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  • María una discípula, no una reina
    La Atalaya 1957 | 1 de mayo
    • adoración relativa inclinándose uno ante la imagen de ella. “No debes hacer para ti una imagen tallada . . . No debes inclinarte ante ellas ni ser inducido a servirlas, porque yo Jehová el Dios tuyo soy un Dios que exige devoción exclusiva.” “Yo soy Jehová; éste es mi nombre, mi gloria no la daré a otro, ni mi alabanza a las esculturas.” Cuando Juan se inclinó ante nada menos que un ángel vivo se le censuró: “¡No hagas eso! . . . Adora a Dios.”—Éxo. 20:4, 5, NM; Isa. 42:8; Apo. 19:10, NM.

      ¿De qué manera, entonces, se le pronuncia feliz? ¿Se debe a que ella sea la “mujer” mencionada proféticamente en Génesis 3:15? No, porque la mujer que había de dar a luz la Simiente que magulla la serpiente, Simiente que según la promesa hecha más tarde había de venir por medio del linaje de Abrahán, se identifica en Gálatas 4:26 como “la Jerusalén que está arriba,” la organización universal de Dios.—Gén. 22:18.

      ¿Se le declara feliz por ser la “mujer” a la cual se hace referencia en el registro simbólico del capítulo 12 de Apocalipsis? De nuevo, No. Es imposible que en este capítulo se trate del nacimiento humano de Jesús. Se dió la Revelación a Juan en el año 96 (d. de J.C.), años después del nacimiento de Cristo, y en su mismo principio se hace la declaración llana de que estos acontecimientos aun eran futuros.—Apo. 1:1.

      ¿Es el gozo de ella, entonces, el de ser Corredentora de la raza humana? San Alfonso de Ligorio le atribuye a ella ese puesto al decir: “No hay nadie . . . que pueda ser salvado o redimido a menos que sea por medio de ti, o Madre de Dios.” Pero la Biblia declara firmemente: “Jesucristo el nazareno, . . . no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre bajo el cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual hayamos de ser salvos.” (Hech. 4:10-12, NM) Y Apocalipsis 7:10 excluye a María cuando dice: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero.”—NM.

      ¿Puede pronunciársele feliz como la Mediadora del género humano? Dejemos que Dios decida la verdad del asunto aceptando nosotros la declaración que se halla en su Palabra: “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, el cual se dió a sí mismo como rescate correspondiente para todos.”—1 Tim. 2:5, 6, NM.

      Ciertamente toda persona concordará en el hecho de que fué feliz la porción de María de ser madre terrenal de Jesús, pero su porción de ser discípula de Jesús fué una fuente de gozo mayor aún. En una ocasión, cuando Jesús estaba instruyendo a una muchedumbre, una mujer alzó la voz en expresión sincera, diciendo: “¡Feliz el vientre que te cargó y los pechos que mamaste!” Hasta el día de hoy eso es lo mismo que piensan muchos. Pero Jesús corrigió a la mujer: “No, más bien, ¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!” Fué en esto que María halló su felicidad más grande.—Luc. 11:27, 28, NM.

      “REINA DEL CIELO”

      En grupos católicos se habla mucho acerca de María en términos de “Reina del cielo” y “Reina de la paz.” Esta no es una idea nueva, porque escritos apócrifos antiguos le atribuían gran honor a ella como la “madre de Dios.” Pero volvamos a una época muy anterior a ésa, al tiempo de la antigua Babilonia con su religión pagana, para descubrir el principio de esta costumbre. “Bajo el nombre de ‘Madre de los dioses,’ la diosa-reina de Babilonia vino a ser objeto de adoración casi universal. ‘A la Madre de los dioses,’ dice Clérico, ‘la adoraban los persas, los sirios y todos los reyes de Europa y de Asia, con la más profunda veneración religiosa.’” ¿Cómo se introdujo la práctica en el mundo “cristiano”? “La adoración de la diosa-madre con el niño en sus brazos continuó siendo observada en Egipto hasta cuando entró el cristianismo. . . . Para con la generalidad éste vino sólo en nombre. Por lo tanto, en vez de ser desechada la diosa babilónica, en demasiados casos sólo se le cambió el nombre. Se le llamó la virgen María, y los que decían ser cristianos la adoraron a ella y a su niño con el mismo sentimiento idolátrico con que la habían adorado antes los que franca y admitidamente eran paganos.”—The Two Babylons, por Alejandro Hislop.

