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  • Cambios felices en Quebec
    ¡Despertad! 1975 | 22 de junio
    • Cambios felices en Quebec

      LOS días templados y asoleados estaban llenos de bullicio con el entusiasmo de los franco-canadienses mientras multitudes de testigos de Jehová de la provincia de Quebec se reunían en sus asambleas “Propósito Divino” durante agosto de 1974. La asamblea de Montreal tuvo una concurrencia de 5.785 personas, mientras que en la ciudad de Quebec se reunieron 2.505. El entusiasmo francés y la joie de vivre (alegría de vivir) le agregaban algo extra a los interesantes dramas bíblicos que se presentaron allí.

      Las asambleas de Quebec fueron también notables por la publicidad liberal y benévola dada por la prensa de habla francesa y otros medios de noticias. Parecían fascinados por la difusión y progreso de los testigos de Jehová, un sorprendente contraste con la mengua de la Iglesia Católica Romana, que por tanto tiempo dominó todas las facetas de la vida de Quebec.

      Tanto en Montreal como en la ciudad de Quebec los testigos de Jehová usaron para sus asambleas campos deportivos de propiedad municipal. De parte de la policía y funcionarios públicos se recibió excelente cooperación en ambas ciudades.

      Pero, ¿es esto notable? ¿No es normal que estas asambleas cristianas se celebren en paz y con la cooperación de las autoridades? ¿Debería esto ser diferente en Montreal y la ciudad de Quebec?

      Un trastrueque sorprendente

      Para los que están familiarizados con los antecedentes, estas pacíficas asambleas y la excelente cooperación prestada por las autoridades representan un cambio casi increíble. ¡Los acontecimientos en Quebec han cambiado tan rotundamente en los pasados treinta años que tienen las señales inequívocas de una revolución! ¡Una revolución sin violencia, con ideas y fe como armas de combate en vez de armas de fuego!

      Durante los años 1940 y 1950 los testigos de Jehová fueron prácticamente proscritos en Quebec. Hubo centenares de arrestos y juicios —en realidad se instituyeron un total de 1.775 juicios— ¡el mayor volumen de litigios sobre cualquier materia en la historia del Imperio Británico! Fue un reinado del terror. Turbas, palizas, violencia, discriminación, pérdida de trabajos... toda la gama de hostigamiento oficial y privado a una minoría entró en juego.

      Este fue un esfuerzo deliberado de destruir a los pacíficos testigos cristianos de Jehová, que se atrevían a predicar las buenas nuevas del reino de Dios y abrir la Biblia a la gente de la Quebec católica. Esta persecución fue tan extremada que un escritor bien conocido de Quebec, Leslie Roberts, dijo de este período: “Para muchos de los habitantes fuera de Quebec esa provincia había llegado a ser el hogar de una persecución religiosa que evocaba los días de la Inquisición.”

      ¿Pero cómo podía suceder eso? ¿No es el Canadá un país libre con una constitución democrática? Después de todo, este es el siglo XX.

      Un baluarte del catolicismo del siglo XVIII

      En la Quebec anterior a 1960, el siglo XX había llegado solo en sentido limitado. Durante más de trescientos años, la provincia había estado prácticamente bajo la total dominación de la Iglesia de Roma.

      Quebec fue originalmente establecida en 1608 como la Nueva Francia, parte del imperio colonial francés. Los gobernantes franceses de París no estaban muy interesados en el Canadá, una tierra que Voltaire llamó “unas pocas hectáreas de nieve.” El primer gobernador, Samuel de Champlain, “deseaba solamente católicos romanos en su nuevo mundo. Los que venían con él . . . estaban determinados a esparcir la Iglesia . . . en el proceso la Iglesia llegó a ser el estado. Así quedó hasta hace relativamente poco tiempo,” dijo un estudio sociológico de los problemas de Quebec llamado Canadá 70.

      La dominación católica romana fue prominente en la vida de Quebec desde el principio de la colonización europea. Las opresiones del sistema francés del siglo XVIII, una unión de Iglesia y Estado, que lanzó a la gente a la Revolución Francesa de 1789 fueron introducidas en Quebec. Francia se libró de estos anacronismos medievales durante la Revolución de 1789. Quebec no, porque ya no era parte del Imperio Francés; antes de la Revolución Francesa la conquista británica del Canadá en 1759 había transferido la provincia a la corona británica.

