le visitó con regularidad y entonces explotó la bomba... Deuteronomio 18:10-12 denunció el confiar en las “medicinas” de inspiración demoníaca. Profundamente sacudido por esta solemne declaración divina, Williams prontamente se libró de todo el conjunto de sus diversas “medicinas” y puso fe en Jehová.

Retirado ahora del servicio militar, reemplazó el título de “comandante” por el de “hermano” al emprender el servicio del Reino con celo y predicar a muchas personas que estaban en puestos encumbrados. Con el transcurso del tiempo, las enfermedades lo mantuvieron en casa, pero la gente lo visitaba a toda hora del día, y él pasaba muchas horas enseñando y conduciendo estudios bíblicos. Si nadie visitaba, él salía a la verja de afuera y llamaba a los transeúntes para que se detuvieran un momento mientras él les daba las buenas nuevas. Este altamente respetado y bondadoso caballero de edad avanzada continuó como buen soldado de Cristo Jesús, sin aflojar la mano hasta su muerte en 1963.

El quinto misionero que se unió al grupo fue Hoyle Ervin, quien llegó en enero de 1950. Él condujo un estudio con dos hombres a la vez... Spencer Thomas y Lichfield Remmie, que más tarde rindieron valiosos servicios al pueblo de Dios. Al principio sus esposas permanecieron a distancia a pesar de los esfuerzos de Ervin por hacer que participaran en los estudios. Finalmente, esforzándose por averiguar por qué la Sra. Remmie no participaba, Ervin preguntó con toda inocencia: “¿Es usted analfabeta?” ¿Qué? ¡Eso era demasiado! ¡Ella le iba a enseñar a él que estaba muy bien educada! Por eso, se unió al grupo que estudiaba... y aprendió la verdad. La Sra. Thomas entonces también participó y ambas esposas se bautizaron el año siguiente. Como celosas precursoras, Winifred Remmie y Olive Thomas han ayudado a muchas otras personas a aprender la verdad.

Durante 1950 otros dos misioneros, los hermanos Cyr y Mroz, se unieron al grupo temporariamente antes de que se les enviara al África Oriental. En mayo se ocupó un hogar más espacioso en el 17 de la calle Johnson, en Monrovia, y los Fausts viajaron por barco a una nueva asignación en la ciudad de Harper en el cabo Palmas. Para ese tiempo habían pasado unos tres años desde que el hermano Watkins y su esposa habían llegado a esta ‘tierra de libertad,’ y un núcleo de 28 publicadores y 8 precursores estaban declarando con regularidad las buenas nuevas. Pero, ¿qué produciría el servicio a Jehová durante los años cincuenta, que entonces estaban principiando?

DE REGRESO A HARPER DESPUÉS DE CINCUENTA AÑOS

Unos cincuenta años habían pasado desde que las clases para estudio de la revista Zion’s Watch Tower en Harper habían dejado de conducirse debido a la muerte de los hermanos Gibson. Ahora los Fausts hallaron buena respuesta en aquel cabo pintoresco y lleno de palmas que se proyectaba hacia el Atlántico. Después de solo cuatro meses, diez publicadores estuvieron informando servicio del campo.

No obstante, los misioneros se enfrentaron a la oposición de los “Profetas.” Varias veces durante la semana estos religiosos fanáticos se vestían en largas ropas blancas y marchaban por las calles llevando linternas, salmodiando, gritando, tocando tambores y deteniéndose a veces para entrar en cierta clase de danza en la cual arrastraban los pies. Eran grandes creyentes en “curaciones.” Cuando uno de los misioneros enfermó y tuvo que ir al hospital, los “Profetas” rodearon el hogar misional y farfullaron: “¿Siervo de Dios se enferma y va a hospital? ¡Ustedes no siervo de Dios, ustedes falsos profetas!” En el transcurso de las semanas subsecuentes, estos falsos religiosos venían al hogar misional en medio de la noche y silenciosamente ejecutaban movimientos y ademanes muy extraños, sin duda con la intención de hacer que los misioneros se fueran por medio de un hechizo.

Pero los Fausts permanecieron allí, y cierto día el líder de este bando de fanáticos obtuvo alguna literatura de la Watch Tower. Después de una conversación con un misionero, este líder avisó a sus seguidores que ya no les sería necesario quitarse los zapatos antes de entrar en el “terreno sagrado” de la iglesia. Por medio de un estudio bíblico, este hombre se convenció de que muchas de sus ideas eran “enseñanzas de demonios” y que el Dios verdadero es Jehová, cuyo nombre no debe ser pasado por alto. (1 Tim. 4:1) Esto hizo que este hombre cambiara el nombre de su iglesia de “La Iglesia del Señor” a “El Tabernáculo de Jehová.” Cuando el “apóstol” principal de este grupo se enteró de esto en Monrovia, entró apresuradamente en el pueblo y llevó al tribunal a su discípulo que se desviaba por haber cambiado el nombre de la iglesia. La disputa que surgió entonces dividió a la congregación. Aunque el líder local ganó el caso, cuando siguió considerando los asuntos y estudiando se dio cuenta de que su iglesia no era “El Tabernáculo de Jehová.” Removió el rótulo.

Un día, después de aquello, denunció su religión falsa ante su congregación sorprendida y declaró que había hallado al verdadero pueblo de Jehová. Entonces acompañó a los Testigos en la predicación de casa en casa, y explicó a muchos que había hallado la verdad. De nuevo su anterior líder espiritual lo llevó a los tribunales, esta vez acusándolo de denunciar la fe de los “Profetas” y apartar a los miembros de aquella iglesia. El juez le preguntó al acusado por qué había cambiado de religión, y éste respondió: “Yo era ciego, pero ahora veo.” Habiéndose dado un testimonio eficaz a todos, el caso fue declarado sin lugar. Este hermano, Wilmot Bright, después sirvió de publicador del Reino en la ciudad de Harper.

En 1951 los hermanos Remmie se transfirieron de Monrovia a la ciudad de Harper y suministraron gran ayuda a la nueva congregación. Por algún tiempo la hermana Faust estuvo en un hospital privado en Pleebo, a veintinueve kilómetros de allí. Mientras estuvo allí, estudió la Biblia con William David, y pronto otros miembros de la familia de éste estuvieron aprendiendo la verdad. Entre ellos había tres mujeres de edad madura que no sabían leer ni escribir, y las cuales con el tiempo llegaron a ser las hermanas Blondie, Tardie y Kardie, que se hicieron un espectáculo familiar en Pleebo mientras predicaban la verdad entusiásticamente en su idioma nativo de grebo.

Otro pariente que empezó a estudiar para este tiempo fue Frank Williams, y éste fue el primer liberiano nativo que asistió a la Escuela de Galaad; se graduó en la Asamblea Internacional “Voluntad Divina” que se celebró en el Estadio Yankee, en la ciudad de Nueva York, en 1958. Otro pariente que empezó a estudiar, además de éste, fue Jacob Wah, de poca estatura, pero de profundo conocimiento y apto como discursante.

En 1952 un liberiano llamado Theodore Y. Morgan regresó a su hogar desde la Costa de Oro (Ghana) y sirvió de precursor con la congregación del cabo Palmas. El hermano Morgan nació de padres grebos en 1895, precisamente cuando la tribu grebo decidió guerrear contra los colonizadores en el cabo. Por eso al recién nacido se le llamó Yedato, que significa: “¡Que haya guerra!” Pero ahora era un guerrear espiritual lo que consumía las energías de Yedato.

Para agosto de 1952 había veinte publicadores sirviendo en la zona del cabo Palmas, junto con cuatro precursores. Con el tiempo se construyó un gran Salón del Reino en la ciudad de Harper, y se organizó una congregación en Pleebo. Ciertamente personas que han vivido mucho tiempo en el cabo pueden pensar así: ‘¡La Watch Tower estaba aquí cuando yo vine, y parece que estará aquí cuando me vaya!’

Noviembre de 1952 fue un tiempo de importantes desenvolvimientos para la obra del Reino aquí. Las dos pequeñas congregaciones se unieron para la primera asamblea nacional de Liberia, y los delegados del cabo Palmas viajaron centenares de kilómetros por mar. Fue un tiempo de entusiasmo y gozo sin precedentes, mientras todos esperaban la visita de dos hermanos del Betel de Brooklyn, N. H. Knorr y M. G. Henschel.

SE ESTABLECE SUCURSAL

En el auditorio Centennial Memorial Pavilion, de Monrovia, 400 personas se reunieron para escuchar el discurso público del hermano Knorr intitulado “Es hora de considerar el camino de Dios.” La actitud general era la de que la obra de predicar el Reino estaba solo empezando, porque todo el interior de Liberia estaba casi sin tocar. Para supervisar mejor la expansión futura, se estableció una oficina sucursal, y uno de los misioneros locales fue nombrado superintendente de sucursal.

El hogar misional en el número 17 de la calle Johnson, en Monrovia, era una casita cubierta con láminas corrugadas de zinc. Sin embargo, la construcción misma del nuevo edificio comenzó en febrero de 1953, y fue completada en octubre. El Salón del Reino tenía fácil cabida para 150 personas y el hogar misional tenía tres dormitorios. El diseño moderno del edificio produjo muchos comentarios favorables. A medida que aumentó el número de personas que asistieron a las reuniones, el pensamiento en general era de que “¡Los testigos de Jehová han venido para quedarse!”

EN EL INTERIOR

Al fin de mayo de 1953, John y Michael Charuk, hermanos carnales (de “la misma ma y el mismo pa,” como diría el liberiano), llegaron de Sierra Leona. Estos dos misioneros, que tenían poco más de treinta años de edad y originalmente habían venido del oeste del Canadá, ya habían servido por cuatro años en África, tres de éstos como superintendentes de distrito y misioneros en Nigeria. Tenían un caudal de conocimiento y experiencia práctica en cuanto a los problemas que eran peculiarmente del África Occidental. Habiendo ahora cuatro misioneros atestados en un lugar pequeño, John Charuk buscó un nuevo local en Kakata.

Después que John Charuk se estableció en Kakata, visitó a Thomas Holman, un hombre de edad avanzada, en Salala, y después pasó unos días con él cada mes. En la segunda visita, este hombre manso como una oveja expresó su resolución de ser Testigo y hacer los ajustes necesarios en sus asuntos matrimoniales. Thomas Holman, bautizado el siguiente abril, fue el primer Testigo de la zona de Kakata-Salala.

A principios de 1954 se alquiló una casa en Kakata. Este lugar sirvió de hogar misional, y Michael Charuk vino para estar con su hermano allí. Los hermanos caminaron distancias tremendas para llegar a las personas de cualidades de oveja allí y edificar un grupo. En Nyehn, a cuatro horas de distancia por un camino en la maleza, Michael Charuk halló a unos jóvenes realmente interesados. Por algún tiempo visitó a estas personas dos veces a la semana. Esto quería decir partir muy temprano en la mañana para regresar el mismo día, a pie, por supuesto. Estos hombres realmente apreciaron los esfuerzos que se hicieron para ayudarlos. Como resultado de esto, William Bonney, William Morris y James Mally se hicieron proclamadores del Reino.

Para el fin de septiembre había siete publicadores del Reino informando en este territorio esparcido, y en febrero de 1955 se organizó una congregación. ¿Y cómo estaba respondiendo a las buenas nuevas la gente de la zona de Kakata? Bueno, sírvase notar lo siguiente: Después que un misionero había completado un estudio bíblico con un grupo que mostraba interés, le preguntaron cuándo iba a proseguir más allá por la carretera, porque la gente que vivía allá estaba esperando a los testigos de Jehová. La semana siguiente él decidió buscar a algunas de estas personas. En una casa le pidieron que entrara, pero con este regaño cortés: “Nos estábamos preguntando cuándo vendría y estudiaría con nosotros. ¿Por qué nos ha hecho esto y ha esperado tanto tiempo?” En aquel lugar obtuvieron literatura y se celebró el primer estudio bíblico allí mismo. Más adelante, una señora saludó al hermano con las palabras: “¡Al fin ha llegado acá!” Como muestra de aprecio por el mensaje del Reino, la señora les sirvió la comida del mediodía. En el siguiente hogar fue un gozo escuchar a la señora decir: “Usted no es un extraño para mí. Yo sé la clase de obra que usted hace, y le hemos estado esperando.” Toda la familia se reunió para escuchar la consideración de asuntos bíblicos. De hecho, solicitaron que se les visitara con regularidad para que también se les enseñara la Palabra de Jehová.

HARBEL SACUDIDA PODEROSAMENTE POR LA VERDAD

En mayo de 1953, Frank Songor, de la tribu kisi, que ahora era precursor, salió de Monrovia para ocuparse temporalmente en su oficio de plomero en Roberts Field, cerca de la enorme Plantación Firestone, que empleaba a unos 30.000 trabajadores. El domingo siguiente el espíritu de Jehová lo movió a testificar en uno de los campamentos de los obreros. De camino al lugar, se encontró con un hombre de su propia tribu que iba a la iglesia, y le habló acerca del propósito de Jehová y el nuevo sistema de cosas. Allí mismo bajo los árboles de caucho comenzó la congregación de Harbel. Esta persona, Bayo Gbondo, aceptó la verdad y solicitó un estudio. Después del primer estudio, dejó de ir a la iglesia. Después del segundo estudio, despidió a dos de sus tres esposas y legalizó su matrimonio con la restante. Después de eso empezó a predicar la Palabra de Dios con intensidad y celo.

Frank Songor descubrió que había un interés fenomenal en el mensaje del Reino. Cada día, después de las horas de trabajo, iba a los campamentos a testificar y conducía estudios bíblicos. Los que amaban las buenas nuevas quisieron acompañar al hermano Songor mientras éste declaraba las buenas nuevas de lugar en lugar, y pronto hubo hasta diez acompañándolo. La súbita aparición de este grupito hacía que muchos vinieran y escucharan. ¡Cuánto les gustó el mensaje! ¡Y cómo hablaban de él! A los montones de estiércol y los fuegos fueron los yuyus, los amuletos y las “medicinas” en los cuales antes confiaban.

Muchos se sometieron a las elevadas normas de la Biblia cuando entendieron que la poligamia, la fornicación y el adulterio no tenían la aprobación de Dios y serían eliminados por la guerra de Armagedón de Jehová. (Rev. 16:14-16) Aunque las leyes tribuales permitían la poligamia y cerraban los ojos ante la fornicación, la verdad, como agua pura, había limpiado de estas contaminaciones a estas personas semejantes a ovejas y ellas se llenaron de valor y gratitud. No les bastaba con oír la verdad una o dos veces a la semana. Diariamente querían que se les enseñara y, a su vez, hablaban a otras personas acerca de lo que estaban aprendiendo.

Cuando Frank Songor partió de aquel lugar, Bayo Gbondo atendió el interés. Por sí mismos estos estudiantes aprendieron cómo funcionaba la organización de Dios y pusieron en práctica lo que aprendieron. Construyeron bancos de bambú y celebraron las reuniones bajo los árboles de caucho. En menos de seis meses desde el día en que Frank Songor empezó a trabajar allí, dieciocho personas habían satisfecho los requisitos para participar en el servicio del campo y sesenta asistían a las reuniones. Estas reuniones se caracterizaban por el orden y estaban señaladas por el espíritu de paz y gozo que atraía a otras personas, a quienes impresionaba este excelente despliegue del poder que tiene el cristianismo para unir a hombres de diferentes antecedentes tribuales.

El analfabetismo y la inmoralidad eran los dos grandes problemas que había que vencer en Harbel, como en la mayoría de los demás pueblos del interior. Con el tiempo, hasta los analfabetos que al principio se aprendían de memoria los textos bíblicos y los repetían mientras señalaban a las palabras que había en la Biblia en inglés, dominaron presentaciones bíblicas coherentes. El ver a las mujeres nativas analfabetas hacer esto sorprendía a los amos de casa. El fetichismo y las doctrinas religiosas falsas de la cristiandad estaban recibiendo duros golpes. En lugar de ellas se levantaba el nombre y la fama del nombre del Dios verdadero, Jehová. Puesto que la Plantación Firestone atraía obreros de todo el país y éstos, junto con sus parientes, viajaban constantemente de ida y vuelta a sus pueblos nativos, por todas partes del país se hablaba acerca de los testigos de Jehová y sus actividades en la Firestone.

