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Tema a Jehová—nunca a hombresLa Atalaya 1960 | 15 de enero
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NUNCA SE PERMITE TRANSIGIR
7. ¿Por qué no se le permite transigir al cristiano?
7 La ley suprema de Jehová es digna de ser enseñada a todos los hombres de buena voluntad, para que la guarden y la observen por encima de cualesquier otras leyes. La ley y la palabra de Dios son verdaderas, y la verdad no puede transigir. (Juan 17:17) La verdad es la verdad, y por lo tanto no puede entrar en ningún acuerdo con lo que no es correcto; de otro modo ya no es la verdad. Las personas que convienen en transigir admiten que no tienen la verdad o que la están abandonando. Ni una cosa ni la otra se le permite a los cristianos.—2 Cor. 6:14-18.
8. Explique lo que es transigir.
8 ¿Qué significa el transigir? El siguiente ejemplo puede ilustrarlo. Dos personas se hallan en un litigio en un tribunal. La persona agraviada se llama el demandante. Pide el pago completo del daño. El injuriador, llamado el demandado, lo niega. Alega que no debe nada. El demandado ofrece arreglar el asunto, pagando quizás la mitad del daño causado. Para evitarse dificultad el demandante abandona las cosas que él sabe que son correctas. Reduce su demanda. Finalmente se conviene en un precio. ¡Se transigió!
9. ¿Cuál es el castigo por transigir, y por qué? Explique Mateo 16:25.
9 Esta costumbre de transigir o arreglarse por medio de abandonar las cosas que son correctas para evitarse dificultad no se permite en el tribunal de justicia suprema de Jehová; se prohibe con pena de muerte. Ningún cobarde ni persona que transija sobrevivirá al juicio de Jehová en el Armagedón. La ley de Jehová se expresa claramente en cuanto al asunto: “Pero en cuanto a los cobardes y los que no tienen fe . . . , su porción será en el lago que arde con fuego y azufre. Esto significa la muerte segunda,” destrucción eterna. (Apo. 21:8) Los cristianos jamás deben transigir simplemente para evitarse dificultad. Deben permanecer leales a la ley suprema de su Dios sean cuales fueren las consecuencias. Recuerde las palabras de Jesús: “Porque cualquiera que desee salvar su alma [por ejemplo, transigiendo] la perderá; pero cualquiera que pierda su alma [por ser leal] por mi causa la hallará.”—Mat. 16:25.
TEMOR—EL GRAN ENEMIGO
10. ¿Cuál es la causa básica del transigir? ¿Por qué?
10 ¿Cuál es la cosa básica que hace que la gente transija? Esa palabrita grande: TEMOR, temor. ¿No es el temor al hombre uno de nuestros enemigos más grandes? Tema a los hombres y sea entrampado. Sí, lo petrifica a usted. El temor paraliza toda su alma. Salomón escribió: “El temblar ante los hombres es lo que tiende una trampa.” (Pro. 29:25) Pero “el temor de Jehová es el principio de la sabiduría,” declaró el salmista. (Sal. 111:10) Los que temen a los hombres no tienen amor a Dios. Juan escribió que tenemos que amar a Dios a fin de que “tengamos libertad de palabra en el día de juicio . . . No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor, porque el temor ejerce una restricción.” (1 Juan 4:17, 18) El temor a los hombres produce el transigir, pero el amor a Jehová protege a la persona de transigir cobardemente por temor al hombre.
11. ¿Qué causa el temor que produce el transigir?
11 ¿Qué causa el temor que produce el transigir? ¡Una multitud de cosas! Orgullo, amor a la esposa, o al padre o a la madre, o al hermano o a la hermana, amor a la popularidad personal, más que a Dios. Temor de ser ridiculizado y humillado, temor de admitir los errores de uno, o el tratar de salvar las apariencias, temor de que se le llame mendigo o vendedor ambulante cuando se halla participando en el elevado llamado de predicar de casa en casa las buenas nuevas del reino de Dios y el azote del viejo mundo en el Armagedón, y temor de ser identificado por el viejo mundo como una persona asociada con la sociedad del nuevo mundo. Temor de ser diferente de la mayoría de la gente. Temor de perder la adulación de la gente, perdiendo el buen nombre de “buena persona.”