      Previendo la venidera Revolución Norteamericana, la cual en realidad llegó en 1776, el gobierno británico deseaba una Quebec tranquila. Por lo tanto Gran Bretaña firmó un convenio con la Iglesia Católica, el importe del cual en realidad fue: ‘Ustedes apoyen a Gran Bretaña; nosotros los dejaremos controlar a Quebec.’

      El estudio Canadá 70 explica: “Según el punto de vista de muchos historiadores y escritores la Conquista resultó en una alianza impía entre la Iglesia Católica Romana y los Gobernantes Británicos. . . . Antes de llegar a ser Primer Ministro, Pierre Elliot Trudeau escribió: ‘La lealtad fue trocada por la libertad religiosa.’”

      El gobierno británico realmente entregó la gobernación de Quebec a la Iglesia Católica y “la Iglesia llegó a ser el Estado.”

      El uso de poder de parte de la Iglesia

      ¿Y qué hizo la Iglesia Católica con su inmenso poder? El estudio Canadá 70 explica: “Hay poca necesidad de documentar el control —político y espiritual— de la Iglesia Católica Romana sobre la población franco-canadiense de Quebec durante la primera mitad de este siglo. El control de la Iglesia fue virtualmente absoluto. . . . Por medio de su clero determinado llegó a las agencias gubernamentales, las instituciones de enseñanza, las cajas fuertes de los negocios, los hogares de la gente. . . .

      “Durante todo el siglo diecinueve la Iglesia libró su férrea batalla en todo frente contra cualquier idea liberal o anticlerical que hubiera podido entrar en Quebec.”

      Debido a estas peculiaridades de la historia, Quebec no sintió los efectos de la Revolución Francesa, la Revolución Norteamericana y la revolución industrial. La provincia entró en la mitad del siglo XX como un reducto o baluarte de la sociedad agraria del siglo XVIII apartada por causas de idioma de la influencia y la actitud prevalecientes de la América del Norte.

      El atraso de Quebec controlado por la Iglesia resultó ser un campo fértil para la explotación de parte de personas sin escrúpulos.

  • La Iglesia y el Estado se unen para impedir el progreso
    ¡Despertad! 1975 | 22 de junio
    • La Iglesia y el Estado se unen para impedir el progreso

      MAURICE DUPLESSIS llegó a ser primer ministro de Quebec en 1936. A excepción de un período (1939-1944), continuó en el cargo hasta su muerte en 1959. El historiador Leslie Roberts lo ha descrito como un “demagogo empedernido que gobernó a su partido Unión Nacional y a toda la provincia de Quebec con voluntad de hierro; agitador de la chusma y dictador; grand seigneur y tirano.”

      El Star de Toronto describió el gobierno de Duplessis como “el más abiertamente corrupto que la provincia ha tenido.”

      Apoyado por la Iglesia

      ¿Y dónde se encontraba apoyo para este mal? En “el distrito rural de Quebec . . . donde la Iglesia era todopoderosa. Fue de allí que el primer líder del partido, Maurice Duplessis, sacó todo su poder,” dice Canadá 70.

      El sistema de Duplessis dependía de la Iglesia Católica Romana para mantenerse en el poder. La responsabilidad por el daño que su administración le trajo a la provincia y a su gente tiene que recaer sobre el clero de Roma.

      ¿Qué ventajas sacó el clero de esta alianza? El estudio Canadá 70 explica: “La libertad de reunión y la libertad de palabra les fueron negadas a los testigos de Jehová porque se oponían al evangelio según le Chef (Duplessis), y la Iglesia Católica Romana. Mantuvo el poder por medio de su alianza con la Iglesia, los agricultores, y lo selecto comercial reaccionario de habla inglesa. En todo eso fue ayudado por una prensa dócil.”

      El Duplessis odiador de la libertad encajaba perfectamente con los propósitos de la Iglesia Católica. El clero deseaba dedicar la población de Quebec a la Iglesia. Los obispos proclamaron que la nación franco-canadiense tenía una misión mesiánica... “hacer de la provincia de Quebec la nación cristiana que reemplazaría a la Francia vacilante en el papel de hija mayor de la Iglesia.”