En junio de 1954, con treinta y un publicadores se organizó la congregación de Harbel, y en seis meses habían llegado a ser la congregación más grande del país. Como resultado de la testificación diaria que hacía la mayoría de estos individuos, ¡durante su primer año como congregación tuvieron un promedio individual de 39,9 horas al mes en el servicio del campo!

ASAMBLEA “SOCIEDAD DEL NUEVO MUNDO”

Cinco delegados de Liberia pudieron asistir a la Asamblea “Sociedad del Nuevo Mundo” en el Estadio Yankee, en la ciudad de Nueva York, en 1953. Entre éstos estuvo Bernice Clement, nuestra primera delegada nacida en África. El problema del nuevo infante que ella tenía quedó resuelto cuando ella lo llevó consigo. Esta asamblea ayudó a poner en esta hermana la resolución de ser precursora, y dos años más tarde ese deseo se convirtió en realidad. Pero, ¿cómo se las arreglaría esta hermana que tenía siete hijos y un esposo en el cual no podía depender para el sustento? Ella mantenía a su familia por medio de hornear pan y bizcochos y venderlos; preparaba su harina de noche y se levantaba a las cuatro de la mañana para empezar a hornear y cocinar. Para la una de la tarde lo había hecho todo y estaba lista para participar en esparcir las buenas nuevas.

Los periódicos de Monrovia presentaron largas historias acerca de la asamblea de Nueva York. Las personas que se interesaban en la obra quedaron impresionadas al ver la foto de los delegados liberianos que salió en el Informe de la Asamblea. En nuestra propia asamblea en noviembre, celebrada en el Salón del Reino recientemente dedicado, parte del espíritu de aquella gran asamblea se absorbió cuando se oyeron grabaciones de los discursos. Para el discurso público hubo 115 personas presentes. La asamblea y el Salón del Reino completado dieron nueva prominencia a la organización de Jehová en Liberia.

SINOE OYE LAS BUENAS NUEVAS

Después de regresar de la asamblea de 1953 en la ciudad de Nueva York, Frank y Taretha Faust recibieron una nueva asignación misional en Greenville, en el condado de Sinoe. Para el matrimonio Faust, Greenville fue un campo fructífero. Sin embargo, muchas de las personas que mostraban interés trabajaban por largas horas y no eran personas a quienes les gustara viajar de noche. Además de eso, era muy poco lo que la mayoría de aquellas personas podía leer, si acaso leían. ¿Qué se podría hacer para edificarlas con mayor rapidez?

¿Por qué no estudiar con ellas temprano en la mañana? A los interesados les gustó aquella idea. Por eso, todas las mañanas a las seis en punto unas quince personas venían al hogar misional para estudiar la Biblia antes de seguir su camino hacia el trabajo seglar. Esto sirvió para fortalecer a los interesados y también para mejorar su aptitud en la lectura.

Para junio de 1954 el grupo de doce publicadores de Greenville había sido organizado en una congregación, la cuarta de Liberia. La asistencia al Memorial en 1954 revela el aumento de interés que había habido en este país. Hubo 240 personas presentes, mientras que en 1953 solo habían asistido 118.

De paso, en Greenville, el hogar misional estaba en una casita sobre columnas de roca y con lados de láminas de zinc. A veces los misioneros oían que algo pasaba por las paredes de la casa. ¡Algún tiempo después descubrieron que era una serpiente larga que había estado siguiendo la norma de coexistencia pacífica con ellos bajo el mismo techo!

“LA SOCIEDAD DEL NUEVO MUNDO EN ACCIÓN”

Un instrumento que realmente ayudó a la gente de Liberia a comprender y apreciar la organización de Jehová fue la película de la Sociedad Watch Tower intitulada “La Sociedad del Nuevo Mundo en Acción.” Esta película, que ilustra las actividades que se efectúan en la central mundial de los testigos de Jehová y en otras partes, comenzó a exhibirse en 1954.

En Greenville, 400 personas vinieron a verla un jueves por la noche. “Esto es demasiado bueno para que se exhiba una sola vez,” dijeron muchas personas. El sábado por la noche, mientras el superintendente de circuito estudiaba en privado, hubo un golpe a su puerta. “Tiene que venir y mostrarnos la película. Toda la gente está allí esperando. Hemos hecho arreglos para todo. ¡Venga, por favor!” Al llegar él, halló que más de 500 personas habían llenado el salón. Esta vez apreciaron la película aun más que antes. “Esta gente [que aparecía en la pantalla] no juega; trabaja,” fue una expresión que se repitió muchas veces. Un hombre bien respetado y su familia tomaron en serio la película y comenzaron a asistir a las reuniones. Poco después de esto, el padre de esta familia empezó a publicar el mensaje del Reino.

En otra comunidad, el líder de un grupo religioso le había dicho anteriormente a su gente que quemara los libros de los testigos de Jehová. Después de ver esta película, declaró: “No sabía que la Sociedad del Nuevo Mundo era así.” Después de eso, empezó a mostrar interés en la verdad bíblica. Otra persona interesada quedó tan impresionada que declaró: “Antes de que el año termine tengo que bautizarme y hacerme testigo de Jehová.”

En Harbel una muchedumbre de más de 2.000 personas vio la película en una gran pantalla que permitía ver la película por los dos lados. Muchos expresaron sorpresa ante el trabajo que estaba haciendo la Sociedad del Nuevo Mundo. En los meses que siguieron, la congregación de aquel lugar aumentó rápidamente y ciertamente esta excelente película debe haber contribuido a que eso sucediera.

En la capital, Monrovia, 500 personas vinieron a la primera exhibición de la película, y después de eso los publicadores informaron que en los estudios bíblicos de casa los estudiantes mostraron un señalado aumento de interés. La película se exhibió en muchas comunidades, y dentro de un año casi 6.000 personas la habían visto.

PRIMERAS ASAMBLEAS DE CIRCUITO

Puesto que había congregaciones en Kakata y Harbel, ahora fue posible hacer arreglos para celebrar una asamblea de circuito en Kakata en abril de 1954. Es interesante el hecho de que el 40 por ciento de los 67 publicadores del circuito entero se bautizó en esta asamblea... ¡26 nuevos en total! Para el discurso público hubo una concurrencia de 170 personas. Fue la primera vez, también, que la mayoría de los publicadores del circuito se conocieron. Esta ciertamente fue una asamblea de circuito importante y provechosa, la primera de su clase en Liberia.

¿Qué hay de los proclamadores del Reino en el otro extremo del país, en el cabo Palmas y sus alrededores? A estos 36 publicadores se les invitó a asistir a su primera asamblea de circuito el mismo mes siguiente en Webbo, a unos 72 kilómetros del cabo Palmas. Parte del viaje a Webbo tenía que hacerse en canoa, subiendo por el río Cavalla, y esto resultó más peligroso de lo que se había pensado. Pero los hermanos que pudieron asistir se regocijaron de que 65 personas vinieran a escuchar el discurso público. Esto era digno de nota, puesto que en Webbo no vivían Testigos o siquiera personas que hubiesen mostrado interés en la verdad.

ASAMBLEA “REINO TRIUNFANTE”

El suceso sobresaliente de 1955 fue nuestra Asamblea “Reino Triunfante” en Monrovia, en la cual sirvieron M. G. Henschel, de la oficina de la Sociedad en Brooklyn, y Harry Arnott, de la sucursal de Rodesia del Norte (ahora Zambia). De nuevo se usó el Centennial Memorial Pavilion. Ciertamente fue satisfaciente el que 551 personas asistieran al emocionante discurso público “Conquista del mundo pronto... por el reino de Dios.” Diecinueve personas se bautizaron.

Solo tres años antes el hermano Henschel nos había visitado, junto con el hermano Knorr... en 1952, cuando se estableció la sucursal aquí. En aquel tiempo había 53 publicadores, incluso 11 precursores. ¿Qué resultado había tenido el servicio de éstos durante aquellos tres años? Fue un gozo ver que ahora había 162 personas publicando, entre ellas 18 precursores. En vez de solo dos congregaciones, ahora había cinco. En realidad, la bendición de Jehová había estado sobre nuestra obra.

Entonces se hicieron planes para hacer que la verdad penetrara en zonas no asignadas por medio de nuevas asignaciones misionales, y por medio de usar a los hermanos locales como precursores especiales tan pronto como llenaran los requisitos para esto. También se empezó a trabajar en traducir nuestras publicaciones al idioma bassa.

ADELANTE A GBARNGA

El hermano Watkins y su esposa emprendieron una nueva asignación a principios de 1956. Fueron a Gbarnga, un centro provincial a unos 201 kilómetros de Monrovia. La población nativa de Gbarnga hablaba kpelle, pero una buena cantidad de personas también sabía inglés. Para abril de 1956 había dos nuevos publicadores informando ya servicio del campo en Gbarnga.

En 1955 el gobierno había empezado a mejorar el camino del interior, que estaba en malas condiciones, y a convertirlo en una buena autopista. Esta carretera pasaba a través de Gbarnga y con el tiempo había de conectar con el cabo Palmas, directamente al otro extremo de Liberia. Cuando el trabajo empezó, William David, de Pleebo, fue empleado por la compañía de construcción. Después de las horas laborables, este hermano utilizaba bien su tiempo por medio de predicar a todos sus compañeros de trabajo y a los habitantes de pueblos y aldeas a lo largo de la ruta de la carretera.

Con el tiempo, dos de sus compañeros de trabajo se le unieron, aunque uno había sido un firme opositor. A medida que la carretera fue adelantando hacia el interior, muchas personas recibieron el mensaje del Reino por primera vez. Ciertamente los hermanos que estuvieron entre los constructores de la carretera ayudaron a muchas personas que mostraron interés a ponerse en el camino que lleva a vida eterna.—Mat. 7:13, 14.

Cuando la carretera fue completada hasta Gbarnga, el hermano Watking bajaba a Monrovia más o menos una vez al mes, y visitaba a las personas que habían mostrado interés y que vivían en aquella ruta. Así fue que a lo largo de la carretera principal del país el nombre y el propósito de Jehová Dios les llegaron a ser bien conocidos a muchas personas, hasta el mismo Putu a casi 644 kilómetros de Monrovia, donde la construcción de la carretera se detuvo por algún tiempo.

El hermano Watkins y su esposa hallaron muchos oídos que oían en Gbarnga. Pero para lograr mejor trabajo en cuanto a llegar a las zonas del exterior, el hermano Watkins obtuvo una motocicleta. Pronto se hizo una figura conocida en todos los pueblos y aldeas de alrededor. Uno de los lugares donde se halló excelente interés fue en Sayngbey Town. Un “obispo” había sido el consejero espiritual de estas humildes personas, pero acababa de irse con todo el dinero, y nunca se le vería de nuevo. “Venga y enséñenos, porque nosotros amamos a Dios demasiado.” (Así es como los liberianos dicen “muchísimo.”) Con esas expresiones se les dio una afectuosa bienvenida a los misioneros. Puesto que nadie de la población podía leer, se les pronunciaron discursos cada semana acerca de varios temas y entonces se celebraban repasos. Con el tiempo, una buena cantidad de estas personas aceptó la verdad y empezó a predicar las buenas nuevas.

Cierto día el hermano Watkins le presentó a un joven un folleto que explicaba la esperanza que hay para los muertos. El joven, aceptando de buena gana el folleto, le suplicó al misionero que se sentara y leyera por lo menos la mitad del folleto con él. Se comenzó un estudio bíblico con este joven, que rebosó de gozo a medida que su gran sed de la verdad empezó a ser satisfecha. ¡Le emocionó tanto la información acerca de la presencia de Cristo que de hecho se aprendió de memoria todo el capítulo del libro de texto que tenía que ver con ese tema!

La lógica de la verdad fue tan arrolladora que él decidió estudiar intensamente y dedicarse a la obra de predicar el Reino. Esto, sin embargo, no le agradó a su padre, que estaba pagándole al hijo los gastos de su educación para que llegara a ser alguien prominente y próspero para el beneficio de su familia. Por eso el padre se esforzó por apagar el celo de él por la predicación por medio de privarlo de todo apoyo financiero. La acción del padre solo sirvió para que el hijo se resolviera más que nunca a servir a Jehová.

Después de esto el hijo enfermó gravemente y se debilitó debido a la fiebre. Pero rechazó la intención de su padre de enviarlo a un adivino nativo para que determinara la causa de la enfermedad. El hijo sabía que su enfermedad no había sido causada por ningún antecesor ni por brujería. El padre abandonó al hijo, pero de alguna manera el joven se las arregló para llegar a un hospital en un pueblo distante. Después de unos días el padre envió instrucciones de que le trajeran el cadáver, pues pensaba que para este tiempo su hijo tenía que estar muerto. Sin embargo, cuando el padre supo que el hijo estaba recuperándose sin que hubiera recurrido al demonismo, el anciano reconoció que el Dios a quien su hijo servía tenía poder. Desde aquel tiempo en adelante aquel hombre de edad avanzada empezó a observar la ley de Dios en cuanto a la sangre. Este joven era Joseph Lablah, quien se bautizó en abril de 1957. Al año siguiente entró en el servicio de precursor.

Cierto día en un pueblo pequeño en las afueras de Gbarnga, el hermano Watkins regresó para visitar a un joven a quien le había dejado un folleto. Al escuchar el sonido de la motocicleta del hermano, la esposa del joven huyó a esconderse en la maleza de mandioca, pues pensó: “¿Para qué viene un extraño a visitar a personas como nosotros, excepto para apoderarse de nosotros y usarnos como sacrificio?” En otra ocasión el misionero llegó a pie y llegó a donde estaba la esposa sin que ésta se diera cuenta. El saludo amigable de él hizo que ella no huyera.

Por medio de un intérprete, el hermano Watkins habló de un ‘Gran Jefe’ que había entregado mucha buena tierra de cultivo a unas personas a quienes amaba. Ellas podían quedarse con el terreno mientras respetaran al ‘Jefe’ y sus leyes. En un miserable fracaso, aquellas personas habían desafiado al ‘Jefe’ y habían llenado de dificultades el lugar. Ahora el bondadoso ‘Jefe’ pronto echaría de allí a los causantes de la dificultad y daría su posesión a personas que la apreciaran.

Con esa ilustración esta campesina llegó a entender por primera vez el propósito del Creador. También aprendió que el nombre de él es Jehová. La esperanza de un magnífico futuro para los que agradaran a este gran ‘Jefe’ celestial empezó a alegrarle el corazón.

Pronto esta pareja casada estuvo estudiando la Biblia y asistiendo a las reuniones cristianas, y la mujer fue sintiéndose cada vez más feliz con la verdad. Pero esto no duró, porque el esposo decidió mudarse a otro lugar en busca de “riquezas.” Se interesó en otra mujer, maltrató a su esposa, y le prohibió toda asociación con los testigos de Jehová. Pero ella rehusó, y declaró delante de sus padres y de los ancianos de la aldea: “Lo que Jehová me ha enseñado, ninguno de ustedes me lo ha enseñado en toda mi vida. Por eso no puedo abandonarlo. ¡Ahora tengo una nueva esperanza!”

Los padres de la joven le devolvieron al joven esposo el dinero que él les había dado por ella, y él escribió un papel en el cual le devolvía la libertad: “Esta mujer tiene libertad para casarse con quienquiera. Mi nombre no está sobre ella de nuevo.”

Esta esposa rechazada ahora se apresuró a volver a asociarse con el pueblo de Jehová y en un día inolvidable acompañó al misionero de edad avanzada mismo en la predicación... a aquel de quien solía huir. Pronto ella se bautizó y después de eso se casó con un hermano con el cual, con el tiempo, sirvió de precursora especial. Ella no había podido tener hijos. Ahora, sin embargo, esta cristiana, Gbangu Woah, estaba recibiendo gran satisfacción al dar a luz “hijos” en sentido espiritual.

El hermano Watkins y su esposa se regocijaron mucho por su asignación en Gbarnga. Para abril de 1957, diecisiete publicadores del Reino participaban en el servicio del campo en aquel lugar. A principios del año siguiente se organizó una congregación, la octava de Liberia.

MISIONEROS A BOMI HILLS

Al fin de diciembre de 1955, dos misioneros llegaron inesperadamente desde Gambia. Eran Rene leRoux y Matthew Pienaar, ambos originalmente de la República Sudafricana. Fue un placer para nosotros el que ellos comenzaran la obra en la bien poblada región de minas de hierro de Bomi Hills.

