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  • Dando a Jehová lo mejor
    La Atalaya 1979 | 15 de septiembre
    • Dando a Jehová lo mejor

      “‘Maldito es el que actúa astutamente cuando existe en su hato un animal macho, y él está haciendo un voto y sacrificando uno arruinado a Jehová. Porque yo soy un gran Rey,’ ha dicho Jehová de los ejércitos, ‘y mi nombre será inspirador de temor entre las naciones.’”—Mal. 1:14.

      1. ¿Pueden los seres humanos realmente dar algo a Jehová?

      ¿NO PARECE extraño el que criaturas humanas imperfectas siquiera pensaran en dar algo al Gran Creador, Jehová? Pues, fíjese: ¡no hay nada en todo el universo que no pertenezca ya a él! En su Palabra, él mismo declara: “La plata es mía, el oro es mío.” (Ageo 2:8) “A mí me pertenece todo animal silvestre del bosque, las bestias sobre mil montañas. Conozco bien toda criatura alada de las montañas, y los tropeles de animales del campo abierto están conmigo. Si tuviera yo hambre, no te lo diría; porque a mí me pertenece la tierra productiva y su plenitud. ¿Comeré la carne de poderosos toros, y acaso la sangre de machos cabríos beberé?” (Sal. 50:10-13) De seguro Jehová Dios no necesita regalos de nadie, porque él está completo en sí mismo. Es Aquel que existe por sí mismo.

      2. ¿Qué reconoció David en cuanto a las ofrendas voluntarias que se daban a Jehová?

      2 Como joven al cual se había enseñado la ley mosaica, David, el hijo de Jesé de Judá, sabía que Jehová es dueño de toda la Tierra. (Éxo. 19:5) En años posteriores, cuando estaba dando contribuciones para el templo que se edificaría en Jerusalén, en oración David dirigió estas palabras al Altísimo: “¿Quién soy yo y quién es mi pueblo, para que retengamos el poder para hacer ofrendas voluntarias de esta manera? Porque todo proviene de ti, y de tu propia mano te hemos dado. Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificarte una casa para tu santo nombre, de tu mano es, y a ti todo ello pertenece.”—1 Cró. 29:14, 16.

      3. (a) ¿Qué preguntas pudieran presentarse acerca de los regalos dados a Jehová? (b) ¿Qué respuesta bíblica hay a tales preguntas?

      3 De modo que David reconoció que nosotros los humanos no podemos enriquecer de ninguna manera al Altísimo. Sí; sea lo que sea que demos, es simplemente devolver una parte pequeña de lo que hemos recibido de la Fuente de “toda dádiva buena y todo don perfecto.” (Sant. 1:17) Pero ¿significa esto que no tiene valor el que llevemos regalos a nuestro Creador? ¿Desprecia él las ofrendas de sus siervos devotos? La respuesta de la Palabra de Dios es: No. Jehová Dios invita a los adoradores humildes a llevarle sus regalos. En Salmo 96:8 leemos: “Atribuyan a Jehová la gloria que pertenece a su nombre; lleven un regalo y entren en sus patios.”

      4. ¿Qué clase de regalos complacen a Jehová?

      4 Por supuesto, Jehová quería excelentes ofrendas que tuvieran como fuerza impelente corazones llenos de aprecio. Estos serían regalos que envolvieran abnegación así como preparación meditativa y devota. Por ejemplo, mientras la ley mosaica estaba en vigor, el israelita no podía sencillamente llevar cualquier animal a la puerta del patio del tabernáculo y esperar que recibiría reconocimiento favorable de Dios. La Ley declaraba: “En caso de que un hombre le presentare un sacrificio de comunión a Jehová a fin de pagar un voto o como ofrenda voluntaria, debe resultar ser animal sano entre la vacada o el rebaño, a fin de granjearse aprobación. Absolutamente ningún defecto debe resultar haber en él. Ningún caso de ceguera o fractura o de tener un corte o verruga o condición costrosa o culebrilla, ninguno de éstos deben ustedes presentar a Jehová.”—Lev. 22:21, 22.

      5. ¿Qué estipulaba la Ley acerca de las ofrendas de grano?

      5 En cuanto a ofrendas de grano, éstas habían de ser de flor de harina. (Lev. 2:1, 4; 6:14, 16; Núm. 15:4) Este requisito hubiera eliminado toda harina de condición ordinaria, harina que no hubiese sido bien cernida. Sí, solo lo mejor era apropiado como ofrenda al Santo, Jehová.

      6. ¿Qué relación había entre los móviles del corazón y el que los sacrificios del israelita fueran o no aceptables?