12. ¿Por qué es peligroso complacer a los hombres?
12 Hoy día el temor al hombre florece; hombres se portan servilmente ante hombres, tratando ansiosamente de complacerlos y transigir con ellos, a fin de tener buena reputación con los hombres. ¿No tienen ellos el dicho: “Haz lo que hace la gente, y te irá como a la gente”? Como una nube oscura de un huracán a poca altura que ronda cerca de la tierra, hoy día pende sobre el género humano un paño mortuorio de conformidad de pensamiento y de transigencia. El denuedo individual está desapareciendo rápidamente. Los hombres temen la opinión de los propios miembros de su familia, de sus patrones, de sus gobernantes, de sus vecinos; temen la crítica. “¿Qué diría el Sr. Martínez si predicara yo el Reino de casa en casa con los testigos de Jehová?” ¡Qué aterradora pregunta para el complacedor de hombres! ¿Por qué no preguntar: ¿Qué pensaría Jehová? En todas partes hoy usted ve un deseo de agradar a los hombres, pero usted ve poco deseo de agradar a Dios, el Juez supremo. Pero usted no puede ser un complacedor de hombres y al mismo tiempo un cristiano; esto lo expresa muy claramente el apóstol Pablo: “¿Estoy tratando de agradar a hombres? Si todavía estuviera agradando a hombres, no sería yo esclavo de Cristo.”—Gál. 1:10.
13, 14. (a) ¿Qué experiencia lastimosa tuvo Pedro después que Jesús fué arrestado? (b) ¿Qué podemos aprender de ella para nuestro día?
13 El peligro de ser un complacedor de hombres y transigente o un cobarde no puede recibir demasiado énfasis. Cada cristiano debe vigilarse muy cuidadosamente, para que no caiga en este lazo diabólico. Aprendamos una lección de la experiencia que tuvo Pedro. Fué un amigo muy íntimo de Jesús y estaba convencido de que nada podría separarlo. ¿No dijo el mismo: “Aunque todos los demás tropiecen en conexión contigo, ¡nunca se me hará tropezar a mí!”? Jesús le dijo que en esa mismísima noche lo negaría tres veces. Esto jamás podría suceder; de esto estaba seguro Pedro: “Aun si tuviera que morir contigo, de ningún modo te negaré.” Todos saben lo que sucedió esa misma noche. Jesús fué arrestado y llevado ante el tribunal, acusado y condenado como un criminal impopular. El estar asociado con este hombre en ese instante era peligroso y humillante. Algunas personas reconocieron a Pedro como seguidor de Jesús, que había sido condenado, y señalaron a él. ¿Qué hizo Pedro? “Negó esto delante de todos ellos, diciendo: ‘No sé de qué hablan ustedes.’” Cuando señalaron a él por segunda vez, lo negó con un juramento, y la tercera vez se puso a maldecir y blasfemar: “¡No conozco al hombre!” (Mat. 26:33-35, 70-74) Negó a su amo y transigió para evitar dificultad o humillación.
14 Hoy los testigos de Jehová son tan impopulares como lo fué Jesús. El dijo que así sería. “Ustedes serán aborrecidos por toda la gente por causa de mi nombre.” “Si el mundo los odia a ustedes, ustedes saben que me ha odiado a mí antes que a ustedes.” (Mat. 10:22; Juan 15:18) ¿Quiere usted cometer el mismo error que cometió Pedro? ¿Se avergüenza usted también de estos seguidores de Cristo sólo porque no son del agrado de este mundo, sino que son aborrecidos y se habla contra ellos? Si tal es el caso, sírvase aprender de Pedro. ¿Qué hizo él? “Salió y lloró amargamente.” (Mat. 26:75) Tuvo buena razón para hacerlo, y lo mismo es cierto de las personas que obran hoy día como él obró hace 1,900 años. Pero Pedro hizo más que llorar. Reconoció su debilidad y error, no trató de disculparse por haber transigido. Cambió su actitud, y el registro bíblico nos dice que llegó a ser uno de los ministros más intrépidos del impopular Jesucristo a quien habían condenado; sí, aun murió como mártir. Murió teniendo buena reputación, no con los hombres, sino con Jehová Dios. Por eso, ¡imite a Pedro!
