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¡Despertad! 1979
g79 22/4 págs. 10-14

Por qué están disolviéndose los lazos matrimoniales

LOS consejeros matrimoniales de este mundo dan muchas razones para la disolución de los lazos matrimoniales en nuestro tiempo. Pero, pocos de estos consejeros toman en cuenta la causa más fundamental.

Al no tomar en cuenta esta causa principal, el consejo que dan, aunque puede ser útil, muchas veces no es suficiente. De hecho, el consejo hasta puede ser contradictorio, puesto que varían tanto las opiniones.

La situación es análoga a la de una persona que toma aspirina para un dolor de muelas. Puede ser útil en el sentido de que alivia el dolor, pero no llega a la raíz del problema. Cuando se determina la causa básica y se trata correctamente, se puede eliminar el dolor.

Así mismo es necesario llegar a la causa fundamental de los problemas matrimoniales. Entonces podrán resolverse sin tener que eliminar el arreglo mismo.

Pero antes de analizar la causa fundamental, ¿cuáles son, concisamente, algunas de las razones más patentes que contribuyen a los fracasos matrimoniales hoy día?

Se casan demasiado jóvenes

Una fruta que se corta demasiado temprano, antes de madurarse, puede tener sabor amargo. Así mismo, los que se casan demasiado jóvenes a menudo recogen una cosecha amarga. La proporción más alta de los fracasos matrimoniales se halla en las parejas jóvenes, especialmente las de menos de 20 años de edad. Mientras más joven la pareja, mayor el riesgo.

El Women’s Weekly de Australia lo expresó bruscamente al decir: “Es estúpido casarse a los 18 años de edad. A esa edad son tan jóvenes. No han vivido lo suficiente. No saben quiénes son y toman decisiones inmaturas. Cosas pequeñas que son importantes entonces no son importantes más tarde.” Sí, se necesita tiempo para llegar a conocerse uno mismo, y también para llegar a conocer al cónyuge en perspectiva.

Mucho del “amor” juvenil absolutamente no es amor verdadero, sino un enamorarse locamente, una atracción física. Pero eso no basta en el matrimonio. Esto se puede ver también cuando se da rienda suelta a la pasión antes del casamiento y la muchacha llega a estar encinta. La pareja se casa, pero se divorcia dentro de poco.

En Francia, el libro Le Divorce a la Carte dice: “El 85 por ciento de las parejas que se divorcian antes de completar dos años de casados esperaban su primer hijo antes de casarse.” Ni la atracción sexual ni el bebé bastaron para mantener unido el matrimonio.

Expectativas irreales

Muchas personas tienen ideas irreales acerca del amor, el sexo y el matrimonio. Puede que las hayan conseguido de la televisión, películas, libros, revistas, amigos, o quizás de sus propias fantasías. Cuando estas ideas no se realizan en el matrimonio, el individuo culpa al cónyuge o al arreglo matrimonial, más bien que a las expectativas falsas.

En algunas personas, el deseo de casarse supera la necesidad de hallar a un cónyuge verdaderamente adecuado. Creen que aunque la persona con quien se casan no sea tan adecuada, ‘de alguna manera el matrimonio saldrá bien.’ Les parece que cualquier matrimonio es mejor que ninguno. O creen que después de casarse podrán cambiar a la otra persona.

Pero las horripilantes estadísticas de los divorcios muestran que estas expectativas muy a menudo resultan irreales. Muchas veces no sucede que ‘de alguna manera el matrimonio sale bien.’ Los cambios que se esperaban no se realizan. La pareja descubre que ‘cualquier matrimonio’ no es mejor que ninguno. Su deseo posterior de divorciarse indica que consideran que el matrimonio impropio es peor que ningún matrimonio.