      6 Otro requisito importante para hacer ofrendas aceptables a Jehová era el de que la persona que hiciera la ofrenda tuviera en su corazón el móvil correcto para hacerla. Sin un profundo deseo interno de agradar a su Creador, el israelita estaría ofreciendo sacrificios en vano. Note cómo se da énfasis a esto en las siguientes palabras: “‘¿De qué provecho me es la multitud de sus sacrificios?’ dice Jehová. ‘Suficiente he tenido ya de holocaustos de carneros y la grasa de animales bien alimentados; y en la sangre de toros jóvenes y corderos y machos cabrios no me he deleitado. Cuando ustedes siguen entrando para ver mi rostro, ¿quién es el que ha requerido esto de la mano de ustedes, para hollar mis patios? Cesen de traer más ofrendas de grano que nada valen. El incienso... me es algo detestable . . . Sus lunas nuevas y sus períodos de fiesta ha odiado mi alma. Para mí han llegado a ser una carga; me he cansado de llevarlos. Y cuando extienden ustedes las palmas de sus manos, escondo de ustedes mis ojos. Aunque hagan muchas oraciones, no estoy escuchando; sus mismísimas manos se han llenado de derramamiento de sangre.’” (Isa. 1:11-15) Cuando faltaban la devoción genuina y un espíritu de generosidad, las formas exteriores de la adoración se podían comparar a sobornos dados con el fin de comprar el favor divino. Eran completamente inaceptables.

      NUESTRO REGALO A JEHOVÁ

      7. ¿Por qué no ofrecemos sacrificios animales hoy día?

      7 A diferencia de los israelitas, nosotros los discípulos de Jesucristo no presentamos sacrificios sobre algún altar material. El pacto de la Ley que mandaba tales ofrendas fue cancelado sobre la base de la muerte de Jesús en un madero. (Col. 2:13, 14) Esto hace surgir la pregunta: ¿Qué sacrificios podemos ofrecer?

      8. En Romanos 12:1, ¿qué escribió el apóstol Pablo acerca de sacrificios, y cómo hemos de entender sus palabras?

      8 Pablo, el apóstol cristiano, estimuló del siguiente modo a los creyentes ungidos con espíritu que habían de ceder su cuerpo de carne y recibir un glorioso cuerpo espiritual al ser levantados de entre los muertos: “Les suplico por las compasiones de Dios, hermanos, que presenten sus cuerpos en sacrificio vivo, santo, acepto a Dios, un servicio sagrado con su facultad de raciocinio.” (Rom. 12:1) Así, los estimuló a usar sus energías y capacidades en el servicio del Creador. Los miembros del cuerpo de uno son los instrumentos por medio de los cuales uno puede hablar y actuar. Por lo tanto, ‘para presentar sus cuerpos en sacrificio vivo,’ estos cristianos tenían que estar activos, y ‘hacer todas las cosas para la gloria de Dios.’ (1 Cor. 10:31) Para que el sacrificio fuera “santo,” tenían que mantenerse limpios en sentido moral y espiritual. Y solo por medio de dejar que sus acciones tuvieran como motivo el amor sin hipocresía sería ‘acepta a Dios’ aquella presentación de sus cuerpos. (1 Cor. 13:3) Cuando llevaban una vida de devoción plena a Dios en actitud, palabra y acción por selección deliberada, con la comprensión de que esto era lo debido y correcto en vista de la compasión divina que se les había mostrado, efectuaban su servicio sagrado con su “facultad de raciocinio.” Sea cual sea nuestra esperanza actual, celestial o terrestre, ¿no podemos nosotros igualmente rendir nuestro servicio a Dios con toda el alma?

      9. En Hebreos 13:15, 16, ¿qué estímulo se nos da?

      9 En la carta a los hebreos, aprendemos más aún acerca de los sacrificios aceptables. Hebreos 13:15, 16 dice: “Por medio de [Cristo] ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre. Además, no olviden el hacer bien y el compartir cosas con otros, porque con dichos sacrificios Dios se agrada mucho.”—Compare con Oseas 14:2.

      10. ¿A qué se refiere la expresión “el fruto de labios,” y qué preguntas pudiéramos hacernos a este respecto?

      10 Nuestra ofrenda del “fruto de labios” incluiría participar en el cumplimiento de Mateo 24:14: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones.” ¿Estamos verdaderamente dando lo mejor que podemos dar a esta importante obra de predicar? ¿Mostramos prontitud y presteza para aprovechar las oportunidades de dar un testimonio? ¿Es nuestra vida de cristianos ejemplar, de modo que “el fruto de labios” constituya un sacrificio acepto de alabanza?—Rom. 2:21, 22.

      11. ¿Por qué es provechoso examinar la actitud que tenemos en cuanto a las reuniones cristianas?

