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Su estudio personalLa Atalaya 1956 | 15 de septiembre
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el buen consejo que se le dió a Timoteo: “Que nadie jamás menosprecie tu juventud. Por lo contrario, llega a ser un ejemplo para los fieles en el hablar, en conducta, en amor, en fe, en castidad. Mientras llego, continúa aplicándote a la lectura pública, a la exhortación, a la enseñanza.”—1 Tim. 4:12, 13, NM.
11. ¿Por qué es que algunos aprenden más aprisa que otros?
11 El problema al que deben enfrentarse ahora, tanto los jóvenes como los ancianos, es cómo efectuar este estudio personal de la manera más provechosa. ¿Por qué es que una persona puede aprender y entender nuevas ideas más rápidamente que otra? Además de la habilidad natural, generalmente se debe a que ha adoptado hábitos de estudio apropiados y ha reemplazado al descuido con esfuerzo sistemático. Es más fácil estudiar de la manera correcta que hacerlo perezosamente de la manera incorrecta.
12. Ofrezca sugestiones tocante a cómo recordar lo que se estudia.
12 Aunque a veces es bueno y se desea poder leer material rápidamente, no siempre es la mejor cosa hacerlo; es mucho más importante poder retener y usar lo que leemos. Sin embargo, usted puede esforzarse por mejorar su habilidad en la lectura por medio de practicar hasta que aprenda a leer frases e ideas en vez de palabras. El resultado no será solamente el poder leer—apropiadamente más material; también se comunicarán a su mente ideas, no solamente palabras. Lo que aprendemos tiene que hacer una impresión duradera en nuestra mente. Eso requiere concentración, lo cual significa enfocar la atención en una sola cosa a la vez. En conexión con esto, algunos han adoptado el punto de vista erróneo de que tienen que forzar la mente para espaciarse en un tema, pero ¿trabajará muy eficientemente una mente forzada o tensa? En vez de forzar la mente, cultive interés vehemente en el tema que se va a considerar. Usted naturalmente llegará a estar absorto en el material, despidiendo de la mente todas las ideas y preocupaciones que no vienen al caso, y entonces la concentración es fácil. A medida que estudie mantenga vivo el interés mediante el analizar constantemente el material para determinar cómo puede usarse. Determine de qué beneficio práctico será para usted. ¿Le ayuda a entender mejor el mundo que lo rodea? ¿Le ayudará a enfrentarse a los problemas de la vida? ¿Aclara algunas preguntas cuyas respuestas usted no sabía anteriormente? ¿Ve usted en ello una ilustración o argumento que puede usar para aclarar a otro las verdades de la Palabra de Dios? Nosotros recordamos las cosas que nos interesan en particular. Puede que los mundanos recuerden bocaditos jugosos de chismografía acerca de sus semejantes. El interés del pueblo de Jehová está en el nuevo mundo de justicia; por eso los de éste recuerdan las cosas que atañen al modo de vivir del Nuevo Mundo y al Creador del nuevo mundo, Jehová Dios.—2 Ped. 3:13.
13. ¿Qué más hace posible la concentración completa?
13 La imaginación también fortalece la concentración. Mucho de la Biblia se compone de narración histórica e ilustraciones proféticas. Por lo tanto, cuando aplique su mente a un estudio de las Escrituras, use la imaginación y los diversos sentidos para representar vívidamente ante usted el asunto. Por ejemplo, considere el juicio de Jesús ante Pilato. No lea simplemente palabras, si no represente con viveza en la mente cada detalle de la ocasión. (Juan 19:1-16, NM) Sienta el aire frío de la mañana. Vea a Jesús ataviado con una túnica purpúrea y con la corona de espinas puesta por fuerza en su cabeza. Sienta el ardor de los golpes al abofetearlo insolentemente los soldados. Al colocarse usted allí en la calle delante del palacio del gobernador en Jerusalén, sienta la apretura de la multitud. Pruebe el polvo que levantan los pies de la gente que se arremolina. Oiga a la chusma encabezada por los fariseos ataviados con túnicas cuando grita: “¡Quítelo! ¡Empálelo!” Se apoderará de usted la repugnancia cuando dicen: “No tenemos más rey que César”; su corazón latirá con violencia a medida que sube la tensión de la escena. Sí, vívala; entonces la recordará. Su mente es alimentada por los cinco sentidos: el tacto, el gusto, la vista, el olfato y el oído. En consecuencia, cuando emplee la imaginación, dejando que todos sus sentidos contribuyan libremente, su mente estará completamente absorta, la concentración será completa y la impresión que se hace será profunda y duradera.
