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Monarcas de las profundidades¡Despertad! 1980 | 8 de febrero
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Monarcas de las profundidades
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Australia
LA SUPERFICIE del mar está en calma, tranquila. ¡De repente hay una explosión de agua y espuma! Una bestia negra de 40 toneladas ha hecho lo que, según parece, es un esfuerzo malogrado por alzar el vuelo. La criatura vacila por un momento en el punto más elevado de su salto. Entonces, cayendo con resonante estruendo, desaparece bajo la superficie de las aguas.
La impresión durará largo tiempo en nosotros. Hemos tenido el privilegio de ver a una de las criaturas más grandes de la Tierra, la ballena, levantarse por encima de las aguas para conseguir aire.
El hombre ha admirado a la ballena por centenares de años, y en un tiempo creía que la aparición de ésta cerca de las costas o en las playas presagiaba grandes acontecimientos. Aunque las supersticiones relacionadas con la ballena han desaparecido casi por completo, no han desaparecido el asombro y la admiración que esta criatura ocasiona. Si damos una mirada más de cerca a la forma y las costumbres de este gigante, entenderemos por qué es así.
¿Qué es la ballena?
La ballena no es un pez, sino un mamífero de sangre caliente. Respira aire, amamanta su cría y hasta tiene algunos de los pelos externos que son tan característicos de los mamíferos. Sin embargo, la única razón por la cual la ballena sale a la superficie es para exhalar un chorro de aliento vaporoso y aspirar más aire sustentador de la vida.
A diferencia de otros mamíferos marinos, las ballenas no pueden repantigarse a sus anchas en las playas. En el caso de algunas de las ‘ballenas grandes,’ el verse varadas en la playa, aun temporalmente, significa muerte segura. Por ser tan enormes, si no están en el agua para que ésta las sostenga, las costillas se les derrumban y las ballenas mueren sofocadas.
Las ballenas, como algunos llaman a todos los animales del orden de los cetáceos, se dividen en dos grupos básicos: las ballenas verdaderas, que tienen barbas en vez de dientes (cetáceos mistacocetos o misticetos), y las ballenas provistas de dientes (cetáceos odontocetos). Quizás la ballena más conocida del primer grupo sea la gigantesca ballena azul, o rorcual azul, que mide unos 30 metros de largo y pesa hasta 134 toneladas. En su libro Whales (Ballenas), E. J. Slijper dice que ese peso es equivalente a, imagínese: ¡cuatro brontosaurios, ó 30 elefantes, ó 200 vacas, ó 1.600 hombres! Ciertamente este monarca de las profundidades es la mayor criatura, viva o muerta, que alguna vez haya existido en el planeta Tierra.
La barba de la ballena es una lámina córnea bordeada con cerdas deshilachadas que cuelgan de la mandíbula superior de la criatura. Esta lámina córnea, que también se llama simplemente ballena, está hecha de una sustancia parecida a la de nuestro propio pelo y uñas, y siempre está creciendo y gastándose. Hay una fila de estas láminas largas y ahusadas en cada lado de la boca, lo cual crea un tamiz o cedazo grande que separa el plancton, el principal alimento de este tipo de ballena, de las tremendas cantidades de agua que recibe en la boca.
Por otra parte, las ballenas que pertenecen al grupo de cetáceos con dientes no están equipadas para atrapar el plancton diminuto. En cambio, estas criaturas se alimentan principalmente de peces, calamares y otros mamíferos marinos. Las ballenas de este grupo varían mucho en tamaño, desde el de la marsopa, que mide 1,2 metros de largo, y pasando al de los bien conocidos delfines y las orcas, hasta el del cachalote, que mide hasta 18 metros de largo.
Asombrosas habilidades
Al principio parecía que la aptitud natatoria de la ballena era una contradicción de las leyes físicas. ¿Cómo es posible que una criatura tan inmensa se abra paso por el océano a velocidades que compiten con las de un submarino accionado por fuerza nuclear? La investigación ha revelado que, a diferencia del rígido submarino, el cuerpo de la ballena es flexible. Una capa de grasa contrarresta la fricción y reduce al mínimo la turbulencia.
La ballena también está dotada de la habilidad de producir una gama de sonidos que se extiende desde crujidos y chirridos hasta chillidos y silbidos agudos. Tal parece que estos sonidos tienen dos propósitos: ayudan a mantener junta la manada de la familia, y también son una forma de sonar que le permite a la ballena localizar su alimento y “ver” en la oscuridad.