      11 Las expresiones públicas en las reuniones cristianas son también parte de nuestro sacrificio. Obviamente, para que esto sea posible tenemos que estar presentes cuando nuestros compañeros de creencia se reúnen para adorar. ¿Realmente anhelamos estar con otras personas que tienen nuestra misma fe preciosa, o permitimos que otras actividades e intereses ocupen innecesariamente el tiempo que pudiéramos pasar con nuestros hermanos? Hacemos bien en imitar el ejemplo del salmista que comparó su intenso deseo de estar en comunión con Jehová Dios junto con compañeros de adoración al deseo intenso de agua que siente una cierva. Sin agua, un ciervo no podría sobrevivir de ninguna manera. (Sal. 42:1, 2) ¿Realmente comprendemos que no podemos vivir sin Jehová, “la fuente de agua viva”?—Jer. 2:13.

      12, 13. ¿Cómo podemos derivar el mayor beneficio de las reuniones cristianas?

      12 Mientras estemos en las reuniones ciertamente desearíamos derivar el mayor provecho de ellas. Podemos hacer esto si nos esforzamos por aplicar el siguiente consejo inspirado: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, . . . animándonos unos a otros, y tanto más al contemplar ustedes que el día va acercándose.” (Heb. 10:24, 25) Puesto que el gran día de Jehová en el cual él ha de ejecutar su juicio tiene que venir, ¿no tenemos buena razón para considerar devotamente lo que podemos hacer para fortalecer y estimular a nuestros hermanos? Ciertamente no queremos que a ninguno de ellos se le halle en condición desaprobada cuando llegue ese día. (Luc. 21:34-36) ¿Revelan nuestras expresiones que estamos genuinamente interesados en el bienestar espiritual de ellos? Por nuestros comentarios en las reuniones, ¿estamos promoviendo amor, un interés altruista en el bienestar eterno de otros? ¿Animan nuestras declaraciones a todos a continuar efectuando obras excelentes, a ser celosos en proclamar las “buenas nuevas” y ser ejemplares en todo aspecto de la vida diaria?—Compare con Tito 2:1-14.

      13 Al incitar a otros “al amor y a las obras excelentes” incitamos lo mismo en nosotros, sí, grabamos en nuestra mente y corazón la importancia de las obras que son consecuentes con la fe. Esto puede tener un efecto muy beneficioso en nosotros, pues puede hacer que nos examinemos y que mejoremos en el vivir y la actividad cristianos. Y cuando prestamos atención a lo que otros dicen y entonces aplicamos el estímulo bíblico, adquirimos la felicidad que viene de ser “hacedores de la palabra.”—Sant. 1:22-25.

      14, 15. Además del dar espiritual, ¿qué más está envuelto en nuestros “sacrificios”?

      14 La carta a los hebreos anima a compartir, a responder a las necesidades de otras personas. Esto fue lo que se dijo a las personas a quienes se dirigió la carta: “Sigan acordándose de los días anteriores en los cuales, después que fueron iluminados, ustedes aguantaron una gran contienda bajo sufrimientos, a veces estando expuestos como en un teatro tanto a vituperios como a tribulaciones, y a veces llegando a ser partícipes con los que estaban experimentando cosa semejante. Porque ustedes se condolieron de los que estaban en prisión y también aceptaron gozosamente el despojo de sus bienes, sabiendo que ustedes mismos tienen una posesión mejor y duradera.” (Heb. 10:32-34) ¿Nos compadecemos nosotros también de los que están sufriendo, y acudimos en ayuda de ellos?

      15 Los siervos de Dios se encuentran en situaciones que varían considerablemente. Algunos quizás se encuentren en pobreza. Otros quizás experimenten tristeza y depresión, y tengan gran necesidad de consuelo y compañerismo. O puede ser que otros se sientan desilusionados debido a serios problemas personales. Es verdad que Jehová Dios se encargará de que los justos no queden enteramente abandonados. (Sal. 37:25) Pero ¿no deberíamos sentir nosotros personalmente la responsabilidad de ser los agentes de Dios en la extensión de bondad y ayuda? El que despleguemos descuido a este respecto es un asunto serio. El apóstol Juan escribió: “Cualquiera que tiene los medios de este mundo para el sostén de la vida y contempla a su hermano pasar necesidad y sin embargo le cierra la puerta de sus tiernas compasiones, ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad.”—1 Juan 3:17, 18.

      POR QUÉ SE NOS INVITA A LLEVAR NUESTROS REGALOS

      16, 17. ¿Por qué nos invita Jehová a hacer “sacrificios”?

