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¡Despertad! 1971
g71 22/12 págs. 12-15

¿Qué sabe usted de las banderas?

SI USTED estuviese de pie enfrente del edificio de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York vería 128 banderas de variados colores ondeando en la brisa. Una es la bandera de las NU, y las otras 127 banderas representan a las naciones miembros de ese cuerpo internacional. La presencia de éstas enfrente de las NU indica el papel importante que desempeñan las banderas en este mundo.

Cuando una bandera nacional ondea sobre un barco, un edificio o una división de territorio, simboliza la presencia de la nación representada por ella. Cuando la Gran Bretaña poseía colonias por toda la Tierra, su presencia en aquellos territorios estaba representada por la colorida bandera británica conocida como la Union Jack. Mostraba que los territorios pertenecían a la Gran Bretaña.

Más recientemente unos astronautas implantaron la bandera estadounidense en la Luna, no para indicar reclamaciones territoriales, sino para mostrar que esa nación había logrado llegar a la Luna. De modo que la bandera ha llegado a ser símbolo de la nación, y a menudo su diseño transmite cierto significado. Esto sin duda aplica a la bandera de la nación de la cual usted es ciudadano.

Muchas personas que tienen fuertes sentimientos nacionalistas despliegan mucha emoción en cuanto a su bandera. Cierta dama que encabeza una organización patriótica en los Estados Unidos dijo, según se le citó en la revista Newsweek: “Cuando me pongo la mano derecha sobre el corazón al pasar esa gloriosa bandera norteamericana me siento muy cerca de Dios.” El contralmirante Robert Peary, que llevó la bandera norteamericana en la primera expedición del hombre al polo norte, consideraba que la bandera tenía “cierto simbolismo sagrado,” según informó su hija.

Es una manifestación de esta reverencia a la bandera estadounidense la demanda creciente de banderas que hayan ondeado sobre el capitolio en Washington, D.C. Es una práctica tradicional de los congresistas hacer regalos especiales de esas banderas a los constituyentes. Para satisfacer la demanda de esas banderas ha sido necesario erigir tres astas adicionales y se ha asignado una cuadrilla de cuatro hombres para enarbolar y bajar más banderas. Cada bandera ondea por unos diez segundos. Informando sobre esto, una revista noticiera de junio de 1970 dijo: “En lo que va de este año, de una manera que hace recordar las medallas que bendice el papa, se han enarbolado, bajado y enviado empacadas a la ciudadanía 10.599 banderas.”

Para la persona nacionalista su bandera nacional es más que un pedazo de tela con un diseño característico. La considera como algo especial a lo que tiene que mostrarse gran respeto. Note cómo el código estadounidense concerniente a la bandera refleja este sentimiento. “No debe saludarse con la bandera a ninguna persona o cosa. . . . La bandera jamás debe tocar algo que esté debajo de ella, como el suelo, el piso, el agua o mercancías.”

Antecedentes de banderas nacionales

¿Sabe usted que hay obras históricas que señalan como origen de las banderas nacionales a los estandartes que usaban ejércitos de pueblos antiguos como los egipcios, persas y romanos? The Encyclopedia Americana declara en su edición de 1969: “Combatientes de tiempos antiguos se reunían alrededor de insignias y estandartes que eran símbolos que tenían alguna relación con la idea moderna de las banderas.”

Remontándose hasta los egipcios de la antigüedad en su investigación de la historia de las banderas, The Encyclopædia Britannica, edición undécima, declara lo siguiente en la página 454 del tomo 10:

“Juzgando por sus esculturas y pinturas, con el complemento de escritores de la antigüedad, parece que varias compañías del ejército egipcio tenían sus propios estandartes particulares. Estos los formaban objetos que, según hay razón para creer, estaban asociados en la mente de los hombres con sentimientos de reverencia y devoción. Animales, barcos, emblemas o figuras sagrados, una tablilla que llevaba el nombre del rey, símbolos en forma de abanicos y plumas, se levantaban en el extremo de un báculo como estandartes, y el oficio de portarlos se consideraba de privilegio y honra peculiares.”

Acerca de los antiguos persas, esta misma enciclopedia dice en su edición de 1946, tomo 9, página 343:

“Los persas llevaban un águila adherida al extremo de una lanza, y el Sol, como su divinidad, también estaba representado en sus estandartes, que parecen haber estado formados de alguna clase de tela, y los hombres más valientes del ejército los guardaban con el mayor celo.”

Note lo que declara esta enciclopedia en cuanto a los estandartes romanos:

“Los estandartes romanos se guardaban con veneración religiosa en los templos de Roma. No era raro que un general ordenara que un estandarte fuese arrojado entre las filas del enemigo, para añadir celo al ataque de sus soldados, excitándolos a recuperar lo que para ellos quizás era la cosa más sagrada que poseía la tierra.”

Así se puede ver que los objetos precursores de las banderas nacionales modernas a menudo fueron de naturaleza religiosa. Lo que sienten hoy algunas personas en cuanto a su bandera nacional sin duda es un traslado del sentimiento que manifestaban aquellos pueblos de la antigüedad.