Rene leRoux rápidamente se estableció como amigo de la gente de Liberia. Aprendió a comer y cocinar al estilo liberiano, y muchas veces se sentaba con las personas que se interesaban en la verdad en las cocinas de éstas, y aprendía directamente cómo y por qué hacían las cosas. Se ajustó a sus características y se ganó la confianza de muchas personas de las tribus. Cuando los nativos de Liberia le preguntaban de dónde venía, les decía que había nacido en África. Por lo general esto hacía que ellos saltaran de deleite. ¡Él era Africano, como ellos!

Algunos años después, el hermano leRoux fue nombrado superintendente de circuito para el interior. Cuando llegaba el tiempo de celebrar una asamblea, él y otros hermanos entraban en el bosque y cazaban para la cafetería. Fuera lo que fuera que mataran —mono, puerco espín, ciervo o mapache— eso era lo que se presentaba en el sabroso cocido.

En octubre de 1956 empezaron a informar servicio en el campo los primeros publicadores del Reino de Bomi Hills. Para el marzo siguiente se había formado una congregación allí. Con el tiempo, dos celosas hermanas —Esther Bruel y Jamima Flowers— empezaron a servir de precursoras con esta pequeña congregación. La hermana Bruel murió en 1970, pero la hermana Flowers continúa sirviendo de precursora especial en Bomi Hills.

ASAMBLEA DE DISTRITO EN GREENVILLE

Hasta diciembre de 1956 todas las asambleas nacionales se habían celebrado en Monrovia, la capital. Ahora se hicieron arreglos para la primera asamblea nacional que se celebraría fuera de la ciudad capital. Se celebraría en Greenville, en el condado de Sinoe, bajando por la costa desde Monrovia y en la orilla misma del Atlántico. Puesto que no había carreteras que conectaran a Greenville con la capital, lo que se podía hacer era viajar o por aire, que costaba mucho, o por embarcación pequeña con horarios algo irregulares.

La embarcación que llevó a varias docenas de delegados desde Monrovia era una embarcación de fondo plano para desembarque de tropas que había sido usada en la II Guerra Mundial. Llevaba el nombre de “Junior.” El viaje mismo fue una experiencia inolvidable que duró casi tres días. Muchos de los publicadores nunca habían estado en una embarcación antes y de ningún modo estaban preparados para lo que había de venir. La embarcación se hundía mucho en el agua y parecía moverse muchísimo de un lado a otro. Había muchos barriles metálicos de gasolina abordo, esparciendo su olor, y entonces la lluvia obligó a todos a refugiarse en lugares muy atestados. Casi todo el mundo estaba mareado. (Felizmente, después de la asamblea un barco grande llevó a los delegados de regreso a Monrovia en lo que, comparativamente, fue comodidad.)

Llegamos al lugar de la asamblea precisamente como dos horas antes del comienzo de ésta, todos sin haber dormido, sucios, enfermos y hambrientos. Pero para el fin de las sesiones del primer día todos nos sentíamos bastante bien de nuevo. Debido a estas dificultades en la transportación, solo unos 80 de los 246 proclamadores del Reino del país pudieron asistir a esta excelente asamblea. No obstante, los ciudadanos de Greenville respondieron bien y hubo 190 personas para escuchar el discurso público.

Entre los que asistieron al discurso público estaba el clérigo encargado de la escuela episcopal. Cuando vio a uno de sus maestros, Thomas J. Williams, también presente para oír el discurso, el clérigo prontamente lo despidió al día siguiente. Este maestro que había mostrado interés entró en la verdad de todos modos y se bautizó dos años después.

¡ADELANTE EN KOLAHUN!

En junio de 1956 Bayo Gbondo fue nombrado precursor especial, el primero de Liberia misma. Al principio él continuó edificando la obra en Harbel. Pero en febrero de 1957 él y su esposa, Teetee, partieron hacia su nueva asignación en Kolahun, a casi 483 kilómetros de Monrovia en el rincón del país en el cual convergen las fronteras de Sierra Leona y Guinea. Se les unió Borbor Tamba Seysey, otro hermano de la congregación de Harbel que acababa de ser nombrado precursor especial.

Kolahun era el pueblo grande entre los pueblos gbandi. Pero aquí también había muchas personas de la tribu kisi, entre las cuales se hallaba la mayor parte del interés en la verdad bíblica. Antes del fin del año, otro precursor especial recientemente nombrado, Fallah Neal, también del pueblo kisi, se unió a los otros hermanos que ahora estaban dirigiendo la atención con mayor frecuencia a las aldeas kisi. En diciembre de 1957 se organizó una congregación pequeña en Kolahun. Pero el interés que se encontró en la aldea kisi de Tarma fue tan grande que un precursor emprendió una asignación allí.

Muchas de las aldeas de esta zona se apegaban a leyes y tabúes supersticiosos, como el no mencionar la palabra “leopardo” en la aldea y no transportar agua de ningún otro modo excepto sobre la cabeza. A medida que aumentó el número de los aldeanos que empezaban a aprender la verdad, sin embargo, ya no quisieron someterse a las leyes de los crédulos.

Por ejemplo: En Tarma nadie que llevaba un pilón de la granja podía llevarlo sobre la cabeza; había que ponerlo en el suelo y hacer que rodara sobre éste. Los aldeanos creían que si esta ley se violaba ninguna mujer del pueblo podría tener hijos. Si alguien cocinaba arroz con leña que se hubiera obtenido cerca del arbusto de la sociedad secreta de las mujeres, el vientre del que lo hiciera se hincharía y esa persona moriría.

Sin embargo, un cristiano entra en la aldea con un pilón sobre la cabeza. Pero el mismo día siguiente una mujer da a luz, y la ley se desploma. Los hermanos cortan leña cerca de la zona prohibida y cuecen arroz sobre ella, pero nadie muere. ¡Otra ley que se desmorona!

Después de eso, los vecinos venían al fuego que tenía el precursor especial para obtener carbones para encender sus fuegos. Él le preguntó a una anciana: “¿No teme usted usar estos carbones que vinieron del leño del arbusto de la sociedad de las mujeres?” Ella respondió: “A eso no hay que hacerle caso. . . . ¡Todas esas cosas viejas las hemos dejado atrás!”

Aunque algunos jefes usaron toda oportunidad que se les presentó para causarles dificultad a los siervos de Dios, la gente acudió en grandes números a la organización de Jehová. Por consiguiente, en agosto de 1958 se organizó una congregación en Tarma.

El amor que estos nuevos hermanos le tenían a la verdad se veía sometido a prueba a menudo cuando el mantener uno la lealtad a los principios quería decir la pérdida de ventajas materiales. Cuando el superintendente de circuito visitó la aldea de Lilionee, la gente estaba hablando en voz baja. ¿Había muerto alguien? No. Para los aldeanos, algo peor había sucedido. Un hombre que había sido polígamo y tenía tres esposas acababa de despedir a dos de ellas y les había dado plena libertad. Además, no quería pedir los 300 dólares que había gastado como dote al procurárselas como esposas. ¡Increíble! El aldeano que había hecho esto era David Saa, quien había llegado a ser testigo de Jehová.

David Saa asistía con regularidad a las reuniones cristianas y no descuidaba a su familia, porque los miembros de ésta también iban con él a ellas, hasta el infante más pequeño transportado por su madre en la espalda. Anteriormente él había renunciado del puesto de jefe de la aldea. Como dijo: “Quiero servir al reino de Dios por Cristo Jesús. Sé que uno no puede servir a dos cosas. Como jefe pudiera tener que hacer algo que no estaría en armonía con el reino de Dios. Eso pudiera resultar en que perdiera el favor de Dios. Mejor me es tener la aprobación de Dios, aunque signifique ser solo un trabajador común.”

Este único hermano rehusó unirse al resto de los aldeanos en hacer el sacrificio de ellos delante de la montaña, en súplica y honor a sus antecesores muertos. Entonces vino la temporada agrícola. Toda la gente empezó a poner en sus granjas de arroz la olla de medicina que solían poner allí, pensando que esto aseguraría que el campo fuera protegido y el resultado sería una cosecha abundante. De nuevo nuestro hermano rehusó hacer aquello. Todo el mundo dijo que él estaba loco. ¿Quién lo protegería? No tendría ningún arroz. Pero la respuesta de él fue: “Si Jehová quiere bendecirme con mucho arroz, entonces lo hará, pero, si no, pueden estar seguros de que yo no puedo ofrecer sacrificio a un dios extraño ni depender de él.”

Pasaron meses y las granjas de arroz llegaron a estar listas para la cosecha. ¿Y de quién fue la granja que produjo la mejor cosecha en el distrito? Pues, ¡la granja de nuestro hermano, David Saa! ¡Alabado sea Jehová! Los aldeanos quedaron pasmados de asombro. La gente venía desde las otras comunidades para verlo con sus propios ojos. “De veras, Jehová puede bendecirte,” decían. “¿Quieres decir que tú nunca ofreciste un sacrificio, nunca pusiste una olla de medicina en la granja, y no te vino ningún mal? ¡Y mira el arroz que tienes! Nosotros hicimos todas estas cosas y sin embargo, ¿qué nos ha venido que sea mejor?”

La actitud de la gente cambió. Ya no mostraron hostilidad. Sí, hasta el hermano más joven del hermano Saa, que antes se oponía, buscó a un Testigo en la aldea siguiente y le suplicó que le enseñara acerca de Jehová. Todos los aldeanos mismos mostraron un respeto profundo a la enseñanza de la Palabra de Dios.

PROGRESO EN LA REGIÓN KISI

Julio de 1958 fue un tiempo feliz para Bayo Gbondo y Fallah Neal. Dejaron temporáneamente sus asignaciones de precursores especiales para asistir a la Asamblea Internacional “Voluntad Divina” que se celebró en la ciudad de Nueva York. Después de eso, asistieron a la clase treinta y dos de la Escuela de Galaad.

Al regresar de Galaad en 1959, Gbondo y Neal fueron asignados a la región kisi, donde se les necesitaba. El hermano Neal fue enviado a una nueva región, Limbaba. Para mediados de 1960 se organizó una congregación allí también.

En octubre de 1960 se celebró una asamblea de circuito para las congregaciones de la zona kisi-gbandi. Después de poco más de tres años de la actividad de predicar, hubo 55 publicadores y 10 precursores. Pero la indicación del gran número de personas interesadas que había se vio en el hecho de que 291 personas asistieron al discurso público. Veintidós personas se bautizaron en aquella asamblea.

Durante este período los hermanos de Tarma estaban haciendo arreglos para construir su propio Salón del Reino. Las autoridades tribuales se esforzaron por detener o estorbar la construcción, pero inútilmente. Por un año un hermano cortó árboles y aserró tablas, mientras que los demás del grupo plantaban, atendían y cosechaban el arroz de él. Las tablas fueron llevadas entonces por largas distancias a la carretera de los vehículos de motor para venderlas. Con el dinero, los hermanos compraron cemento y zinc en planchas corrugadas y llevaron estas cosas sobre la cabeza por horas hasta el lugar donde estaban construyendo. Un grupo de voluntarios colocó el fundamento, y entonces el grupo entero de unos cincuenta hermanos empezó a construir con verdadero celo. En tan solo unos cuatro días completaron el edificio. Los observadores exclamaron sorprendidos: “¡La palabra de los testigos de Jehová es fuerte!”

COMBATIENDO EL ANALFABETISMO

El analfabetismo era un tremendo problema entre los pueblos kisi y gbandi. Aldeas enteras estaban sin lectores. Pero había buen interés en las buenas nuevas en todas partes. En cierto caso una aldea de 50 personas suplicó que alguien viniera y le enseñara, pero no había nadie capacitado para aquello. Los pocos hermanos que podían leer ya estaban completamente ocupados. Era muy aconsejable que los hermanos kisi y gbandi aprendieran a leer su propio idioma. El Evangelio de Juan estaba disponible en gbandi. Pero parecía que, por lo menos en Liberia, no había porciones de las Escrituras disponibles en kisi. Más tarde, se aprendió que gran parte de la Biblia había sido publicada en el kisi que se usaba en Guinea, que difería algo del que se empleaba en Liberia.

Con la ayuda de Rene leRoux, quien servía entonces como superintendente de circuito, los hermanos inventaron sus propios textos de primera enseñanza de kisi y gbandi. El texto de primera enseñanza kisi era excelente, con buenas ilustraciones, y fue impreso para nosotros por el Departamento de Información y Asuntos Culturales, en Monrovia. El texto de primera enseñanza gbandi fue mimeografiado en la sucursal de la Sociedad Watch Tower. Después de recibir estas ayudas, celosamente los hermanos se pusieron a aprender a leer. ¡Para agosto de 1962, 47 hermanos kisi y gbandi habían aprendido a leer y escribir en sus propios idiomas! Los kisi esperaban recibir un tratado y el folleto “Estas buenas nuevas del reino” en kisi para usarlos en el servicio del campo. Los escritos para estas publicaciones habían sido enviados a la central de Brooklyn de la Sociedad para ser impresos.

LA CUESTIÓN DE LA BANDERA EN KAKATA

En 1957, después que la congregación de Kakata había estado funcionando por unos dos años, surgió una verdadera prueba para la integridad de los hermanos. Cierta mañana, en una escuela pública, el principal preguntó: “¿Cuántos estudiantes hay aquí que son testigos de Jehová y no quieren saludar la bandera?” Ocho estudiantes dieron un paso adelante. El principal y los maestros estaban furiosos. Trataron de persuadir al magistrado para que entregara a los muchachos al elemento militar para que éstos los desnudaran y les dieran veinticinco azotes, y entonces los obligaran a saludar la bandera. El magistrado rehusó hacer esto, diciendo: “No hay ley en el país que me autorice a hacer eso, a menos que ustedes puedan probar que el motivo de ellos es malo y contra el gobierno. Pero si es puramente religioso, entonces la Constitución les permite a todos libertad de cultos.”

Las autoridades escolares entonces se apresuraron a expulsar a los hermanos. Parientes y amigos, y casi la comunidad entera, se puso contra los hermanos, diciendo: “Ustedes son tontos al negarse una educación. ¿Qué les va a suceder? No podrán conseguir trabajo. No serán nadie en este país.” La mayoría de los que fueron expulsados aprovecharon la situación para servir de precursores. Más tarde, tres de ellos —John Roberts, Samuel Brown y Charles David— se hicieron precursores especiales.

ASAMBLEA “SABIDURÍA DADORA DE VIDA”

Esta asamblea nacional de 1957 se celebró en Harper, cabo Palmas, del 18 al 22 de diciembre. Fue la primera asamblea de su clase en el cabo, y unos 90 hermanos de los 291 del país pudieron asistir. De manera parecida a lo que sucedió con relación a la asamblea del año anterior en Greenville, los que vinieron de Monrovia necesitaron transportación por barco. Sin embargo, esta vez un gran barco de carga alemán los llevó sobre la cubierta en un rápido viaje de una noche. Los delegados entonaron cánticos, tuvieron su estudio de La Atalaya sobre la cubierta y llegaron a la ciudad de la asamblea a buena hora.

El edificio de Administración, completamente nuevo, con su excelente vista de las playas bordeadas de palmas del cabo, suministró un maravilloso marco en el cual escuchar la “sabiduría dadora de vida” de Jehová Dios. Ocho personas se bautizaron. Hubo 166 personas presentes para el discurso público y después de eso más personas llegaron para ver la más reciente película de la Sociedad, de modo que la concurrencia subió a 228.

Pero, ¿cómo volverían a Monrovia los delegados? Todo dependía de si un barco subía por la costa al tiempo precisamente conveniente, y de si efectivamente tomaba pasajeros para transportarlos sobre la cubierta. Los hermanos no se preocuparon por esto durante la asamblea, pues se contentaron con dejarlo en las manos de Jehová. Esto sí requería fe, porque no era raro el que la gente se quedara esperando un barco por semanas en el cabo Palmas.

Poco antes del comienzo del discurso público, se observó la vaga figura de un barco que subía por la costa. Para cuando las sesiones habían terminado se habían hecho arreglos con los agentes de embarque. El lunes los delegados subieron a la embarcación oceánica por una guindola y una escalera de soga. Para el anochecer del martes todos estaban de regreso en Monrovia. ¡Esto se consideró poco menos que un milagro! Particularmente los ciudadanos del cabo se impresionaron de que Jehová ciertamente hubiera obrado a favor de su pueblo.

“¿QUIÉN VA A ENTERRARLOS?”

