-
Medicina selvática... ¿es de cristianos buscar esas “curas”?La Atalaya 1974 | 15 de mayo
-
-
que tienen poderes curativos, junto con su magia. Pero atribuyen los beneficios que se obtengan a su habilidad espiritista, y no a las hierbas. De modo que engañan al paciente haciéndole creer que realmente ha sido la magia, y no las hierbas mismas, lo que produjo algún alivio. Las personas que acuden a esos sanadores llegan, a estar bajo la influencia de los espíritus, los demonios inicuos, porque han recurrido, por medio del brujo, a los demonios, y han aceptado lo que los demonios ofrecían.—Rom. 6:16; 1 Cor. 10:20, 21.
Muchas personas en África, Asia, América del Sur y otras partes de la Tierra donde se practica la medicina selvática, el vudú, el yuyu y otras magias están siendo libertadas de sus supersticiones y temores a brujas y dioses del vudú aprendiendo la verdad de la Biblia. Como dijo Jesús: “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará.” (Juan 8:32) Esta libertad del temor a los demonios les suministra un punto de vista sano sobre la vida y contribuye mucho a su salud física y mental. Ven, por otra parte, la degradación que ha acarreado a la gente la práctica de la medicina selvática, al recurrir a espíritus, realmente a demonios inicuos. Se dan cuenta de que solo por medio del sacrificio de rescate de Cristo puede el hombre recibir recobro verdadero y duradero de su imperfección y enfermedades. También aprenden que la aplicación de los beneficios de ese rescate vendrá durante el gobierno mesiánico de mil años, que ahora se ha acercado.
Como ejemplo de este rompimiento completo con esas prácticas y la determinación de dar devoción exclusiva al Creador hay el caso de un testigo de Jehová en África al cual se le pidió que escribiera en máquina unas instrucciones provistas por un brujo para decirle a su cliente cómo usar una medicina especial que había preparado. El Testigo rehusó envolverse en el tratamiento, y le dijo al “hechicero” que él mismo había abandonado el uso de aquellas pociones y no quería llevar delante de Dios la responsabilidad de animar a otra persona a usarlas. Ese proceder muestra verdadera fe y obediencia, lo cual asegura la bendición de Dios.
De modo que la respuesta bien definida a la pregunta: ‘¿Es de cristianos buscar las curas de la medicina selvática?’ es un inequívoco “No.” Los cristianos se darán cuenta de que no pueden adherirse al cristianismo verdadero y al mismo tiempo incluir como en cierta clase de “unión de fes” el recurrir a otro dios, aunque les parezca que se pudiera obtener alguna curación de padecimientos físicos de esa fuente. Jesucristo, el Hijo de Dios, dijo: “El que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por mi causa, la hallará.” También: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos.”—Mat. 16:25, Mod; Mat. 6:24.
Los cristianos verdaderos saben que la aprobación de Dios debe buscarse sobre todas las otras cosas. Evitan esfuerzos por obtener curación o cualquier otra cosa de manera que sea desaforada a los ojos de Dios, y que dividiría su devoción. Confían en Su prometido nuevo orden, porque allí pueden disfrutar de una curación que no durará solamente por unos cuantos años, sino para siempre.
-
-
Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1974 | 15 de mayo
-
-
Preguntas de los lectores
● ¿Significan las palabras de Pablo en 1 Corintios 6:1-7 que en ninguna circunstancia debería el cristiano llevar al tribunal un caso en que estuviera envuelto un compañero de creencia?—EE. UU.
La admonición inspirada del apóstol Pablo es: “¿Se atreve alguno de ustedes que tiene un asunto contra el otro a ir al tribunal ante hombres injustos, y no ante los santos? ¿O no saben ustedes que los santos juzgarán al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por ustedes, ¿son ustedes incapaces de juzgar asuntos de ínfima importancia? ¿No saben ustedes que juzgaremos a ángeles? Entonces, ¿por qué no los asuntos de esta vida? Si, pues, tienen asuntos de esta vida que han de ser juzgados, ¿ponen ustedes por jueces a los hombres que son menospreciados en la congregación? Hablo para hacerles sentir vergüenza. ¿Es verdad que no hay entre ustedes ni un solo sabio que pueda juzgar entre sus hermanos, sino que hermano va con hermano a los tribunales, y esto ante los incrédulos? En verdad, pues, significa del todo derrota para ustedes el que estén teniendo litigios unos con otros. ¿Por qué no dejan más bien que les hagan injusticias? ¿Por qué no dejan más bien que los defrauden?”—1 Cor. 6:1-7.