      Duplessis y la Iglesia cooperaron para suprimir la educación y el progreso que libertaría a les Québecois de la atadura medieval en la que se les mantenía. Esta combinación tuvo bastante buen éxito en impedir el adelanto y en mantener a la gente de Quebec sujeta a la gobernación opresiva de iglesia-estado.

      ¡Pero no todos se inclinaban ante el sistema! ¡Hubo un vislumbre de libertad que este dictador local no pudo sofocar!

      Los testigos de Jehová luchan por la libertad religiosa

      El Señor Jesús había dicho de este “tiempo del fin” en que hemos estado viviendo desde 1914: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones.” (Mat. 24:14) Los testigos cristianos de Jehová aceptan este mandato. Parte de la “tierra habitada” es la provincia de Quebec. Allí empezaron los testigos de Jehová a ensanchar su actividad evangélica misional en 1924.

      Las dificultades parecían colosales. Las personas eran bastante amistosas por su cuenta, pero la influencia sacerdotal llevó a la violencia y a los arrestos como parte común de la experiencia misional. Muchos jueces católicos, educados por los sacerdotes, tenían un punto de vista algo miope de los derechos legales de cualquier persona que se atreviera a estar en desacuerdo con la Iglesia. Las luchas legales en los tribunales de Quebec empezaron en 1924 y continuaron hasta 1964.

      Los testigos de Jehová estaban tratando de ejercer el derecho legalmente garantizado de libertad de cultos, predicando pacíficamente a la gente el alentador mensaje del reino de Dios bajo Cristo Jesús. Pero en Quebec, el esfuerzo por ejercer estas libertades del día actual tropezó con un sistema controlado por católicos romanos que en realidad jamás había salido de la edad del oscurantismo. Para ellos los testigos de Jehová (o cualquiera no-católico) eran herejes que no tenían derechos.

      Fue una confrontación similar a la que encontraron los apóstoles cuando trataron de predicar el mensaje del reino de Dios en desafío al poder romano en los días de Nerón. Los testigos de Jehová se enfrentaron a una Iglesia Católica poderosa, rica y políticamente atrincherada. Desde un punto de vista humano no era una contienda; la Iglesia Católica, aparentemente, tenía todas las ventajas. Los humildes testigos de Jehová carecían de influencias o apoyo de parte de las autoridades terrenales, pero eran extremadamente poderosos en fe y en el espíritu de Jehová.

      La actividad de los testigos de Jehová en Quebec anterior a la II Guerra Mundial era limitada y se efectuaba bajo constante persecución de parte de sacerdotes, turbas y fiscales gubernamentales. Pero a mediados de la década de 1940 la lucha por la libertad de predicación allí llegó a definirse. Para ese entonces la Iglesia tenía su instrumento, Duplessis, en el poder. ¿Podría él detener la predicación de los testigos cristianos de Jehová? ¿Podría apartar la Biblia abierta de manos de la población católica de Quebec?

      “Guerra sin misericordia”

      En 1944 la actividad evangélica de los testigos de Jehová empezó a esparcirse por la provincia de Quebec. El mismo viejo modelo de acusaciones insignificantes se reimplantó, acusaciones de distribuir circulares, vendedores ambulantes o tocadores de timbres eran conducidos en Montreal, Verdún, Lachine y en la ciudad de Quebec.

      A los testigos de Jehová no se les desviaba fácilmente de su deber dado por Dios de predicar “estas buenas nuevas del reino.” Se defendían los casos y continuaba la predicación. La lucha se aceleró durante 1945 por una serie de tumultos inspirados por el clero católico. Estos tumultos surgieron principalmente en Chateauguay y Lachine. Esto resultó en que la publicidad de todo el país enfocara su atención en el creciente conflicto religioso en Quebec.

      Para fines de 1945 había 400 casos pendientes en los tribunales. Las autoridades esperaban por medio de dilaciones y hostigamiento detener la actividad del pueblo de Jehová e impedir una clara decisión legal que abriera el camino a una apelación.

      En el otoño de 1946 había 800 casos tramitándose lentamente en los tribunales. Hubo tantos casos contra los testigos de Jehová que la policía, los jueces y los tribunales no podían manejarlos todos. La situación se estaba poniendo crítica.