Aparentemente muchas personas pertenecían a las iglesias sectarias por solamente la razón de que se les garantizara un buen entierro eclesiástico. Por supuesto, si no pagaban sus cuotas, la campana de la iglesia no tocaba por ellos y no tenían un entierro eclesiástico. A menudo las familias se veían en dificultades con relación a pagos atrasados a las iglesias por un pariente que hubiera muerto. Las iglesias usaban esta costumbre para desanimar a sus miembros de asociarse con nosotros; les decían: “¡Si ustedes se hacen testigos de Jehová nadie los enterrará!”

Por varios años no hubo muertes entre nuestros hermanos ni asociados. Esta circunstancia, además de que predicábamos que nadie moriría en el nuevo sistema de cosas, hizo que la gente preguntara: “¿Es verdad que los testigos de Jehová no mueren?” La gente vacilaba en cuanto a asociarse con nosotros, pues pensaba que la organización no tenía arreglos para encargarse de sus muertos. Cuando algunos hermanos sí murieron, muchas personas de afuera se sorprendieron al ver que se llevaba un ataúd al Salón del Reino para un servicio funeral corriente. En vez de seguir la costumbre general de alquilar una banda para que tocara música triste al frente de la procesión fúnebre, todos los hermanos seguían al ataúd ordenadamente, cantando cánticos del Reino mientras iban por una avenida principal hacia el cementerio. Esto les aseguró a muchos que nosotros sí enterrábamos a nuestra gente, y sin exigir pagos de iglesia.

Muchos se han perturbado porque los testigos de Jehová no velan un cadáver, cantando himnos religiosos y bebiendo hasta la mañana del nuevo día. Por lo general los clérigos dan comienzo a estas ocasiones, y se espera que las familias suministre bebidas y refrescos, sin importar lo pobres que sean. Si hay mucho licor, se presenta mucha gente, pero si hay poca bebida, hay quejas fuertes: “¡Qué velorio más flojo fue ése!” En estos asuntos la borrachera es muy común, y esto lleva a inmoralidad, disputas agrias, peleas y hasta asesinato.

Cuando un Testigo muere, por lo general se produce una agitada controversia en cuanto a tener un velorio si el resto de la familia no está en la verdad, a pesar de los deseos que haya expresado el difunto de que no se celebren velorios. Cuando la joven esposa de un hermano celoso murió hace unos años, él se opuso vigorosamente a los esfuerzos resueltos de unos parientes por tener un velorio. Su firme pensar los impresionó tanto que cuando él mismo murió ellos concordaron voluntariamente en no celebrarle un velorio. Esto en sí mismo fue un excelente tributo de respeto genuino a él.

SOSTENIENDO EL MATRIMONIO PIADOSO

A medida que la obra empezó a extenderse, se hizo necesario exigir documentación que indicara lo legítimo de las relaciones matrimoniales. Especialmente había descuido de esto en el caso de las uniones que se habían efectuado bajo la ley de derecho consuetudinario nativa. Debido a que los padres a menudo exigían dotes exorbitantes por sus hijas, el gobierno había determinado que la cantidad de la dote no debería pasar de 40 dólares en ningún caso. Además, la ley estipulaba que la autoridad nativa apropiada expidiera un certificado al momento de registrarse el matrimonio.

En la práctica, sin embargo, la mayoría de las autoridades nativas no registraban los matrimonios ni expedían certificados. Al esposo y a la familia de la muchacha se les dejaba el satisfacer la cuestión de la dote y el convenir en la unión. Muchos en realidad vivían en un arreglo de “matrimonio de prueba,” en el cual el hombre daba una cantidad pequeña de dinero —quizás cinco dólares— a los padres por el privilegio de vivir con una hija hasta cuando se pagara una dote completa y ella fuera entregada formalmente al hombre. En algunos casos, las familias no querían que se les pagara la cantidad completa de la dote, pues pensaban si alguna vez surgía una emergencia que exigiera fondos inmediatos les sería posible exigir de súbito la dote. En otros casos, hombres pobres iban pagando la dote poco a poco a través de muchos años.

A los hermanos se les avisó que completaran el pago de las dotes inmediatamente y obtuvieran certificados de matrimonio. En los casos en que una autoridad nativa no expedía estos certificados, el hermano y su esposa archivaban un formulario de Declaración de Matrimonio hasta que se pudiera obtener el certificado. En los últimos años, el Departamento de Asuntos Interiores descubrió que le era ventajoso el facilitar el que se expidieran certificados para todos los matrimonios por dote. A estos certificados se les llamaba certificados de la “esposa principal.” Si un hombre alegaba que otro hombre había violado a su esposa principal, o se la había quitado, la pena por la culpa era de 100 dólares. Sin embargo, el acusador tenía que producir un certificado de “esposa principal” que probara que ella en realidad era su esposa principal y no simplemente una esposa secundaria.

El pueblo de Jehová se ganó tal reputación como campeones de la documentación del matrimonio en el Departamento de Asuntos Interiores, en Monrovia, que se mantiene un libro especial de registro solo para los testigos de Jehová. Si un hermano de cualquier parte del país no puede obtener un certificado, lo único que tiene que hacer es enviar evidencia de que se aceptó el pago de la dote y le expiden un certificado.

Muchas veces se descubría que personas interesadas en la verdad que deseaban predicar las buenas nuevas vivían sin haberse casado. Por eso, empezaron a celebrarse muchas bodas. En 1957 nuestros puntos de vista en cuanto al matrimonio fueron asunto de conversación en Harbel, porque en una sola tarde el superintendente de distrito escuchó los juramentos de matrimonio de siete parejas, y un periódico de Monrovia publicó un artículo acerca de aquello. Muchas personas vinieron para observarlo. De hecho, ¡242 personas presenciaron las ceremonias!

¡ADELANTE, Y CRECIENDO!

En enero de 1958 hubo por primera vez 300 publicadores informando por toda Liberia. En Kolahun, después que Bayo Gbondo había visitado varias veces un pueblo distante, los que mostraron interés en la verdad allí decidieron que, para verdaderamente ser testigos de Jehová, tendrían también que declarar las buenas nuevas. Por eso, salieron por sí solos y le testificaron a la gente de todo aquel sector. ¡Más tarde, un comité viajó al Salón del Reino a unos kilómetros de distancia y entregó en manos de los asombrados hermanos una lista de veinte personas que habían pasado 186 horas hablando a la gente acerca del nuevo orden de Dios!

ASAMBLEAS “VOLUNTAD DIVINA”

Un punto prominente del año 1958 fue que hermanos de Liberia tuvieron la oportunidad de asistir a la Asamblea Internacional “Voluntad Divina” que se celebró en la ciudad de Nueva York. Allá en 1953 un total de cinco delegados había ido a la Asamblea “Sociedad del Nuevo Mundo” que se había celebrado allí. ¿Cuántos podrían ir esta vez? ¡Veintidós! Una foto grande de la delegación apareció en el periódico principal de Monrovia. Más tarde, nueve diferentes artículos acerca de esta gran asamblea se publicaron en los periódicos aquí, y la gente detenía a los delegados en la calle después que éstos regresaron, pues querían que se les hablara acerca de este maravilloso acontecimiento.

También se generó gran entusiasmo por la Asamblea “Voluntad Divina” que se celebraría en la misma Liberia, desde el 28 de febrero hasta el 3 de marzo de 1959. Durante la última semana de febrero, grupo tras grupo empezó a llegar a Monrovia. Algunos de los delegados procedentes del interior quedaron sorprendidos al ver una ciudad moderna por primera vez, para no mencionar el hecho de que llegaron a conocer a tantos amigables hermanos y hermanas. Un grupo de trece publicadores caminó desde el cabo Palmas un viaje de casi 322 kilómetros en nueve días, durante el cual colocaron en manos de la gente toda su literatura bíblica y pronunciaron quince discursos públicos a un auditorio que en total fue de 450 personas.

Apenas había empezado la asamblea en la tarde del sábado, cuando un funcionario del Departamento de Estado se acercó y declaró que una agencia de las Naciones Unidas tenía permiso del presidente para usar el edificio hasta el martes, el último día de nuestra asamblea. La mañana siguiente el presidente Tubman confirmó esta decisión. Por eso, tendríamos que mudar la asamblea a un estadio de fútbol.

La sesión del domingo por la mañana la celebramos en un Salón del Reino que resultó demasiado pequeño, hasta que pudimos completar todos los arreglos para ocupar el Estadio Antoinette Tubman. Finalmente, para mitad de la tarde aquel lugar fue abierto y con gran gozo la asamblea ‘se apresuró’ a ocupar el nuevo local, casi en los talones del departamento de limpieza de la asamblea, que, con el uso diligente de cepillos y escobas, rápidamente había limpiado la sección de los asientos. El que no hubiera suficientes sillas no molestó a los hermanos, que extendieron pañuelos, esterillas y telas sobre los escalones de cemento. La extraordinaria atención que el auditorio prestó durante todo el programa de cinco horas pareció una manifestación de su agradecimiento por tener un lugar donde celebrar la asamblea.

Al caer la noche aquel lunes, todos los fusibles del estadio se fundieron excepto el que controlaba el altavoz y el amplificador. El superintendente de la sucursal estaba pronunciando un discurso en aquel momento y súbitamente se halló bajo ataque por aparentemente cuanto hediondo insecto había en el estadio. Los atraía la única luz que había en el lugar, la que estaba sobre el atril del orador. Su discurso se llenó de ademanes espontáneos, que servían tanto para dar énfasis a lo que decía como de defensa contra los molestosos insectos. El hermano Knorr, que visitaba desde el Betel de Brooklyn, era el siguiente orador, y, al observar lo que estaba sucediendo, se puso encima una buena cantidad de líquido repelente para los insectos y entonces prudentemente movió el atril del orador y el micrófono hacia la oscuridad, donde solo brillara suficiente luz sobre sus papeles. De esta manera evitaba mucho del ataque de los insectos. Para cuando su discurso terminó el alumbrado había sido arreglado y el auditorio pudo ver cómo salir de las graderías.

Para el martes por la noche habíamos regresado a nuestro lugar original de asamblea, el Centennial Memorial Pavilion. Allí el hermano Knorr pronunció el discurso “Una Tierra paradisíaca por medio del reino de Dios” a un auditorio de 518 personas. Dio énfasis a que era necesario que más de los hermanos aprendieran a leer y escribir. El nuevo libro De paraíso perdido a paraíso recobrado fue un excelente incentivo para que muchos leyeran todas las palabras, y no solo aprendieran el significado de todas las ilustraciones.

Unas 69 personas, una marca hasta entonces, se bautizaron en esta asamblea. Además, esta reunión estimuló tanto a los Testigos liberianos que, para el fin del año de servicio de 1959, había 415 publicadores informando servicio... ¡el sexto número máximo consecutivo y un aumento de 42 por ciento sobre el promedio del año anterior!

APRENDIENDO A LEER

Después de la asamblea, se dio más énfasis que nunca al asunto de aprender a leer y escribir. Se organizaron clases en las congregaciones, y se obtuvieron libros de texto por medio de la oficina del gobierno para la alfabetización de los adultos. Aunque para algunos de los individuos de más edad el aprender era difícil, cifras bastante completas indican que para el período de cinco años que terminó en 1962 un total de 109 personas habían aprendido a leer y escribir en las clases de alfabetización de las congregaciones. Innecesario es decir que esto contribuyó mucho a la eficacia en la obra de predicar el Reino.

Un informe de un superintendente de circuito en 1959 indica que había mayor interés en la lectura. “Cuando estuve aquí hace cuatro meses conocí a la pequeña Mary, de unos siete años de edad,” escribió él. “No pude hablarle entonces porque ella no entendía inglés. Pero ahora es publicadora, ofrece unas presentaciones bíblicas y coloca literatura también. Pero lo mejor de todo es que lee. ¡Fue una sorpresa agradable el verla sacar la hoja suelta y leer, no solo el título que tenía enfrente, sino también la información que había detrás!”

EN TRES AÑOS, DOBLE CANTIDAD DE PUBLICADORES

¡Para agosto de 1961 la cifra de publicadores en Liberia había llegado a la sorprendente cantidad de 620 publicadores! Exactamente tres años antes, en 1958, 301 publicadores habían informado servicio del campo. Mientras la concurrencia al Memorial para 1958 fue de 510, saltó a 1.396 dos años después, y en 1961 concurrió la sorprendente cantidad de 1.710 personas.

Para 1960 el país había sido dividido en tres circuitos, y se celebraban asambleas en muchos lugares para que los publicadores pudieran asistir sin tener que viajar largas distancias. La gente notaba que estas asambleas no solo eran intertribuales, sino interraciales. Un superintendente de circuito blanco escribió: “Cierta noche un hombre del movimiento pentecostés vino a mí y me dijo: ‘Lo que he visto aquí nunca antes lo he visto... un blanco que se aloja en la casa de un hombre de tez oscura, y se asocia con él y come con él. Nosotros tenemos nuestros misioneros. Ellos vienen a predicarnos, pero nunca vienen a nuestras casas a comer, asociarse con nosotros y dormir. Nosotros a veces tratamos de criticarlos a ustedes, pero hay una cosa que no podemos negar... ustedes se aman unos a otros, ¡y ése es en realidad el camino de la verdad!’”

Durante el espacio de tres años desde 1958 hasta el fin de 1961, el número de publicadores había aumentado al doble. Lo mismo había sucedido en cuanto a la cantidad de congregaciones, que aumentaron de nueve a dieciocho. Además, había veinte o más grupos aislados. Para fines de 1962 había doce graduados de la Escuela de Galaad sirviendo en Liberia, cuatro de los cuales habían nacido en este país.

AUMENTA LA OPOSICIÓN

Particularmente en las zonas de habla kisi en los alrededores de Kolahun los jefes tribuales vieron la celosa actividad de los testigos de Jehová como una amenaza a su poder y autoridad. Ya los hermanos y las personas que mostraban interés en la verdad no observaban las leyes tribuales de la “medicina,” ni pagaban dinero para los sacrificios de comunidad a los antepasados. El que por razones de conciencia los hermanos no cumplieran con estas cosas hizo que fueran arrestados y que fueran castigados injustamente, lo que llevó a apelaciones a los jefes principales y a los administradores encumbrados del distrito que refirieron algunos de estos asuntos al secretario de lo Interior en Monrovia.

Francamente, hasta cierto grado los hermanos mismos hicieron que la tensión aumentara por a veces, innecesariamente, hacer de las costumbres locales un problema más grande del que eran. Algunos nuevos equivocadamente rehusaban efectuar labor de comunidad. Además, algunos no respondían siempre a las autoridades con el debido respeto y mansedumbre.—Tito 3:1, 2.

En la zona de Limbaba, los hermanos empezaron a construir sus casas unas cerca de otras, como para tener su propia comunidad separada. Esto podía librarlos de leyes aldeanas que les causaban dificultad, pero también podía verse como un movimiento hacia la autonomía. Por consiguiente, al superintendente de circuito Rene leRoux se le hizo necesario tener largas conversaciones con los funcionarios de aquella zona para reducir las tensiones y aclarar los asuntos en cuanto a nuestras intenciones.

¿“ENSEÑANZAS SEDICIOSAS”?

A mediados de enero de 1963 el Senado de Liberia aprobó un proyecto de ley que enmendaba la ley respecto a las observancias patrióticas dentro de la República. La ley estipulaba que la bandera había de ser honrada diariamente y especificaba que se cantara el himno nacional y canciones similares. Las violaciones a esto serían severamente castigadas.

Casi simultáneamente el periódico del gobierno, The Liberian Age, en su número del 18 de enero de 1963, salió con estos encabezamientos de primera página en tipo grueso: “Gobierno suprimirá enseñanzas sediciosas.” El artículo impropiamente acusaba a los testigos de Jehová de enseñar deslealtad al Estado por medio de no jurar fidelidad a la bandera y por medio de hacer que los miembros no cantaran el himno nacional. Entre otros puntos, el artículo declaraba lo siguiente:

“Recientemente, según el procurador general, en una sección del interior se estaba desarrollando una situación que se debía a las enseñanzas y la influencia de estas extrañas doctrinas [pero] el gobierno detuvo aquello antes de que adquiriera auge.

“Para asegurar que esto no ocurra de nuevo se han dado pasos con ese fin. El presidente ha aprobado un Acta que hace que sea una ofensa sediciosa el que cualquier persona u organización, ‘bajo el disfraz de creencias religiosas o de otra índole,’ promulgue, enseñe o por influencia en los ciudadanos o extranjeros produzca falta de respeto a la Bandera Nacional o al Himno Nacional o, además, intente inculcar en cualquier persona o grupo de personas desatención a la autoridad del Gobierno y las leyes del país.”

