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  • Camino arriba en el Ecuador
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
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  • Recompensa de los primeros esfuerzos
  • Obra remuneradora en Quito y Guayaquil
  • Bajo ataque
  • Expansión pacífica
  • Sucumbe el “pequeño Vaticano”
  • La obra sigue hacia el sur
  • Ayuda del extranjero
  • Más trabajo por delante
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
w82 1/11 págs. 28-31

Camino arriba en el Ecuador

EL NORTE se une al sur en el Ecuador. Aquí, en esta nación, la más pequeña de la costa del Pacífico de Sudamérica, el hemisferio norte y el hemisferio sur se juntan en el ecuador. Literalmente, el norte solo queda a un paso del sur.

Cuando alguien observa el contorno del Ecuador en un mapa, puede que éste le recuerde la paleta de un pintor, en la que el Golfo de Guayaquil sería el agujero donde el pintor mete el dedo pulgar. Selvas verdes, olas marinas de blancas crestas, valles bien cuidados, ríos serpenteantes y estuarios se inclinan ante los picos andinos cubiertos de nieve que se elevan a gran altura bajo una sombrilla de cielos azules. Durante todo el año se puede disfrutar simultáneamente de las tórridas temperaturas tropicales y del refrescante clima primaveral. Añada a esto los matices del arco iris que se pueden ver en las abundantes cosechas de café, cacao, plátanos, arroz, algodón, melones, manzanas, uvas, piñas, papayas, y en la distintiva naranjilla, y las posibilidades de expresión artística son ilimitadas.

La población del Ecuador es tan interesante y variada como su topografía. Se pueden distinguir fácilmente los españoles de piel blanca, los grupos indígenas con pintorescos vestidos, los negros procedentes de África y Jamaica, una considerable colonia oriental y una variedad de descendientes de europeos. Pero la mayoría de los más de 8.644.000 habitantes, que se caracterizan por su naturaleza hospitalaria y su sonrisa presta, son una mezcla de diferentes razas.

El monopolio de la Iglesia Católica en el Ecuador, que duró 300 años, produjo un statu quo en el ambiente religioso. Pero hace unos cuarenta años comenzaron a soplar corrientes innovadoras y, hasta el presente, han continuado tiempos de refrigerio como los que se mencionan en la Biblia. Los testigos de Jehová han figurado en este cambio y la historia de ellos es una de devoción y perseverancia. Verdaderamente, aunque la influencia de ciertas religiones parece haber ido disminuyendo, el verdadero cristianismo ha ido en ascenso en el Ecuador.

Recompensa de los primeros esfuerzos

Volvamos atrás a 1935. Theodore Laguna y un compañero trajeron el mensaje del reino de Dios al Ecuador en aquel año, en plena depresión. Durante su estadía de 10 meses, dedicaron 1.432 horas a la obra de predicar, y algunas semillas de la verdad que se sembraron en aquel entonces cayeron en buen terreno, lo cual produjo fruto excelente 40 años más tarde.

Sigamos adelante a 1946. La Escuela Bíblica de Galaad, de la Sociedad Watchtower, estaba entrenando a centenares de misioneros entusiastas. En septiembre de aquel año, Thomas y Mary Klingensmith, graduados de aquella escuela, junto con Walter y Willmetta Pemberton, llegaron a Quito, capital ecuatoriana, muy deseosos de emprender la actividad de testificar. El superar tres siglos de tradición con el conocimiento limitado que tenían del idioma español resultó ser un verdadero desafío. Las tarjetas de testimonio, las grabaciones fonográficas de conferencias bíblicas y el uso frecuente del lenguaje por señas tuvieron como resultado la primera reunión organizada de los testigos de Jehová, allá en octubre de 1946. Los esfuerzos de los misioneros fueron bendecidos con una asistencia de ocho personas, incluso un ecuatoriano. En el mismísimo siguiente mes, siete ecuatorianos y cuatro misioneros estuvieron predicando en el sector de Magdalena, en Quito.

Entre las siete personas que simbolizaron su dedicación a Jehová mediante bautismo en agua en agosto de 1947 estuvieron Ramón Redín y Pedro Tules. A la edad de ochenta y dos años, el hermano Redín todavía sirve de precursor especial o proclamador de tiempo completo del Reino. El hermano Tules, que ahora lleva más de treinta y cuatro años en el servicio de tiempo completo, fue el primer ecuatoriano en asistir a la Escuela de Galaad (en 1951).

Obra remuneradora en Quito y Guayaquil

Ahora pasamos el calendario a 1948. En ese año llegaron a Quito otros seis misioneros, entrenados en la Escuela de Galaad, y una cantidad igual de misioneros estableció su hogar en el puerto marítimo de Guayaquil.

Lottie Foster, que ahora es octogenaria, llegó al Ecuador con el grupo del 1948 y todavía vive aquí. “He sembrado y he regado,” dice la hermana Foster respecto a sus treinta y tres años en el servicio misional, y añade: “Sin duda, he ayudado a muchas personas hasta el punto de dedicarse a Dios. Pero muchas veces he puesto literatura en manos de otras personas, y comenzado estudios con ellas, que después se mudaban. Más tarde, en algunas de nuestras asambleas más grandes, volvía a verlas ya bautizadas y creciendo espiritualmente. ... Verdaderamente, Jehová hace que su campo produzca.”—1 Corintios 3:6-9.

