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República DominicanaAnuario de los testigos de Jehová para 1972
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cada uno a la caída de algunos de los hermanos que se mantuvieron tan fieles a través de los tiempos de persecución. Tres que pasaron muchos largos meses en prisión tuvieron que ser expulsados. Uno de éstos todavía está expulsado. De hecho, en una sola ciudad dieciocho personas tuvieron que ser expulsadas durante el año pasado. La congregación de Jehová tiene ser mantenida limpia de modo que su espíritu fluya sin estorbo.
La operación continuada del espíritu de Jehová, sin embargo, trajo bendiciones a los hermanos fieles, de modo que para el fin del año de servicio de 1971 hubo 4.106 publicadores informando. El amor de Jehová y el amor cristiano de unos a otros mantuvo a los publicadores adelantando gozosamente, trabajando en el campo por todo el país, y 13.778 personas asistieron al Memorial.
A través de los años la actitud de la gente ha cambiado notablemente. Ya no se mira a la Iglesia como la potencia que era. Ya no se tiene en profundo respeto a los curas. El descontento se manifiesta en la inquietud estudiantil, las manifestaciones de protesta, los frecuentes estallidos de terrorismo y la presencia de patrullas armadas en las calles. Por otra parte, la operación del espíritu de Jehová ha sido manifiesta, y para con los testigos de Jehová hay una actitud de respeto. Cada vez más personas aceptan la invitación de venir y probar que Jehová es bueno. Esto se puede ver por el hecho de que cada semana se conducen 6.596 estudios bíblicos de casa y de que en 1971 se distribuyeron 105.916 Biblias, libros y folletos, junto con 830.340 revistas La Atalaya y ¡Despertad! por todo el país. Más de 1.125.000 horas se dedicaron a predicar las buenas nuevas.
A pesar del hecho de que parece haber un “tema” de dificultades y violencia entretejido en las experiencias del pueblo de en la República Dominicana, los hermanos tienen un punto de vista positivo. Se encuentran felices y dan generosamente de sí mismos. Responden a la invitación de Jehová. Dicen: “¡Aquí estamos! ¡Envíanos!” Y estamos seguros de que Jehová continuará enviándolos a todas partes del país a predicar y enseñar hasta que Él diga que es suficiente.
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NicaraguaAnuario de los testigos de Jehová para 1972
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Nicaragua
NICARAGUA está situada en el mismo corazón de la América Central; es la más grande de las cinco repúblicas centroamericanas. La mayoría de su población vive en la porción sudoeste del país en términos generales en paralelo con la costa del Pacífico. La mayor parte de esta zona consiste en llanuras costeras y lacustres, con algunas montañas bajas y volcanes espectaculares. El suelo volcánico es muy fértil, y el clima es tropical. En cuanto a estaciones, hay dos: la estación cálida y seca de noviembre a abril, y la estación cálida y lluviosa de mayo a octubre.
La conquista española, a principios del siglo dieciséis, implantó aquí la religión católica romana y el idioma español. Por lo tanto, los habitantes son mayormente descendientes de los indios y los conquistadores españoles. Son, en general, de disposición amigable y tienen profunda reverencia a la Biblia y a Dios. Saben escuchar. Aunque son un pueblo alegre y jovial, no se inclinan a burlarse de la religión. Hasta los que al principio se oponen responden a la bondad y se envuelven en una consideración de asuntos. En una palabra, son afectuosos.
LLEGADA DE LOS PRIMEROS MISIONEROS DE LA WATCH TOWER
Fue el 28 de junio de 1945 que Francis Wallace y su hermano Fred llegaron al aeropuerto de Las Mercedes. Era una mañana cálida cuando las ruedas del DC-3 de dos motores rodaron sobre la pista de asfalto negro. Estos dos jóvenes, ambos de unos dos metros de altura, notaron el verde intenso de la hierba que se extendía como alfombra en los campos circundantes, y el agradable olor de la brisa ligera. Dentro de un día o dos hallaron un apartamento que se alquilaba, se establecieron en éste y comenzaron su obra misional. Así se estableció el primer hogar misional en Managua, que ha sido la capital del país desde 1855.