Entonces se citaban las palabras de un funcionario del Departamento de Justicia que decían que, de no desistir, la organización que enseñaba estas cosas sería proscrita.

En aquel mismo día, un representante de este periódico solicitó de nosotros una respuesta en cuanto a estas acusaciones. Por consiguiente, el hermano G. Henry Ricketts, un bien conocido y muy respetado ciudadano de Liberia que originalmente había venido de Jamaica, envió una carta. Esta respuesta señaló claramente nuestro punto de vista de que la ceremonia de la bandera es un acto religioso (puesto que a la bandera misma se le considera sagrada), y así constituye una forma de adoración. Al defender nuestra posición de dar a “César” lo que pertenece a él, pero a Dios toda nuestra adoración, se hicieron muchas citas de varias fuentes, incluso opiniones del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América.—Luc. 20:25.

En la mañana en que esta respuesta se publicó en The Liberian Age, el superintendente de sucursal partía para la ciudad de Nueva York para asistir a la clase número treinta y ocho de la Escuela de Galaad, y su auxiliar, John Charuk, fue dejado a cargo de la sucursal. Mientras tanto, se había hecho una cita para ver al presidente después que el procurador general había rehusado recibir a una delegación de nuestros hermanos.

Cuatro días después de haberse publicado la carta del hermano Ricketts, el Departamento de Justicia anunció que a él se le arrestaría bajo acusaciones que tenían que ver con “enseñanzas e influencia sediciosas” bajo la apariencia de creencias religiosas. Además se alegó que Ricketts había presentado desafío a la autoridad del Estado al declarar que “los testigos de Jehová simplemente reclaman para sí el derecho de negarse a saludar la bandera de toda nación, sea cual sea.” Un artículo de fondo acerca de este asunto en The Liberian Age estaba intitulado “Doctrina peligrosa.”

Los esfuerzos que se hicieron por ver al presidente Tubman y al procurador general fueron inútiles. Pudiera mencionarse que durante este tiempo el ambiente dentro del país era tenso. Había un rumor de que existía un complot para asesinar al presidente. A principios de enero el país se sacudió al oír que el presidente de Togo, Sylvanus Olympio, había sido asesinado precisamente antes de una visita oficial que éste pensaba hacerle a Liberia. Por toda Monrovia había fotografías de él, y se habían hecho muchas preparaciones para la visita que nunca se realizó.

Además, un alto oficial del ejército fue encarcelado y el secretario de la defensa de Liberia fue despedido. Se informaba que en las más prominentes instituciones de enseñanza de la nación, la Universidad de Liberia y el Colegio de Cuttington, se estaban sembrando semillas del comunismo. En una transmisión por la radio a la nación, el presidente Tubman anunció que si no se arrancaban de raíz inmediatamente aquellas enseñanzas, él haría que estas instituciones fueran cerradas. Estas sospechas de un proyecto general para derribar al gobierno no estimulaban el espíritu de toleración para con los testigos de Jehová y sus alegadas “enseñanzas sediciosas.”

GOLPEADURAS EN KOLAHUN

En Kolahun, a mediados de febrero de 1963, el presidente Tubman reunió un Consejo Ejecutivo en el cual los jefes presentaron sus quejas acerca de los testigos de Jehová, y hasta fueron al extremo de acusar al precursor especial Bayo Gbondo de tratar de establecer su propio gobierno y régimen. Tarde en el segundo día, el presidente pidió que todos los Testigos vinieran. Unos cuarenta hermanos se presentaron, pensando que el presidente Tubman iba a considerar el asunto de dar una compensación a Gbondo por dos casas que le habían sido quitadas.

En la reunión, a Bayo Gbondo se le preguntó: “¿Es verdad que ustedes los testigos de Jehová tienen su propio gobierno y leyes?” A esto él respondió: “No, no es verdad. Los testigos de Jehová apoyan el reino de Dios, por el cual Cristo enseñó a sus seguidores a orar, mientras que al mismo tiempo reconocen el gobierno existente del país. Como cristianos, obedecemos y vivimos según las leyes y principios de la Biblia. Sin embargo, también obedecemos y respetamos las leyes del gobierno.”

No obstante, ahora a los Testigos se les ordenó que salieran y saludaran la bandera. Fue un momento de tensión. Allí se encontraban muchos funcionarios gubernamentales, miembros del sistema judicial, jefes tribuales de todas partes del país, el clero, el ejército y varios diplomáticos extranjeros. Delante de este distinguido auditorio la gran mayoría de los hermanos rehusó saludar. Como resultado de esto, los soldados, armados de cachiporras de goma, los atacaron. Después de eso, los hermanos fueron sacados de nuevo para que saludaran, y los soldados se pusieron a su lado para levantarles los brazos. Ciertamente esto no podía considerarse un saludo voluntario.

Entonces algunos jefes aseguraron: “Bayo es el que está causando toda la dificultad.” Por lo tanto, se ordenó que a Bayo Gbondo le dieran cinco años en Belle Yelle, un notorio campamento de prisioneros, la “Siberia” de Liberia. Pero Gbondo había sido golpeado tan malamente que no podía caminar.

Más tarde, Bayo Gbondo y otros fueron puestos en libertad. Sin embargo, antes de que eso sucediera hubo otra ceremonia con la bandera. Lo que sucedió entonces no se llegó a conocer sino más tarde, pero en aquel tiempo se supuso que los hermanos no habían saludado aunque se les había golpeado severamente. Más tarde veremos lo que en realidad sucedió.

El hermano Charuk le envió al presidente un radiograma agradeciéndole el que los hermanos hubieran sido puestos en libertad. En una respuesta se declaró que se les había puesto en libertad solo porque habían saludado y prometido obedecer las leyes del país en el futuro. ¿Se refería el presidente a un saludo forzado, o habían saludado en realidad los hermanos? Más se aprendería de eso cuando celebráramos una asamblea de distrito en Gbarnga.

ARRESTO Y DEPORTACIÓN

El incidente de Kolahun hizo que surgieran otros. En Lower Buchanan, el superintendente del condado llamó al hermano Lichfield Remmie a una conferencia. En ésta se le notificó que hiciera cesar todo el funcionamiento de la obra. Tanto él como el superintendente de sucursal interino fueron al procurador general para hablarle acerca del asunto, pero éste rehusó verlos sin siquiera escuchar lo que querían decir. Por eso el hermano Remmie regresó a Lower Buchanan, donde el presidente Tubman había de asistir a una conferencia metodista. Allí el hermano Remmie pudo hablar por largo tiempo con el presidente acerca de nuestros puntos de vista en cuanto a la bandera. Sin embargo, el resultado fue que se ordenó que él fuera arrestado y deportado, pues el hermano Remmie era de Sierra Leona.

Unos soldados golpearon al hermano Remmie y lo mantuvieron sin alimento por más de tres días. Cuando lo llevaron a Monrovia, lo arrojaron en un calabozo cuyo piso estaba cubierto de excremento humano. Una instancia al embajador de Sierra Leona trajo la intervención de éste, especialmente cuando éste se enteró de que el hermano Remmie era primo del primer ministro de aquel país. Después de una semana de tratamientos inhumano, el hermano fue llevado a un hospital y su deportación se demoró.

LA ASAMBLEA DE GBARNGA

Después del arresto del hermano Ricketts hacia fines de enero, al Departamento de Justicia se le preguntó si había alguna objeción a que se celebrara una conferencia religiosa que los testigos de Jehová se proponían celebrar en Gbarnga del 8 al 10 de marzo de 1963. El Departamento de Justicia dijo que no había objeción. Por eso, los planes para celebrar la reunión siguieron adelante. Gbarnga estaba ubicada centralmente en el interior del país.

A principios de la semana de la asamblea llegó M. G. Henschel. Él y el hermano Charuk pasaron mucho tiempo en la embajada estadounidense tratando de hacer arreglos para entrevistarse con el presidente Tubman para explicarle nuestra posición. Finalmente, se recibieron informes de que la entrevista podría celebrarse el lunes 11 de marzo por la mañana, a las diez en punto. Por eso, los dos hermanos siguieron hacia Gbarnga, donde bondadosamente se les dio alojamiento en el hogar del comisionado del distrito, Samuel B. Cooper. Este funcionario había sido amigable y cooperador, aparentemente sin haberse dejado influir por los acontecimientos de Kolahun.

Los hermanos trabajaron afanosamente en los preparativos para la asamblea, pues abrieron un gran claro al fin de la calle Progressive. Levantaron casetas, porque las sesiones se celebrarían en inglés, kpelle, kisi y bassa. El sábado por la noche el hermano Henschel pronunció un discurso oportuno acerca de la sujeción a las “autoridades superiores.” (Rom. 13:1) El hermano Ricketts llegó el domingo por la mañana, pues lo habían puesto en libertad el día antes. Los hermanos se regocijaron. Poco se imaginaban que esto era parte de un plan para juntar a todos los Testigos y envolverlos en una prueba con relación a la bandera.

Para el domingo hubo unas 400 personas presentes, incluso muchas personas de Gbarnga que se interesaban en la verdad. El texto del día que se consideró aquella mañana fue el de Santiago 5:10, que dice: “Hermanos, tomen por modelo de sufrir el mal y de ejercer paciencia a los profetas, que hablaron en el nombre de Jehová.” ¡Qué apropiado resultó ser aquel texto!

Aproximadamente a las 10:30 de la mañana, mientras los cristianos reunidos escuchaban el discurso “Manteniendo la fe y una buena conciencia,” el teniente Warner, del puesto militar local, se presentó en el lugar de la asamblea con una carta del comisionado del distrito, Cooper. Decía en parte: “Para borrar la impresión que hay en la mente del público en general en cuanto a la lealtad de los miembros de su organización, dirijo que al recibo de esta carta hagan que todos los miembros de su Conferencia marchen al cercado del distrito, donde rendirán homenaje a la Bandera de la República de Liberia.”

M. G. Henschel y otros dos hermanos salieron de la asamblea para ir a ver al comisionado del distrito. El hermano Henschel pidió que se suspendiera toda acción hasta que él viera al presidente en la cita que tenía para el lunes por la mañana, hecha por medio de la embajada estadounidense. El comisionado rehusó hacer esto y ordenó que los soldados llevaran a todos los que estaban en la asamblea al cercado. Los hermanos regresaron a la asamblea y rápidamente despacharon a Spencer Thomas y Frank Williams a Monrovia para que informaran a las embajadas británicas y estadounidenses acerca de los acontecimientos en los cuales estaban envueltos sus ciudadanos. A pesar del hecho de que los soldados habían puesto vigilancia en la carretera para detener y sacar a todos los testigos de Jehová, los dos hermanos pasaron a Monrovia.

¡EN CAUTIVERIO!

Los soldados llegaron en un camión. Disolvieron la asamblea pacífica y los agruparon a todos... hombres, mujeres y niños. Así fue que se hizo que unas 400 personas marcharan al cercado, directamente por en medio del pueblo. Mientras caminaba, el grupo cantaba cánticos de alabanza del Reino. De todas partes vino la gente a ver lo que pasaba. Los extranjeros tomaban fotografías. Los africanos observaban asombrados. Los soldados gritaban: “¡Silencio! ¡Dejen de cantar!”

Cuando llegaron al cercado militar, a todos se les puso en un círculo alrededor del asta de la bandera, con los Testigos extranjeros al frente. Dos veces el teniente demostró lo que quería. Nadie saludó. Entonces el comisionado ordenó: “Enciérrenlos, a todos.” Los soldados ahora les quitaron a los hermanos sus pertenencias personales, incluso plumas, gafas, maletines... todo esto oficialmente. Pero después los soldados los despojaron de dinero, relojes y joyas que tomaron como botín. Metieron a cuantos Testigos les fue posible meter en cuatro habitaciones sin ventanas. Algunos de estos lugares en realidad eran letrinas. Los demás individuos fueron apretujados en la pequeña zona cercada al lado del cuartel de la guardia. Allí permanecieron, cantando cánticos del Reino aquella tarde del domingo hasta aproximadamente las seis de la tarde.

Para ese tiempo, tres camiones llenos de soldados habían llegado de un campamento militar cercano. Los hermanos entonces fueron llevados de nuevo al cercado, con soldados a los lados en condición de listos para ataque. Puestos delante de la bandera otra vez los hermanos, solo unos cuantos transigieron. A los demás se les hizo correr a través de la carretera a un campo abierto, pasando entre soldados que los pateaban y los golpeaban con puños y rifles. Entre los que recibieron este tratamiento hubo mujeres con niños cuyos gritos tienen que haberse oído hasta distancia considerable.

Ahora el grupo tuvo que quitarse todo... zapatos, chaquetas, camisas, coberturas para la cabeza, mientras se les obligó a sentarse derechos toda la noche. En ningún momento se les permitió dormir ni apoyar la cabeza en nada. Solo se permitió agua para los niñitos e infantes, y algunos de los últimos fueron llevados a una clínica cercana. Era difícil de aguantar el estar sentados sobre el suelo duro y pedregoso. Sin embargo, si alguien bajaba la cabeza debido al sueño, rápidamente un soldado lo golpeaba para que despertara. Durante aquella larga noche los soldados nunca cesaron de proferir abuso verbal: “¿Dónde está el Jehová de ustedes ahora?” “La ‘D’ es siempre igual. ‘D’ para Dios, ‘D’ para los dirigentes. Nuestro dios nos ha dado un arma de fuego. ¿Qué les ha dado el Dios de ustedes?”

TRANSIGEN ALGUNOS EL LUNES POR LA MAÑANA

Al amanecer había tensión en el ambiente. Los soldados insistieron en que todos se alegrarían de saludar con ambas manos antes de que el día pasara. Con la excepción de unos cuantos niños, a ninguno de entre los Testigos se le suministró alimento desde el domingo por la mañana... y no habían recibido nada de beber. Un coronel les informó que aquella mañana se les iba a hacer terriblemente difícil. Sacudiendo su látigo, dijo: “Nos vamos a encargar de que saluden esta mañana.”

De camino al asta de la bandera, a los hermanos se les ordenó que se quitaran los zapatos, los calcetines y las chaquetas, mientras algunos soldados les arrancaban los relojes. Cuando la ceremonia comenzó, a los que habían decidido saludar se les dijo que se separaran y se acercaran más al asta. ¡Sorprendentemente, sesenta o más personas del sector de Kolahun saludaron, entre ellas el graduado de Galaad Bayo Gbondo! No hay duda de que lo que él hizo ejerció influencia en muchos otros.

¿Por qué saludaron los de Kolahun? El comisionado del distrito había llamado a los hermanos de Kolahun y les había recordado que ellos habían saludado en Kolahun. Si no saludaban ahora, los enviaría a todos a Belle Yelle. Más tarde, la hermana Watkins le preguntó a Gbondo si él había saludado en Kolahun. “Sí,” respondió él. “Me hubieran matado.” Evidentemente los soldados habían continuado golpeándolo hasta que transigió pero él no lo había revelado. De modo que ahora al fin se dio a conocer la realidad de lo que había sucedido.

Entonces los Testigos que no saludaron en Gbarnga fueron arreados como animales de regreso al campo abierto. A muchos los golpearon con los rifles, particularmente en la cabeza. La hermana Rhoda Brown, de Lower Buchanan, que en aquel tiempo tenía ocho meses de embarazo, fue derribada al suelo dos veces, y dio vueltas sobre el suelo. Otra hermana, Ida Zizi, de Monrovia, que cargaba su infante sobre la espalda, fue derribada y cayó encima del nene. Aunque parecía que el nene estaba muerto, más tarde fue revivificado en la clínica. Los soldados armados golpearon hasta a niñitos de siete años de edad.

Después que los Testigos se sentaron, se les dijo que miraran al Sol, y los soldados vigilaban sus ojos para cerciorarse de que estaban mirando fijamente al Sol ardiente. Después de aguantar esta crueldad por aproximadamente media hora, se les permitió buscar refugio bajo árboles frondosos dentro del cercado. Entonces los soldados obligaron a algunos Testigos, entre ellos al hermano Henschel, a sacar agua de un río lleno de parásitos a medio kilómetro carretera abajo. A la hermana Muriel Klinck, misionera, la obligaron a entrar en el río y cargar agua sobre la cabeza. Un soldado entonces le dio una cruel patada en el abdomen. Algunos soldados amenazaron con ultrajar a las mujeres. Cuando el agua llegó a los Testigos, los soldados volcaron los baldes y aplastaron los vasos de beber bajo sus botas, diciendo: “Si no saludan, no hay agua.” Sin embargo, finalmente los soldados les permitieron beber del agua del río... ¡su primer trago en más de veinticuatro horas!