      16 Para que seamos fieles al ofrecer nuestros sacrificios espirituales, es necesario que comprendamos por qué Jehová Dios nos invita a obrar así. Nuestro Padre celestial ya conoce nuestros pensamientos y actitudes más recónditos. Pero desea que expresemos nuestro amor a él por el bien positivo que hacemos para otras personas. Su deseo es que sus siervos sean como él en el despliegue de bondad y generosidad. (Mat. 5:43-48) Esto suministra el medio que él usa para atraer a sí a las criaturas humanas. ¿De qué manera? Puede ser que, por observar nuestro modo de vivir loable, otras personas lleguen a reconocer que la verdadera felicidad proviene de hacer la voluntad de Dios.—Mat. 5:16.

      17 Puesto que Jehová Dios nos hizo, él sabe lo que es conveniente para nosotros. Esta es otra razón por la cual nos invita a llevarle nuestros regalos. El que tengamos un espíritu generoso contribuye a que disfrutemos ahora de tranquilidad mental y paz de corazón, así como de felicidad genuina. La Biblia declara: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.” (Hech. 20:35) Además, podemos estar seguros de que nuestro Padre celestial nos recompensará abundantemente tanto ahora como en el futuro eterno. El Hijo de Dios dijo: “Cuando hagas dones de misericordia, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tus dones de misericordia sean en secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará.” (Mat. 6:3, 4) “Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás feliz, porque ellos no tienen con qué pagártelo. Pues se te pagará en la resurrección de los justos.”—Luc. 14:13, 14.

      18. ¿Cómo debe caracterizarse nuestro dar, y por qué?

      18 Por eso, al ver nuestros sacrificios desde un punto de vista abarcador, tenemos que admitir que en las reuniones, cuando compartimos con otros las “buenas nuevas,” y en actitud, palabra y acción, sí, en todo campo de la vida, debemos estar preparados para dar lo mejor que tenemos. No debemos mostrar falta de ánimo con relación a estos asuntos vitales. Lo que está en juego es la aprobación de Jehová y el que se nos otorgue vida. Por lo tanto, vivamos en armonía con esta garantía bíblica: “Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre, en que han servido a los santos y continúan sirviendo.”—Heb. 6:10.

      “El hombre de actos fieles recibirá muchas bendiciones, pero el que está apresurándose a ganar riquezas no permanecerá inocente.”—Pro. 28:20.

  • Manteniendo la limpieza al llevar regalos
    La Atalaya 1979 | 15 de septiembre
    • Manteniendo la limpieza al llevar regalos

      “Atribuyan a Jehová la gloria que pertenece a su nombre; lleven un regalo y entren en sus patios. Inclínense ante Jehová en adorno santo.”—Sal. 96:8, 9.

      1, 2. ¿Por qué es necesario que el pueblo de Dios sea puro, y cómo se grabó esto en los israelitas?

      LA SANTIDAD, pureza o limpieza de Jehová exige que su pueblo permanezca puro. (1 Ped. 1:14-16) Las estipulaciones de la ley mosaica grabaron profundamente este hecho en los israelitas. Ellos debían mantenerse separados de las prácticas inmorales y degradantes de las naciones de alrededor, y evitar, si posible, tocar un cadáver o cualquier otra cosa que los contaminara, y no debían comer animales que fueran inmundos, o no limpios.—Lev. 11:4-8, 10-20, 24, 25; 18:3-24.

      2 A los israelitas se les dio el mandato de mantener limpieza en su campamento cuando salieran en expediciones militares. La Ley declaraba: “Tu campamento tiene que resultar santo, para que [Jehová] no vea en ti nada indecente y ciertamente se aparte de acompañarte.” (Deu. 23:14) Un israelita, si se contaminaba de alguna manera, tenía que ‘lavar sus prendas de vestir, y era inmundo hasta el atardecer.’ (Lev. 11:40) Ni el lavamiento era suficiente. La persona no estaría de nuevo en condición apropiada delante de Jehová sino hasta que llegara un nuevo día con la puesta del Sol, según la manera en que los hebreos contaban los días. Durante el tiempo en que Israel estuvo vagando en el desierto, habiendo millones de personas en el campamento, no fue asunto insignificante el mantener la norma divina de limpieza.

      3. En asuntos de limpieza, ¿qué responsabilidad tenían los sacerdotes aarónicos?

      3 Para ofrecer un sacrificio aceptable, el israelita tenía que estar limpio en sentido ceremonial. (Lev. 15:31) Los sacerdotes tenían el deber de sostener la norma de limpieza de Dios, por medio de mantenerse en pureza ellos mismos y ayudar a sus compañeros israelitas a estar en condición aceptable para presentar ofrendas que hubieran de recibir la aprobación divina.—Mal. 2:7.

      4. ¿Cómo veía Jehová Dios los sacrificios de los israelitas que no cumplían con sus requisitos?

