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¿Qué cuesta el gobierno?La Atalaya 1967 | 1 de abril
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sean derramadas contra los que lo odian. Pero esto no significa que Dios no ama al individuo que quizás no haya conocido los hechos y que quizás haya apoyado en ignorancia la “bestia salvaje” en su lucha contra Dios a instancias del Dragón, Satanás el Diablo. El anuncio de la quinta plaga da la oportunidad de que la gente tenga un punto de vista apropiado de la condición verdadera de las cosas, que investigue en la Biblia y vea el contraste entre la “bestia salvaje” y el reino de Cristo, que trae adoración verdadera al Creador. Tiene interés amoroso y altruista en su creación. La luz de la verdad del Reino trae una esperanza que algunas personas han pensado que era imposible... la de vida eterna bajo condiciones de justicia para todos. No se desespere, tampoco confíe en hombres imperfectos que terminan en desilusión, sino acuda a la Fuente segura de todo gobierno y de la vida.—Sal. 146:3-5.
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Dios ha sido bueno y misericordioso conmigoLa Atalaya 1967 | 1 de abril
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Dios ha sido bueno y misericordioso conmigo
Según lo relató Jorge D. Gangas
NACÍ el 17 de febrero de 1896 en una insignificante población de Asia Menor llamada Nueva Éfeso (turco: Kous–hadasi). Estaba ubicada a unos trece kilómetros de la antigua Éfeso, donde hace unos 1.900 años el apóstol Pablo predicó y escribió su primera carta a los corintios.
Cuando yo tenía unos cinco o seis años de edad, murió mi padre. Mi madre era una mujer devota, temerosa de Dios. Pero no tenía acceso a la Biblia y por eso no sabía criar a sus hijos “en la disciplina y consejo autoritativo de Jehová.” (Efe. 6:4) De hecho, casi el 95 por ciento de la gente ortodoxa no tenía Biblias, ni siquiera había visto una. Por eso, no teniendo guía alguna para mostrarme el camino correcto por el cual ir, seguí tras una vida descuidada, acarreando deshonra a Dios.
No obstante, en mis primeros años asistía a la iglesia y era un niño del coro, que cantaba himnos. De estos himnos y de la instrucción religiosa que recibía en la escuela, aprendí la enseñanza de la iglesia en cuanto al doble destino de la humanidad: la gente buena va directamente al cielo al morir; los malos al fuego del infierno. Todavía recuerdo un himno que se cantaba a María rogándole que nos librara del tormento eterno. Esa doctrina estaba arraigada en mi corazón, y yo estaba seguro de que existía ese lugar para los inicuos. Después de todo, la Iglesia Ortodoxa la enseñaba, y yo creía que mi iglesia enseñaba doctrinas correctas, la palabra “ortodoxa” misma quiere decir “opinión correcta (orthos, correcta o verdadera; doxa, opinión).”
Puesto que yo era un joven malo sabía con seguridad que algún día iría a dar en el infierno para ser quemado eternamente. Pero esto es lo más extraño del asunto: aunque sabía que iría a dar allí algún día, yo no quería reformarme. Lo que yo no podía explicar era: ¿Qué satisfacción obtiene Dios al atormentar eternamente a
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