14. ¿Cómo pueden recordarse mejor las pruebas y los argumentos?
14 Los argumentos y razones en apoyo de las doctrinas quizás sean difíciles de representarse con viveza en la mente, pero al oírlos declarados y verlos impresos usted puede emplear el factor fortalecedor de la memoria, la asociación. Considere lo razonable de las declaraciones que usted lee, por qué razón se hace la declaración, la prueba de su veracidad y las ilustraciones de su aplicación. Conscientemente asocie todo esto de una misma vez. Vea a cada uno de estos factores en la relación que tiene con los otros, y cuando usted recuerde uno recordará los otros juntamente con él y el cuadro quedará completo.
15. (a) ¿Por qué tiene el ministro cristiano que emplear tiempo en planear la refutación de objeciones? (b) Aun con un horario ocupado, ¿cómo puede hallar tiempo para hacer esto?
15 Quizás la gente de su territorio presente alguna objeción basada en prejuicio o en doctrina religiosa. Esa objeción impide el que usted pueda presentarle el mensaje del Reino. ¿Qué puede hacerse? A fin de ‘efectuar su ministerio cabalmente’ usted querrá cultivar la habilidad de vencer esas objeciones. Pero ¿cuándo? Tal vez usted llega al lugar de las reuniones de la congregación diez o quince minutos antes del estudio, o tal vez llega al centro de servicio un poco antes que los demás. ¿Por qué no usar ese tiempo sabiamente? Cambien sugestiones. Practíquenlas los unos con los otros. Consideren cómo refutar la objeción sin despertar antagonismo, sino más bien suscitando curiosidad o interés en nuestro trabajo. Quizás una ilustración apropiada ayude a transmitir el punto y al mismo tiempo evite el prejuicio. Analice los textos que usted desea usar para que pueda presentarlos de la manera más eficaz. Prepare nuevos sermones para el trabajo de casa en casa y de revisitas de la misma manera. Estas consideraciones como parte de su programa de estudio personal requieren muy poco tiempo adicional y de ninguna manera serán semejantes a trabajo, sino, más bien, serán agradables, estimulantes, y al mismo tiempo lo equiparán a usted para ser un ministro más competente.—Pro. 27:17.
HACIENDO QUE EL CONOCIMIENTO DEJE IMPRESIÓN EN UNO MISMO
16. En vez de simplemente aprender de memoria, ¿qué hace un estudiante prudente?
16 Algunos tratan de adquirir información aprendiendo las cosas de memoria, pero esto es laborioso y artificial. Y aunque usted pudiera repetir palabra por palabra la declaración que usted quiere hacer, a menos que la entienda plenamente no podrá usarla eficazmente. Por esa razón generalmente es mejor quedarse con ideas, no palabras. Juegue con las ideas nuevas, considérelas desde diferentes aspectos, pese su valor, expréselas en sus propias palabras; entonces son posesión suya. Aun cuando quiera aprender de memoria algún material, como, por ejemplo, un texto bíblico, antes de que lo haga asegúrese de que usted entiende la idea que contiene y su valor. Si usted lo hace, le será mucho más fácil aprenderlo y retenerlo.
17. ¿Cómo pudiera uno subrayar el material de estudio? ¿De qué provecho es?
