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  • La verdad y la fe prevalecen
    La Atalaya 1985 | 1 de marzo
    • Jehová, los siervos de Dios pueden mantener integridad a Él hasta el fin. Éste podría ser el fin final de este inicuo sistema de cosas o la muerte de uno en fidelidad, tal vez debido a persecución cruel de índole religiosa. (Mateo 24:13.)

      Fe en acción

      Los amadores de la verdad asesinados en la provincia de Kivu no fueron los únicos que manifestaron fe firme. Por ejemplo, considere el caso de Bingimeza Bunene, hermana de edad avanzada. Dos de sus hijos, Malala Ramazani y Akilimali Walugaba, estaban entre los que fueron asesinados en Pangi. Además, los ancianos de la tribu convencieron al esposo de ella de que se uniera a los asesinos del sobrino de él, Amisi Melende. Cuando los dos hijos y el sobrino de Bingimeza Bunene fueron asesinados, toda su familia la abandonó, incluso su esposo. No obstante, las siguientes palabras del salmista la consolaron: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería” (Salmo 27:10). Sus hermanos y hermanas en la fe la acogieron y la consolaron, con amorosos recordatorios de la maravillosa esperanza de la resurrección.

      El esposo de esta hermana, Ramazani Musombwa, había sido encarcelado por haber tenido parte en la muerte de su sobrino, pero con el tiempo fue puesto en libertad. Después, admitió que lo había impresionado la actitud valerosa de su esposa y el amor que otros Testigos habían mostrado para con ella y sus desconsoladas nueras. Ahora dice que está muy arrepentido de lo que hizo, y acompaña a su esposa a las reuniones de los testigos de Jehová. Debido al cambio total que él ha dado, ha sido objeto de mucha crítica y burla, pero está resuelto a servir a Jehová de ahora en adelante.

      Las demás viudas jóvenes fueron rechazadas por sus familias porque temían morir a manos de Kimbilikiti. Todas estas desconsoladas jóvenes se mantuvieron firmes y se negaron a renunciar a su fe en Jehová. Sus compañeros de creencia las acogieron en sus hogares y ellas han experimentado lo que Jesús había predicho: “Nadie ha dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o campos, por causa de mí y por causa de las buenas nuevas, que no reciba el céntuplo ahora en este período de tiempo, casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y campos, con persecuciones, y en el sistema de cosas venidero vida eterna”. (Marcos 10:29, 30.)

      La fe y la verdad han prevalecido

      Hoy, las circunstancias de los testigos de Jehová de la zona de Pangi han vuelto a la normalidad. Los sobrevivientes de los que fallecieron y las personas interesadas en la verdad bíblica, a quienes se obligó a huir a otras aldeas y pueblos, han regresado a su hogar. Una vez más los Testigos están predicando el mensaje del Reino allí con celo y resolución renovados. A pesar de todo lo que han experimentado, son como ‘los hermanos que sintieron confianza por motivo de las cadenas de prisión de Pablo y estaban mostrando tanto más ánimo para hablar sin temor la palabra de Dios’. (Filipenses 1:14.)

      Por supuesto, la matanza de los ocho cristianos fieles de la congregación de Pangi ha causado tristeza. Pero otro ministro precursor sirve ahora de superintendente presidente, y el pueblo de Jehová de esta zona, en el corazón del África, confía en el amor de Dios mediante Cristo, como lo expresan las palabras de Pablo: “¿Quién nos separará del amor del Cristo? ¿La tribulación, o la aflicción, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la espada? [...] Al contrario, en todas estas cosas estamos saliendo completamente victoriosos por medio de aquel que nos amó”. (Romanos 8:35-39.)

      No obstante, ¿por qué permitió Jehová el asesinato de estos fieles Testigos? En el mundo violento de hoy ha habido muchos casos en que Jehová obviamente ha protegido a su pueblo. Al haberlo hecho, ha demostrado que puede protegerlo durante la “grande tribulación” (Mateo 24:21; Isaías 26:20). Pero, como Jesús declaró en Juan 16:1-3, pudiera haber ocasiones en que Él de hecho permita que los opositores lleguen al grado de matar a personas entre los testigos de Jehová. El mantener integridad en tales circunstancias, como la mantuvieron nuestros fieles hermanos en la provincia de Kivu, sirve de testimonio y da prueba de que los siervos de Dios están resueltos a mantener su integridad hasta la muerte. (Job 27:5; Proverbios 27:11.)