Las autoridades no suministraron alimento en ningún momento. Después de más de veinticuatro horas sin comer, a unos cuantos Testigos se les permitió ir al lugar de la asamblea y preparar algún arroz de lo que había disponible allí. Cuando se le trajo el arroz al grupo, alcanzaba a unas cuatro cucharadas por persona.

Durante las primeras veinticuatro horas, solo a algunas mujeres se les permitió usar el retrete. Solo el lunes empezaron a tener los hombres alguna oportunidad de hacer lo mismo, tarde en el día.

En la ceremonia de la bandera de las seis de la tarde, el teniente Warner pidió que algunos Testigos tradujeran discursos que iban a pronunciar unos oficiales para incitar a los hermanos a saludar, y unos cuantos Testigos parecieron estar dispuestos a interpretar. Sin embargo, en vez de usar aquella oportunidad para animar a sus hermanos a mostrarse fieles en un lenguaje que los soldados no podían entender, los intérpretes sencillamente les dijeron lo que los soldados decían: ‘No es contra la ley de Dios el saludar, y todo el mundo va a saludar, y ustedes deben saludar también.’ Al oír eso, unos cien más, además de los intérpretes, transigieron en cuanto a su integridad. En este grupo hubo algunos superintendentes y precursores especiales. Mientras estaban delante de la bandera, unos cuantos cayeron inconscientes, aparentemente por el temor. Más tarde transigieron.

Entonces los que transigieron fueron colocados en una parte del cercado en la cual había yerba, mientras que a los que no habían transigido los pusieron en una carretera de grava cubierta de muchas piedras. Así, habían que sentarse derechos una segunda noche. Por un tiempo se añadió una nueva crueldad: A todos se les obligó a mantener las manos en alto muy por encima de la cabeza, o correr el riesgo de ser golpeados con un rifle. Los oficiales estimulaban a los parientes mundanos a hablar a los fieles. Estos suplicaban, diciendo: “Piensen en sus hijos,” o “¿Cómo es posible que nos hagan esto?” Algunos cedieron a aquella presión. Su integridad entonces se desplomó.

El campamento de los fieles ahora era menor que el de los que habían transigido. Aquella noche los que se mantenían firmes obtuvieron alivio de manera algo rara, porque a menudo la atención de los soldados se apartaba de ellos debido a lo que sucedía en el campamento de los que habían transigido, que estaba en un estado de confusión. Era patente que el espíritu de Jehová ciertamente había abandonado a los que habían transigido.

Se podía oír a los soldados insultando a los que habían cedido bajo la presión: “¿Por qué nos mantuvieron aquí todo este tiempo? ¿Por qué no saludaron el primer día?” “Ahora el dios mío es el dios de ustedes.” Un soldado que se burlaba de los que habían transigido dijo: “¿Por qué han desilusionado a sus hermanos?” Otro soldado les dijo: “Ahora podemos ver que hay dos clases de cristianos, así como hay dos clases de soldados... los valientes y los cobardes. Ustedes solo vinieron a la conferencia por el arroz. Si no fuera porque ustedes saludaron, todos ya estarían libres.” A los del grupo que había transigido también se les mantuvo despiertos toda la noche.

EL MARTES 12 DE MARZO

Por la mañana, un nuevo grupo de soldados reemplazó al anterior, y éstos parecían más crueles que los otros. Unos cuantos Testigos más transigieron y a los demás se les hizo regresar al campo donde se les golpeó de nuevo, tanto con las culatas de los rifles como con látigos cortos. A M. G. Henschel casi lo derribaron inconsciente con la culata de un rifle.

El sol batía ahora con furia sobre sus cabezas descubiertas. Un misionero se desmayó por el calor. Otro, Rene leRoux, dijo más tarde: “Parecía que uno tenía la cabeza en un horno con temperatura de 500 grados.”

En la mañana del martes 12 de marzo los extranjeros se expresaron vigorosamente en solicitud de que se les soltara. El teniente partió para inquirir. Poco después de eso, regresó, y como a las once de la mañana los casi treinta extranjeros fueron puestos en libertad. Todos ellos habían mantenido su integridad a pesar de todo el trato brutal que se les infligió. Antes de partir, el hermano Henschel les habló por unos minutos a los Testigos liberianos que quedaban; ellos oraron juntos y se sintieron fortalecidos.

El lugar de la asamblea estaba hecho un desbarajuste, pues los soldados habían abierto con las bayonetas las maletas y se habían robado las cosas de valor. El equipo, eléctrico y de otra clase, había sido destruido. Los Testigos que habían sido puestos en libertad regresaron al lugar donde todavía se retenía a los cristianos liberianos y les llevaron bebidas gaseosas, alimento, dinero y otras cosas. Pero pronto el comisionado del distrito detuvo aquello. Más tarde, les dijo a los hermanos liberianos que la situación se les iba a hacer muy difícil. En la cabeza de los hombres, los soldados les rasuraron dos sendas en forma de cruz para indicar que eran prisioneros. Estos “recortes” les fueron dados con botellas de vidrio rotas. En la ceremonia de la bandera aquella noche, aproximadamente una docena más transigieron.

El hermano Joseph Lablah más tarde mencionó que, mientras les rasuraban la cabeza, los soldados decían: “Estos son los verdaderos testigos de Jehová.” Así, sin darse cuenta de ello, los soldados los habían estimulado mucho.

La noche del martes fue la más difícil de todas. El que a los Testigos se les hubiera rasurado la cabeza tenía el propósito de recordarles que eran prisioneros y podían esperar ir a Belle Yelle. A los hombres se les obligó a quitarse la camisa y a las mujeres no se les permitió protegerse del frío con nada alrededor del cuerpo ni sobre la cabeza. Al Testigo Moses Anderson, precursor de tiempo cabal, que como prenda de vestir solo llevaba sus calzoncillos, lo obligaron a pararse sobre un solo pie hasta que cayó inconsciente. Otros Testigos también se desmayaron.

Los Testigos se mostraron interés amoroso mutuamente. Cuando se les hacía posible, se estimulaban por medio de citarse textos bíblicos unos a otros al hablarse y orando por fortaleza para mantener la integridad. Cuando el hermano Anderson cayó inconsciente, los otros Testigos de aquel grupo saltaron a darle ayuda, sin preocuparles el peligro personal. No podían sentir el pulso de él y temían que estaba muerto. Tenía el cuerpo muy frío. Ellos lo cubrieron con ropa y sencillamente obligaron a los soldados a llevarlo al puesto de primera ayuda.

El grupo en conjunto desplegó notable fe y valor. No habían comido nada sustancial desde el domingo por la mañana, no habían podido conseguir mucha agua, no habían dormido desde el sábado por la noche y habían sido expuestos tanto al sol ardiente como al frío húmedo. No obstante, la oración, el estímulo mutuo y el pensar en las Escrituras les ayudaron a permanecer firmes.

MIÉRCOLES POR LA MAÑANA... TERMINA LA PRUEBA

De nuevo delante de la bandera, los hermanos se mostraron resueltos a permanecer firmes. La hermana Rhoda Brown, aunque con ocho meses de embarazo, brutalmente golpeada en las piernas y derribada con rifles, dijo: “Hemos llegado hasta aquí. Que hagan lo que quieran; yo nunca saludaré.” Solo una persona saludó, Apollos Ene, de Nigeria, que había tenido la ambición de llegar a los Estados Unidos por vía de Liberia.

Poco después de la ceremonia, el comisionado Cooper les informó a los Testigos que se les pondría en libertad. Al oír esto, Ene, el que había transigido, cayó al suelo, llorando amargamente. Al regresar a Monrovia, enfermó y murió el 24 de abril de 1963.

A los fieles se les dijo que serían sometidos a juicio, que les confiscarían sus propiedades y que serían encerrados en la cárcel por diez años. Todos los hombres tenían que rasurarse la cabeza por completo antes de salir de Gbarnga. Además de los hermanos extranjeros, aproximadamente 100 Testigos liberianos pasaron a través de la persecución de Gbarnga con integridad. Eran de todas las clases, tanto analfabetos como bien educados. Los que estuvieron en el grupo de los leales solían asistir a las reuniones puntual y fielmente.

Los niños se portaron muy bien bajo la persecución. Se quedaron sentados y quietos por horas en el suelo, pues habían aprendido a sentarse en silencio durante las reuniones en los Salones del Reino.

Se calculó que en aquella ocasión los hermanos habían sufrido una pérdida material de más de 6.000 dólares. Pero la pérdida más grande que se sintió en las congregaciones liberianas se debió a que siete siervos de congregación (superintendentes presidentes) y nueve precursores especiales transigieron. Esto significaría que algunas congregaciones, además de aproximadamente una docena de grupos aislados, serían disueltos. Muchas otras personas que transigieron eran bastante nuevas en la verdad y no tenían una comprensión profunda de las cuestiones que estuvieron envueltas en aquella situación.

Después de haber sido puesto en libertad, un fiel hermano sintió una felicidad arrolladora, no por haber escapado de más persecución, sino por haber permanecido fiel. Pensó: “Así es como uno se sentiría después de haber pasado a través del Armagedón.” Y por eso su corazón se llenó de esperanza.

El viejo hermano Holman estuvo entre los fieles. Durante la dura prueba, se había desmayado y fue llevado a una clínica cercana. Cuando regresó al grupo, los hermanos ciertamente se alegraron de verlo, porque se habían imaginado que estaba muerto. También le habían rasurado el pelo en hileras como el de los prisioneros. “Me alegré mucho de haber pasado vivo a través de todo aquello,” escribió más tarde. “No me avergonzaba de que mi cabeza estuviera marcada como la de un prisionero, tampoco. Se la mostraba a las personas a quienes hablaba . . . En toda mi vida de setenta años, nunca he sido prisionero, y si ahora soy prisionero por el nombre de Jehová, soy feliz.”—Mat. 5:10-12.

EXPULSIÓN DE LOS MISIONEROS

Después del asunto de Gbarnga, los hermanos quedaron en una condición de incertidumbre. No tenían idea de qué otros pasos daría el gobierno contra ellos. Por negarse a saludar la bandera, la hermana Edna Geary fue despedida de su empleo en el Departamento de Hacienda, la hermana Dorothy Seaman perdió su empleo de maestra y el hermano Jacob Wah fue despedido de la Universidad de Liberia. Por ser Testigos, a algunos niños se les impidió asistir a la escuela en varios lugares.

Finalmente, el 18 de abril de 1963, el gobierno ordenó que los 27 Testigos extranjeros salieran del país, incluso todos los misioneros que recibieron la siguiente comunicación del Departamento de Justicia: “Debido a su flagrante y desafiadora negativa a saludar y mostrar el debido respeto a la Bandera Liberiana, en violaciones deliberadas de las Leyes de este País, por la presente se les ordena que salgan del País dentro de una quincena a partir de la fecha de esta carta. De no hacerse esto, se instituirán procedimientos de deportación contra ustedes.”

No hay que decir que el que estos Testigos extranjeros hubieran saludado la bandera de Liberia habría sido considerado como un rechazamiento de su ciudadanía por los países de los cuales ellos habían venido.

Al suceder estas cosas, muchos hermanos liberianos salieron de Monrovia y otras comunidades donde se les conocía bien y se fueron a otros lugares, algunos a Sierra Leona. Se descontinuaron las reuniones en el Salón del Reino y se celebraron reuniones más pequeñas en diferentes lugares. El hermano Frank Williams, graduado de Galaad liberiano, recibió algún entrenamiento antes de que los misioneros partieran de modo que pudiera continuar la obra en la sucursal de la Sociedad. El hermano Joseph Lablah, de Gbarnga, continuó sirviendo en la obra del circuito, visitando y estimulando a los hermanos por todo el país.

En marzo solo 258 publicadores informaron servicio del campo, y 314 informaron en abril. Las filas de los Testigos habían sido reducidas a la mitad. Aproximadamente 200 personas habían transigido en su fe. Puesto que un número bastante nutrido de precursores especiales (muchos de los cuales habían transigido) no regresaron a sus asignaciones, muchos publicadores aislados dejaron de testificar. Esto también sucedió en el caso de algunas congregaciones pequeñas. Debido al temor, ciertos publicadores que no estaban en Gbarnga dejaron de estar activos en la testificación.

El temor y la incertidumbre se hicieron más manifiestos durante mayo, cuando los hermanos extranjeros ya no estuvieron presentes. En la zona de Kolahun, donde más de 150 publicadores habían estado activos en la obra, por lo menos la mitad había transigido. Pero después de abril, la sucursal de Sierra Leona recibió jurisdicción sobre aquella parte del país y los informes de los que estaban activos en aquella zona ya no fueron enviados a Monrovia. (Hace poco, esta zona regresó a la supervisión de la sucursal de Liberia.)

Estos factores explican por qué solamente 164 publicadores del Reino informaron servicio en mayo. Durante ese mes, se recibió una carta de un hermano nuevo que se quejaba de que los fieles y los que habían transigido estaban todos juntos, comiendo juntos y haciéndolo todo juntos. Además, dijo que no parecía haber nadie a quien seguir. Tiene que haber habido alguna verdad en estas declaraciones, porque en junio solo 100 personas informaron servicio del campo.

TUBMAN RESPONDE

Cuando a los misioneros se les ordenó que salieran de Liberia, el hermano Knorr le escribió una carta al presidente Tubman, lamentando esta acción e instándolo a considerar de nuevo aquel paso. Esta carta del 17 de abril de 1963 se publicó en ¡Despertad! del 22 de septiembre de 1963, y atrajo mucha atención.

El 14 de agosto de 1963, Tubman pronunció un discurso en la ocasión de su aceptación formal de otro término como presidente. Se sintió bajo obligación de hablar extensamente acerca de los testigos de Jehová, y se refirió a cartas que ya había recibido de varias personas de los Estados Unidos, Inglaterra y el Canadá en las cuales se protestaba contra los puntos de vista de Liberia.

En su discurso, el presidente Tubman también dijo: “Los testigos de Jehová, como secta, son aceptados en este país, pero se exigirá de ellos que vivan en conformidad con la ley que exige que toda persona salude la bandera cuando está siendo izada o bajada en las ceremonias a vista de ellos, o que se mantengan alejados de tales ceremonias.” La expresión de que los testigos de Jehová estaban aceptados fue un gran estímulo para los hermanos. Pronto los Salones del Reino fueron abiertos de nuevo para las reuniones.

Pero aun antes de esto, los hermanos empezaron a dejarse ver más obviamente en su actividad. La actividad de los publicadores comenzó a aumentar, pues 116 informaron en agosto y 153 en septiembre. El relato completo de las atrocidades de Gbarnga salió en ¡Despertad! del 22 de octubre de 1963, y el diluvio de cartas que empezó a llegar a Monrovia y a las embajadas de Liberia en varios países iba causando cada vez más preocupación. Liberia no podía negar los actos de crueldad inhumana que se habían cometido contra los testigos de Jehová.

Los rumores que circulaban de que uno de nuestros hermanos había muerto en Gbarnga hicieron que el presidente declarara que él efectuaría personalmente una investigación de este informe. Esto sucedió cinco meses después de las dificultades de Gbarnga.

Además de las expresiones que venían de otros países, muchos liberianos de influencia simpatizaban con otorgar a los Testigos libertad de cultos y se sentían disgustados con los actos de violencia que algunos individuos habían cometido. Finalmente, al fin de noviembre, el presidente Tubman le envió un cablegrama a M. G. Henschel, de la central de la Sociedad Watch Tower, en el cual concordaba en recibir una delegación de testigos de Jehová en Monrovia el 4 de diciembre para considerar la cuestión del saludo a la bandera y nuestras actividades misionales en Liberia.

ENTREVISTA CON EL PRESIDENTE

Además de M. G. Henschel, en la delegación estuvieron los hermanos Klinck, Charuk y Woodworth Mills, este último de la sucursal de la Sociedad en Nigeria. El hermano Henschel describió nuestro interés en enseñar la Biblia a los liberianos para que ellos de hecho puedan hacer la voluntad de Dios y no solo decir “Señor, Señor.” (Mat. 7:21) Además, se señaló que la educación bíblica era la mejor defensa contra el comunismo ateo. Entonces presentó publicaciones que mostraban nuestros puntos de vista en cuanto al pago de impuestos y la sujeción a las “autoridades superiores,” mencionadas en el capítulo 13 de Romanos.

