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  • El peor de los tiempos, y, a la vez, el mejor de los tiempos

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  • El peor de los tiempos, y, a la vez, el mejor de los tiempos
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
w83 1/7 págs. 5-7

El peor de los tiempos, y, a la vez, el mejor de los tiempos

CHARLES DICKENS comenzó su Historia de dos ciudades, novela histórica sobre la Revolución francesa, con esta descripción: ‘Era el mejor de los tiempos; era el peor de los tiempos’. Así trató de expresar la agitación del período, al igual que el optimismo por los cambios trascendentales que estaban efectuándose en la historia.

Pero a la luz de lo que notamos en el artículo anterior, sería mucho más apropiado, en muchos aspectos, llamar a nuestros tiempos “el peor de los tiempos”. Sin embargo, ¿pudiera ser una causa para gozo un período de serias dificultades? ¿Pudiera ser verdaderamente “el mejor de los tiempos”? Sí, si tuviéramos la garantía segura de que vendrían días mejores inmediatamente después.

Como hemos visto, el mundo está pasando ahora por tiempos desgarradores en muchos sentidos. Pero hay toda razón para creer que se acerca la liberación de la humanidad... liberación del delito, la guerra, el hambre, la enfermedad. La Biblia da una esperanza de esa índole. Para hacer nuestra esa esperanza, no obstante, necesitamos identificar el período en que estamos viviendo y aprender mediante las Santas Escrituras el derrotero que debemos seguir.

Nuestro tiempo... una generación marcada

En el primer siglo, los apóstoles de Jesús esperaban al principio que él tomara el poder en Israel como el Mesías prometido. Cuando vieron que la partida de Jesús era inminente y, sin embargo, sus expectativas no se habían cumplido, le preguntaron acerca de su venida: “¿Qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?” (Mateo 24:3). La profecía que Jesús dio en respuesta no se cumplió por completo en el primer siglo. Y escritos inspirados de años posteriores señalaron a un cumplimiento mayor en un tiempo posterior de la historia (Revelación 6:2-8). ¿Pudiera ser en nuestro tiempo?

Jesús mostró que se requeriría algún discernimiento para reconocer el período predicho, pues advirtió a sus discípulos que la gran mayoría de la gente no captaría el sentido de los sucesos trascendentales que ocurrirían. Utilizando como paralelo el Diluvio global de los días de Noé, Jesús declaró: “Porque así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre. [...] No hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos”. (Mateo 24:37, 39.)

¿De qué manera percibirían los hombres la “presencia” de Jesús, para luego dar los pasos necesarios a fin de evitar que se les barriera y destruyera como a la mayoría de la gente de los días de Noé? Jesús dio una “señal” profética, compuesta de muchos aspectos, que está registrada en los Evangelios. Veamos si esa “señal” es visible hoy día, y si así es, qué predice.

GUERRA INTERNACIONAL... AUMENTO DEL DESAFUERO: “Se levantará nación contra nación, y reino contra reino” (Lucas 21:10). “El aumento del desafuero.” (Mateo 24:12.)

Ha habido muchas guerras desde 1914, incluso dos en escala mundial. Aun hoy día alrededor de un millón de soldados y guerrilleros están peleando, y se mata a más de 100 jóvenes diariamente, según el New Zealand Herald. El delito también está aumentando, como puede que usted tristemente se dé cuenta. El periodista Anthony Lewis hizo recientemente esta observación: “De países tan dispares como Gran Bretaña [...] y la Unión Soviética se informa sobre el aumento de los actos criminales y la incapacidad de los funcionarios para hacerle frente”.

TERREMOTOS: “Terremotos en un lugar tras otro”. (Mateo 24:7.)

Aunque a través de los siglos ha habido de vez en cuando terremotos de gran magnitud, nuestros días están particularmente marcados a este respecto. Los terremotos han sido muy numerosos en las últimas décadas. Entre 1970 y 1979, 80.000  personas al año, como promedio, perdieron la vida en terremotos. Esta cifra ni siquiera incluye el desastre de 1975 que ocurrió en China, donde, según ciertos cálculos, ¡800.000 personas perdieron la vida!

HAMBRES... ENFERMEDADES: “En un lugar tras otro pestes y escaseces de alimento”. (Lucas 21:11.)

De acuerdo con U.N.I.C.E.F. (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), 12.000.000 de niños murieron de hambre por todo el mundo durante 1979. En África, más o menos uno de cada tres niños muere de hambre. Las enfermedades, también, continúan haciendo estragos mundialmente. Quinientos mil niños mueren de sarampión anualmente, y mil millones de personas padecen de enfermedades tropicales. Tampoco pueden sentirse seguros los que viven en países industrializados, pues ahí el cáncer, los males cardíacos y las enfermedades venéreas aquejan a millones de personas.

UN TESTIMONIO MUNDIAL: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada”. (Mateo 24:14.)

En el período de 12 meses que comprende desde septiembre de 1981 hasta agosto de 1982, los testigos de Jehová dedicaron mucho más de 384.000.000 de horas a esparcir las buenas nuevas y enseñar verdades bíblicas a la gente. Más de dos millones de ministros predicaron en 205 países e islas del mar.