Fern Noboa también vino al Ecuador en 1948. Hoy la hermana Noboa continúa sirviendo con su familia en este país, del que ha hecho su hogar. Al meditar en el pasado, ella recuerda: “En el sector de Magdalena, en Quito, el sacerdote recorría las calles en su bicicleta y agrupaba una chusma para ahuyentarnos. Por lo menos en una ocasión nos echaron del territorio a pedradas.”

Pero la persecución fue infructuosa, y Jehová hizo prosperar la obra de predicar el Reino. Por eso, hoy hay catorce congregaciones en Quito.

En aquel mismo año, 1948, se llevó la verdad bíblica a Guayaquil, puerto comercial del Pacífico. Albert y Zola Hoffman estuvieron entre los primeros precursores que sirvieron en esa ciudad. En 1975 la hermana Hoffman completó fielmente su carrera terrestre, pero Albert dice lo siguiente acerca de aquellos primeros esfuerzos fructíferos:

“Trabajábamos por parejas para ayudarnos uno al otro con el español. Después de anunciar de modo sencillo un mensaje maravilloso e importante, poníamos a tocar el fonógrafo. Solía reunirse una muchedumbre y le ofrecíamos la literatura, especialmente el libro ‘La verdad os hará libres,’ que se convirtió en una de las publicaciones más populares de la ciudad. ... Cuatro personas interesadas en la Biblia asistieron a nuestra primera reunión.”

En marzo de 1949, N. H. Knorr (quien era entonces presidente de la Sociedad Watch Tower) hizo su primera visita al Ecuador. En Quito, ochenta y dos personas escucharon mientras él pronunció su discurso a la luz de una vela. En Guayaquil, después de solo dos meses y medio de actividad por parte de los misioneros, se reunió un grupo de 280 personas para escuchar al hermano Knorr pronunciar un discurso.

Hasta entonces la oficina central de la Sociedad, en Nueva York, se había hecho cargo de la obra de predicar el Reino en el Ecuador. No obstante, al haber cincuenta y tres proclamadores del Reino activos, y buenas perspectivas de expansión, se estableció una sucursal en Guayaquil.

Bajo ataque

La celosa actividad de testificar el Reino no pasó inadvertida. Otros elementos religiosos se inquietaron. De manera extraña, los primeros disturbios los causó no la Iglesia Católica, que afirma representar el 95 por ciento de la población, sino un grupo evangélico protestante. Pero los ataques que dirigió contra los Testigos en la revista evangélica oficial despertó el interés de personas pensadoras, entre quienes hubo muchas que finalmente abrazaron el cristianismo verdadero.

La Iglesia Católica Romana no permanecería en posición neutral. En 1951 estallaron actos de violencia en Quito, causados por una chusma. No obstante, el pueblo de Jehová obró inmediatamente para “defender y legalmente establecer las buenas nuevas.” (Filipenses 1:7) El Artículo 168 de la Constitución del Ecuador garantiza libertad de conciencia en todos sus aspectos y manifestaciones, incluso el libre ejercicio de la religión que uno escoja.

El periódico principal de Quito defendió el derecho de libertad de culto de los Testigos. Las autoridades gubernamentales enviaron avisos al clero, y el clérigo que fue responsable de que se formara aquella chusma tuvo que humillarse y decir que se encargaría de que no volviera a ocurrir tal clase de actos.

Parece que algunos sacerdotes creían que ellos eran en sí una autoridad, y al poco tiempo se volvieron a cometer atropellos contra los testigos de Jehová. El recurrir nuevamente a las autoridades gubernamentales pertinentes tuvo por resultado un despacho telegráfico procedente del Ministerio de Gobierno, con fecha del 3 de diciembre de 1952. Este especificaba que debía proveerse la “debida protección” contra ataques violentos a los misioneros de los Testigos. Archivado en las oficinas de todos los gobernadores de provincia del país, este despacho telegráfico permanece hasta este día como la postura oficial del gobierno respecto a la posición legal de los testigos de Jehová.

El cumplir con la ley es otro asunto. Dos años después, una chusma de 200 personas atacó al pueblo de Jehová en una asamblea que se celebró en Riobamba. No obstante, otra vez los esfuerzos del clero resultaron ser contraproducentes, pues, por todo el país, los periódicos defendieron el derecho de libertad de culto que tienen los Testigos.

Expansión pacífica

La década de los años cincuenta fue un período de crecimiento y solidificación. Los hermanos N. H. Knorr y M. G. Henschel visitaron al Ecuador, y se establecieron nuevos hogares misionales. Entonces un superintendente viajante comenzó a visitar con regularidad las cinco congregaciones existentes. En la actualidad hay seis circuitos en el país.