El hermano Klinck habló acerca de los beneficios prácticos que habían derivado los liberianos de nuestro evangelismo, la mejora moral y espiritual que muchos habían experimentado, y el valioso entrenamiento que habían recibido en la obra de predicar. El hermano Charuk describió los resultados del programa de alfabetización en cooperación con la campaña de alfabetización del gobierno, y el hermano Mills habló acerca de la excelente reputación cristiana que tenían los Testigos en Nigeria, donde había entonces 37.000 de ellos y no había dificultades.

El Sr. Tubman escuchó cuidadosamente por aproximadamente media hora. Preguntó si nuestra obra era lo mismo que “Zion’s Watch Tower.” Al enterarse de que éste era un nombre que usábamos anteriormente, explicó que en su pueblo de crianza, en el cabo Palmas, funcionaba una clase de estudio bíblico en la cual se usaba Zion’s Watch Tower durante los años noventa del siglo pasado, cuando él era solo un niño. Mencionó a los hermanos Gibson y a un Sr. Seton que entonces estaban asociados con el grupo.

El Sr. Tubman entonces relató que la ley del saludo a la bandera fue propuesta originalmente por un clérigo episcopal llamado J. W. Pearson, y como cosa divertida contó que el primer ofensor que fue arrestado fue el propio padre de ochenta años de edad del clérigo. El presidente se refirió de nuevo a su discurso del 14 de agosto y reafirmó su firme creencia en la libertad de cultos y de conciencia. Con jovialidad relató cómo, algún tiempo atrás, un testigo de Jehová le habló mientras él visitaba las provincias. “Me predicó, y yo escuché lo que decía. Los testigos de Jehová... conocen su Biblia muy bien. Él trató de convertirme, pero yo le dije: ‘Ya soy muy viejo para cambiar.’”

El presidente entonces relató esta versión de lo que había sucedido en Kolahun: El comisionado del distrito le informó que algunos testigos de Jehová de aquella zona habían rehusado someterse a la autoridad del jefe o reconocerla. Estos individuos se habían separado de la comunidad aldeana y equivocadamente habían construido casas en tierra de la cual se habían apoderado y que habían ocupado sin autoridad legal para ello. Cuando el jefe local los llamó para que respondieran por los cargos que se les levantaron por esta mala conducta, rehusaron comparecer, diciendo que como testigos de Jehová no estaban sujetos a su autoridad. De modo que el comisionado escribió para pedir el permiso del presidente para entrar allí con soldados y demoler las casas que habían sido construidas ilegalmente. Cuando el Sr. Tubman llegó a Kolahun para investigar personalmente el asunto, halló que los hombres implicados en aquella situación desafiaban la autoridad. Dijo que se les castigó, no por negarse a saludar la bandera, sino por apoderarse ilegalmente de terreno y por desafiar al jefe y negarse a reconocer la autoridad del representante del gobierno.

En cuanto a Gbarnga, el Sr. Tubman dijo que los acontecimientos habían sido “un ultraje,” y que los culpables habían sido debidamente castigados. “Lamento que esto haya sucedido,” declaró el Sr. Tubman. Le sorprendió saber que el hermano Henschel había estado allí y había pasado por la experiencia. De nuevo el presidente dijo: “Lo lamento.”

Continuando, el Sr. Tubman dijo que los misioneros a los cuales se les pidió que salieran de Liberia serían aceptados de nuevo. Acerca de la cuestión del saludo a la bandera, declaró: ‘La ley estipula que toda persona ha de mostrar respeto a la bandera cuando está siendo izada o bajada con ceremonia. El término “respeto” está sujeto a interpretación. Si yo estoy presente cuando la bandera está siendo izada o bajada con ceremonia, yo no saludo. Yo me quedo de pie en atención y me quito el sombrero. Yo no soy el intérprete de la ley, pero no creo que de civiles se requiera que den el saludo militar.’

El presidente entonces le aseguró a la delegación que se publicaría una Orden del Ejecutivo en la cual se señalaría que se debería permitir que la obra de los testigos de Jehová siguiera sin ser molestada por toda la República. Esto se hizo unos cuantos días después. En parte, la orden notificaba a “toda la gente por todo el país, que los testigos de Jehová tendrán el derecho y el privilegio de tener libre acceso a cualquier parte del país para celebrar su obra misional y su adoración religiosa sin que nadie los moleste. Tendrán la protección de la ley tanto para su persona como para su propiedad y el derecho de adorar libremente a Dios según los dictados de su conciencia, observando mientras tanto las leyes de la República por medio de mostrar respeto a la bandera nacional cuando esté siendo izada o bajada en ceremonias por medio de estar de pie en atención.”

Los periódicos hicieron comentarios favorables en cuanto a esta solución pacífica de los asuntos. Muchas personas del público felicitaron a los primeros dos misioneros que regresaron, diciendo que se alegraban de que los testigos de Jehová hubieran regresado.

EDIFICANDO DE NUEVO

Las autoridades escolares estaban enteradas de la Orden del Ejecutivo que otorgaba a los testigos de Jehová el derecho de mostrar respeto por medio de estar de pie en atención delante de la bandera, y, por lo general, esto se extendió a los hijos de los testigos de Jehová. Algunos estudiantes tuvieron que cambiar de escuela. Dejando las cosas como estaban, atención se dio, más bien, a la obra urgente de edificar las congregaciones desbaratadas. Era patente que Jehová había hecho que los asuntos se desenvolvieran de tal manera que se pudiera dar un testimonio extenso por toda Liberia.

Es innecesario decir que los hermanos se regocijaron de que los misioneros volvieran. Dentro de varios meses después todos los misioneros habían regresado, excepto Rene leRoux, quien había recibido nueva asignación a Kenia. En diciembre de 1963, cuando los primeros misioneros regresaron, 216 proclamadores del Reino informaron servicio del campo, pero para agosto de 1964 la cantidad había llegado a 307, incluso 6 precursores especiales locales y 14 precursores regulares.

Los hermanos que se vieron envueltos en el episodio de Gbarnga indudablemente adquirieron una más sobria y profunda comprensión de lo que estaba envuelto en la cuestión de la integridad. Anteriormente, se tendía a decir: “Hermano, eso no sucederá aquí. Liberia es diferente.” Muchos no estaban preparados para lo que ocurrió en Gbarnga porque no habían preparado la mente para la realidad de una verdadera persecución. Por consiguiente, el temor se apoderó de ellos y cedieron.

Muchos de aquellos que habían transigido se entristecieron de manera piadosa. Dieron evidencia satisfactoria de haberse arrepentido genuinamente y de tener una comprensión apropiado de la cuestión envuelta. Para el fin del año de servicio de 1964, 69 de los 115 que habían transigido bajo la jurisdicción de la sucursal de la Sociedad en Liberia habían sido restaurados. Los demás que habían transigido vivían en la zona de Kolahun, que entonces estaba bajo la jurisdicción de la sucursal de Sierra Leona.

ASAMBLEA “BUENAS NUEVAS ETERNAS”

En abril de 1964 se celebró una asamblea de cuatro días en el nuevo y moderno Auditorio del Ayuntamiento de Monrovia, según el programa de la Asamblea “Buenas Nuevas Eternas” de 1963. En un local hermoso, el pueblo de Jehová se reunió para celebrar la victoria que Jehová les había dado. La adoración verdadera ciertamente había triunfado de los intentos de Satanás por destruir al rebaño cristiano en Liberia. Muchas fueron las gozosas reuniones de hermanos que ahora se veían por primera vez desde la severa prueba de Gbarnga. Regía el espíritu de confianza feliz en Jehová.

Pero, ¿respondería el público a la invitación que se le extendió para que escuchara el discurso público “¿Quién ganará la lucha por la supremacía mundial?” Fue un deleite para todos saber que hubo 520 personas allí, el doble del número de los que informaban como publicadores del Reino por todo el país.

Indudablemente los del clero ‘se pusieron a rechinar sus dientes’ al ver aquellas evidencias de favor sobre la organización de Jehová. De una fuente confiable se supo más tarde que en el archivo de sedición del Negociado de Investigaciones había una resolución firmada por tres prominentes clérigos. Esta resolución, llena de falsas acusaciones, pedía del gobierno que proscribiera a los testigos de Jehová porque éstos socavaban la autoridad del Estado por medio de enseñarle a la gente a no saludar la bandera ni cantar el himno nacional. Además, la resolución decía que nuestra organización era en realidad política y no religiosa. Aquellos tres clérigos ahora están muertos, ¡pero los testigos de Jehová siguen vivos!

PASOS HACIA MAYOR ESPIRITUALIDAD

El incidente de Gbarnga reveló que muchos que estaban declarando las buenas nuevas no tenían buen entendimiento de lo que envolvía el mantener integridad y dar a Jehová devoción exclusiva. (Éxo. 20:4-6; Sal. 3:8; 1 Juan 5:21) Por esa razón se llegó a la determinación de considerar este asunto, junto con otros, con los que querían ser publicadores, antes de permitirles participar en el servicio del campo. Desde entonces en adelante se necesitó mucho estudio antes de que alguien pudiera ser bautizado. Por supuesto, esto hizo que la cantidad de personas que dedicaban su vida a Jehová Dios fuera menor, pero condujo a mayor espiritualidad.

Durante el período de cinco años de 1964 a 1969, solo 93 personas se bautizaron. A los hermanos, particularmente los precursores, se les estimulaba a estudiar en todo caso posible con personas que supieran leer y escribir, porque éstas podían servir mejor para enseñar a otros y por lo general desplegaban más “permanencia” que los analfabetos.

EXPANSIÓN EN MONROVIA

Ahora se había abierto el camino para recibir precursores especiales capacitados desde Nigeria. El primero de éstos, Isonode Akhibi, sirvió aquí por algún tiempo como superintendente de circuito. Otro, Enoch Esionye, llegó en 1965, y sirvió primero en el cabo Palmas y después de eso por algún tiempo en la obra de circuito. La familia Norman, del Canadá, vino, y, durante los siguientes tres años, otros seis misioneros llegaron.

Al llegar más misioneros en 1968, se hizo necesario alquilar otro hogar misional en el sector de Sinkor de Monrovia, un sector en rápido desarrollo. A principios de 1969 se alquiló un excelente nuevo local en Old Road, Sinkor. A este edificio se pudo trasladar la sucursal; además, el edificio tenía alojamiento para los misioneros. En 1970 se alquiló un tercer hogar misional en el sector de Logan Town. Así, para principios de los años setenta cada uno de los tres principales centros de población de Monrovia (con su población de unas 100.000 personas) estaba recibiendo el servicio de un hogar misional.

SIGUE LA CUESTIÓN DE LA BANDERA

Con el transcurso de los años el asunto del saludo a la bandera en las escuelas se hizo cuestión de controversia periódicamente. En 1965 tres estudiantes fueron expulsados de una escuela manejada por metodistas en Monrovia. Estos fueron Beverly y Kenneth Norman, junto con Leona Williams. Cuando Leona, de trece años de edad, le dijo a su padre no creyente lo que había sucedido, éste la golpeó y amenazó con obligarla a saludar delante del cuerpo estudiantil la mañana siguiente. Ni el tratar de persuadirla, ni las amenazas, ni otra severa golpeadura hicieron que ella cediera. Más tarde, pudo continuar sus estudios en otro lugar.

En cierta ocasión, cuatro estudiantes Testigos recibieron veinticinco azotes cada uno con una fuerte vara de bejuco y otro fue expulsado por no repetir el juramento. Sin embargo, se hallaba que cuando no se hacía gran hincapié en el asunto del saludo a la bandera, las escuelas se hacían más tolerantes.

El 25 de junio de 1968 el periódico The Liberian Age llevó un artículo de primera plana con los titulares: “Ocho estudiantes rehúsan saludar la bandera.” Los estudiantes estaban asociados con los testigos de Jehová. El subsecretario de Educación, Samuel F. Dennis, quien también es sacerdote episcopal, condenó como “antipatriótica” esta negativa.

El superintendente de la sucursal tuvo varias conversaciones con el subsecretario, esperando que después de aquéllas el gobierno adoptara una actitud más razonable para con los estudiantes Testigos. Él señaló que el negar la libertad de cultos a los estudiantes tendría un efecto opuesto al de inspirar respeto a la bandera, aun entre los que optaban por saludar. Muchos otros argumentos se presentaron para mostrar que la posición de Liberia iba en contra de los principios del gobierno ilustrado.

El subsecretario tuvo que considerar todo eso con el presidente Tubman, y entonces los representantes de la sucursal de la Sociedad recibieron informes del resultado del asunto. Pudiera mencionarse que la cuestión de la bandera había surgido una vez más precisamente después de un largo juicio por traición en que estuvieron envueltos hombres prominentes que se habían esforzado por quitar de las manos de los descendientes de los colonizadores extranjeros el gobierno. En el pasado, las rebeliones tribuales contra el gobierno en Monrovia habían incluido la profanación de la bandera liberiana. En la Universidad de Liberia algunos estudiantes criticaban francamente al gobierno y al presidente. Una manera en que se desplegaba el desprecio era saludando la bandera de una manera muy falta de respeto.

El subsecretario reveló que el gobierno podía otorgar a los testigos de Jehová el derecho de estar de pie en atención durante las ceremonias escolares relacionadas con la bandera, pero que se temía que los grupos políticos se aprovecharan de esta toleración con fines egoístas. Así, los que en las escuelas favorecieran la gobernación por los que pertenecían a las tribus pudieran negarse a saludar la bandera establecida por los colonizadores, alegando que tenían derecho a no saludar porque los testigos de Jehová no saludaban.

Esta explicación ayudaba a uno a comprender la posición del gobierno. A los hermanos se les aseguró que el gobierno sabía que los testigos de Jehová no tenían intenciones políticas. Pero obviamente creía que, en medio de las circunstancias existentes, el derecho a no saludar no podía extenderse a los testigos de Jehová en las escuelas.

Después de aquello, el Departamento de Educación expidió un aviso indicando que los estudiantes que rehusaran saludar la bandera de la República serían despedidos de la escuela y los principales y maestros que permitieran “tales actos de deslealtad” también serían despedidos. La circular además hizo notar lo siguiente: “El saludo a la Bandera no debe interpretarse como un acto de culto o adoración, sino una muestra de lealtad y respeto a la nación y la autoridad constituida. El negarse a hacer esto será considerado como criminal y sedicioso.”

Durante el tiempo en que se estaban efectuando estas consideraciones mencionadas, se pensó que sería prudente solicitar permiso para exhibirle la última película de la Sociedad, “Dios no puede mentir,” al presidente Tubman y a invitados en el teatro particular de la mansión ejecutiva. Esto ayudaría a grabar en los espectadores el hecho de que nuestro mensaje se basa únicamente en la Biblia y nuestras esperanzas en cuanto al futuro tienen como centro el reino establecido de Jehová.

El presidente Tubman, aunque no se sentía bien, asistió a la exhibición de la película y aparentemente disfrutó de ella. Después declaró que todo era tal como la Biblia lo dice. Le impresionó el que la Tierra hubiera de convertirse en un paraíso y que la gente hubiera de vivir aquí para siempre. Los hermanos pudieron explicarle un poco acerca de los “nuevos cielos y una nueva tierra,” así como regalarle al Sr. Tubman las últimas publicaciones de la Sociedad. (2 Ped. 3:13) Aunque la exhibición de esta película no alteró la decisión en cuanto a la cuestión de la bandera, sí ayudó al presidente a obtener un cuadro más claro del pueblo de Dios por toda la Tierra y de la manera en que piensa.

¿GBARNGA DE NUEVO?

El 24 de agosto de 1968, el Día de la Bandera, dos hijos de testigos de Jehová en Mano River no asistieron a las ceremonias en honra de la bandera en su escuela y fueron suspendidos por una semana. Cuando regresaron a la escuela, el principal les ordenó que saludaran la bandera, lo cual rehusaron hacer. En vez de sencillamente despedir a los estudiantes, el superintendente del condado le ordenó a la policía que fuera a los hogares y lugares de empleo de los Testigos y los llevara a todos al cercado policíaco. ‘¡O saludan, o van a la cárcel y pierden su empleo!’