El significado de todo esto

Después de predecir esos diferentes sucesos, Cristo reveló el significado de ellos:

“Noten la higuera y todos los otros árboles: Cuando echan ya brotes, al observarlo conocen por ustedes mismos que ya se acerca el verano. Así también ustedes, cuando vean suceder estas cosas, conozcan que está cerca el reino de Dios. En verdad les digo: Esta generación no pasará de ningún modo hasta que sucedan todas las cosas”. (Lucas 21:29-32.)

El cumplimiento de todo lo que Jesús había descrito constituiría la “señal” compuesta y señalaría la proximidad del Reino de Dios tan infaliblemente como los árboles que “echan ya brotes” anuncian la llegada del verano. Pero ¿cuándo comenzaron a ocurrir estas cosas?

Mientras comentaba sobre un acontecimiento que cambió la faz del mundo, Alfred Fabre-Luce, economista francés, declaró: “La guerra de 1914 fue el temblor inicial que dio origen a los estremecimientos que todavía nos sacuden hoy día”. Muchos otros historiadores y estadistas han reconocido que en 1914 comenzó una Era dramáticamente diferente con el inicio de la I Guerra Mundial. Resulta interesante que Pío XI, papa desde 1922 hasta 1939, haya admitido que los sucesos que habían estado ocurriendo desde 1914 eran “las señales de los últimos días, tal como las anunció Nuestro Señor”. Como hemos visto, los diferentes sucesos predichos en esa profecía siguen observándose hoy. Así que tenemos razón para creer que la generación que presenció la conmoción inicial en 1914, y de la cual actualmente todavía hay personas vivas que la representan, tiene que ser la que presenciará el cumplimiento final de esa profecía.

Entonces, ¿qué actitud debemos tener a medida que avanza esta “generación”? No debemos entregarnos al desánimo o a la indiferencia. Más bien, necesitamos prestar atención al consejo que dio Jesús después de alistar los diversos elementos de la “señal”. Él dijo: “Al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen sus cabezas, porque su liberación se acerca” (Lucas 21:28). Podemos adoptar esa actitud al saber lo que el futuro cercano encierra para nosotros bajo la gobernación del Reino de Dios.

Promesas de Dios

Muchas personas opinan que sus preocupaciones actuales disminuirían si pudieran trabajar en alrededores seguros y más placenteros. Las Escrituras no pasan por alto esa idea. Profetas como Isaías predijeron mejores condiciones que permitirán al hombre disfrutar de la vida: “Ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. No será para nada que se afanarán, ni darán a luz para disturbio”. (Isaías 65:21, 23.)

Sin embargo, las Escrituras llaman particularmente la atención al hecho de que entre las bendiciones de Jehová estarán las de índole espiritual. Los seres humanos necesitamos algo más que sólo bienestar material. Necesitamos respetar los principios de amor y justicia, y vivir al lado de otras personas que respetan esos principios. El Reino de Dios hará realidad esa clase de ambiente favorable en la Tierra, lo cual permitirá que las personas de corazón sincero alcancen su plenitud. El profeta susodicho añade: “Cuando hay juicios procedentes de ti para la tierra, justicia es lo que los habitantes de la tierra productiva ciertamente aprenderán”. (Isaías 26:7-9.)

El Reino de Dios efectuará algo que ningún otro gobierno puede, a saber, librar a la humanidad del pecado y sus consecuencias: ayes, enfermedades y muerte. Cuando Dios realice esto mediante Jesucristo, todos los que aman y practican la justicia alcanzarán vida eterna. (Juan 3:16.)

Incluso ahora hay beneficios

No debemos pasar por alto el hecho de que ahora mismo tenemos disponible una gran medida de felicidad al vivir en armonía con los propósitos de Dios. Las cosas malas que están ocurriendo en la Tierra son patentes a toda la gente y en sí no producen gozo. No obstante, si discernimos el significado de ellas y por ello reconocemos la “señal”, podemos entender por qué son nuestros tiempos, en cierto sentido, una anticipación del mejor de los tiempos, pues presenciaremos la intervención de Dios, quien resolverá de modo definitivo los problemas del hombre.

Aunque viven en medio de este mundo turbulento, los testigos de Jehová cosechan beneficios que usted también puede obtener. El conocimiento que tienen de las leyes de Dios les sirve de protección moral y les permite llevar una vida equilibrada. Tienen disponible la tranquilidad de espíritu que resulta de una esperanza que se basa en las promesas divinas, junto con conducta piadosa (Salmo 119:165; 1 Timoteo 4:8). Además, habrá una liberación cuando Cristo destruya a los enemigos de Dios en el futuro cercano y revele la oportunidad de recibir las bendiciones permanentes de Dios. (Sofonías 2:2, 3; Salmo 29:11.)

[Ilustración en la página 6]

Respecto a nuestros tiempos, Jesús dijo que podemos aprender algo de la higuera

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