TENGA BUENA REPUTACIÓN CON JEHOVÁ
15. ¿Con quién deben tener buena reputación los cristianos, y por qué?
15 ¿No prefiere usted contarse entre los pocos que quieren temer y amar y servir y honrar y alabar, no a los hombres, sino a Jehová Dios, el Dador de vida, sin importar lo que piensen otras personas? ¿Quiere usted adherirse a los principios justos según se describen en la ley de Jehová, aun hasta exhalar el último suspiro si es necesario, a fin de tener buena reputación con Jehová? El tener buena reputación con Jehová significa vida eterna. Si uno tiene buena reputación con Jehová será para él como dice Eclesiastés 7:1, que el día de su muerte será mejor que el día de su nacimiento. ¿No dice Jesús mismo acerca de los que tienen una buena reputación con Jehová: “Regocíjense porque sus nombres han sido inscritos en los cielos” para ser recordados en el día de la resurrección? (Luc. 10:20) Los cristianos esperan vivir y jamás morir. Sin embargo, si uno tiene que morir, determínese a morir con integridad y teniendo una buena reputación con Dios para que sea recordado, y no con una reputación pésima como complacedor de hombres temeroso y transigente, que perecerá de Su memoria para siempre.
16. ¿Qué ejemplos deberíamos imitar? Y ¿qué esperanza tienen estos hombres intrépidos?
16 Tenga como dechado suyo a los hombres que retuvieron su integridad. ¿No amonesta Santiago a los cristianos: “Hermanos, tomen como dechado de sufrir el mal y ejercer la paciencia a los profetas, que hablaron en el nombre de Jehová”? (Sant. 5:10) Estos fueron hombres intrépidos, hombres de integridad, que no se conformaron a la maldad simplemente porque era popular. Como cristianos fieles, “no amaron sus almas aun a pesar del peligro de muerte.” (Apo. 12:11) Jamás trataron de agradar a los hombres como “buenas personas.” En vez de abandonar los principios de Dios por transigir, ¿qué hicieron? Sufrieron tormento y muerte sin quejarse. Hebreos 11:37, 38 dice: “Fueron apedreados, fueron probados, fueron aserrados en pedazos, murieron por matanza con la espada, anduvieron de aquí para allá en pieles de oveja, en pieles de cabra, mientras sufrían necesidad, en tribulación, bajo maltratamiento; y el mundo no fué digno de ellos.” Ellos no recibieron los aplausos de los que aclamaban al rey; ¡no! Y no buscaban el favor de los ricos ni de los que estaban en puestos de poder. No buscaban cobardemente el honor de los hombres. Aunque fueron muertos, no han perecido, porque Malaquías 3:16 (Mod) indica que sus nombres están escritos en el “libro de memoria . . . de los que temen a Jehová, y de los que piensan en su nombre.” ¿Tenemos el valor de imitar a estos hombres que el discípulo inspirado Santiago nos dice que imitemos?
17. (a) Explique el sendero de la conducta cristiana. (b) ¿Cómo se puede andar seguramente por el camino angosto que conduce a la vida?
17 El sendero del comportamiento cristiano es elevado, eminente, angosto y recto. El evitar el temor a los hombres impide que los cristianos caigan del sendero a las profundidades mortíferas del transigir y de la pérdida de la vida. Jesús manda a los cristianos: “Entren por la puerta angosta; porque ancha y espaciosa es la vía que conduce a la destrucción, y muchos son los que entran por ella; mientras que angosta es la puerta y estrecha la vía que conduce a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mat. 7:13, 14) ¿Le gusta a usted ir por el camino ancho que conduce a la destrucción sólo porque la mayoría anda allí? ¿Todavía le gusta a usted complacer a hombres que están caminando por este camino ancho de destrucción? ¿Por qué tratar de complacer y temer a hombres mortales que la Biblia dice ‘serán hechos como simple hierba verde’? (Isa. 51:12) Por lo tanto ande por el camino recto y angosto de la integridad, y tema a Jehová el Soberano supremo. En la batalla del Armagedón Jehová limpiará la tierra de todos los cobardes, de todos los que transigen, de todos los complacedores de hombres y de todos los miedosos.