      4 Cuando los israelitas pasaban por alto los requisitos divinos de desplegar conducta apropiada, sus sacrificios no solo perdían el significado, sino que en realidad eran detestables para Jehová Dios. Las Escrituras nos dicen: “El sacrificio de los inicuos es cosa detestable a Jehová, pero la oración de los rectos le es un placer.” (Pro. 15:8) “El que degüella el toro es como uno que da golpe de muerte a un hombre. El que sacrifica la oveja es como uno que quiebra la cerviz de un perro. El que ofrece un regalo... ¡la sangre de cerdo! El que presenta un memorial de olíbano es como uno que dice una bendición con palabras mágicas. También son ellos los que han escogido sus propios caminos, y en sus cosas repugnantes su misma alma se ha deleitado.”—Isa. 66:3.

      5. ¿Por qué debemos interesarnos hoy día en la condición en que nos encontramos respecto a Dios?

      5 Los principios justos que se incorporan en la ley de Dios a Israel no han cambiado. Aplican en todo tiempo, en toda situación y bajo toda condición. Por eso, el deseo de los testigos cristianos de Jehová hoy día debería ser considerar seriamente la situación en que se encuentran delante de Dios. Cada uno pudiera preguntarse: ‘¿Estoy esforzándome por permanecer limpio en sentido mental, moral, físico y espiritual? ¿Contribuyo personalmente a la limpieza de la congregación cristiana... una limpieza que la pone en contraste con una generación inicua, inmunda? ¿Demuestra la manera en que atiendo y uso mi hogar y otras posesiones, incluso mi cuerpo carnal, que me adhiero estrechamente al camino de Jehová? ¿Es esto cierto de todo mi modo de vivir?’ Nuestra respuesta afirmativa a estas preguntas serían evidencia de que estamos esforzándonos por prestar atención a la exhortación inspirada que nos estimula a estar alerta contra “toda contaminación de la carne y del espíritu.”—2 Cor. 7:1.

      LO QUE OTRAS ESTIPULACIONES DE LA LEY NOS ENSEÑAN ACERCA DEL SACRIFICIO ACEPTABLE

      6. ¿Qué decía la Ley acerca del aceite de la unción?

      6 La estipulación de la ley mosaica acerca del aceite de la unción también aclara la importancia de sostener la norma de santidad de Dios. Cuando a Moisés se le dio la receta especial para la preparación del aceite de la unción, se le dieron reglas estrictas que gobernaban el uso de esta sustancia. Leemos: “Este ha de continuar como aceite de la unción santa para mí durante las generaciones de ustedes. No ha de untarse en la carne de la humanidad, y de la composición de éste no deben ustedes hacer otro semejante. Es cosa santa. Ha de continuar como cosa santa para ustedes. Cualquiera que haga un ungüento semejante a él y que ponga de él sobre un extraño tiene que ser cortado de su pueblo.” (Éxo. 30:31-33) El no respetar el propósito sagrado del aceite de la unción constituía delito capital.

      7. ¿Qué lecciones vitales podemos derivar de los mandatos divinos acerca del aceite de la unción?

      7 Esto nos suministra lecciones vitales. La Biblia señala que el aceite representa el espíritu santo de Jehová. (Compare con Zacarías 4:2-6.) Fue con espíritu santo, y no con aceite, que se ungió al gran Rey Sacerdote Jesucristo. (Mat. 3:16, 17; Luc. 4:18; Heb. 1:8, 9) Verdaderamente, pues, queremos tener en la más alta estima el espíritu de Dios, y hacer todo cuanto podamos para seguir la guía que éste da. Esto incluye el conservar una buena conciencia de modo que no despreciemos o ‘contristemos el espíritu.’ (Efe. 4:30) Además, puesto que es por medio de su espíritu que Jehová Dios está edificando la congregación cristiana, tenemos que estar alerta para no atribuir a los hombres lo que se está logrando. (1 Cor. 3:5, 6) Nuestra fe firme en las profecías inspiradas confirma también que tenemos una actitud apropiada para con el espíritu que es responsable de esas profecías. (2 Ped. 1:21) ¿Demuestran nuestras palabras y acciones que estamos esperando “nuevos cielos y una nueva tierra” y que deseamos que el mayor número posible de otras personas se enteren de esta magnífica esperanza?—2 Ped. 3:13, 14.

      8. ¿Qué estipuló la Ley acerca del incienso?