17 Cuando estudie tal vez halle que le es provechoso subrayar ciertos puntos si la publicación que usted está leyendo es su ejemplar. Puede usar estas marcas para designar puntos débiles en su dominio del tema, o para manifestar las ideas principales del artículo. Esto nunca debe ser demasiado extenso; un vistazo a las palabras o frases principales debe ayudarlo a recordar las ideas que se presentan. El subrayar así es de provecho particular, pues sirve para repasos y para participar en una consideración del material por la congregación. Le ayudará a usted a localizar los puntos principales y reconstruir con rapidez en su mente la esencia del material.
18. ¿Qué es lo que da a algunos una vista torcida del contenido de la Biblia?
18 Hay muchos que obtienen lo que pudiera llamarse una vista miope de los temas que estudian. Muchas organizaciones religiosas ven así la Biblia. Sólo ven los pocos textos aislados en que basan su creencia. No consideran el contexto; no ven la Biblia entera como la Palabra inspirada de Dios. El tema del Reino, que va desde Génesis hasta Apocalipsis, no lo ven. Su concepto de Dios está torcido, y, aunque siempre estén aprendiendo, nunca llegan a un conocimiento acertado de la verdad. No los imite.—2 Tim. 3:7.
19. ¿Cómo procedería uno correctamente con el estudio de un artículo de La Atalaya con la mira de apreciar y recordar plenamente los puntos para usarlos en su ministerio?
19 Cuando usted estudie trate de ver el tema en su totalidad. Una cada idea al tema central, determinando su importancia relativa. Cuando usted encuentre la respuesta a la pregunta en un párrafo de la lección de La Atalaya, esté seguro de notar la relación de esa respuesta en particular con el tema del estudio. Observe el desenvolvimiento lógico de argumentos e ilustraciones a medida que el tema va desarrollándose, párrafo por párrafo, para presentar un solo cuadro completo, bien equilibrado y con todos sus detalles colocados apropiada y proporcionadamente. Cuando usted termine de leer el artículo, deliberadamente pause y reconstruya ese cuadro en su mente, ya sea por medio del uso de subtítulos, oraciones temáticas, preguntas al pie de la página o ideas principales que usted haya subrayado al leer. Deje que su mente examine a la ligera el bosquejo de argumentos y los textos que se han usado para desarrollar el tema. Luego cierre la revista o libro y vea si puede hacerlo otra vez sin mirar el material impreso. Sólo tomará un minuto o dos el hacer esto, pero entonces lo tendrá firmemente grabado en la mente. Será de usted para usarlo. Nosotros queremos que las cosas que aprendemos de la Palabra de Dios y por medio de su organización se queden con nosotros como una guía para el modo de vivir cristiano y como equipo para usarlo en el ministerio. “Por eso es necesario que pongamos más que la acostumbrada atención a las cosas que nosotros escuchamos, para que nunca nos deslicemos.”—Heb. 2:1, NM.
20. ¿Cómo pueden aplicarse estos principios del estudio a la lectura del texto del día, a la lectura de la Biblia, y con qué provecho?
20 Usted tal vez ya aplique estos principios hasta cierto grado. Al concluir su estudio de libro de congregación semanal, ¿se hace un repaso con los libros cerrados de los puntos importantes de la lección? ¿Da un comentario y hace resaltar alguna parte de la lección el conductor del estudio de La Atalaya una o dos veces durante el estudio? Ahora, ¿por qué no extender esos principios más? Haga la misma cosa para usted mismo al leer cada artículo de La Atalaya. Después de haber considerado el texto del día que se presenta en La Atalaya y el párrafo o párrafos a que se hace referencia allí, cierre la revista y vea si puede expresar concisamente la esencia de lo leído en una sola oración. Haga lo mismo con su lectura bíblica personal. A medida que termine de leer cada capítulo trate de epitomarlo para usted mismo. Vea si puede determinar el tema central del capítulo o la esencia de todo ese libro de la Biblia, y luego note la relación de cada versículo con esa idea central. Trate de ver a todo el libro como un conjunto bien arreglado, observando la relación que hay entre unas ideas y otras. El aprecio que le tiene a las cosas que aprende será grandemente acrecentado porque usted entenderá el medio circundante, los antecedentes y la relación de las declaraciones que se hacen. Le será mucho más fácil hallar textos bíblicos, recordar argumentos, y usarlos eficazmente para derribar las doctrinas falsas y establecer la adoración correcta.—2 Cor. 10:4, 5.