La Union Jack demuestra claramente los antecedentes religiosos de las banderas nacionales del día moderno. Es una combinación de tres cruces religiosas... la cruz de San Jorge, la cruz de San Andrés y la cruz de San Patricio. Estos eran los santos patronos de Inglaterra, Escocia e Irlanda, y la unión de estos reinos en el reino de la Gran Bretaña se representa por estas tres cruces religiosas en la bandera.

Señalando que a menudo la bandera nacional se maneja con reverencia, el libro The Flags of the World, por F. Edward Hulme, declara en la página tres:

“Los estandartes romanos se guardaban con veneración religiosa en los templos de la metrópoli y de las ciudades principales del Imperio, y la práctica moderna ha seguido aquí el precedente antiguo. . . . Cuando se ejecuta la presentación de los pabellones a un regimiento se celebra un solemne servicio de oración y alabanza, y cuando estos pabellones regresan con honor, rasgados por las balas del conflicto victorioso, se colocan con reverencia en abadía regia, catedral venerable o iglesia de parroquia, para jamás salir de la paz y descanso de la casa de Dios hasta que por el transcurso de los años se desmenuzan hasta ser polvo indistinguible.”

¿Se adoran las banderas hoy?

Hemos visto que los pueblos de la antigüedad daban adoración religiosa a sus estandartes, los precursores de las banderas de hoy ¿Le parece a usted que hoy hace lo mismo la gente? Hay quienes sinceramente creen que sí

El libro Essays on Nationalism, por Carlton J. H. Hayes, dice en la página 107:

“El principal símbolo de fe y objeto central de adoración del nacionalismo es la bandera, y se han diseñado curiosas formas litúrgicas para ‘saludar’ a la bandera, para ‘saludar con’ la bandera, para ‘bajar’ la bandera y para ‘enarbolar’ la bandera. Los hombres se descubren la cabeza cuando pasa la bandera; y en alabanza a la bandera los poetas escriben odas y los niños cantan himnos. En los Estados Unidos se alinea a los jóvenes en hileras apiñadas y se requiere que reciten diariamente, con voz de hierofante y ademán ritualista, la fórmula mística. . . .”

Entonces cita el juramento de lealtad. Así, pues, este autor considera las ceremonias de la bandera como una forma de adoración. También lo hace el profesor escocés Denis Brogan, de la Universidad de Cambridge, que dice en la página 359 del libro The Religious Situation: 1968:

“La religión cívica tiene sus ritos. Hay muchos, pero uno . . . es el rito de la adoración a la bandera.”

Sobre el mismo tema el escritor finlandés Arvo Viklund declara tocante a la bandera finlandesa:

“Por eso cuando entendemos qué valores oculta en sus pliegues hasta nuestra bandera de cruz azul, entonces nuestra actitud adversa para con ella también tiene que cambiar para llegar a ser adoración a la bandera, que dirige su cólera santa contra todos los que se atreven a menospreciar u ofender el símbolo más preciado de nuestra nación.”

A algunas personas quizás les parezca que estos escritores están sacando un punto de vista extremado. Quizás no consideren personalmente que están participando en adoración a la bandera. Pero si sus acciones durante una ceremonia de la bandera fueran vistas por primera vez por un nativo de la selva del Amazonas, ¿a qué conclusión cree usted que llegaría? ¿No le parecería que la gente de pie en atención con el rostro levantado hacia una bandera y con los brazos extendidos hacia ella o colocados sobre su corazón mientras repetía una fórmula aprendida de memoria la estaba adorando?

Obediencia a la conciencia

En los días coloniales de los Estados Unidos los puritanos objetaban a la bandera británica debido a su cruz roja de San Jorge. Según The Encyclopædia Britannica hacían esto, “no por deslealtad alguna a la madre patria, sino por una objeción por conciencia a lo que consideraban un símbolo idolátrico.”

En el día actual hay cristianos que opinan del mismo modo en cuanto a las banderas nacionales. Son testigos de Jehová. Su posición es igual por todo el mundo. Estando intensamente al tanto del mandato bíblico: “Huyan de la idolatría,” rehúsan participar en ceremonias de la bandera.—1 Cor. 10:14.

Su posición es comparable a la que adoptaron los cristianos del primer siglo de nuestra era común. Debido a conciencia, aquellos cristianos primitivos rehusaban quemar incienso a César, que, para los romanos, no solo era gobernante, sino un dios. Note lo que se dice acerca de esto en la página 137 del primer tomo del libro A History of Civilization por Brinton, Christopher y Wolff:

“Para mantener en una lealtad común a esta colección mezclada de gentes, para darles algo parecido a una bandera nacional como símbolo de esta unidad, el emperador fue deificado. . . . Ritos sencillos de sacrificio a él fueron agregados a las religiones locales y a los ritos locales. . . . Pero los cristianos fueron tan rigurosos monoteístas como los judíos; no podían hacerle sacrificios al emperador así como los judíos de la antigüedad no podían hacerle sacrificios a Baal. . . . Por lo tanto, al cristiano verdadero no le era posible hacer lo que para uno que no era adherente simplemente era un ademán decente, como el quitarse el sombrero hoy al pasar la bandera en un desfile.”