18. ¿En quién deben cifrar su confianza los cristianos? ¿Qué se necesita para hacerlo, y por qué?
18 Los cristianos deben cifrar su confianza en Jehová y jamás deben temer a los hombres ni tratar de agradar o complacer a los hombres. ¿A quién temeremos cuando Jehová está con nosotros? El salmista dijo: “Jehová es mi luz y mi salvación. ¿A quién le tendré temor?” (Sal. 27:1) Para vencer el temor a los hombres es esencial tener conocimiento de Jehová. Y para conocer a Jehová se necesita estudio cuidadoso de Su Palabra y ley. La falta de conocimiento hace que uno dependa de los hombres y hace que uno tema a los hombres, pero el conocimiento de Jehová disipa el temor. Por medio del estudio usted aprende que: “El nombre de Jehová es una torre fuerte. A ella corre el justo y se le da protección.” (Pro. 18:10) Por medio del estudio usted aprende los hechos poderosos que Jehová ha efectuado para los que le temen a él y no a los hombres. “Escúchenme, ustedes los que conocen la justicia, el pueblo en cuyo corazón está mi ley. No teman el oprobio de los hombres mortales, y no los hiera el terror sólo por sus palabras injuriosas. Porque la polilla se los comerá exactamente como si fueran una prenda de vestir, y la polilla de la ropa se los comerá exactamente como si fueran lana. Pero en cuanto a mi justicia, resultará ser aun hasta tiempo indefinido, y mi salvación hasta generaciones sin cuento.” Por eso estudie y aprenda a temer a Jehová, pero nunca a los hombres.—Isa. 51:7, 8.
19, 20. (a) ¿Qué esperamos? (b) Pero ¿qué exhortación da la Biblia?
19 Jamás tiemblen los cristianos, ni sean débiles de carácter ni vacilantes o inestables debido al temor a los hombres o al diablo. Jehová ha informado a sus siervos acerca del ataque venidero de Gog de Magog. Los testigos de Jehová esperan persecución a manos de César Saben que este viejo mundo los aborrece. Pero confían en el poder de Jehová, su Dios, como confiaron en él aquellos hombres que le sirvieron intrépidamente en el pasado. ¿Qué mandó Moisés que hicieran los guerreros de Jehová de la antigua organización típica? “Sean valientes y fuertes. No les tengan miedo ni sufran un espanto delante de ellos, porque Jehová tu Dios es el que marcha contigo. El no te desamparará ni te abandonará. . . . Jehová es el que marcha delante de ti.” (Deu. 31:6, 8) Igual que el salmista de la antigüedad, que cada cristiano verdadero fortalezca su mente con determinación para evitar el transigir y la pérdida de la integridad: “Jehová está de parte mía; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre terrestre? Mejor es refugiarse en Jehová que confiar en nobles. Todas las naciones mismas me rodearon. . . . Me rodearon como abejas; fueron extinguidas como un fuego de espinos. Fué en el nombre de Jehová que seguí manteniéndolas a distancia.”—Sal. 118:6, 9-12.
20 Y ¿cómo nos exhorta Pablo? “¿Qué, pues, diremos a estas cosas? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” “Cobramos denuedo por medio de nuestro Dios para hablarles las buenas nuevas de Dios con muchísima lucha.” “Porque Dios no nos dió un espíritu de cobardía, sino de poder.”—Rom. 8:31; 1 Tes. 2:2; 2 Tim. 1:7.
21. ¿Qué actitud deberían tener los cristianos para evitar el peligro de transigir y de complacer a los hombres?