      Note, también, las madonas de la cristiandad. Hasta que Rafael se apartó de lo convencional, a María nunca se le pintaba con las facciones hebreas de su pueblo ni con los ojos y pelo oscuros que son tan comunes a éste. A ella, igual que a la mayoría de las madonas paganas, generalmente se le ha representado con pelo dorado y ojos azules, justamente como la diosa-reina de Babilonia. “Hay todavía otra característica extraordinaria respecto a estos retratos que es digna de atención, y ésa es el nimbo o círculo peculiar de luz que frecuentemente rodea la cabeza de la madona romana. . . . El disco, y particularmente el círculo, eran los símbolos bien conocidos de la divinidad del sol, y figuraban prominentemente en el simbolismo de Oriente. . . . Lo mismo era el caso en la Roma pagana. Apolo, como hijo del sol, a menudo fué representado así.”—The Two Babylons, página 87.

      Al considerar la obra de San Alfonso de Ligorio, Las glorias de María, escrita alrededor de 1750 y declarada sin error por los papas Pío VII y León XIII, Carlos Amlin hace unas comparaciones bastante directas respecto a la gloria que se le da a la “reina del cielo” católica: “En el libro de Ligorio leemos (pág. 92): ‘A ti (María) se te da todo poder en el cielo y en la tierra, y nada es imposible para ti.’ En la Biblia católica leemos (Mat. XXVIII:18): ‘Entonces Jesús, acercándose, les habló en estos términos: A mí se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra.’ En el libro de Ligorio leemos (pág. 257): ‘María . . . es aquel trono de gracia al cual el apóstol Pablo, en su epístola a los hebreos, nos exhorta a huir con confianza.’ En la Biblia católica leemos (Heb. IV:14-16): ‘Teniendo, pues, por sumo pontífice a Jesús, Hijo de Dios, . . . Lleguémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia.’ . . . En el libro de Ligorio, declarado, como se recordará, ‘sin error’ por dos papas, leemos (pág. 130): ‘La santa Iglesia . . . ordena una adoración peculiar a María.’”

      En la página 37 de esta misma obra, Mary: Mother of Jesus or Queen of Heaven? (María: ¿Madre de Jesús o Reina del cielo?) el autor cita adicionalmente de Las glorias de María: “Acerca de otros santos decimos que están con Dios; pero solamente acerca de María puede decirse que fué tan altamente favorecida que no sólo estuvo ella misma sumisa a la voluntad de Dios, sino que aun Dios estuvo sujeto a la voluntad de ella.” En la página 49 se cita al papa Pío IX concluyendo con estas palabras su definición del dogma de la concepción inmaculada de María: “Que los hijos de la Iglesia católica romana . . . procedan a adorar, invocar y orar a la bendita virgen María.” Y de este modo la adoración de María, reina del cielo, ha venido a reemplazar la adoración de Dios en la vida de millones de personas.

