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¿Es bíblico aclamar a María como reina?La Atalaya 1956 | 15 de septiembre
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“Cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, y hermana, y madre.” El registro más temprano acerca de Jesús como niño comienza con las siguientes palabras dirigidas a sus padres: “¿No sabían ustedes que debo estar en la casa de mi Padre?” Y sus últimas palabras fueron: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” Hay por lo menos 150 referencias bíblicas en las que se hace referencia a Jesús en estrecha asociación con su Padre, pero de ningún modo hay siquiera una referencia en que Jesús exprese alguna afiliación con su madre. No hay ni una sola instancia en que él se dirija a ella como “madre.” Él invariablemente se refiere a ella como “mujer.” “¿Qué tengo que ver contigo, mujer?” “¡Mujer, mira! ¡tu hijo!”—Mat. 12:46-50; Luc. 8:21; 2:49; 23:46; Juan 2:4; 19:26, NM.
En ninguna parte de la Biblia se ve a María como mediadora o intercesora, o como colaboradora con Jesús en el papel de la salvación humana. Jesús permanece solo en estos puestos, diciendo: “Separados de mí ustedes no pueden hacer absolutamente nada. Si alguien no permanece en unión conmigo, es arrojado fuera como un sarmiento y es secado, y los hombres recogen esos sarmientos y los lanzan en el fuego y se queman. Si permanecen en unión conmigo y mis dichos permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y eso acontecerá para ustedes.” “No importa lo que pidan al Padre en mi nombre él se lo [dará].” En vez de desempeñar los siervos de Dios “todas sus acciones ‘por medio de María, con María, en María, y para María,’” como enseña la Iglesia católica romana, el inspirado Pablo ensalza la misericordia y sabiduría de Dios, y dice: “Porque procedentes de él y por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por siempre jamás. Amén.”—Juan 15:5-7, 16; Rom. 11:33-36, NM.
FONDO PAGANO EXPUESTO
La exaltación de María es parte de un proyecto que la Iglesia católica romana ha deliberadamente planeado y cuidadosamente ejecutado para restablecer la antigua forma de adoración de la reina del cielo, según se practicaba en las antiguas naciones paganas de Babilonia, Egipto y Roma; y también en la antigua nación infiel de Israel. Heródoto, de conocimiento personal, testifica que en el Egipto antiguo la “reina del cielo” era “la mayor y más adorada de todas las divinidades.” El historiador Alexander Hislop escribe que según la doctrina caldea, cuando Semíramis, la madre y más tarde esposa de Nemrod, fué exaltada a la divinidad bajo el nombre de la reina del cielo, vino a ser adorada como “el Espíritu Santo encarnado.” Nono, al hablar de la reina del cielo babilónica, la llama “la esperanza de todo el mundo.” También se hace referencia a ella como “señora de toda la creación.” Hislop dice además que fué esta misma diosa la que fué adorada en Éfeso, a quien Demetrio, el platero, caracterizó como la diosa a quien “la entera provincia de Asia y la tierra habitada adoran.” Todos estos títulos, que en un tiempo se aplicaban a diosas paganas, se asignan ahora a María.—Hech. 19:27, NM.
La antigua nación de Israel cayó víctima de esta forma de idolatría. En vez de ofrecerlas a María, las mujeres hebreas ofrecieron tortas en las calles de Jerusalén a la diosa babilónica, Astarte. Quemaban incienso a la reina del cielo y derramaban libaciones a ella. La gente abiertamente desafió a Dios y su Palabra para llevar a cabo sus prácticas inicuas. Debido a la iniquidad voluntariosa de los israelitas Dios los redujo a esclavos y completamente devastó la tierra. ¿Hará Dios algo diferente hoy día? Él dice acerca de sí mismo: “Yo, Jehová, no cambio.”—Jer. 44:15-19; Mal. 3:6.
Aparte del paganismo babilónico y la tradición católica, no hay absolutamente ninguna autoridad para la presente adoración de María o de cualquier otra mujer como la reina del cielo. Sería bueno, por lo tanto, prestar atención al consejo del apóstol Pablo: “Cuídense: quizás haya alguien que se los lleve como su presa por medio de la filosofía y el engaño vacío según la tradición de los hombres, según las cosas elementales del mundo y no según Cristo.” “Aunque nosotros o un ángel venido del cielo,” dice el apóstol, “les declarara como buenas nuevas alguna cosa más allá de lo que nosotros les hemos declarado a ustedes como buenas nuevas, que sea maldito.” Porque según resume el apóstol Pedro respecto a Cristo Jesús: “No hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre bajo el cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual hayamos de ser salvos.” Que estas palabras inspiradas de Dios, no las tradiciones de los hombres, guíen a usted en su adoración.—Col. 2:8; Gál. 1:8; Hech. 4:12, NM.