      8 Como en el caso del aceite de la unción, la ley de Dios a Israel dio instrucciones específicas acerca del incienso. Después de alistar los ingredientes y el método que se había de usar para preparar el incienso, la Biblia dice: “Debe serles santísimo a ustedes. Y el incienso que harás con esta composición, no lo deben hacer para ustedes mismos. Ha de continuar para ti como cosa santa a Jehová. Cualquiera que haga uno semejante a él para disfrutar de su olor tiene que ser cortado de su pueblo.” (Éxo. 30:34-38) De este modo se prohibió estrictamente el dar uso profano al incienso santo. ¿Qué podemos aprender de esto?

      9. (a) ¿Qué aprendemos de Salmo 141:2 y Revelación 5:8 con relación al significado del incienso? (b) ¿Cómo podemos mostrar que apreciamos el privilegio de la oración?

      9 El incienso fue una representación de las oraciones aceptables que ofrecían a Dios sus siervos fieles. Esta verdad se expresa en Salmo 141:2: “Que mi oración esté preparada como incienso delante de ti, el levantar las palmas de mis manos como la ofrenda de grano al atardecer.” Además, en el libro de Revelación (5:8), leemos que “el incienso significa las oraciones de los santos.” ¡Qué importante es que estimemos altamente el privilegio de la oración! Debemos mostrar ese aprecio por medio de orar con regularidad, y nuestras peticiones deben estar en armonía con la voluntad de Dios. (1 Juan 3:21, 22; 5:14, 15) Las oraciones que fueran egoístas y tuvieran malos motivos serían comparables a dar mal uso al incienso y no recibirían audiencia favorable de nuestro Padre celestial.—Sant. 4:3.

      10. ¿Qué consejo suministran las Escrituras en cuanto a quiénes pueden representar a la congregación en oración?

      10 Debido a que la oración es parte tan vital de la adoración verdadera, los hombres que representan a la congregación en oración deben ser ejemplares. El apóstol Pablo dirigió este consejo inspirado a Timoteo: “Deseo que en todo lugar los hombres se ocupen en orar, alzando manos leales, libres de ira y debates.” (1 Tim. 2:8) Porque no estaban contaminados por actos de deslealtad para con Dios y los hombres, y porque en ellos no había sentimientos de mala voluntad, aquellos hombres podían representar apropiadamente a la congregación. En conformidad con lo serio de la adoración, debemos esforzarnos por evitar que nuestra mente divague mientras otras personas están presentando peticiones a Jehová Dios en representación nuestra.

      11, 12. (a) ¿Qué es un voto? (b) Según la Ley, ¿cuán serio era el no cumplir con un voto?

      11 En estrecha relación con el arreglo de ofrecer sacrificios estaba la estipulación de la Ley acerca de los votos. Los israelitas recibieron este mandato: “[Tienen] que ofrecer a Jehová una ofrenda hecha por fuego, una ofrenda quemada o un sacrificio para ejecutar un voto especial.” (Núm. 15:3) Muchos votos se hacían a manera de petición por el favor y la ayuda de Dios. Si el Altísimo otorgaba lo solicitado, el que hacía el voto se obligaba voluntariamente a efectuar algo especial o a restringirse de participar en alguna actividad a la cual de otro modo tenía derecho.

      12 En realidad, el voto tenía la fuerza de un juramento. El no cumplir con el voto era un asunto muy serio, como se puede ver por la siguiente declaración de la Ley: “En caso de que hagas un voto a Jehová tu Dios, no debes ser lento en cuanto a pagarlo, porque Jehová tu Dios sin falta lo requerirá de ti, y verdaderamente llegaría a ser pecado de parte tuya. Pero en caso de que omitas hacer un voto, no llegará a ser pecado de parte tuya.”—Deu. 23:21, 22.

      13. En armonía con la ley de Dios acerca de los votos, ¿cómo debe ser nuestra palabra de cristianos?

      13 El principio que podemos aprender de esto es que nuestro Padre celestial espera que seamos honrados y rectos en todo aspecto de la vida. Nuestro deseo, como el del salmista David, debe ser: “Que los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón lleguen a ser placenteros delante de ti, oh Jehová mi Roca y mi Redentor.” (Sal. 19:14) Cuando esto es lo que sucede, estamos escuchando la amonestación del discípulo Santiago: “Que su Sí signifique Sí, y su No, No, para que no caigan bajo juicio.” (Sant. 5:12) Sí, nuestra palabra debe ser tan confiable como un documento firmado. Otras personas deberían tener seguridad de que nuestra palabra es confiable, digna de crédito. Puesto que Jehová espera que sus siervos ‘hablen la verdad cada uno con su prójimo,’ una persona que careciera de veracidad u honradez difícilmente pudiera esperar que el Altísimo considerara con favor sus regalos.

      14, 15. (a) ¿De qué arreglo para fiestas se dieron los trazos en la Ley? (b) ¿Tienen estas fiestas paralelo en las asambleas cristianas de hoy? ¿Qué revela 1 Corintios 5:7, 8 a este respecto?

