¿Tienen las respuestas?
¿QUÉ respuestas se están ofreciendo para el desafuero cada vez mayor de hoy día?
Una de las soluciones que a menudo se propone es ésta: ÚSESE MÁS FUERZA. Este es el clamor: “¡Más policías!” “¡Más fuertes condenas de cárcel!”
Nadie puede negar correctamente que un criminal debe ser castigado por su crimen. La Biblia declara que Dios le dio a su nación del Israel de la antigüedad leyes que disponían castigo para los malhechores, hasta incluso la pena de muerte. (Núm. 35:31; Éxo. 22:1-6) Tampoco puede alguien negar que el debilitar los arreglos para hacer cumplir la ley solo podría resultar en condiciones mucho peores.
La pregunta, entonces, es: ¿Puede un fortalecimiento de los sistemas presentes que hacen cumplir la ley de la sociedad humana detener eficazmente la ola aumentante de delincuencia y crimen?
¿Pueden las agencias locales que hacen cumplir la ley resolver el problema?
Para enfrentarse a una delincuencia que crece, en muchos lugares se están aumentando las fuerzas policíacas. Pero la prevención policíaca del crimen depende a gran grado de la cooperación del público. Hoy en muchas zonas la cooperación con la policía está en un nivel bajo sin precedente. Los mismos agentes de la policía podrían sucumbir a las ofertas tentadoras de hombres que se esfuerzan por corromperlos.
¿A qué grado puede un aumento de las fuerzas policíacas garantizar seguridad hoy día? Usted se interesará en leer lo que el Times del 3 de junio de 1969 dijo acerca de la ciudad de Nueva York:
“Costaría 25.000 millones de dólares al año —un tercio del presupuesto anual total del Departamento de la Defensa [de los Estados Unidos]— tener a un patrullero las veinticuatro horas del día en cada una de las manzanas de la ciudad.
“Y aunque fuera posible esto, los agentes de la policía dicen que eso no detendría la delincuencia, puesto que más de la mitad de ésta se comete en zonas que no patrullan... hogares, restaurantes, pasillos y ascensores.”
Reconociendo lo difícil que es el problema, James Vorenberg, ex-director de la Comisión Nacional sobre la Delincuencia en los Estados Unidos, declaró: “A un grado considerable los arreglos para hacer cumplir la ley no pueden abordar el comportamiento criminal.” ¿Por qué no?
Porque en sí mismo el imponer el cumplimiento de la ley no cambia los deseos incorrectos ni los odios que hay dentro de la gente. No moldea las actitudes fundamentales. Donde el modo de pensar básico es incorrecto, el imponer el cumplimiento de la ley en sí mismo no lo corrige.
Tampoco elimina por sí mismo la injusticia, el prejuicio y la pobreza ese cumplimiento impuesto de la ley. No hace generosos a los hombres codiciosos, ni humildes a los hombres arrogantes. No suprime las condiciones que a menudo engendran frustración y crimen.
¿Qué pueden hacer los gobiernos?
¿Pueden resolver el problema los gobiernos nacionales, puesto que tienen mucho más poder que los funcionarios municipales? ¿Qué registro tienen?
¿Han podido, por ejemplo, mantener paz entre ellos mismos, zanjar sus diferencias de manera ordenada, basándose en leyes justas? Usted sabe la respuesta. Desde 1914 los gobiernos nacionales han sido atrapados en las guerras más destructivas de la historia. ¡Más de 100 millones de personas han sido muertas o heridas! El daño a los hogares y la propiedad ha sido enorme. Se han promovido odios intensos. ¿Qué influencia ha tenido esto en las actitudes dentro de las naciones? ¿Ha inspirado respeto y lealtad hacia la ley y el orden existentes? La revista Look da esta respuesta:
“En naciones de todo el mundo, tanto el público en general como sus líderes siempre parecen poder justificar cualquier violencia que perpetran contra su semejante. . . . Ciertamente, la existencia de la violencia sancionada desgasta [o corroe] el concepto de ley y orden.”
Sobre la Organización de las Naciones Unidas, el número de mayo de 1969 de World Union, de Holanda, dijo:
“La Organización de las Naciones Unidas . . . no ha podido establecer ninguna clase de orden internacional. Desde que se formó hemos presenciado la más enloquecida carrera de armamentos de la historia y hemos vivido bajo la amenaza constante de una tercera guerra mundial.”
Esta carrera de armamentos cuesta miles de millones de dólares anualmente.
Claramente, los gobiernos no están resolviendo el problema. Prescindiendo de la sinceridad de los individuos dentro de ellos, resultan ineficaces en cuanto a producir ley y orden verdaderos.
¿Qué hay de los sistemas económicos?
¿Reduciría el desafuero la garantía de una prosperidad económica mejorada? De ninguna manera. ¡Es paradójico el hecho de que las naciones más ricas del mundo tienen la proporción más alta de crímenes! Y el aumento de la delincuencia entre los hijos de personas ricas ha aturdido a los oficiales. La Monthly Letter del Banco Real del Canadá de marzo de 1969 admitió lo siguiente:
“El aumento de la criminalidad en medio de la prosperidad dentro de la nación le presenta graves cuestiones problemáticas a la gente del Canadá. Afrontan el punto difícil de reconocer de que tienen que revisar la hipótesis acostumbrada de que la pobreza causa el crimen; tienen que admitir la posibilidad de que la opulencia, también, engendra actos criminales.”
