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  • Historia moderna de los testigos de Jehová
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
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Historia moderna de los testigos de Jehová

Parte 19—Cristianos neutrales en América durante la II Guerra Mundial

MIENTRAS los acontecimientos interesantes ya relatados les sucedían a los testigos de Jehová en otras partes de la tierra durante la II Guerra Mundial, ¿qué les sucedía a los testigos de Jehová en los Estados Unidos durante este período? Ellos también se portaron neutrales en medio de un mar de humanidad que había alcanzado el estado de histeria durante los días de la guerra. Esto significó que los testigos estadounidenses soportaron uno de los períodos más calurosos de persecución de cristianos en los anales de la historia moderna. Contando desde 1933, cuando la Sociedad Watch Tówer comenzó a llevar un registro del número de detenciones, hasta 1951, cuando todavía seguía la segunda siega de la persecución debido a las exigencias del servicio militar, hay un registro de 18,886 detenciones individuales.a Esta es una cifra casi increíble para un país que dice ser democrático y campeón de la libertad.

Además hubo por lo menos 1,500 atropellos a manos de chusmas, atropellos que afectaron a los testigos desde un extremo de los Estados Unidos hasta el otro. Como se ha indicado anteriormente, la Corte Suprema de los Estados Unidos dió una decisión en contra de la Sociedad, el 3 de junio de 1940, en el juicio sobre el saludo a la bandera en que estuvieron implicados los niños Gobitis. Esto dió comienzo a una tremenda reacción pública contra los testigos. Requirió gran fortaleza y fe cristianas de parte de todos los del pueblo de Jehová, hombres y mujeres, niños y adultos, el soportar este período de prueba y al mismo tiempo continuar su predicación pública de casa en casa y en las calles. La fe absoluta en Jehová venció la persecución así como lo había hecho en Alemania y en otros países.

Tres años más tarde (1943), cuando el juicio del saludo a la bandera se presentó por segunda vez ante la Corte Suprema de los Estados Unidos, la siguiente descripción oficial de la reacción del público en vista del fallo dado por la Corte en 1940 se presentó en el memorial de la Sociedad dado a cada uno de los nueve jueces.

“Inmediatamente después que se dió el fallo [adverso] Gobitis el 3 de junio de 1940, los enemigos de los testigos de Jehová lanzaron una campaña nacional de publicidad periodística y habladuría vana, acusándolos falsamente de estar ‘contra la bandera y el gobierno,’ simplemente porque se niegan a saludar bandera alguna, incluyendo la bandera americana, a causa de conciencia. Dicho fallo fué como un fósforo prendido aplicado a un campo de hierba seca. El prejuicio creado por la publicidad adversa de los periódicos ardió en violencia abierta. En seguida surgieron asonadas contra los testigos de Jehová por todas partes. Por más de dos años, en miles de comunidades a través de esta nación, ciertos elementos religiosos o seudopatriotas han hecho que hombres desprovistos de ley y razón asalten a miles de los testigos de Jehová, hombres, mujeres y niños; han destruído sus propiedades; los han forzado a abandonar sus hogares; han quemado sus casas, lugares de adoración, muebles, libros y dinero; han amarrado grupos de ellos juntos y les han hecho ingerir a la fuerza grandes cantidades de aceite de ricino; los han conducido como ganado por los caminos y líneas de ferrocarril calurosos y empolvados en muchos lugares; los han arrastrado por las calles principales de las ciudades con una soga atada al pescuezo y colgado; y han cometido numerosos otros actos de violencia y maldad contra ellos sin causa, y continúan haciendo esto hasta el día de hoy sin que la ley los estorbe. Funcionarios públicos, bajo la influencia de religiosos bien conocidos, allanaron las casas de ciudadanos, los testigos de Jehová, los secuestraron llevándolos de un estado a otro, y dispersaron sus asambleas privadas en que estudiaban la Biblia. Miles de niños han sido expulsados de las escuelas y grandes números de ellos perseguidos como delincuentes; a muchos se les ha declarado culpables y se ha dado orden de separarlos de sus padres. A cientos de padres los han amenazado con llevarlos al tribunal por el crimen supuesto de contribuir a la delincuencia y vida holgazana de sus hijos y muchos han recibido fallos de culpabilidad—todo a causa de que les han enseñado lo que la Biblia dice y los hijos humildemente han obedecido los mandamientos de Dios.”b

En una transmisión por radio a través de una cadena de costa a costa, el 16 de junio de 1940, el subsecretario de justicia de los Estados Unidos, Francis Biddle, hizo la siguiente declaración en un esfuerzo por tranquilizar el espíritu de violencia por chusmas que en ese entonces se expresaba sin restricción.