      Esto nos recuerda el gran testimonio que se dio después de la muerte de Esteban, mártir del primer siglo (Hechos 8:1-8). Así, pudiera ser que esta horrible matanza haga que muchas personas de la tribu rega, y otras personas de Zaire y otros lugares, mediten seriamente sobre la verdad bíblica. Los testigos de Jehová se complacerán mucho en ayudar a estas personas de corazón honrado a librarse del temor y la superstición relacionados con la religión de Kimbilikiti. ¡Y de qué libertad disfrutarán todos los que acepten la maravillosa verdad de Dios!

  • Los perpetradores pagan las consecuencias
    La Atalaya 1985 | 1 de marzo
    • Los perpetradores pagan las consecuencias

      CUANDO los informes de la matanza llegaron a Kinshasa, las autoridades gubernamentales tomaron medidas para asegurar que se hiciera justicia. Por esto, hay que encomiar a las autoridades.

      Enviaron camiones con soldados a la región. Con el tiempo, los perpetradores fueron detenidos y sometidos a juicio en el tribunal de distrito de Kindu, Kivu.

      El juzgar el caso no fue fácil, pues los jueces fueron objeto de constantes amenazas y presión para que pervirtieran la justicia. Les ofrecieron grandes sobornos. Cuando anunciaron el veredicto y dijeron que los perpetradores eran culpables, los jueces hasta recibieron una carta anónima que decía que Kimbilikiti se vengaría de ellos.

      Es interesante que hasta en el juicio los acusados insistieron en que Kimbilikiti era un espíritu, y que este espíritu los había obligado a obrar. Durante la audiencia del caso, el juez Tumba sabiamente hizo arreglos para que se tocaran los instrumentos de Kimbilikiti para que los que estuvieran presentes en la sala del tribunal los escucharan. Él razonó que si Kimbilikiti era un espíritu, el sonido de los instrumentos no tendría ningún efecto en los de la tribu rega que estuvieran en la sala. ¿Cuál fue el resultado? Cuando se produjeron los extraños sonidos, hubo un alboroto en la sala. Las mujeres huyeron aterrorizadas, pues temían ver a Kimbilikiti y morir. Los varones bajaron la cabeza llenos de vergüenza y abandonaron la sala, dejando atrás solo a los acusados, al personal del tribunal y a algunos espectadores que no eran de la tribu rega. Así, una vez más, se demostró que Kimbilikiti es una mistificación supersticiosa que mantiene en cautiverio a la tribu rega.

      El tribunal de Kindu sentenció a muerte a seis de los que fueron directamente responsables de los asesinatos. Otros fueron sentenciados a prisión y multados. Además, se dio la orden de que indemnizaran a las viudas de los que habían sido asesinados. (Se apeló de las sentencias en el tribunal superior de Bukavu, Kivu.)

      La acción responsable de las autoridades nos recuerda las palabras del apóstol Pablo: “Los que gobiernan no son objeto de temor para el hecho bueno, sino para el malo. [...] [La autoridad] es ministro de Dios, vengador para expresar ira sobre el que practica lo que es malo” (Romanos 13:1-4). Por lo tanto, los testigos de Jehová siguen haciendo “ruegos, oraciones, intercesiones, ofrendas de gracias, respecto a hombres de toda clase, respecto a reyes y a todos los que están en alto puesto; a fin de que sigamos llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción piadosa y seriedad”. Pablo añadió: “Esto es excelente y acepto a la vista de nuestro Salvador, Dios, cuya voluntad es que hombres de toda clase sean salvos y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad”. (1 Timoteo 2:1-4.)

      Como resultado de estos acontecimientos en Pangi, estamos convencidos de que muchos regas sinceros ‘llegarán a un conocimiento exacto de la verdad’ y serán así librados de la esclavitud al engaño que se basa en la superstición. Los Testigos seguirán buscando a estas personas de corazón honrado, y a otras por toda la Tierra. Ciertamente nos complace obrar con fe y compartir la verdad del Reino con los que aman la justicia, entre quienes están los que viven en las partes más remotas del África.

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