Antecedentes

La manera en que una persona se cría muchas veces influye en el derrotero de su matrimonio. Un ambiente malo en el hogar puede perjudicar el matrimonio futuro. Muchos individuos que hasta odiaban las malas acciones de sus padres a menudo hallan que más tarde imitan el mal comportamiento. A este respecto una esposa dijo:

“Mi madre solía criticar a mi padre y tirarle cosas cuando se encolerizaba con él. Aunque yo misma me odio cuando lo hago, tiendo a ser regañona con mi esposo y le tiro cosas cuando estoy perturbada. Es como si mi mamá me hubiese ‘enseñado’ a vivir de esta manera con un esposo. Quisiera que me hubiesen enseñado a resolver los problemas con un esposo, no a crearlos.”

Otro aspecto de los antecedentes de la pareja tiene que ver con el tener intereses demasiado diferentes. Al principio, estas diferencias pueden encerrar cierta fascinación. Pero, más tarde en el matrimonio, cuando haya pasado la novedad de estas diferencias, pueden tornarse en puntos de fricción o disensión. Mientras más diferencias hay en los gustos y aversiones, como los gustos relacionados con la comida y ropa, o actitudes para con el trabajo, dinero, política, religión y otras cosas, mayor posibilidad hay de disputar sobre estas cosas después del casamiento.

Puede que al principio lo opuesto atraiga, pero más tarde puede repeler. Se ha descubierto que mientras más cosas tengan en común las personas al principio, menos serán las zonas de conflicto después en el matrimonio.

Presiones de empleo y de dinero

Cuando el esposo se envuelve demasiado en su trabajo y con las personas con quien trabaja, desatiende a su esposa. La esposa empieza a resentirse por esto, y puede considerarse restringida debido a tener que cuidar del hogar y de los hijos.

Por otra parte, algunas esposas que trabajan para hacer ‘más interesante’ la vida y no por necesidad económica, pueden crear resentimiento en sus esposos. Al hombre quizás le parezca que su esposa está descuidando de los intereses de él, del hogar, y de la crianza de los hijos.

En estos días de precios elevados, muchas esposas trabajan para ayudar a sostener a la familia. En estas circunstancias se han desarrollado problemas cuando el esposo espera que su esposa haga todo el trabajo de la casa también. A ella le parece que esto es injusto, y por supuesto que lo es, y las relaciones de ellos se ponen tirantes.

A veces surgen dificultades cuando el esposo no puede hallar trabajo adecuado que le permita proveer bien para su familia. En esta situación, puede que él deje de tener respeto de sí mismo y hasta empiece a beber en exceso. Así la situación va de mal en peor, y su esposa se siente cada vez más frustrada.

Los problemas monetarios, una causa principal de las dificultades matrimoniales, frecuentemente se presentan porque las personas rehúsan refrenar el apetito que tienen de cosas materiales innecesarias. Sus deseos exceden por mucho sus necesidades, y compran más de lo que les conviene.

A menudo esto es cierto en el caso de muchas parejas jóvenes que desean los géneros que ven anunciados o que ven disfrutar a personas de más edad. Olvidan el hecho de que estas personas de más edad tuvieron que trabajar muchos años para conseguir esos artículos. De modo que la pareja joven se grava con deudas, y gasta más dinero que el que gana. Tal vez los dos tengan que trabajar para mantener su estilo de vida, y muchas veces ni siquiera esto les proporcione suficientes ingresos. Además, quizás en este mismo tiempo la esposa tenga un bebé y no pueda trabajar. Así que no hay suficiente dinero para las cuentas. Tras esto viene la amargura y la crítica constante.

Falta de comunicación

Esta razón común radica en el hecho de que los cónyuges no están dispuestos a considerar las cosas juntos con calma y de una manera franca. La falta de comunicación afecta fatalmente muchos aspectos del matrimonio.

Por lo general es la esposa quien cree que el esposo no se interesa en lo que ella piensa, dice o hace. Tal vez se queje de que su esposo no la escucha cuando ella se expresa. De modo que se siente aislada, desamada, sin un compañero (cosa que el esposo debiera ser). De modo que la pareja va apartándose.