“. . . A los testigos de Jehová los han atacado y golpeado repetidas veces. No habían cometido ningún crimen; pero la chusma juzgó que sí lo habían cometido, y suministró el castigo de la asonada. El ministro de justicia ha mandado que se haga una investigación inmediata de estos ultrajes. El pueblo tiene que estar alerta y vigilante, y ante todo ser sereno y cuerdo. Puesto que la violencia de las asonadas hará infinitamente más difícil la tarea del gobierno, no será tolerada. No venceremos el mal de los nazistas emulando sus métodos.”c

Note el siguiente informe no teocrático sobre este período de la persecución durante el tiempo de la guerra.

“Desde la persecución de los mormones hace años ninguna minoría religiosa ha sido atacada tan general y enconadamente como los miembros de los Testigos de Jehová—especialmente en la primavera y el verano de 1940. Aunque ése era el máximo de los ataques contra ellos, la hostilidad y discriminación han abundado por varios años. Documentos presentados en el Departamento de Justicia por abogados de los testigos de Jehová y la Unión de Libertades Civiles Americana manifestaron más de trescientos treinta y cinco casos de violencia por chusmas en cuarenta y cuatro estados durante 1940, implicando a mil cuatrocientos ochenta y ocho hombres, mujeres y niños. La causa de este estallido extraordinario fué el miedo ‘patriótico’ que surgió como resultado del éxito de los ejércitos de los nazistas en Europa y el pánico que se apoderó de la nación frente a la invasión imaginada de los Estados Unidos. Desde California hasta Maine esta emoción se expresó en buscar ‘Quinta Columnistas’ y ‘Caballos de Troya’—frases que llegaron a ser populares casi inmediatamente para caracterizar a aquellos a quienes se consideraba opuestos a la defensa de la nación. Los testigos de Jehová fueron objeto de ataque inmediato y extenso, principalmente a causa de su actitud en cuanto al saludo a la bandera, ampliamente publicada por su distribución del número del 29 de mayo de 1940 de la revista Consolation, en que se dieron los datos del juicio Gobitis sobre el saludo a la bandera que se presentó ante la Corte Suprema de los EE.UU. Tras el fallo del 3 de junio de 1940, el que apoyó a las juntas de educación en su derecho de expulsar a los niños de esta secta que rehusaran saludar la bandera, hubo quienes consideraron esta propaganda como sediciosa.”d

Se clamó a las puertas de la Corte Suprema de los Estados Unidos para alivio, para refugio. Finalmente sucedió lo inesperado. La Corte Suprema revocó su fallo el 14 de junio de 1943, en el juicio de West Virginia State Board of Education contra Barnette, en que se sostuvo que los testigos de Jehová no están obligados a saludar la bandera. Citamos lo siguiente del fallo histórico de la corte:

“Para sostener el saludo obligatorio a la bandera tenemos que concluir que una Declaración de Derechos que protege el derecho del individuo a hablar lo que piensa en su propia mente, dejó libres a las autoridades públicas para obligarlo a declarar lo que no está en su mente. . . . Si hay alguna estrella fija en nuestra constelación constitucional, es que ningún funcionario, sea alto o insignificante, puede prescribir lo que será considerado como ortodoxo en la política, nacionalismo, religión u otros asuntos de opinión u obligar a los ciudadanos a confesar ya por palabra ya por hecho su fe en aquéllos. . . . Consideramos que la acción de las autoridades locales al hacer obligatorios el saludo y declaración de lealtad a la bandera se propasa de los límites constitucionales de los poderes que ellos tienen e invade la esfera del intelecto y el espíritu, cuando el caso es que el propósito de la Primera Enmienda de nuestra Constitución es evitar todo el dominio oficial de ésta. El fallo de esta Corte en Minersville School District contra Gobitis . . . [queda] revocado.”e

¡Qué regocijo trajo esta victoria al pueblo de Jehová! Ahora sus hijos podían volver a las escuelas públicas para recibir su educación y no sería necesario seguir manteniendo en función las escuelas temporarias del Reino. Por primera vez en ocho largos años los hijos de los testigos de Jehová podían ocupar los puestos que les correspondían en las salas de escuela de la nación. Y podían hacerlo sin que se les exigiera hacer lo que para ellos es un saludo idolátrico.

Otra acusación falsa era la de sedición. En Misisipí, en junio de 1942, R. E. Taylor y dos otros testigos de Jehová fueron detenidos y acusados falsamente de haber incitado deslealtad al gobierno de los Estados Unidos y al del estado de Misisipí, y de haber diseminado oralmente enseñanza y distribuído literatura que tenía como objetivo fomentar deslealtad al gobierno de los Estados Unidos. Se les halló culpables de sedición y cada uno fué sentenciado a prisión por el tiempo que durara la guerra mas no en exceso de diez años. Así se presentó el estigma de sedición. Este juicio llegó a la Corte Suprema de los Estados Unidos un año más tarde, donde la Corte falló el 14 de junio de 1943, en otro fallo del “Día de la bandera,” 9 contra 0 a favor de los testigos de Jehová como no sediciosos. En su fallo la Corte dijo:

“El estatuto según ha sido interpretado en estos juicios hace que sea un delito criminal el comunicar a otros opiniones respecto a la política del gobierno, y profecías concernientes al porvenir de nuestra nación y de otras. En la forma en que se ha aplicado a los apelantes los castiga a pesar de que no se ha declarado ni se ha demostrado que la información haya sido comunicada con motivo malo o siniestro, que haya abogado por o incitado acción subversiva contra la nación o el estado, o que haya constado algún peligro definitivo y presente a nuestras instituciones o a nuestro gobierno. Lo que estos apelantes comunicaron eran sus creencias y opiniones concernientes a medidas y tendencias domésticas en asuntos nacionales e internacionales. Bajo nuestras decisiones no se pueden imponer sanciones criminales por tales comunicaciones.”f

Aquí tenían otra victoria, un fallo unánime, que declaraba que los oponentes religiosos de los testigos no podían, desde ningún punto de vista, insultarlos ni castigarlos jurídicamente como subversivos. Este fallo favorable fué una contribución grande a la construcción del baluarte de defensa de la libertad de adoración y libertad de palabra, y eso en medio de la guerra global.

Después de muchas batallas en los tribunales inferiores, donde las leyes de impuesto y licencias decretadas para buhoneros fueron interpretadas de modo que aplicaran a ministros de la religión (es decir, a los testigos de Jehová en la distribución de su literatura), la Corte Suprema de los Estados Unidos había dado un fallo en contra de la Sociedad en el juicio Jones contra City of Opelika (Alabama), el 8 de junio de 1942.g Con este fallo se tenía la intención de dar un golpe severo contra la obra de casa en casa de los testigos. De hecho, era una clara supresión de la libertad de cultos, palabra y prensa—en que completamente se pasaban por alto las garantías de la constitución federal. Sin dejarse perturbar, los testigos continuaron con su obra de predicar, negándose a solicitar licencias. En esta forma se hizo surgir obligatoriamente una cuestión desde un ángulo algo distinto, cuestión que nuevamente había de presentarse ante la Corte Suprema de los Estados Unidos. Esto sucedió en el juicio de Murdock contra Pennsylvania, donde la corte dió el 3 de mayo de 1943 un fallo en que, notablemente, revocó su fallo anterior. Note los siguientes principios jurídicos clásicos anunciados ese día en el fallo de la Corte.

“La distribución de tratados religiosos por mano es una forma antigua del evangelismo misional—tan antigua como la historia de las prensas para imprimir. . . . Es algo más que predicar; es más que la distribución de literatura religiosa. Es una combinación de los dos. Su propósito es el de evangelizar tanto como lo son las reuniones de despertamiento religioso. Esta forma de actividad religiosa ocupa bajo la Primera Enmienda el mismo estado elevado que la adoración en las iglesias y la predicación desde los púlpitos. Tiene el mismo derecho a protección que los ejercicios más ortodoxos y convencionales de la religión. También tiene el mismo derecho que los otros a demandar libertad de palabra y libertad de prensa. . . . Pero el mero hecho de que la literatura religiosa se ‘vende’ por predicadores viajeros más bien que ser ‘donada’ no transforma el evangelismo en una empresa comercial. Si lo hiciera, entonces el pasar el platillo de colecta en las iglesias haría que el servicio en la iglesia fuera un proyecto comercial. . . . No se le permite al estado imponer un impuesto por el disfrute de un derecho que la constitución federal otorga. . . . El poder de imponer impuestos por licencias por el ejercicio de estas libertades es, en realidad, tan potente como el poder de censura que esta Corte ha derribado repetidas veces. . . . El fallo en el juicio Jones contra Opelika ha sido rescindido hoy. Libres de ese precedente restrictivo, podemos restaurar a su puesto elevado y constitucional las libertades de los evangelizadores viajeros que diseminan sus creencias religiosas y los credos de su fe por medio de la distribución de literatura.”h

¡Palabras grandiosas y semejantes a gemas son éstas! Otra victoria notable para reforzar el baluarte creciente que se levanta contra la invasión de la libertad de adoración. Ante los testigos ahora se extendía un campo jurídico despejado para continuar su ministerio de casa en casa. Su manera apostólica de predicar había sido inscrita en las leyes de la nación.i

(Continuará)

[Notas]

a Estadísticas suministradas por el departamento jurídico de la Sociedad Watch Tówer en Brooklyn, N. Y.

b Memorial del Apelado, West Virginia State Board of Education contra Barnette, págs. 71, 82.

c Ib., pág. 74.

d The Persecution of Jehovah’s Witnesses, por la Unión de Libertades Civiles Americana, enero de 1941, pág. 3.

e West Virginia State Board of Education contra Barnette, 319 U.S. 624.

f Taylor contra Mississippi, 319 U.S. 583, 589, 590.

g Jones contra Opelika, 316 U.S. 584.

h Murdock contra Pennsylvania (1943), 319, U.S. 105.

i Douglas contra Jeannette (3 de mayo de 1943), 319 U.S. 157, 181.

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