El espacio para las reuniones y las operaciones de la sucursal era reducido. Así que, en 1955, se compró un terreno para construir en él nuevas facilidades de sucursal. Se comenzaron las excavaciones en octubre de 1956, y en mayo de 1957 se completó un edificio excelente y firme que proveía espacio para crecimiento y tenía un Salón del Reino en el que cabían cómodamente 300 personas. Al comienzo de los años setenta, se hizo evidente la necesidad de expansión. En diciembre de 1974 se completó un programa de construcción que cuadruplicó la capacidad de almacenamiento y proveyó vivienda para un máximo de veinticuatro misioneros. Y en 1981, justo a las afueras de Guayaquil, adquirimos una propiedad para construir un lugar de asamblea, un almacén y, posiblemente, otras facilidades.

Sucumbe el “pequeño Vaticano”

En 1953 algunos misioneros fueron enviados a Cuenca, la tercera ciudad más grande del Ecuador, que a veces se le llamaba el “pequeño Vaticano.” El progreso era lento, y en 1955 se envió a los misioneros a otro lugar. Pero algunas semillas cayeron en tierra excelente. Por ejemplo, un joven, Carlos Sánchez, reconoció la verdad. “Cuando asistí por primera vez a las reuniones,” recuerda él, “era tan tímido y me sentía tan cohibido que hubiera querido cubrirme el rostro con el gorro que llevaba puesto para que los demás no pudieran verme.” Hoy, su rostro irradia el gozo de la verdad que ha transformado su vida. Aunque quedó paralítico desde la cintura hacia abajo a causa de un serio accidente automovilístico, el hermano Sánchez continúa buscando celosamente a otras personas que están tratando de hallar la verdad.

Cuenca —el “pequeño Vaticano”— cambió, y cierto clérigo desempeñó un papel en esto. Harley Harris, que ahora es coordinador de la sucursal del Ecuador, recuerda que en 1966 él, otros tres misioneros y un precursor especial comenzaron a realizar juntos un esfuerzo por establecer una congregación allí. Harris declara:

“En nuestra obra de puerta en puerta comenzamos a oír acerca de cierto sacerdote español ... [quien] había anunciado en la iglesia que si había personas que hablaban acerca de la Biblia, se les debería escuchar, puesto que la Biblia contiene la verdad. ... Conversé con él por dos horas en el hogar misional. Pidió una Biblia y manifestó una actitud muy receptiva. Opuesto a cobrar por los servicios eclesiásticos según la categoría de éstos, puesto que a él le parecía que todas las misas eran iguales y se debería cobrar lo mismo por todas, el sacerdote provocó la ira del obispo y fue enviado de vuelta a su España natal. Sin embargo, sus comentarios habían deshecho las trabas mentales de muchas personas y nuestra obra de predicar cobró impulso. Ahora, en 1982, hay tres congregaciones activas del pueblo de Jehová en Cuenca.”

La obra sigue hacia el sur

A partir del 1 de octubre de 1956, a Carl Dochow y a Nicolás Wesley se les asignó toda la provincia meridional de El Oro. Trabajaron dieciocho meses en el centro agrícola que estaba desarrollándose en Machala antes de ver a un nuevo publicador del Reino en el campo. “Entonces la obra ‘despegó,’” recuerda el hermano Dochow. “Un gran paso de adelanto que se dio en 1960 fue la adquisición del mismísimo primer Salón del Reino que era enteramente propiedad de una congregación de testigos de Jehová [en este país, donde antes se habían alquilado los salones] ... Este Salón ha sido ampliado y reconstruido desde entonces y es verdaderamente un haber para la adoración verdadera.”

Ahora Machala tiene tres congregaciones, además de otras seis por toda la provincia. Y hoy la mayoría de los Salones del Reino en el Ecuador son propiedad de las congregaciones locales.

Ayuda del extranjero

En la asamblea internacional de los testigos de Jehová que se celebró en 1958 en la ciudad de Nueva York, se extendió una invitación a las familias para que sirvieran en países donde hubiera mayor necesidad de que se predicara el Reino. Se ha calculado que el Ecuador recibió más de aquella ayuda que cualquier otro país de América del Sur. En 1959 el hermano Knorr se dirigió a un auditorio de 120 personas que había venido a este país. Varias de aquellas familias están sirviendo todavía en el campo ecuatoriano.

Más trabajo por delante

Desde 1966, comenzando con la clase cuarenta y uno de la Escuela de Galaad, docenas de misioneros han entrado en el campo del Ecuador. Los resultados han sido muy satisfactorios.

Hoy hay 112 congregaciones en el Ecuador. Aunque ciertas zonas del país todavía están esperando oír el mensaje del Reino, se están haciendo esfuerzos por trabajar este territorio no asignado. La notable asistencia a la Cena del Señor indica claramente que todavía hay buenas posibilidades de aumento. En 1981 hubo un máximo de 5.666 publicadores del Reino, y la asistencia al Memorial fue de 26.576 personas.

Es patente que Jehová está apoyando la actividad de predicar el Reino en este país. Aunque puede que la influencia de la cristiandad esté disminuyendo en el Ecuador, nos regocijamos de que el cristianismo verdadero siga camino arriba, para la alabanza eterna de Jehová.

[Mapa en la página 28]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Quito

Riobamba

Guayaquil

Golfo de Guayaquil

Cuenca

Machala

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