Sin embargo, en muchos casos la falta de comunicación no es la causa de los problemas. Es el resultado. Hay otra cosa que no marcha bien, y una manifestación de esto es que la pareja tiene cada vez menos buenas conversaciones.

Alcoholismo

El alcoholismo es una de las principales cosas que arruinan hogares. Decenas de millones de personas por todo el mundo son alcohólicas. Decenas de millones de otras casi lo son.

El beber puede deberse a un deseo de ‘divertirse,’ o de ‘sentirse bien.’ Pero también puede ser el resultado de problemas que la persona tenga pero que no pueda resolver, y por lo tanto bebe tratando de hallar alivio o escape. Pero es seguro que el beber en exceso empeorará cualesquier problemas que existían al principio.

Por lo general, el cónyuge que no bebe en exceso halla repulsivo al que sí lo hace. En un gran porcentaje de divorcios se alista el alcoholismo de parte de un cónyuge como la causa principal.

Triste es decirlo, pero más tarde los hijos de padres alcohólicos tienen más problemas que otros con el beber. Este “entrenamiento” o “acondicionamiento” que recibieron temprano en su hogar lo pasan a su matrimonio, donde se enfrentan a muchos de los problemas que sus padres tuvieron debido a beber en exceso.

Problemas sexuales

La incompatibilidad sexual es otra razón importante a la que se atribuye la disolución de los matrimonios. Puede que el esposo exprese desagrado porque su esposa no se interesa al mismo grado que él en las relaciones sexuales. La esposa se queja de que el esposo es egoísta y no toma en cuenta sus necesidades emocionales.

La actitud permisiva que se tiene hoy día para con el sexo no ha mejorado la situación. Especialmente hay muchos hombres a quienes les parece que les atañe como derecho la satisfacción de todo deseo sexual que tengan, y cuando la esposa no les complace en esto, buscan compañeras fuera del hogar. La esposa, a su vez, quizás busque una relación adúltera con alguien a quien considere más comprensivo. Pero, con el tiempo, estas infidelidades envenenan el matrimonio.

En muchos países se considera como expresión de la valentía del hombre el tener relaciones amorosas fuera del hogar, sí, hasta tener hijos ilegítimos. Los hombres pueden gastar mucho del dinero de la familia en estas relaciones, lo cual hace que haya menos para la esposa y los hijos legítimos. Por lo general, las esposas se enojan mucho debido a esto.

Se facilita el divorcio

En años recientes se han efectuado cambios jurídicos que hacen mucho más fácil el obtener un divorcio. En algunos lugares ya se concede el divorcio ‘a solicitud,’ sin exigirse más razón que el deseo de divorciarse.

A medida que se generalizan cada vez más estas leyes que facilitan el divorcio, muchas personas adoptan la idea de que ‘siempre pueden obtener un divorcio si el matrimonio no da buen resultado.’ Pero esa actitud puede ser perjudicial. Puede hacer que uno proceda con mayor descuido al seleccionar su cónyuge. Y cuando surjan las dificultades en el matrimonio, bien puede ser que estén menos dispuestos a esforzarse por resolverlas.

Éstas, pues, son algunas de las razones más comunes que han causado el raudal de fracasos matrimoniales en años recientes, y, por supuesto, hay otras. Para ayudar a las personas a enfrentarse a éstas, los consejeros matrimoniales de este mundo dan muchos consejos... a veces buenos, a veces inadecuados, a veces contradictorios, y a veces terminantemente malos.

¿A qué se debe esta confusión? A que pocos de estos consejeros le hacen frente a la causa fundamental. Hasta que esto se haga, y se apliquen los debidos remedios, existe la amenaza del fracaso matrimonial.

Hemos visto algunas de las razones más evidentes para el fracaso matrimonial. Pero hay una causa más profunda. ¿Cuál, pues, es la raíz de los problemas matrimoniales? Y ¿qué se requiere para hallar felicidad en el arreglo?

[Ilustración de la página 13]

¿Se ve estropeado su matrimonio por...

...los problemas monetarios?

...el silencio?

...el alcoholismo?

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