El futuro para los leales de Dios
“JEHOVÁ es justo; él sí ama los actos justos. Los rectos son los que contemplarán su rostro.” Estas palabras del rey David se encuentran en el versículo 7 del Salmo 11. Y en la actualidad, ¡qué glorioso futuro hay delante de los que ejecutan actos justos en el servicio de Dios! El capítulo 7 de Revelación describe a “una grande muchedumbre . . . de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas,” que sobrevive a la guerra final de Armagedón. Sobre éstos Dios extiende su “tienda,” y atrae a estos siervos dedicados para que disfruten de magnifica intimidad con él.—Rev. 7:9-17.
Nuestro Dios amoroso no desea que seamos destruidos con los inicuos en Su día de venganza. Él quiere que hallemos la salvación. Y para estimularnos a ir en pos de la salvación, nos suministra en la Biblia una gloriosa vista por anticipado de “un nuevo cielo y una nueva tierra.” Esa nueva tierra será una estable sociedad humana que estará unida por el amor divino bajo el “nuevo cielo” compuesto de Cristo Jesús y sus 144.000 corregentes. Todos estos ungidos habrán probado su lealtad a Dios aquí en la Tierra, y habrán sido resucitados para gobernar con Cristo en su reino celestial. A los miles de millones de personas de entre la humanidad les será fácil cifrar gran confianza en estos gobernantes que habrán pasado con éxito a través de pruebas y tentaciones.—Rev. 14:1, 4, 5; 20:6; 21:1, 2.
¿Dijimos miles de millones de humanos aquí en la Tierra bajo la gobernación del Reino? ¡Sí, miles de millones! Pues ése será el magnífico tiempo en que habrá la resurrección de los muertos a una Tierra paradisíaca. Ese es el paraíso del cual Jesús habló al malhechor que estaba a su lado en Calvario. (Luc. 23:43) ¡Qué regocijo habrá entre los resucitados cuando sean librados de las garras de la muerte! Las lágrimas, el lamento, el clamor, el dolor —aun la muerte heredada— ya no serán.—Rev. 20:11-14; 21:3, 4.
En ese nuevo orden, los ojos de los ciegos serán abiertos y estas personas se regocijarán al contemplar las hermosas creaciones de Dios. Los oídos de los sordos serán destapados y éstos podrán escuchar música que será más deleitable aún que cualquiera que el hombre haya compuesto hasta la fecha. Los compositores mismos serán perfectos, y las melodías de ellos ensalzarán a Jehová y sus magníficos logros. La lengua de los mudos será soltada, para que ellos puedan participar en conversaciones deleitables y en alabar a Jehová. Los cojos volverán a correr, y toda la humanidad desplegará salud radiante. Todas estas bendiciones y muchas más fluirán a la humanidad.—Compare con Isaías 35:1-6.
En el nuevo orden de Dios, no habrá políticos corruptos que opriman a la gente, ni ejércitos que maten y dejen tullidas a las personas, ni aprovechados egoístas que aumenten los precios del petróleo y de los productos esenciales. Las miles de sectas religiosas babilónicas ya no confundirán a la gente con su enseñanza, ni derramarán sangre inocente en guerras religiosas. En vez de eso, la humanidad estará unida en una sola adoración a nuestro Dios amoroso, quien declara desde su trono celestial: “¡Mira! Estoy haciendo nuevas todas las cosas.”—Rev. 21:5.
Que todos los que están a la expectativa de la gran provisión de Jehová participen ahora en el cumplimiento de su profecía: “Tus leales te bendecirán. Dirán de la gloria de tu gobernación real.”—Sal. 145:10, 11.