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  • ¿Por qué no aceptaron a Jesús?
    ¡Despertad! 1983 | 22 de julio
    • ¿Por qué no aceptaron a Jesús?

      PARA el primer siglo de la Era común, el pueblo judío se hallaba bajo la tiranía del pagano Imperio Romano. Por primera vez estaban los ánimos muy exaltados porque se creía que Dios levantaría ahora un libertador para su pueblo, el Mesías prometido. Como señaló Abba Hillel Silver, historiador judío del día moderno: “El primer siglo [...] especialmente la generación que precedió a la destrucción [de Jerusalén en 70 E.C.], fue testigo de un notable arrebato de emocionalismo mesiánico”.

      Flavio Josefo, historiador del primer siglo, también informó acerca de este fenómeno, al decir lo siguiente sobre un grupo de hombres que surgió en ese tiempo: “Engañadores e impostores, que bajo el pretexto de inspiración divina promovían cambios revolucionarios, [...] condujeron [la multitud] al desierto, en la creencia de que Dios les daría allí señales de liberación”.

      Aunque muchos de los que en el primer siglo afirmaron ser el Mesías tuvieron éxito en atraer a una gran cantidad de partidarios, solo Jesús de Nazaret goza todavía de popularidad hoy día. Y sin embargo, allá en el primer siglo la nación judía no pudo aceptarlo como el Mesías prometido. De aquí que surjan unas preguntas importantes: ¿Por qué fueron relativamente pocos los judíos que creyeron que Jesús era el Mesías? ¿Por qué no lo aceptó la mayoría?

      De acuerdo con el rabí Hyman G. Enelow: “Las ideas que tenían los judíos con relación al Mesías [...] Jesús no las hizo realidad”. Así que, declarado sencillamente, Jesús no fue aceptado extensamente porque no satisfizo las expectativas del pueblo. Como ya hemos visto, el profeta Isaías describió al Mesías como un rey futuro que establecería paz, justicia y rectitud eternas. Profecías bíblicas como ésa contribuyeron a amoldar lo que esperaban los judíos. Puesto que el Mesías habría de ser rey sobre Israel, podía esperarse que dejaría de ejercer soberanía cualquier gobierno gentil que tuviera dominio sobre Israel cuando él apareciera.

      Con el tiempo, sin embargo, se hizo común la creencia de que el Mesías en realidad conduciría a los judíos en el derrocamiento de aquel gobierno gentil. Como dice la Encyclopaedia Judaica: “Los judíos del período romano creían que Dios levantaría [al Mesías] para romper el yugo de los paganos y reinar sobre un reino restaurado de Israel”.

      Hay rastros de ese punto de vista común en los escritos de aquel período. Por ejemplo, al hablar de los judíos que se rebelaron contra Roma en 66 E.C., Josefo escribió: ‘Lo que más los incitó a guerrear fue un oráculo ambiguo, que se hallaba también en sus sagradas escrituras, en el sentido de que en ese tiempo alguien de su país llegaría a ser gobernante del mundo’.

      Eso también queda confirmado por la clase de individuos cuyas afirmaciones mesiánicas gozaron del apoyo popular. De acuerdo con la historia, los que afirmaron ser el Mesías en aquella Era fueron, con la excepción de Jesús de Nazaret, revolucionarios políticos. The Book of Jewish Knowledge declara: “Lo extraordinario en cuanto a los que en el primer siglo afirmaron ser el Mesías fue que cada uno sirvió como centro o foco de la rebelión judía contra la gobernación romana. A diferencia de Jesús, [...] los demás ‘mesías’ de aquel período fueron, sin excepción, agitadores y patriotas combativos”. Ese proceder fue simplemente un reflejo de lo que esperaba comúnmente el pueblo.

      Es patente, por lo tanto, que los judíos del primer siglo no tenían el concepto posterior de un Mesías que sufriría o moriría. De hecho, Joseph Klausner, erudito judío, concluyó: “Todo lo referente a un Mesías al que habría de darse muerte era algo que, en el tiempo de Jesús, era imposible de comprender [...] para los judíos”. Hasta los pocos judíos que creyeron que Jesús era el Mesías no esperaban que él hubiera de sufrir o se le hubiera de dar muerte. (Mateo 16:21, 22.)

      Por consiguiente, quienquiera que se hubiera sentido atraído por las enseñanzas de Jesús ciertamente se hubiera preocupado por el hecho de que Jesús no derrocó al gobierno romano ni gobernó como rey sobre Israel, sino que, en vez de eso, fue ejecutado por aquel gobierno romano. Como explicó Klausner: “Jesús crucificado fue una desilusión para la mayoría de los que lo siguieron mientras estuvo vivo”. ¡No es de extrañar que Pablo de Tarso, misionero cristiano de tiempos primitivos, hablara de “Cristo fijado en el madero, para los judíos causa de tropiezo”! (1 Corintios 1:23.)

      No obstante, a pesar del agudo contraste que hubo entre la vida de Jesús y lo que esperaban los judíos, miles de judíos de aquel tiempo llegaron a creer que Jesús era el Mesías. ¿Cómo se explica eso?

      [Ilustración en la página 5]

      Expectativas judías: ¿ESTO?, o ¿ESTO?

  • ¿Había de sufrir y morir el Mesías?
    ¡Despertad! 1983 | 22 de julio
    • ¿Había de sufrir y morir el Mesías?

      COMO ya hemos visto, los judíos del primer siglo esperaban un líder que derrocaría al gobierno romano, establecería un reino judío sobre Israel e introduciría una Era de paz y bendiciones procedente de Dios. Puesto que Jesús de Nazaret nunca efectuó eso,

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