21 Por lo tanto, combatientes cristianos, sean valientes, nunca teman a los hombres ni traten de complacer a los hombres, nunca transijan con la mira de evitar la dificultad. Adhiéranse firmemente a la ley y palabra supremas de Dios. Sirvan a Jehová, no por “servicio al ojo como complacedores de hombres, sino como esclavos de Cristo, haciendo la voluntad de Dios de todo corazón.” (Efe. 6:6) Prediquen y defiendan su fe y esperanza intrépida y eficazmente y su galardón será vida eterna en el nuevo mundo de Jehová. Bendiga Jehová Dios a cada uno de ustedes los ministros de Jehová y hombres de buena voluntad con Su espíritu de poder.
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“Hágase tu voluntad en la tierra” (Parte 26 de la serie)La Atalaya 1960 | 15 de enero
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“Hágase tu voluntad en la tierra” (Parte 26 de la serie)
Tal como se predijo en el capítulo undécimo de la profecía de Daniel, Alejandro Magno, después de establecer el Imperio Macedónico o Griego (la quinta potencia mundial en la historia bíblica), murió en Babilonia en 323 a. de J.C. Por un tiempo su imperio fué quebrado en cuatro imperios helénicos, dominados por generales de Alejandro Magno. El general Seleuco Nicátor se apoderó de Babilonia, Media, Siria, Persia y las provincias hacia el oriente hasta el río Indo; y a la línea de gobernadores reales que provino de él por su hijo Antíoco I se le llamó el “rey del Norte” porque reinaba desde Siria al norte de Jerusalén. El general Ptolomeo Lago se apoderó de Egipto, Libia, Arabia, Palestina y Celesiria, y a la línea de gobernantes reales que provino de él se le llamó el “rey del Sur” porque gobernaba desde Egipto al sur de Jerusalén. Debido a la rivalidad y por codicia de territorio hubo guerras enfurecidas entre el “rey del Norte” y el “rey del Sur.” En 217 a. de J.C. Antíoco III como rey del Norte se halló alineado en batalla contra Ptolomeo IV de Egipto como rey del Sur, en cumplimiento de Daniel 11:10, PJ.
30. ¿Dónde lo encontró el rey del Sur para la lucha, y qué fué entregado en manos de él?
30 El ángel de Jehová manifestó que habría un cambio en el progreso de la batalla, diciendo: “Con lo cual se enfurecerá el rey del Sur, y saldrá, y peleará contra el, es decir, contra el rey del Norte; y pondrá en campaña una grande multitud de gente; y será entregada aquella multitud en su mano.” (Dan. 11:11, Mod) Muy disgustado, el rey del Sur, Ptolomeo IV Filopátor (o Trifón), se movió hacia el norte con 70,000 hombres contra el enemigo que avanzaba. En la ciudad costeña de Rafia, unos treinta y dos kilómetros al suroeste de Gaza y no muy al norte de la frontera de Egipto, se encontraron. El rey sirio Antíoco III había reunido una “grande multitud” de 60,000 personas, pero ésta fué entregada en manos del rey del Sur.
31. ¿Cómo se llevó a una multitud en esa batalla, cuáles fueron los términos del tratado de paz que se firmó, pero por qué no prevaleció el rey del Sur pero su corazón se elevó?
31 “Y la multitud será llevada, y el corazón de él se elevará; y derribará a decenas de millares, mas no prevalecerá.” (Dan. 11:12, PJ) El rey del Sur, Ptolomeo IV, llevó a 10,000 soldados de infantería y a 300 soldados de caballería de los enemigos sirios a su muerte y se llevó a otros 5,000 como prisioneros, todo lo cual fué una pérdida grande para el rey del Norte. Los dos reyes ahora firmaron un tratado de paz, y Antíoco III fué obligado a ceder a Fenicia, incluyendo a Tiro y Ptolemáis, y Celesiria, que él había conquistado. Pero todavía retuvo su puerto de mar sirio, Seleucia. Esta paz fué para bien de él, porque el rey del Sur no prosiguió hasta el fin su victoria, y por eso ‘no prevaleció.’ Se entregó a una vida disoluta en Egipto y no dejó sucesor que siguiera el paso agresivo contra Siria, dejando solamente a un hijo de cinco años de edad, Ptolomeo V, como sucesor al trono de Egipto. Esto fué muchos años antes de que muriera su
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