Aquí Pablo estaba mostrándoles a los cristianos corintios lo inconsistente que era llevar a tribunales seglares disputas que surgieran entre cristianos. Los jueces serían hombres que no estarían gobernados por los elevados principios de la ley de Dios y cuya conciencia no estaría entrenada por medio de un estudio de la Palabra de Él. Puesto que muchos de los jueces de aquel tiempo eran corruptos y aceptaban sobornos, los cristianos tenían poca razón para creer que el juicio de ellos sería justo. Pablo los llamó “hombres injustos.” Si los cristianos llevaran sus disputas ante aquellos hombres, estarían ‘poniendo como jueces’ a hombres en desprestigio para la congregación, considerados por ella deficientes en integridad.
Por otra parte, también, al llevar los asuntos ante incrédulos para juicio, estarían diciendo, de hecho, que nadie en la congregación tenía la sabiduría necesaria para juzgar “asuntos de esta vida” entre los cristianos. Esto era enteramente inconsistente con el hecho de que los cristianos ungidos por espíritu como gobernantes celestiales asociados del Señor Jesucristo estarían juzgando, no solo a hombres, sino también a ángeles. Y al llevar a rastras a compañeros creyentes ante jueces paganos, acarrearían gran vituperio al nombre de Dios. Puesto que a los extraños se les haría creer que los cristianos no eran diferentes de otras personas en vista de que no podían zanjar sus desacuerdos, los intereses de la adoración verdadera serían perjudicados. Hubiera sido mucho mejor que los cristianos individuales aceptaran pérdida personal más bien que perjudicar a la entera congregación llevando sus disputas a la atención pública.
En vista de lo susodicho, ¿irían hoy cristianos dedicados ante tribunales seglares si eso fuese a perjudicar el adelanto de la adoración verdadera o representarla en falsos colores a los ojos de extraños? No. Por supuesto, como todas las otras personas, los cristianos verdaderos todavía son humanos imperfectos. Cometen errores, y surgen problemas en relación con asuntos comerciales y cosas semejantes. Pero los desacuerdos de esta índole deberían zanjarse dentro de la congregación, pues la Palabra de Dios suministra las pautas necesarias y en la congregación hay hombres que están bien fundados en la Biblia.
Sin embargo, si un cristiano rehúsa corregir un mal serio cuando los ancianos que sirven en capacidad judicial en la congregación se lo aclaran, éste sería expulsado. Esto está en armonía con estas palabras de Jesús: “Si no escucha ni siquiera a la congregación, sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos.” (Mat. 18:17) Así, por ejemplo, el que defraudara a su hermano cristiano o que no hiciera provisión material para su esposa e hijos se hallaría fuera de la congregación si no se arrepintiese.—1 Tim. 5:8.
Después de eso la persona perjudicada podría decidir si debería tomarse acción legal en un esfuerzo por obligar al culpable, ahora expulsado, a rectificar los asuntos. Por supuesto, la persona perjudicada querría tomar en consideración si valdría la pena gastar así el tiempo e incurrir en los gastos, así como si la congregación todavía sería desprestigiada por llevarse a la atención pública las acciones de uno que era miembro de ella. Si el cristiano perjudicado sintiera a conciencia que el nombre de Dios no resultaría vituperado y que la acción legal fuera definitivamente necesaria, no estaría obrando necesariamente en violación del espíritu del consejo de Pablo si fuese a llevar al tribunal a uno que ya no fuera parte de la congregación cristiana. Jehová Dios ha permitido que la autoridad seglar sirva de instrumento suyo para llevar a la justicia a los infractores de la ley, y en este caso la persona perjudicada estaría valiéndose de la ayuda jurídica después de agotar los medios disponibles dentro de la congregación para la corrección del mal.—Rom. 13:3, 4.
Quizás hasta haya ocasiones en que hermanos cristianos crean a conciencia que podrían ir al tribunal con casos que envolvieran a compañeros creyentes. Esto pudiera ser para obtener compensación de una compañía de seguros. En algunos países quizás la ley especifique que ciertos asuntos tienen que ser atendidos en un tribunal, como testamentos que tengan que ser validados por los tribunales. Pero esto no produce publicidad adversa ni acarrea vituperio a la congregación. Al encargarse de esos asuntos legales que no afectarían adversamente a la congregación, los cristianos pueden ser gobernados por lo que consideren que sea lo mejor en medio de las circunstancias.
Sin embargo, si algún miembro de la congregación cristiana, sin hacer caso del efecto de su acción en el buen nombre de la congregación, pasa por alto el consejo de la Palabra de Dios sobre este asunto, no estaría “libre de acusación” como cristiano. No sería uno que tuviera “excelente testimonio de los de afuera” de la congregación. (Tito 1:6; 1 Tim. 3:7) Ciertamente no sería un ejemplo para que otros lo
-