Así, la policía recogió a ocho Testigos activos y les ordenó que saludaran. Todos menos uno rehusaron; el que saludó era muy nuevo en la verdad y no estaba bautizado. A los demás se les hizo correr descalzos sobre piedras y escombros en el cercado de la prisión por más de dos horas... hasta que el cansancio los venció. Durante esta difícil experiencia, un estudiante de dieciséis años de edad cedió y transigió. Finalmente, cinco hermanos y una hermana de cincuenta y seis años de edad fueron encerrados en celdas.

Cuando el informe de esto llegó a Monrovia, hablamos con el secretario de asuntos interiores. Él ordenó al superintendente del condado y a los que habían estado envueltos en la situación que fueran a Monrovia para una audiencia. Sin embargo, los hermanos tuvieron que esperar hasta el regreso del presidente Tubman desde Argelia antes de que se les pusiera en libertad, diecinueve días después. Durante ese período sufrieron varias afrentas y tuvieron que resistir gran presión procedente de parientes, así como amenazas de la peor clase por parte de las autoridades. C. W. Hugh, de Nigeria, puso un excelente ejemplo al estimular a otros a mantenerse firmes. ¡Sorprendentemente, la hermana Mary Williams, una señora de edad avanzada que casi nunca se sentía bien, no se sintió enferma ni un solo día durante todo el tiempo en que estuvo encarcelada!

UN DRAMA BÍBLICO POR TELEVISIÓN

Las asambleas de distrito con sus dramas bíblicos han servido particularmente para derribar mucho del prejuicio que ha existido contra la organización de Dios en este país. ¡Y en 1967 un drama entero de una asamblea fue presentado por televisión en Liberia! Tenía que ver con Josué y los israelitas.

Esta función que duró una hora fue presentada magistralmente. Ni una sola línea faltó, ni un movimiento fue olvidado. El director del programa, un británico, quedó muy contento y encomió a los hermanos por su serenidad y disciplina. Juzgando por la manera en que respondió la gente, miles de personas deben haber visto el drama. Muchos preguntaron cuándo íbamos a presentar más dramas, y los comentarios fueron muy favorables. Un hombre que rara vez nos decía algo bondadoso dijo: “¡No sé por qué la gente los odia a ustedes!”

ASAMBLEA “PAZ EN LA TIERRA”

La Asamblea Internacional “Paz en la Tierra,” que se celebró en la ciudad de Nueva York en 1969, suministró una oportunidad para que algunos hermanos liberianos vieran por primera vez una asamblea verdaderamente grande. En total, cuarenta y un delegados de Liberia asistieron a las asambleas internacionales en 1969. Varios liberianos estuvieron presentes en Nueva York, Londres y Nuremberg. Se ayudó a siete precursores especiales a asistir. Por ejemplo, por medio de esa ayuda, el precursor especial Daniel Tah pudo ver con sus propios ojos radiantes la central de la Sociedad y las magníficas asambleas que se celebraron en Nueva York y en Londres. Gozosamente, pudo declarar: “¡Jehová nunca desilusiona a los que ponen su confianza en él!”

En la propia Asamblea Internacional “Paz en la Tierra” de Liberia, que se celebró en el Ayuntamiento de Monrovia, en diciembre, 1.252 personas asistieron a la reunión pública. ¡Eso verdaderamente fue excelente, puesto que solo 582 personas participaron en declarar las buenas nuevas durante aquel mes! Cuarenta y cinco personas se bautizaron. El programa fue tan práctico y emocionante que varios delegados exclamaron: “¡Esta asamblea realmente nos llegó al corazón!”

ASAMBLEA “HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD”

Ciertamente, la asamblea más extraordinaria que había celebrado el pueblo de Jehová en Liberia aconteció a fines de 1970. La asamblea principal, en inglés, se celebró del 3 al 6 de diciembre en el Centennial Memorial Pavilion de Monrovia, que había sido adornado de nuevo y ahora tenía aire acondicionado. En el Salón del Reino se celebraron sesiones en varios idiomas locales.

Varios días antes de que comenzara la asamblea, el encabezamiento noticiero que decía: “Se esperan testigos de Jehová de E.U.A. para asamblea” había creado expectativa. Esta sería la primera asamblea verdaderamente internacional de Liberia. Dos días después de haberse publicado aquel artículo en el periódico, los primeros dos delegados que vinieron del extranjero fueron entrevistados por televisión.

La expectativa se hizo realidad gozosa en la mañana del miércoles 2 de diciembre, cuando cincuenta y cinco viajeros que vinieron en la Gira Número 4 de la Watch Tower recibieron una afectuosa bienvenida por parte de muchos hermanos en el aeropuerto. El mejor autobús del país estuvo esperando para llevar a los huéspedes a Monrovia. Pero primero hubo una visita a la Plantación Firestone. Muchos de los visitantes se sorprendieron al observar el aspecto tan moderno de gran parte de Monrovia, incluso automóviles de último modelo, casas costosas y edificios de varios pisos.

Para beneficio de los visitantes, aquella tarde se presentó un programa especial en el Pavilion. En éste hubo discursos que dieron una historia de nuestra obra en Liberia, entrevistas de misioneros, y una descripción de los cuatro grupos étnicos fundamentales de los pueblos tribuales de Liberia, con relación a lo cual hermanos representativos de éstos desplegaron trajes característicos nativos y explicaron peculiaridades tribuales. Entonces vino una presentación llena de colorido, “El modo de vivir en la granja,” por publicadores bassa y kpelle, en la cual se ilustró por acciones con mucho ritmo, y cantando, la manera en que se prepara una granja de arroz, se siembra la semilla, se raspa el terreno, se dispersa a los pájaros, se cosechan siembras, y finalmente se bate el arroz en un pilón y se prepara para cocinar. A cada hermana visitante le regalaron un verdadero abanico liberiano tejido artísticamente de hilo de hoja de palma teñido y con un borde de plumas de pollo. Los hermanos recibieron sortijas hechas del duro meollo del fruto de la palma.

En el Salón del Reino hubo después un suntuoso banquete de alimento africano y libanés. Los viajeros comieron delicias al paladar como arroz jallaf, verduras de la patata o papa, plátano frito y cerveza de jengibre. Probaron el verdadero fufu hecho de mandioca fermentada. Un viajero hizo el siguiente comentario al terminar el primer día en África: “¡Hasta si no pasamos de aquí hemos tenido una buena recompensa!”

Los hermanos de Liberia disfrutaron de testificar con los visitantes en el servicio del campo la mañana siguiente. Eran de mundos diferentes, por decirlo así, pero se sentían verdaderamente unidos en el espíritu de la hermandad amorosa.

Durante esta asamblea, 62 personas se bautizaron en el océano Atlántico. ¡Qué variedad de antecedentes estuvo representada en los que se presentaron para bautizarse! Uno era un abogado famoso, otra una estadounidense que había venido a Liberia con el Cuerpo de Paz. Estaba allí también la hermosa Neini, de diecisiete años de edad, de Ganta, quien recientemente había sido expulsada de la escuela debido a su fe, así como Angeline, una joven esposa que había experimentado fuertes golpeaduras y finalmente había sido echada de su hogar por un esposo encolerizado, todo debido a la verdad. Entonces estaba “Pa” Beckles, de setenta y siete años de edad, quien anteriormente había sido predicador protestante.

Cuando la Gira 4 de la Watch Tower partió aquel viernes por la mañana, una segunda gira llegó. En ésta había cuarenta Testigos, entre ellos M. G. Henschel, que fielmente había aguantado la persecución junto con sus hermanos liberianos en el campo de Gbarnga siete años antes. Él se había recuperado de los duros golpes que le habían propinado en la cabeza y el cuello con culatas de rifle, y aquel viernes por la tarde habló sobre el tema apropiado de “Adoramos lo que conocemos.” Al finalizar la sesión de la tarde, veintenas de los que habían estado en el campo en Gbarnga vinieron a dar la mano a su fiel hermano y a “castañetear con los dedos” con él. Hablaron por un rato acerca de los sufrimientos que habían compartido, y hubo alguna risa en cuanto a los nombres que los soldados les habían puesto a varios hermanos. También estuvieron allí algunos de los niños de buen comportamiento que habían aguantado aquella persecución y habían llegado a ser buenos publicadores del Reino. Fue una ocasión singular y gozosa, llena de palabras de estímulo y de resolución con relación a mantenerse firmes.

La mañana siguiente, a medida que el avión en que iban el hermano Henschel y este segundo grupo fue adquiriendo altura, otro avión descendió. Un hombre y una mujer habían salido con otros pasajeros, pero ahora se les vio apresurándose a cruzar el campo. Eran figuras conocidas... ¡el hermano Knorr y su esposa! El avión de ellos iba desde Freetown en dirección a Accra, y esta breve parada en Liberia suministró un poco de tiempo para compañerismo deleitable.

DE NUEVO, LA CUESTIÓN DE LA BANDERA

Desde 1963 se habían hecho muchos esfuerzos por explicar la posición de los testigos de Jehová en cuanto al asunto de saludar la bandera. Repetidamente, éste fue el tema de transmisiones y entrevistas por radio y televisión. Aunque con el tiempo el gobierno decretó que a los adultos se les permitiría estar de pie con respeto durante las ceremonias de la bandera, no se daba consideración a los niños escolares. Por consiguiente, muchos jóvenes Testigos fueron expulsados de sus escuelas. Muchos ciudadanos de mente imparcial no pensaban que era correcto el negar a estos niños su educación. Pero la expulsión de los niños Testigos de las escuelas, junto con lo industrioso de cierto cristiano liberiano, resultó en una consideración de este asunto con el presidente mismo.

Por años, Spencer Thomas había trabajado para el gobierno liberiano como ingeniero de construcción. Debido a la buena calidad de su obra, llegó a ser conocido personalmente por el presidente Tubman. Con el tiempo, fue una costumbre poner bajo su supervisión los trabajos más importantes de construcción. Después de la muerte del presidente Tubman, su sucesor, William R. Tolbert, trazó los planes para construir y reparar muchos lugares por toda Liberia. ¿Y quién quería él que dirigiera esta obra de construcción? Pues, ¡el hermano Thomas! Cuando al hermano Thomas lo llamaron para que fuera a ver al presidente y se le ofreció esta asignación, él la rechazó respetuosamente. ¿Por qué? Explicó que se disponía a salir de Liberia y que su familia ya había salido de allí. Cuando se le preguntó por qué salía del país, el hermano Thomas mencionó los problemas que habían tenido sus hijos con relación a obtener una buena educación debido a la cuestión de la bandera.

Después de eso, en abril de 1972, el presidente Tolbert dio la bienvenida a una delegación de seis testigos de Jehová. Estos pidieron que el gobierno volviera a considerar su posición. Durante la consideración de estos asuntos, el presidente le hizo varias preguntas a un Testigo que había nacido en Liberia. Las respuestas de éste, caracterizadas por aplomo y serena exposición, hicieron que el presidente preguntara: “¿Dónde recibió usted entrenamiento?” Alegremente, el hermano dio el crédito a la Escuela Teocrática. Dos hermanas presentaron el problema de los padres que deseaban educar bien a sus hijos, pero que también tenían la responsabilidad que Dios les daba de instruirlos en los principios de la adoración pura. Más tarde se le dio al primer ejecutivo un documento detallado de diez páginas acerca de la cuestión del saludo a la bandera, y éste prometió estudiarlos sin prejuicio.

Este documento sostenía que el eximir a ciertas personas de saludar la bandera no era otorgar “privilegios exclusivos o diferencias.” Más bien, declaraba que aquella exención sostenía su “derecho natural e inalienable a adorar a Dios según los dictados de su conciencia, sin obstrucción o molestia por parte de otros,” según lo garantizaba la Constitución.

Cuando el presidente solicitó una opinión jurídica sobre este punto, el ministerio de justicia comisionó a un grupo de abogados para que estudiaran la cuestión. Sus decisiones apoyaron el derecho de los testigos de Jehová en este asunto y el Ministerio de Justicia sostuvo esta opinión. Sin embargo, nunca se publicó una decisión sobre esto y en realidad la cuestión no ha sido sacada a relucir de nuevo.

CONTINÚA EL CRECIMIENTO

Para 1973, el excelente crecimiento de la obra de predicar el Reino en las zonas aisladas hizo necesario formar nuevas congregaciones. Para el fin de aquel año había 22 congregaciones en este país. Se necesitaban muchos trabajadores más para atender este abundante aumento.

Nuestra Asamblea de Distrito “Victoria Divina,” que se celebró del 5 al 9 de diciembre de 1973, fue especial de muchas maneras. Para deleite nuestro, 88 hermanos y hermanas del exterior asistieron a la asamblea como parte de la gira de ellos por el África Occidental. Los hermanos locales presentaron escenas de colorido en las que representaron el trabajo que se hace en una granja de arroz. Las hermanas demostraron los pasos que se dan para preparar el arroz para cocerlo... el secarlo, el golpearlo en un pilón, el aventar la paja para que se vaya y entonces separar el arroz. Mientras tanto, cantaron canciones nativas que el agricultor liberiano canta mientras efectúa su trabajo. Al fin, hubo un apetecible despliegue de frutas y vegetales que se cultivan aquí.

Aunque habíamos hecho arreglos con mucha anterioridad para usar el estadio Tubman, el viernes se nos informó que había un juego de fútbol fijado para el domingo a las cuatro de la tarde, la misma hoja en que íbamos a celebrar nuestra reunión pública. Fijamos de nuevo el discurso para las once de la mañana del domingo. ¿Cuántas personas podrían venir a esa hora? Para cuando el hermano William Jackson, del Betel de Brooklyn, había terminado su discurso, había una concurrencia de 2.225 personas... el mayor auditorio que habíamos tenido en un discurso público. El excelente testimonio que dio esta asamblea y el gozo de tener visitantes cristianos de otros países compartiendo este acontecimiento con nosotros estimuló mucho a todos aquí a participar a mayor grado en el servicio de Jehová.

El domingo 7 de abril de 1974 fue muy agradable para los testigos de Jehová en Liberia. Los 939 publicadores hicieron un esfuerzo concentrado por invitar al mayor número posible de personas a asistir a la Cena del Señor en aquella fecha. ¿Habría buena respuesta? Muchas expresiones de gracias ascendieron a Jehová cuando 3.310 personas se reunieron con nosotros en nuestros Salones del Reino por todo el país. Para el fin de aquel año de servicio, 160 nuevos se habían bautizado. ¡Qué excelente año de esfuerzo concertado con el apoyo de Jehová!

MIRANDO AL FUTURO CON OPTIMISMO

Fue en mayo de 1947 que el hermano Watkins y su esposa llegaron aquí como misioneros. Por mucho tiempo el hermano Watkins había esperado que llegáramos a tener 1.000 publicadores del Reino en Liberia. Finalmente, sucedió... veintiocho años después. En mayo de 1975, 1.027 publicadores informaron servicio en el campo. Habíamos llegado a conocer parte del gozo relacionado con las palabras: “El pequeño llegará a ser mil,” ¡y lo agradecimos mucho a Jehová!—Isa. 60:22.

En enero de 1976 alcanzamos 1.060 publicadores. Ahora estamos buscando maneras de llevar la obra a zonas aisladas que todavía no han recibido un testimonio. Esperamos que más proclamadores del Reino puedan participar en la obra de precursor especial. Esto suministraría trabajadores que podrían ser enviados a estos lugares donde se les necesita.

Continuamos esforzándonos por vencer dos obstáculos al progreso... el analfabetismo y la tendencia hacia la inmoralidad. Aproximadamente el 24 por ciento de los publicadores todavía no pueden leer y otro 15 por ciento lee con dificultad. Durante los pasados cinco años, 130 personas han sido expulsadas por inmoralidad. Pero los fieles siguen adelante con la obra, y tienen mucho que hacer.

La población de 1.670.000 personas de Liberia se compone de cristianos nominales, musulmanes y una considerable cantidad de animistas. Durante los pasados veintinueve años el campo de los llamados “cristianos” ha sido bien trabajado. Sin embargo, no se ha hecho mucho en las zonas que son sólidamente musulmanas. Además, todavía no se ha llegado a una gran porción de la población animista, puesto que la mayoría de ellos están esparcidos en aldeas pequeñas y semipueblos por la “maleza.”

Por la mayor parte nuestra obra de predicar y enseñar continúa en las zonas de población concentrada. Sin embargo, a medida que haya más precursores especiales, esperamos que gradualmente otros centros de población oigan las buenas nuevas. Oramos continuamente a Jehová Dios que muchos residentes de esta tierra llamada popularmente “tierra de libertad” todavía acepten la verdad que da verdadera libertad y vida eterna.

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