      14 Queda otro campo de la actividad cristiana con relación al cual hacemos bien en reflexionar en lo que la Ley estipuló. Jehová impuso a su pueblo Israel la observancia de tres fiestas anuales. Se exigía que todo varón israelita asistiera a éstas. (Deu. 16:16) Para muchos individuos esto significaba considerable viajar, con la inconveniencia de que se estaba lejos del hogar. Hoy día puede ser que asistamos a dos o tres asambleas anualmente, y puede ser que nuestra concurrencia a ellas envuelva alguna medida de sacrificio. ¿Hacemos el esfuerzo necesario para asistir a las asambleas porque queremos disfrutar de asociación con nuestros hermanos y la provisión generosa de alimento espiritual?

      15 Por supuesto, este asunto implica más que solo el que apreciemos las asambleas del pueblo de Dios. ¿Por qué? Porque no estamos limitados a la observación de días y fiestas específicos como lo estuvieron los israelitas. (Col. 2:16, 17) El apóstol Pablo escribió: “Quiten la levadura vieja, para que sean ustedes una masa nueva, según estén libres de fermento. Porque, en realidad, Cristo nuestra pascua ha sido sacrificado. Por consiguiente, guardemos la fiesta, no con levadura vieja, ni con levadura de maldad e iniquidad, sino con tortas no fermentadas de sinceridad y verdad.” (1 Cor. 5:7, 8) Jesucristo, como la realidad que fue representada por el cordero de la Pascua, fue sacrificado una sola vez. Por eso, todo nuestro derrotero o curso de vida de cristiano se puede comparar con la fiesta de tortas no fermentadas. ¿Estamos dispuestos a quitar lo que es pecaminoso para mantener la pureza personal y de congregación? La observación cotidiana de los requisitos justos de Dios es absolutamente esencial para que nuestro servicio sea aceptable a Dios.

      EL PROFUNDO INTERÉS DE JEHOVÁ EN NOSOTROS

      16. (a) ¿Por medio de quién suministró Jehová fuerte amonestación en el quinto siglo a. de la E.C.? (b) En aquel tiempo, ¿qué circunstancias existían en cuanto a gobernación?

      16 Puesto que el que Jehová nos invite a llevarle nuestras ofrendas no es para beneficio de él, sino más bien para nuestro beneficio eterno, hacemos bien en tomar en cuenta sus bondadosas advertencias en cuanto a lo que hace que nuestros dones o regalos sean aceptables. Por medio de su profeta Malaquías, en el quinto siglo a. de la E.C. Jehová Dios suministró vigorosa amonestación acerca de esto a los que afirmaban que eran adoradores de él. En aquel tiempo gobernaba la Potencia Mundial Persa. Zonas que en otro tiempo habían sido controladas por reinos pequeños estaban bajo administración provincial, con gobernadores que representaban al monarca persa. Para que los gobernadores pudieran mantener la gobernación imperial y para que recogieran los impuestos para el tesoro imperial, a estos funcionarios se les otorgó poder de vida y muerte sobre los ciudadanos de sus provincias respectivas. En vista de la gran autoridad del gobernador, los ciudadanos, en la mayoría de los casos, pagaban sus impuestos y hasta llevaban un regalo extra para él. No querían desagradarle y poner en peligro la vida.

      17. En el tiempo de Malaquías, ¿de qué manera estaban fallando el pueblo de Israel y sus sacerdotes en cuanto a presentar dádivas o regalos aceptables a Jehová?

      17 Al considerar estas cosas, podemos comprender cuán apropiada fue la palabra de Jehová por medio de Malaquías. El Altísimo amonestó a los israelitas. Por medio de Malaquías, señaló cuán pecaminoso era el que la gente llevara animales ciegos, cojos y enfermizos como sacrificio y el que los sacerdotes aceptaran estas ofrendas defectuosas. Entonces vino el desafío: “Acércalo [el regalo que ofreces], por favor, a tu gobernador. ¿Se complacerá él en ti, o te recibirá bondadosamente?” (Mal. 1:7, 8) No era necesario que los israelitas tuvieran una imaginación poderosa para darse cuenta del resultado indeseable que tendría el que ellos adoptaran tal proceder al tratar con un gobernador humano. Entonces, ¿cómo pudieran esperar que hubieran de recibir la aprobación del gran Rey Jehová? Aquello era sencillamente imposible. Lo que les convenía era obrar en armonía con el estímulo que daba Malaquías: “Ahora, por favor, ablanden el rostro de Dios, para que nos muestre favor.” (Mal. 1:9) Solo si satisfacían los requisitos de Jehová podían volver a tener la aprobación divina.