21. ¿Por qué todos los que están en la sociedad del Nuevo Mundo serán diligentes en su estudio y se esforzarán por mejorar sus hábitos de estudio?
21 Usted quiere progresar con la sociedad del Nuevo Mundo. Usted quiere estar equipado para una participación efectiva en el ministerio. Entonces, aplique a su estudio personal estos principios que hemos considerado. “Haz todo lo posible para presentarte aprobado a Dios, un trabajador que no tiene de qué avergonzarse, manejando la palabra de la verdad correctamente.” (2 Tim. 2:15, NM) Considere el trabajo de recogimiento que está ante nosotros. Pese los privilegios de servicio que le aguardan a medida que ensanche su ministerio. Mire hacia el futuro a la vasta reconstrucción y trabajo educativo que yace más allá del Armagedón. Resuélvase a equiparse para una mayor participación en este trabajo que Dios nos ha dado y aplíquese a ello, y la bendición de Jehová seguramente será suya.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1956 | 15 de septiembre
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Preguntas de los lectores
● En la Versión Normal Revisada de la Santa Biblia, publicada en los Estados Unidos de América del Norte en 1952, el nombre divino Jehová no aparece ni una sola vez, ni aun en la traducción de las Escrituras Hebreas. Según el prefacio de esta versión de 1952, la palabra “Señor” ha sido empleada en vez del nombre de Dios. Por lo tanto, ¿sería correcto el que nosotros leyéramos el nombre “Jehová” donde la palabra “Señor” aparece con referencia a Dios, para que así el nombre de Dios se halle en su lugar apropiado?
No, no sería correcto hacer esto. ¿Por qué no? Por esta razón: En la Versión Normal Revisada, así como en la versión Autorizada o del Rey Jaime, el nombre divino, Jehová, ha sido reemplazado por el título “SEÑOR” impreso en letras mayúsculas, o por el otro título “Dios” impreso, también, en letras mayúsculas. Donde los títulos “Señor” y “Dios” no aparecen con todas las letras mayúsculas, no se traduce el nombre divino Jehová. Por ejemplo, en el primer capítulo del Génesis el título Dios aparece muchas veces, pero no se está traduciendo del hebreo el nombre divino, y por ende “Dios” tiene solamente la letra inicial en la forma mayúscula y las otras letras son minúsculas o de tipo pequeño. En el texto hebreo el nombre divino Jehová hace su primera aparición en el capítulo dos del Génesis, y en ese sitio la Versión Normal Revisada lo vierte con el título “SEÑOR” con todas las letras mayúsculas. Sin embargo, en Génesis 15:2 hallamos la expresión “Señor Dios” con el título “Dios” en mayúsculas, mas no el título “Señor.” Esto se debe a que con el título “Dios” se traduce el nombre divino Jehová, mientras que no se hace eso con el título “Señor.”
En Génesis 15:2 es verdad que la palabra “Señor” se aplica a Jehová, pero traduce la palabra hebrea pronunciada “Adonéiai” o “Adonái.” Esta palabra hebrea significa “Maestro” o “Señor” y se aplica exclusivamente a Jehová Dios. De manera que describe a Jehová como Maestro o Señor. Por lo tanto, en el texto hebreo la expresión original para “Señor Dios” es “Adonái Yehowih.” La Versión Normal Americana y la Traducción del Nuevo Mundo traducen esta expresión al inglés como “Lord Jehovah” (Señor Jehová). En las Escrituras Hebreas esta expresión “Adonái Yehowih” o “Señor Jehová” aparece más de trescientas veces, comenzando con Génesis 15:2. Solamente en el libro profético de Ezequiel esta expresión “Señor Jehová”
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