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  • ¿Fue indebidamente severa la ley de Dios de “ojo por ojo”?

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  • ¿Fue indebidamente severa la ley de Dios de “ojo por ojo”?
  • ¡Despertad! 1977
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¡Despertad! 1977
g77 8/11 págs. 27-28

¿Cuál es el punto de vista bíblico?

¿Fue indebidamente severa la ley de Dios de “ojo por ojo”?

EN LA ley que Dios dio a Israel en la antigüedad, él mandó: “En caso de que un testigo que esté tramando violencia se levante contra un hombre para presentar contra él una acusación de sublevación . . . los jueces tienen que escudriñar cabalmente, y si el testigo es testigo falso y ha presentado una acusación falsa contra su hermano, entonces ustedes tienen que hacerle a él tal como él había tramado hacerle a su hermano . . . Así los que queden oirán y tendrán miedo, y nunca volverán a hacer ninguna cosa mala como ésta en medio de ti. Y tu ojo no debe sentirse apenado: alma será por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.”—Deu. 19:16-21.

¿Quién diría que esta ley (que se llama lex talionis, la “ley del talión,” o del desquite o represalia) fue indebidamente severa? ¿Qué odio o trama viciosa tendría en su corazón un hombre que diera semejante falso testimonio? El imponerle un castigo igual al que él trató de acarrearle a su semejante estaría plenamente justificado, y ciertamente sería un modo eficaz de disuadir a otros de dar falso testimonio en los tribunales del país.

Se halla la expresión de este mandamiento tres veces en la Ley que se les dio a los israelitas en la antigüedad. En Levítico 24:17-20 leemos: “En caso de que un hombre golpee mortalmente a cualquier alma de la humanidad, debe ser muerto sin falta . . . Y en caso de que un hombre le causare un defecto a su asociado, entonces tal como él haya hecho, así se le debe hacer a él. Fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; la misma clase de defecto que le causare al hombre, eso es lo que se le debe causar a él.”

Aquí se halla de nuevo una actitud parecida por parte del ofensor... un acto deliberado de asesinar, o de mutilar o lesionar a un semejante. ¿Por qué podemos decir “deliberado”? Porque el hombre que fuera homicida sin intención (alguien que matara a una persona accidentalmente) podía recibir misericordia. Se proveyeron “ciudades de refugio” como santuario para el que hubiese cometido un acto de matar accidentalmente.—Núm. 35:11-15, 25.

La expresión ocurre por tercera vez en Éxodo 21:22-25, donde leemos: “En caso de que haya hombres luchando el uno con el otro y realmente lastimen a una mujer encinta . . . si ocurre un accidente mortal, entonces tienes que dar alma por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, marca candente por marca candente, herida por herida, golpe por golpe.”

En este caso se daba énfasis de nuevo a la santidad de la vida. Estaban implicadas dos vidas, o posiblemente más... la mujer y su hijo o hijos. El hombre que no era su esposo la empujó violentamente o le dio un golpe. En este caso se manifestaba gran falta de respeto a la vida, y el hombre pudiera herir a la mujer debido a un deseo vicioso de lastimar al esposo. Si la mujer o su prole, o ambas, murieran o fueran gravemente lesionadas, el hombre incurriría en la pena prescrita. Sin embargo, aun en este caso, lo mismo que en otros, se tenía en cuenta las circunstancias, el grado de intención y cosas parecidas antes que los jueces aplicaran la pena de “ojo por ojo.”—Compare con Éxodo 21:28-30.

Pero aunque la fórmula “ojo por ojo” constituía parte del pacto de la Ley, de ninguna manera expresaba el espíritu dominante de esa Ley. Pues los primeros y más importantes mandamientos, sobre los cuales pendía toda la Ley, tienen que ver con el amor... a Dios y al prójimo. (Mat. 22:37-40) ¿Ha de suponerse que Dios sea menos amoroso que lo que mandó que su pueblo fuera? Es cierto que la Ley de “ojo por ojo” se aplicó en unos cuantos casos. Pero si dijéramos que Dios fue severo en los casos en que mandó que se aplicara esa ley, entonces pudiéramos decir que toda ley que exige castigo del crimen es severa.

Además, si realmente queremos conocer la actitud de Dios, podemos examinar sus tratos con Israel. Vez tras vez los israelitas despreciaron su ley, lo vituperaron a él y hablaron en su contra, y cuando se hallaban en penosos aprietos lo invocaban y él los rescataba. En los años finales de Samaria, el reino del norte, la situación se puso tan mala que el profeta Oseas la describió en estas palabras: “Hay la . . . práctica de engaño y asesinato y robo y perpetración de adulterio que han estallado, y actos de derramamiento de sangre han tocado a otros actos de derramamiento de sangre.” (Ose. 4:2) No obstante Dios no los abandonó en ese tiempo, ni destruyó a todos, sino que envió a su profeta para amonestarlos y darles la oportunidad de cambiar su modo de ser.

Pero, el mayor ejemplo del amor de Jehová Dios es éste que el apóstol Pablo llama a nuestra atención cuando les dice a los cristianos: “Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros. . . . Porque si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo, mucho más, ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida.”—Rom. 5:8-10.

Bueno, sabemos que al proveer el modo por el cual los hombres pueden ser librados de pecados sumamente graves, tanto Jehová Dios como Jesucristo demostraron sobrepujante bondad inmerecida. El apóstol Pablo, antes de llegar a ser cristiano, realmente estaba implicado en el asesinato de cristianos. Pablo escribió agradecidamente: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a pecadores. De éstos yo soy el más notable. No obstante, la razón por la cual se me mostró misericordia fue para que por medio de mí como el caso más notable Cristo Jesús demostrase toda su gran paciencia como muestra de los que van a cifrar su fe en él para vida eterna.”—1 Tim. 1:15, 16.

Además, si hay alguien que juzgue que Dios fue injusto al dar esta ley del talión, debe notar que Dios se impuso la misma severidad a sí mismo cuando procedió a salvar a la humanidad. ¿Cómo?

Adán, el antecesor de la humanidad, deliberadamente se puso en oposición a Dios. Al hacerlo, sabía que llegaría a estar bajo el juicio adverso de Dios... la pena que se había declarado era muerte. (Gén. 2:17) Por lo tanto, no pudo transmitir a sus hijos la justicia, de modo que les impuso una herencia de muerte a sus hijos que estaban en sus lomos, todavía sin nacer.—Rom. 5:12.

A pesar de ser todopoderoso, Dios se sometió a su propia ley de “alma [vida] por alma” a fin de ayudar a la humanidad. Solo por medio de una vida humana perfecta sería posible contrapesar el juicio contra la raza humana y sostener la justicia en el gobierno universal de Dios. Dios escogió a su Hijo unigénito, quien estaba dispuesto a hacer este sacrificio y a trabajar con la raza humana comprada para ayudar a cuantos desearan obedecer. Jesucristo podría llegar a ser para éstos “Padre Eterno.”—Isa. 9:6.

La actitud bondadosa, misericordiosa de Dios resalta en su acción de dar a su Hijo a favor de la humanidad, sosteniendo así la justicia de su gobernación, de la cual dice la Biblia: “Su reino está fundado en rectitud y justicia.” (Sal. 89:14, Today’s English Version) La personalidad de Jehová Dios y su modo de tratar a la humanidad no son severos o ásperos, sino amorosos, misericordiosos, pero a la vez justos, rectos e imparciales. Por consiguiente, se puede ver que la ley de “ojo por ojo” es una ley justa que solo se aplicaba cuando era absolutamente esencial para cumplir con la justicia y solo se ejecutaba en aquellos que lo merecían.

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