      18. ¿Cómo pudiera ser que los cristianos se hicieran culpables de una falta como la de los israelitas en el tiempo de Malaquías?

      18 Hoy tenemos que asegurarnos de que nos estamos beneficiando de los ejemplos instructivos que están escritos en las Santas Escrituras. (Rom. 15:4) No podemos permitirnos el fingir que hacemos regalos generosos, como hicieron Ananías y Safira, mientras que en realidad hacemos lo que por egoísmo nos parece conveniente. (Hech. 5:1-11) No sería apropiado que usáramos nuestras energías, haberes y actitudes a tal grado para nuestro propio placer que casi no dejáramos nada para dar ayuda material y espiritual a otras personas. Esto sería como decir a Jehová: ‘Aquí estoy, dándote de las sobras.’ ¿Verdad que eso sería un insulto? ¿Pudiéramos realmente esperar que él considerara con favor tal servicio de muestra? ¡Qué claro está el hecho de que todo nuestro modo de vivir, nuestro vivir cotidiano, nuestras actitudes y motivos, están enlazados con las ofrendas que hacemos a Jehová! Tenemos que mantener la pureza en todo respecto.

      19. ¿Qué puede ayudarnos a determinar si estamos dando o no lo mejor que podemos dar?

      19 Como sucedió en el caso de los israelitas, esperamos que, en el caso nuestro, ‘la dádiva o regalo de la mano de cada uno esté en proporción con la bendición de Jehová.’ (Deu. 16:17) Llevemos cuenta, con aprecio, de las bendiciones que nuestro Padre celestial nos ha conferido, sin pasar por alto ninguna. Entonces podemos determinar individualmente si estamos o no dando a Jehová en proporción con las dádivas o regalos que él nos ha dado. ¡Qué maravilloso es el hecho de que él sabe lo que podemos hacer y sin embargo no especifica para cada uno lo que debemos darle! Permite que expresemos nuestro aprecio desde el corazón. Y ¿no queremos nosotros darle lo que merece, a saber, lo mejor que podemos dar? Todo lo que fuera menos que eso, no sería lo suficientemente bueno. Por eso, ¡demos lo mejor al que nos ha dado todo cuanto poseemos!

      [Ilustraciones de la página 25]

      ACEITE (espíritu de Jehová)

      INCIENSO (oraciones aceptables)

      OFRENDA QUEMADA (lo completo de la devoción)

      TORTAS NO FERMENTADAS (derrotero de vida puro)

  • Construyendo para la gloria de Jehová
    La Atalaya 1979 | 15 de septiembre
    • Construyendo para la gloria de Jehová

      HACIA el fin de su vida, la cual había usado en servir con devoción a su Dios, David bien pudo exclamar: “Tuya, oh Jehová, es la grandeza y el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad; porque todo lo que hay en los cielos y en la tierra es tuyo.” David se dio cuenta de que este amoroso Dios siempre provee las cosas necesarias a sus siervos en la Tierra, tanto en sentido espiritual como material. La entera nación se había unido para reunir sus contribuciones para la edificación de un glorioso templo para la adoración de Jehová, en gozoso reconocimiento de la bondad amorosa que Jehová había desplegado como Proveedor para su pueblo Israel. Sí, el pueblo se había entregado “al regocijo por haber hecho ofrendas voluntarias, porque fue con corazón completo que le hicieron ofrendas voluntarias a Jehová.” La actitud de aquella entera nación fue como la que David pasó a expresar: “Ahora, oh Dios nuestro, estamos dándote las gracias y alabando tu hermoso nombre.”—1 Cró. 29:9-13.

      Nosotros también tenemos mucho que agradecer a Jehová en las décadas finales de este siglo veinte. Nos alegramos de presentar nuestros regalos en su altar espiritual. Y él también nos ha bendecido, a causa de los regalos materiales que hemos dado para su adoración. Por toda la Tierra hay miles de brillantes y limpios Salones del Reino que dan testimonio de la generosidad de los testigos de Jehová en cuanto a costear la construcción de estos lugares. La Sociedad Watch Tower se alegra también, de que, en muchos casos, esta colectividad incorporada haya podido prestar ayuda por medio de arreglos de préstamos que han hecho posible la realización de estos proyectos de construcción.

      En los últimos años los testigos de Jehová han podido terminar otros proyectos de esta índole. Entre éstos se ha destacado la construcción de nuevos edificios, o anexos a los edificios que ya existían, en los lugares donde están muchas de las sucursales de la Sociedad Watch Tower por todo el mundo. Estos edificios son muy diferentes de las imponentes iglesias y templos que se erigen dentro y fuera de la cristiandad con el propósito de impresionar y atraer a la gente a

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