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  • Cuidando de ti mismo físicamente
    La Atalaya 1972 | 15 de noviembre
    • MOSTRANDO APRECIO POR LA PROVISIÓN DEL CREADOR

      Sí, cada uno de nosotros puede decir con el salmista: “Te elogiaré [Jehová] porque de manera que inspira temor estoy hecho maravillosamente. Tus obras son maravillosas, como muy bien se da cuenta mi alma.” Nuestro cuerpo da testimonio de la sabiduría y también del amor de nuestro Padre celestial.—Sal. 139:14-16.

      Si apreciamos el don de la vida del cual disfrutamos en nuestro cuerpo, entonces debemos usarlo para honra de nuestro Hacedor y también para la de su Hijo que dio su vida para que pudiéramos conseguir vida. Sigue el ejemplo del apóstol Pablo, que expresó el deseo de que “Cristo, como siempre antes, así ahora [sea] engrandecido por medio de mi cuerpo.”—Fili. 1:20; 1 Cor. 6:13.

      Como Pablo, y como Jesús, a quien Pablo siguió, quizás algunas veces seamos obligados a pasarla sin suficiente alimento o descanso debido a estar dispuestos a sufrir penalidades en el servicio de Dios. (2 Cor. 6:4, 5) Pero jamás debemos abusar o desatender nuestro cuerpo debido a simple descuido o por razones egoístas o estupidez. Esto mostraría falta de respeto a Aquel a quien le debemos nuestra vida.

      “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios.” Él te remunerará y te bendecirá en gran manera por el aprecio que muestres por sus provisiones amorosas.—1 Cor. 10:31.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1972 | 15 de noviembre
    • Preguntas de los lectores

      ● Se dice que grandes números de cristianos fueron ejecutados durante la persecución romana en los primeros siglos de la era común. ¿Cómo, pues, es posible que millares de individuos en este siglo hayan sido llamados para formar parte del cuerpo de Cristo compuesto de solo 144.000 personas?—EE. UU.

      Hay indicaciones históricas de que muchos cristianos fueron perseguidos enconadamente, hasta muertos, en los primeros siglos. Sin embargo, deberíamos recordar que, en sí, la muerte de mártir no le da mérito a una persona delante de Jehová Dios ni le garantiza el ser miembro en el reino celestial. Muchas personas, aun en tiempos recientes, han estado dispuestas a morir por una causa, religiosa o de otra clase. El que una persona profese ser cristiana y hasta muera por su creencia no significa en sí que sea siervo aprobado de Jehová Dios. Como escribió el apóstol Pablo a los corintios: “Si doy todos mis bienes para alimentar a otros, y si entrego mi cuerpo, para jactarme, pero no tengo amor, de nada absolutamente me aprovecha.” (1 Cor. 13:3) No es la muerte, sino fidelidad hasta la misma muerte, lo que determina si un individuo recibirá “la corona de la vida.”—Rev. 2:10.

      Por eso el hecho de que hoy todavía hay un resto de los 144.000 en la Tierra demostraría que hasta este siglo veinte menos de 144.000 individuos terminaron su derrotero terrestre en fidelidad.

      Aunque algunas personas se inclinen a pensar que más personas ciertamente deben haber estado envueltas aun tan remotamente como en los primeros siglos de la era común, falta completamente prueba efectiva en este sentido. Hoy es imposible siquiera establecer cuántas personas fueron muertas, mucho menos cuántas resultaron fieles hasta la muerte. “Prácticamente tenemos solo unos cuantos hechos en que basarnos,” escribe Frederick John Foakes-Jackson en el libro History of Christianity in the Light of Modern Knowledge. Declara además: “El testimonio de la persecución por Nerón está registrado por dos historiadores romanos, Tácito y Suetonio; los dos eran muy jóvenes cuando aconteció, y escribieron en su vida madura. No hay documento cristiano contemporáneo que la describa, aunque quizás se aluda a ella en el libro de Revelación. . . . Tertuliano al fin del segundo siglo es nuestra autoridad tocante a que Nerón y Domiciano, porque fueron los dos peores emperadores en los primeros siglos, persiguieron a los cristianos.” A principios del tercer siglo E.C., Orígenes (escritor y maestro cristiano) observó: “Ha habido solo unos cuantos de vez en cuando, fácilmente contados, que han muerto por la religión cristiana.”

      Mucho de lo que se ha escrito acerca de los mártires cristianos contiene añadiduras imaginarias basadas en la tradición y por lo tanto no es confiable. Por ejemplo, el martirio de Policarpo del segundo siglo E.C. se describe en Fox’s Book of Martyrs como sigue: “Fue . . . atado a un madero, y se les prendió fuego a los manojos de leña que lo rodeaban, pero cuando el calor se hizo tal que los soldados tuvieron que retirarse, él continuó orando y cantando alabanzas a Dios por largo tiempo. Las llamas rabiaban con gran violencia, no obstante su cuerpo permanecía sin ser consumido, y brillaba como oro bruñido. También se dice, que un olor grato como el de la mirra, ascendió del fuego, lo cual asombró tanto a los espectadores, que muchos de ellos por ese medio fueron convertidos al cristianismo. Puesto que los ejecutores vieron que era imposible ejecutarlo por fuego, le hundieron una lanza en el costado, del cual fluyó sangre en tal cantidad, que extinguió la llama. Entonces su cuerpo fue consumido hasta quedar solo cenizas, por orden del procónsul para que sus seguidores no lo hicieran objeto de adoración.”

      Prescindiendo de cuál haya sido la fuente de la información de Fox, es manifiesto que poco de este relato es verdaderamente histórico. Sin embargo, si la alusión a la adoración de los restos de Policarpo ha de considerarse como indicación de que existía la adoración de reliquias entre los cristianos profesos del segundo siglo E.C., esto sería evidencia adicional de que muchos en aquel tiempo no eran adoradores fieles de Jehová Dios. A los cristianos se les mandó que ‘adoraran a Dios,’ no a reliquias. (Rev. 19:10) De hecho, los idólatras están entre los que específicamente se mencionan en las Escrituras como indignos de heredar el Reino.—1 Cor. 6:9, 10.

  • Guerra hasta en el cielo
    La Atalaya 1972 | 15 de noviembre
    • Guerra hasta en el cielo

      Generalmente la gente cree que el cielo es un lugar pacífico. Pero ¿sabía usted que hubo una guerra en el cielo? Se menciona en la Biblia en Revelación 12:7. ¿Le interesa a usted saber cuándo ocurrió y cómo los resultados de ella han afectado a la humanidad? ¿Quisiera saber lo que indica para nuestro futuro? Si ése es el caso, disfrutará de leer el libro “Entonces queda terminado el misterio de Dios.” Este libro de 416 páginas y cubierta dura contiene una consideración detallada de esta guerra celestial. También considera en detalle los primeros trece capítulos del sumamente simbólico libro de Revelación. Se le invita a obtener un ejemplar de este libro por solo 50c de dólar. Pídalo hoy.

      Sírvanse enviarme el libro “Entonces queda terminado el misterio de Dios,” por el cual adjunto 50c de dólar. También envíenme como regalo el folleto Cuando todas las naciones chocan, de frente, con Dios.

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