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¿Qué quiso decir el sabio?La Atalaya 1977 | 15 de septiembre
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tu boca haga pecar a tu carne, tampoco digas delante del ángel que fue una equivocación. ¿Por qué debe indignarse el Dios verdadero a causa de tu voz y tener que destrozar la obra de tus manos?”—Ecl. 5:4-6.
Nadie está bajo ninguna obligación de hacerle un voto a Dios; es un acto espontáneo. Por eso es necesario ser muy cuidadoso para no hablar imprudentemente cuando se le hace una promesa solemne a Dios. Si uno titubeara en cumplir su voto, estaría haciendo el papel de estúpido, es decir, de una persona en la cual hay defecto moral, en cuya palabra no se puede confiar. El hablar descuidadamente con la boca puede poner al cuerpo de carne bajo la obligación de hacer algo que quizás sea muy difícil, con el resultado de que no se cumple el voto y así se hace que la carne peque. El ejercer cuidadosa previsión antes de hacer uno un voto impedirá que uno hable imprudentemente. Entonces no habrá ningún deseo de librarse de un voto por medio de alegar que fue una equivocación.
El no cumplir un voto puede tener consecuencias muy graves. Pudiera suceder que Jehová Dios se ‘indignara’ y retirara su favor y bendición, por lo menos parcialmente. Como resultado de ello, lo que el individuo quizás haya edificado termina ‘destrozado.’ El salmista resumió muy bien el asunto así: “A menos que Jehová mismo edifique la casa, de nada vale que sus edificadores hayan trabajado duro en ella. A menos que Jehová mismo guarde la ciudad, de nada vale que el guarda se haya quedado despierto.”—Sal. 127:1.
Poniendo de relieve lo que impide que uno haga esos votos imprudentes, Salomón dice: “Teme al Dios verdadero mismo.” Esto significa tener respeto reverente al Creador y no obrar de ninguna manera que le desagrade. Cuando falta ese temor, aplica la siguiente declaración del rey Salomón: “Porque debido a la abundancia de ocupación hay sueños, y hay vanidades y palabras en abundancia.” (Ecl. 5:7) Sí, el envolverse indebidamente en cosas no espirituales produce sueños de egoísmo que inquietan, desilusión y frustración, “vanidades,” y habla irreflexiva delante de Dios que puede resultar en que uno haga un voto imprudente y entonces no lo cumpla. Por eso ciertamente somos sabios siempre que hacemos todas las cosas por un temor apropiado a Jehová Dios, o una apropiada admiración reverente mezclada con temor ante Su sublimidad.
Por qué no asombrarse en cuanto a la opresión
Por toda la historia humana, muchos gobernantes y funcionarios encumbrados han buscado su propio provecho y han pasado por alto los intereses de la gente. Esto puede hacerle especialmente difícil la vida al hombre común. El sabio rey Salomón declaró: “Si ves opresión alguna de la persona de escasos recursos y la privación violenta de juicio y de justicia en un distrito jurisdiccional, no te asombres del asunto, pues uno que es más alto que el alto está vigilando, y hay quienes están muy por encima de ellos.” (Ecl. 5:8) Sí, a menudo la corrupción y las injusticias de funcionarios menores solo son un reflejo de lo que hacen los que ocupan un puesto superior. Cuando sucede esto, los ciudadanos comunes que, en realidad, están en la parte inferior sufren el peso aplastante de la opresión que produce toda esta corrupción combinada.
Después de hacer este comentario acerca de las injusticias, Salomón escribió: “También, el provecho de la tierra es entre todos ellos; al rey mismo se le ha servido para un campo.” (Ecl. 5:9) Es interesante que la Young’s Literal Translation of the Holy Bible (Traducción literal de la Santa Biblia, por Young, en inglés) dice, en este versículo: “Y la abundancia de una tierra es para todos. Se le sirve a un rey por un campo.” También merece notarse la traducción de este versículo por la antigua Versión de los Setenta griega: “Y el fruto de la tierra es para todos,... un rey está pendiente del campo cultivado.” (Charles Thomson) “También la abundancia de la tierra es para todos: el rey depende del campo labrado.”—Samuel Bagster and Sons Limited.
Entonces, ¿qué significa este versículo? Esto: La abundancia, el producto, el fruto, del país o de la Tierra es para todos sus habitantes; dependen de lo que la tierra produce. Ni siquiera el rey de un país está exceptuado de esto. Pero hay que trabajar, cultivar, labrar la tierra si se quiere que produzca de acuerdo con las necesidades o preferencias de uno. Por eso, “para un campo,” no a cambio de un campo, sino para el producto o la producción abundante de un campo, “al rey mismo se le ha servido,” al haber hecho él que le cultiven, labren, trabajen el campo. Él tiene que enviar a sus siervos a trabajar o cultivar el campo para tener una producción abundante. (2 Cró. 26:1, 10) A menos que el rey haga que sus siervos siembren y cultiven la tierra, no se siega una cosecha para él y su familia real. La producción por la tierra no se puede dar por sentada, ni siquiera para un rey. En armonía con esto está la lectura de Eclesiastés 5:9 en la antigua traducción siríaca: “Además las riquezas de la tierra son para todos; el rey, él mismo, es servido por el cultivo de su propio campo.”—George M. Lamsa.
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¿Recuerda usted?La Atalaya 1977 | 15 de septiembre
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¿Recuerda usted?
¿Ha leído usted cuidadosamente los números recientes de La Atalaya? En tal caso, sin duda recordará los siguientes puntos:
● Puesto que Jesucristo entregará el reino a su Padre al fin de su reinado de mil años, ¿cómo debemos entender las referencias bíblicas que dicen que su gobernación ‘no tiene fin’?
El reino mesiánico jamás llegará a un fin violento y el fruto de sus excelentes logros permanecerá por toda la eternidad.—Pág. 138.a
● ¿Cómo se cumplió la profecía de Simeón en cuanto a que María sería ‘atravesada por una espada’?—Luc. 2:35.
El hecho de que la mayoría rechazó a Jesús debe haber tenido un efecto angustioso en María. Sin embargo, cuando él fue clavado al madero como si fuera un criminal de la peor clase, el efecto en María fue comparable al de que se le atravesara con una espada.—Pág. 157.
● ¿Por qué se refiere Jeremías 22:23 a la ciudad de Jerusalén como “el Líbano”?
Por su ubicación encumbrada y magnífica, Jerusalén era como el Líbano montañoso, con sus majestuosos cedros. También, en la construcción del complejo del palacio se usó extensamente madera de cedro, y esto lo hizo parecido al Líbano, que era muy arbolado.—Pág. 358.
● ¿Por qué es especialmente importante ser buen oyente para los que están en capacidades de supervisión?
El prestar atención al consejo sano de otros puede impedir que uno cometa graves errores. El prestar atención a las palabras de otros puede estimular el pensar, le suministra entendimiento a uno en cuanto a la manera en que otros realmente piensan de las cosas y hace posible dar los pasos necesarios para impedir que problemas de menor importancia se hagan graves.—Pág. 371.
● En Proverbios 13:20, ¿quiénes son los “estúpidos” con quienes uno no debe tener tratos?
No son simplemente personas que carecen de conocimiento, sino individuos que son insensibles a la verdad moral, personas impías.—Pág. 388.
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