Debido a que los testigos de Jehová han sido obedientes a su conciencia religiosa en este asunto, han sido muy maltratados en varios países. En los Estados Unidos se necesitó que llevaran dos casos jurídicos hasta el Tribunal Supremo antes de obtener un fallo que protegiera su derecho a libertad religiosa.

El primer caso envolvió a la población de Minersville, Pensilvania, y su junta escolar, que expulsó a hijos de testigos de Jehová porque rehusaron participar en ceremonias de la bandera. En este caso el Tribunal Supremo falló en contra de los Testigos. Sobre el caso, el profesor Denis Brogan dice:

“El fallo absurdo y odioso de la Junta Escolar de Minersville quiso decir que los hijos de los Testigos de Jehová fueron castigados por no ejecutar un acto que no solo sus padres, sino también los judíos del tiempo de los macabeos y los cristianos del tiempo de Trajano también habrían considerado idolátrico.”

Tres años después, en 1943, el Tribunal Supremo se revocó en el segundo caso de la bandera que tuvo que ver con los testigos de Jehová. El juez Jackson, cuando presentó el dictamen de la mayoría, dijo:

“Los Testigos son un cuerpo no incorporado que enseña que la obligación impuesta por ley de Dios es superior a la de las leyes promulgadas por el gobierno temporal. Sus creencias religiosas incluyen una versión literal de Éxodo, capítulo 20, versículos 4 y 5 que dice: ‘No te harás ninguna imagen esculpida, ni ninguna semejanza de algo que esté en el cielo arriba, o que esté en la tierra abajo, o que esté en el agua bajo la tierra; no te inclinarás a ellas, ni las servirás.’ Consideran que la bandera es una ‘imagen’ dentro de este mandato. Por esta razón rehúsan saludarla. . . .

“Pero el que estas personas rehúsen participar en la ceremonia no estorba ni niega los derechos de otros a hacerlo. Tampoco se pone en tela de juicio en este caso que su comportamiento sea pacífico y ordenado. . . . El creer que el patriotismo no prosperará si las ceremonias patrióticas son voluntarias y espontáneas en vez de una rutina obligatoria es hacer un avalúo no lisonero del atractivo de nuestras instituciones a las mentes libres. . . .

“Pensamos que la acción de las autoridades locales al obligar el saludo y juramento a la bandera trasciende las limitaciones constitucionales sobre su poder e invade la esfera del intelecto y el espíritu que la Primera Enmienda a nuestra Constitución tiene el propósito de excluir de todo control oficial.”

Si un país tiene una constitución que garantiza libertad de cultos, esa libertad no es solo para la mayoría, sino también para una minoría cuya conciencia no le permita participar en ceremonias populares. Las garantías constitucionales no tienen valor si solo protegen a los que se amoldan al punto de vista de la mayoría o a los que están en el poder.

Los jueces Black y Douglas escribieron un dictamen concomitante al dictamen de la mayoría del Tribunal Supremo:

“Las palabras expresadas bajo coerción son prueba de lealtad solamente para el propio interés. . . . Ni nuestra tranquilidad doméstica en la paz ni nuestro esfuerzo marcial en la guerra dependen de obligar a niñitos a participar en una ceremonia que termina para ellos solo en un temor de condenación espiritual.”

Acerca de las batallas jurídicas que libraron los testigos de Jehová por la libertad de cultos, el libro Fundamental Liberties of a Free People, por Milton Konvitz, dice lo siguiente en la página 110: “Es a ellos que acreditamos el fallo del Tribunal Supremo de que una expresión de creencia o sentimiento no puede ser obligada.”

Aunque a algunas personas jamás les haya perturbado la conciencia el participar en una ceremonia de la bandera, ¿debería hacer eso que se sintieran intolerantes para con alguien cuya conciencia le impide participar en tal acto? Si la bandera de uno representa libertad religiosa, ¿por qué no conceder a otros esa libertad? ¿Por qué no respetar la conciencia de ellos en vez de considerarlos sospechosamente como desleales?

Algunas de las banderas que ondean fuera del edificio de las NU representan a naciones cuyos gobernantes no creen en libertad para su pueblo, y persiguen a personas cuya conciencia religiosa les impide amoldarse a la mayoría en las expresiones patrióticas. Puede ser que una persona que exprese fuertes sentimientos contra un régimen autoritario de esa índole se enorgullezca de que su bandera represente a un país libre. ¿No debería estar esa persona, entonces, dispuesta a conceder libertad religiosa a personas que, por razones religiosas, no pueden saludar una bandera? ¿No la colocaría la intolerancia de parte de ella en el mismo campo en que están aquellas naciones cuyo régimen autoritario ella aborrece?

Por eso, la próxima vez que usted vea una bandera nacional piense en los coloridos antecedentes que tiene en la historia antigua. Considere lo que representa y cómo algunas personas consideran las ceremonias que quizás estén asociadas con ella. Muestre consideración a la conciencia de ellas así como quiere que otros muestren consideración a la conciencia de usted.

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