      Exactamente, ¿quién es esta “Reina del cielo,” a quien se le atribuye autoridad mayor que la de Cristo y acerca de quien se dice que aun “Dios estuvo sujeto a la voluntad de ella”? Seguramente no es la humilde María que engrandeció a Jehová y fué sierva gustosa de él. No; es la reina babilónica del cielo de quien Dios mismo dice en Jeremías 7:16-20: “Por tanto, no ores tú por este pueblo, ni eleves por ellos clamor y oración, ni me hagas intercesión; porque no te oiré. ¿Acaso no ves lo que están haciendo en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalem? Los hijos recogen la leña, y los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la pasta, a fin de hacer tortas para la reina del cielo, y derramar libaciones a otros dioses, para provocarme a ira. ¿Por ventura a mí me provocan a ira? dice Jehová: ¿antes bien, no se provocan a sí mismos, para confusión de sus propios rostros? Por tanto, así dice Jehová el Señor: He aquí, se derramará mi ira y mi ardiente indignación en este lugar, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre los árboles del campo, y sobre los frutos del suelo; y arderá como fuego, y no se apagará.” El adorar a una “Reina del cielo” o a una “Reina de la paz” no es el modo de honrar a Dios; el modo de honrar a Dios es dar reconocimiento al Dios de paz y al Príncipe de Paz que él ha nombrado.

      DISCÍPULA DE JESÚS

      ¡Qué contraste hay entre la humilde madre y discípula de Jesús que se describe en la Biblia y las imágenes de la “Reina del cielo” adornadas de oro y joyas y que los hombres adoran y sirven! La humildad, sinceridad y amor a la justicia eran cualidades características de María que le venían bien como discípula dedicada de Jesús. En ninguna parte la hallamos con una aureola en la cabeza y vestida ricamente como la “Reina del cielo” glorificada. Después de la muerte de Jesús ella no fué glorificada en la congregación cristiana. De hecho, muy poco se dice acerca de ella. La última mención de ella en la Biblia la muestra con los otros fieles seguidores del Señor en un cuarto superior dando su adoración a Dios. (Hech. 1:13, 14) Cuando ella murió su cuerpo volvió al polvo, y allí ella durmió en la muerte hasta el debido tiempo de Dios para resucitarla junto con otros fieles a la vida como criatura espiritual en el cielo.—1 Cor. 15:44, 50; 2 Tim. 4:8.

  • El punto de vista de uno de afuera
    La Atalaya 1957 | 1 de mayo
    • El punto de vista de uno de afuera

      ● E. Stanley Jones, autor estadounidense y evangelista a las castas encumbradas de la India, en su obra Mahatma Gandhi, escribió acerca del líder nacionalista hindú: “Mahatma Gandhi cuenta que en la Unión Sudafricana conoció a una familia cristiana que le hizo una invitación permanente a almorzar con ellos todos los domingos, y después todos asistían a la Iglesia wesleyana. Describe él: ‘El servicio no me impresionó favorablemente. Los sermones no parecían inspiradores. La congregación no me parecía especialmente religiosa. No eran una reunión de almas devotas; parecían más bien personas de ánimo mundano que iban a la iglesia en busca de recreo y por conformarse a una costumbre. Aquí, a veces, sin querer me dormía. Yo me avergonzaba, pero el peso de la vergüenza me lo aligeraban algunos de mis vecinos, pues ellos no estaban en mejor condición. Yo no podía seguir así, y pronto dejé de asistir al servicio.’”

  • Razón para éxito en distribución de Biblias
    La Atalaya 1957 | 1 de mayo
    • Razón para éxito en distribución de Biblias

      ● El año pasado la oficina de Londres de la Sociedad Watch Tówer recibió una carta de un secretario de las Sociedades Bíblicas Unidas, diciendo que al escritor se le había pedido que hiciera una investigación de los métodos de distribución de las Escrituras. “Nadie puede hacer tal investigación,” escribió él, “sin tomar nota del hecho de que una de las más efectivas y eficaces agencias de distribución de las Escrituras es los testigos de Jehová.” Al contestar a esta cortés carta la sociedad señaló que el éxito de éstos se debe a los motivos no comerciales que impulsan a los testigos y a que su objeto no era tan sólo distribuir la Biblia, sino dar instrucción que significa vida.—Yearbook of Jehovah’s Witnesses para 1957.

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