¿Le hubiera gustado a usted efectuar ese trabajo en un territorio donde no había ni un solo publicador informando? Es cierto que una hermana precursora había visitado a Nicaragua unos dos años antes y había colocado literatura en diferentes partes del país. También, un hombre de la zona minera del país había pedido una caja de libros Hijos para distribuirlos. No obstante, la mayoría de la gente de Managua jamás había oído acerca de los testigos de Jehová.
Estos hermanos habían traído un fonógrafo portátil y unos cuantos discos. Por eso, por alrededor de dos meses, o hasta que los discos se gastaron, usaron este instrumento en su ministerio. Era una muy interesante novedad para la gente. Casi todo el mundo escuchaba —705 personas oyeron el mensaje por fonógrafo el primer mes— y tomaron la literatura que se les ofreció. Al principio los hermanos solo podían mostrar un ejemplar de “La Verdad Os Hará Libres” y anotar pedidos, o colocar unos cuantos folletos que habían traído con ellos. Obreros en el lugar de construcción de un nuevo teatro se reunieron para escuchar el disco, y la mayoría de ellos pidieron el libro. Era muy fácil colocar libros; lo difícil era mantener suficientes existencias. En julio de aquel año un misionero colocó 98 libros y 164 folletos; en agosto, 53 libros (el abastecimiento se agotó el 13 de agosto) y 621 folletos; la marca fue de 34 libros en un solo día.
Estudios bíblicos de casa, usando el libro “La Verdad Os Hará Libres” como libro de texto, se establecieron en muchos hogares. Personas honradas reconocían el sonido de la verdad en las publicaciones de la Sociedad Watch Tower. Una señora, anteriormente adventista, le dijo a un misionero que su conciencia nunca estaba tranquila como adventista; sabía que no estaba observando el sábado correctamente, y sabía que otros adventistas no lo estaban observando tampoco; estaba cansada de ser una hipócrita. Un joven sastre necesitó solo unos cuantos estudios para quedar convencido de que su religión evangélica no le había enseñado toda la verdad. Este hombre, Juan Beteta, más tarde llegó a ser precursor especial. Dolores Abaunza, una joven que vendía zapatos en el Mercado Central, oyó con aprecio y aceptó un estudio. Con el tiempo fue precursora y todavía está sirviendo felizmente en ese ministerio de tiempo cabal.
En octubre de 1945 llegaron más misioneros, de modo que quedó cabalmente ocupado el piso que los misioneros originales habían alquilado sobre un establecimiento comercial en el centro de la ciudad. En este segundo grupo de misioneros había dos matrimonios y cuatro hermanas solteras, entre ellas Jane Wallace, la hermana carnal de los primeros misioneros. Se hicieron mapas convenientes del territorio y se comenzó una intensa campaña de testificación de casa en casa.
Managua en aquel tiempo era una ciudad pequeña de unas 120.000 personas (hoy, en 1971, ha aumentado a 400.000 personas). Solo el centro de la ciudad, una sección de unas doce manzanas en cuadro, estaba pavimentado. Las demás calles eran polvo profundo en la estación seca, o se llenaban de agua durante la precipitación torrencial de la temporada de las lluvias. Después de una lluvia los niños obtenían dinero por medio de colocar tablones de un lado a otro de las calles y cobrándole a cada persona que tuviera que cruzar. Era penoso soportar el sol caliente y el polvo volador que llevaban los vientos de la temporada seca. El paludismo, el tifo, la hepatitis y otras enfermedades tropicales eran comunes.
Aunque nominalmente católicos romanos, grandes cantidades de personas de ningún modo eran católicos practicantes. Había las grandes procesiones de la “Semana Santa” y el “llevar el santo” el 1 de agosto, cuando millares de personas de toda Nicaragua iban a un pueblecito a unos ocho kilómetros fuera de Managua, pasaban la noche en desorden, bebiendo y jugando, y el día siguiente llevaban a Managua la pequeña imagen de “San” Dominico, el santo patrón de Managua. Otra gran fiesta para ellos era la del 8 de diciembre, la fecha supuesta de la “inmaculada concepción” de María, cuando muchas personas cantaban canciones a la “Virgen” alrededor de un altar, y las calles se llenaban de miles de personas que disparaban petardos y cohetes, y gritaban. Esta costumbre católica particular de Nicaragua ha
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