Se les caza de continuo
Por mucho tiempo los hombres han considerado los gigantescos cuerpos de las ballenas como enormes bolsas repletas de cosas buenas para ellos. En un principio se cazaba a estas criaturas para usar la carne de éstas como alimento, y su grasa como aceite. Hoy día, de los cuerpos de las ballenas se producen cosas como fluido para transmisiones automáticas, velas, abono y, sí, hasta lápices labiales.
No se sabe con certeza quién comenzó la caza de ballenas. Parece que los vascos de la costa de España fueron los primeros que emprendieron la pesca ballenera como negocio formal. Después, Inglaterra y Holanda llegaron a ser los principales países cazadores de ballenas. Entonces los Estados Unidos entraron en la carrera, y la isla de Nantucket, a corta distancia de la costa de Rhode Island, llegó a ser la base para una de las flotas balleneras más grandes del mundo.
Aunque en la caza de ballenas en gran escala se emplean arpones con cabezas explosivas así como otros métodos sumamente eficaces para pescar y matar mamíferos de gran tamaño, siempre ha habido maneras más primitivas de hacerlo. Por ejemplo, los balleneros de las Islas Aleutianas solían salir en piraguas de un solo hombre hechas de piel y atacar a las ballenas con lanzas cuyas puntas estaban envenenadas. Cuando los indígenas sudamericanos se acercaban a la ballena que cazaban, un miembro del grupo subía sobre el lomo del cetáceo y le introducía una estaca puntiaguda en el espiráculo u orificio respiratorio.
Posiblemente el método más insólito de cazar ballenas ha sido uno que se usó hasta en fecha tan reciente como la de 1929 en la estación ballenera terrestre de Eden, un tranquilo pueblo costanero de la zona meridional de Nueva Gales del Sur, Australia. En realidad, por extraño que parezca, los balleneros de esta estación tenían un cardumen de unas 100 orcas adiestradas. Cuando las ballenas jorobadas regresaban del Antártico, donde se alimentaban durante el verano, este banco de orcas adiestradas las reunía y conducía en manada a una bahía. Entonces las orcas obstruían la entrada a la bahía para impedir que las ballenas escaparan. Otro grupo de orcas agitaba el agua excitadamente cerca de la estación ballenera terrestre por si acaso la tripulación ballenera no había notado lo que estaba aconteciendo.
¿Podrá sobrevivir la ballena?
¿Qué futuro hay para la ballena? ¿Será su futuro la extinción?
Se han hecho esfuerzos por asegurar la supervivencia de las ballenas. La Comisión Ballenera Internacional (IWC) es un organismo voluntario integrado por representantes de 17 naciones interesadas en la industria de la ballena. Desde 1946 la Comisión ha impuesto prohibiciones y limitaciones o cuotas sobre la caza de varias especies. Pero la eficacia y el punto de a qué es verdaderamente leal este organismo han sido atacados por grupos interesados en la conservación de la ballena. La IWC no siguió el llamado de las Naciones Unidas, los Estados Unidos y los partidarios de la conservación para una suspensión completa, por 10 años, de la caza de ballenas. Por eso, los críticos afirman que la Comisión es leal a la industria ballenera, más bien que a la supervivencia de las ballenas.
Está por verse si los esfuerzos por preservar la población de ballenas surtirán efecto o no. Pero, aunque Dios ha dado a los seres humanos el derecho de cazar animales para alimento, incluso la ballena, es preciso que el hombre también recuerde que esto no le concede libertad para matar criaturas vivientes hasta el punto de causar su extinción.—Gén. 9:1-3.
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Las ratas canguros¡Despertad! 1980 | 8 de febrero
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Las ratas canguros
LAS ratas canguros de la Bahía del Morro de California están en la lista de las especies que están en peligro de desaparecer. Estas medran en las zonas desérticas, duermen durante los días cálidos en sus profundas y frescas madrigueras y salen a forrajear durante la noche. Llenan sus abazones de semillas y las almacenan en cámaras o compartimientos subterráneos. Estas semillas, que se secan al sol, suministran toda el agua que estos animalitos necesitan... su sistema digestivo descompone las grasas y los carbohidratos y los oxida para formar H2O (agua). Las ratas canguros pueden vivir sin necesidad de beber agua, y generalmente así lo hacen. Sus riñones hacen utilizable el agua que la mayoría de los demás animales pierden. Estos roedores con apariencia de ardilla (no son ratas en absoluto) tienen largas patas traseras que los impulsan hacia adelante sobre el suelo a 5 metros por segundo y los disparan por el aire a una distancia que es nueve veces lo que miden estos animalitos. Sin embargo, estas fascinantes y pequeñas creaciones de Dios están extinguiéndose en la Bahía del Morro. El “progreso” del hombre está destruyéndoles el hábitat.
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