Los sistemas económicos del mundo no están disminuyendo las frustraciones que pueden engendrar actos criminales. Si usted ha ido de compras recientemente bien sabe del aumento constante en los precios. Los impuestos, también, se llevan una porción cada vez más grande de los ingresos. Este apretón económico contribuye al aumento del descontento. Algunos reaccionan a ese apretón de maneras criminales, como se ve en el aumento fantástico de la ratería en las tiendas y en el número de personas que defraudan en los impuestos sobre la renta.
¿Es práctico acudir a los sistemas económicos del mundo por ayuda cuando ellos mismos casi están en un constante estado de crisis? Después de una de las muchas recientes crisis internacionales, Newsweek dijo: “De nuevo, la delicada estructura monetaria del mundo estuvo vacilando al borde del caos.” L. Albert Hahn, autoridad en finanzas, dijo acerca del sistema económico del mundo: “Sin duda, algún día este sistema se va a derrumbar.” ¿Puede ser ésa la base para una sociedad estable?
¿Qué hay de las religiones del mundo?
Bueno, entonces, ¿están por lo menos las organizaciones religiosas del mundo llevando la delantera hacia la ley y el orden verdaderos?
¿Qué encontramos entre las iglesias de la cristiandad? Hoy leemos que continuamente más clérigos justifican o hasta excusan la violencia, el meterse en la política, las relaciones sexuales premaritales, hasta el adulterio y la homosexualidad. Las iglesias mismas a menudo están desgarradas por disputas y rebelión.
Además, como dijo Martin Marty en The Search for a Usable Future: “Los que llevan a cabo encuestas encuentran diferencias poco significantes entre los cristianos y los no cristianos en lo que respecta a cualquier punto en cuestión humano o ético significativo.” En consecuencia, las iglesias de la cristiandad no han resultado mejores que los sistemas que ellas llaman “paganos.”
Señalando a una de las causas de la disminución de la influencia de las iglesias de la cristiandad, U.S. News & World Report hizo este comentario:
“El prestigio de la cristiandad en el mundo ha sufrido mucho debido a la frecuencia con que las llamadas naciones cristianas han usado la violencia como método para cambios internacionales.”
Pero no son solo los miembros de las iglesias de la cristiandad quienes han peleado unos contra otros en los campos de batalla, en motines o revueltas. Miembros de religiones que no alegan ser cristianas han hecho lo mismo.
La ley y el orden tienen que brotar del corazón para que sean eficaces. Las religiones del mundo afirman ser las instructoras de los corazones de los hombres. En consecuencia, la responsabilidad principal por el derrumbe de la ley y el orden tiene que colocarse a los pies de esas organizaciones religiosas.
¿Es la ciencia la respuesta?
¿Suministrará la ciencia la base para una sociedad ordenada?
La tecnología científica ha producido muchas máquinas y productos de que la gente disfruta. Pero junto con esto han venido las grandes ciudades, y éstas no han tenido buen éxito; han llegado a ser focos principales de dificultades. La ciencia también ha producido transporte rápido. Pero ahora los problemas aumentan a medida que el tránsito por aire y por tierra se enmaraña, y decenas de millares de personas mueren en accidentes cada año.
También, ¿de dónde vinieron las máquinas y los materiales que contaminan cada vez más el agua y el aire, hasta el alimento que comemos? ¿De dónde vinieron las armas devastadoras que han destruido a decenas de millones de personas en esta generación? De la ciencia.
La ciencia ha hecho posible enviar hombres a la Luna, pero el costo es gigantesco. Al mismo tiempo millares de personas mueren de inanición todos los días, las ciudades se deterioran y la delincuencia y el crimen se elevan estratosféricamente.
¿Diría usted que la ciencia está resolviendo los problemas verdaderamente importantes y sumamente urgentes de la humanidad? La verdad es como la expresó el profesor H. S. Commager de Amherst, en Saturday Review: “Al fin de una generación de adelanto sin paralelo en ciencia y tecnología, la humanidad halló que el hambre estaba más extendida, la violencia era más cruel, y la vida estaba más insegura que en cualquier otro tiempo en el siglo.”
También, el Herald de Melbourne, Australia, informó lo siguiente en cuanto a la dirección en que llevan a la humanidad los adelantos científicos: “El vicealmirante Hyman Rickover, cuya obra de fomento lo dio a conocer como el padre del submarino nuclear de los EE. UU., le advirtió al hombre . . . que el uso desenfrenado de la tecnología ‘puede llegar a ser el Frankenstein que destruya a su creador.’”
De modo que ése es el registro desagradable e insatisfactorio del hombre. Después de todos estos muchos siglos de oportunidad, simplemente no ha podido traer ley y orden con justicia e igualdad. No tiene las respuestas.
¿Por qué no? ¿Por qué continúan fallando los planes humanos? ¿Qué significa en realidad el derrumbe de hoy?