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Encontrando ovejas entre los presos sentenciados a muerteLa Atalaya 1956 | 15 de septiembre
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Encontrando ovejas entre los presos sentenciados a muerte
ASÍ como es absolutamente imposible juzgar a persona alguna por las primeras impresiones que uno forma de ella o por la manera en que alguien primero reaccione en la puerta cuando se le presenta el mensaje del Reino, igualmente no se puede juzgar siempre por el proceder pasado de una persona en cuanto a si tiene corazón de buena voluntad o no. Este hecho se hizo muy patente en una carta escrita por un ministro de los testigos de Jehová que visita los Cuarteles Disciplinarios de los Estados Unidos en Fort Leavenworth, Kansas.
Las autoridades le han dado a este ministro permiso para visitar en la prisión a los que han manifestado interés en las buenas nuevas del reino de Jehová. Varios presos han progresado en su estudio de la Biblia hasta el punto de llegar a ser testigos de Jehová, aunque se hallan encarcelados por diferentes delitos del pasado.
Es muy impresionante saber que hasta hombres que están esperando la ejecución de sus sentencias a muerte se han hecho testigos activos, y no lo han hecho en algún estallido emocional de arrepentimiento de último minuto en el lecho de muerte, sino con fe inteligente, dándose cuenta de que aunque sean pocas las horas que les quedan, tienen que dedicarlas al desempeño de lo que es la voluntad de Jehová, según se revele en su Palabra. Sigue el informe del ministro que visita a estos hombres sentenciados a muerte:
“Esta carta tiene que ver con mi visita a los hombres que están en la hilera de celdas para los sentenciados a muerte en esta prisión. Dos de los tres hombres a quienes se visitaba allí todavía están en este encierro, sentenciados a muerte.
“Bauticé al hermano Z el 12 de diciembre. No se ha hecho informe sobre esto antes. Las circunstancias que rodean este bautismo sin duda son diferentes a otras, ya que los militares ejercieron extrema cautela tocante a este hombre, puesto que fué necesario sacarlo de su lugar de encierro. El bautismo se efectuó en un baño grande en el hospital de la prisión. La cosa excepcional es que cuatro guardias se quedaron a corta distancia y oyeron el discurso bautismal. La oración y el bautismo mismo fueron presenciados por el comandante, quien es el que fija el tiempo y da la orden para que se lleven a cabo las ejecuciones, tres de las cuales se efectuaron recientemente. Asistieron su ayudante, un mayor, y ocho guardias, todos de alto rango no comisionado.
“El hermano Z ciertamente está avanzando en su estudio y él testifica a otros presos. El otro hombre sentenciado a muerte no podía ni leer ni escribir, pero con la ayuda del hermano Z él se ha entrenado a leer y está estudiando la Biblia.
“Al tercer hombre que anteriormente estaba confinado en la hilera de celdas de los sentenciados a muerte (durante dos años y medio) le han cambiado su sentencia a cadena perpetua y él espera ser trasladado eventualmente a una prisión federal. Él ahora asiste a las reuniones de los testigos de Jehová regularmente cada semana junto con tres hombres de buena voluntad. Todos estos que se reúnen aquí en los cuarteles disciplinarios ciertamente dan gracias a Jehová por su Palabra, su organización y su espíritu. Sus gracias ascienden a Jehová por las más recientes ayudas bíblicas, las cuales pueden hallarse en la biblioteca de esta institución.”
En la hora de la muerte de Jesús un malhechor le ofreció amistad a Jesús y reprendió a los que hablaban abusivamente de él. Ejerciendo fe en Jesús como el Cristo, este malhechor dijo: “Jesús, acuérdese de mí: cuando llegue a su reino.” Y Jesús le dijo: “Verdaderamente le digo hoy: Usted estará conmigo en el Paraíso.” Los que vienen a Cristo hoy con la misma fe pueden abrigar la misma promesa a pesar de su conducta en lo pasado.—Luc. 23:42, 43, NM.
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