      El público tenía derecho a saber acerca del reinado de terror de Duplessis. En noviembre de 1946 los testigos de Jehová presentaron un ardiente tratado que denunciaba la persecución que ellos estaban recibiendo de parte de los poderes de iglesia-estado en Quebec.

      La distribución de este enjuiciamiento y un tratado siguiente fue un amargo golpe para Duplessis. Amenazas, censuras y pronunciamientos de “guerra sin misericordia contra los testigos de Jehová” fue su reacción. A los 800 casos pendientes se agregaron otras 843 acusaciones en cuatro meses. No obstante, los fiscales acusadores cambiaron ahora de simples acusaciones de reglamentos a serios enjuiciamientos criminales por libelo sedicioso y conspiración. Las autoridades no hicieron ningún esfuerzo por negar los hechos descritos en los tratados. Decían en efecto: ‘Es sedicioso para ustedes hasta decir la verdad acerca de cuán mala es verdaderamente esta situación.’

      Se intensifican las presiones

      Al continuar cumpliendo con su comisión cristiana, los testigos de Jehová hallaron que las presiones se intensificaban. Se formaron chusmas en las calles contra los testigos de Jehová que llamaban a las puertas.

      Debido a su fe, los niños eran expulsados de las escuelas o arrastrados a los tribunales como delincuentes juveniles. Los padres de familia perdieron sus empleos, las licencias comerciales eran canceladas. La policía y las chusmas invadieron los lugares de adoración y disolvieron las reuniones.

      Respetables jóvenes cristianas eran arrestadas, desnudadas y mantenidas en cárcelas sucias junto a prostitutas, ladronas y adictas a las drogas. Algunas eran arrestadas simplemente mientras caminaban por la calle o al ir de compras. Fue necesario distribuir muchos tratados de noche para evitar falsos arrestos por ejercer este derecho constitucional.

      Janet MacDonald, una fiel misionera que participaba de esta obra, dice: “Las hojas impresas se distribuían durante la noche y durante el día. Nos movíamos rápidamente por los distritos rurales bajo las nevadas del crudo invierno, a menudo con la policía persiguiéndonos tenazmente. A mediados de la noche un automóvil lleno de Testigos se precipitaba a una aldea con un surtido de hojas. ¡Cada uno de nosotros se dirigía rápidamente a las casas asignadas, dejaba las hojas, regresaba rápidamente al coche y partíamos! Mientras la policía estaba registrando la aldea, nosotros estábamos en otra.”

      En su libro The Chief, Leslie Roberts dijo acerca de la guerra de Duplessis: “Los escuadrones de la policía provincial traían a los Testigos literalmente por centenares mientras éstos permanecían tranquilamente en las calles entregando sus ardientes tratados. En la ciudad de Quebec, un hombre llamado Laurier Saumur llegó a ser la estrella ‘repetidora’ . . . arrestado y acusado en ciento tres ocasiones diferentes durante la ‘guerra.’”

  • Derrota de la opresión
    ¡Despertad! 1975 | 22 de junio
    • Derrota de la opresión

      LAS medidas extremas adoptadas por Duplessis, y las desenfrenadas declaraciones de jueces de algunos tribunales inferiores, provocaron una respuesta entre los elementos del pueblo canadiense que amaban la libertad.

      En un caso en la ciudad de Quebec, el juez Jean Mercier desencadenó un amargo ataque sobre un testigo de Jehová que estaba sometido a juicio por una simple acusación de reglamentos. El Globe and Mail, un influyente periódico de Toronto, comentó lo siguiente en cuanto a esto en su editorial del 19 de diciembre de 1946. Bajo el encabezamiento “Vuelta de la Inquisición,” decía:

      “La persecución de la secta religiosa conocida como Testigos de Jehová, que ahora se está efectuando en la Provincia de Quebec con todo entusiasmo oficial y sanción judicial, ha tomado un giro que sugiere que la Inquisición ha vuelto al Canadá francés. Se informa que el juez Jean Mercier del tribunal municipal de la ciudad de Quebec, dijo que actualmente la policía de Quebec tiene instrucciones de ‘arrestar a la vista a cualquier Testigo conocido o a cualquiera de quien se sospeche serlo.’ Si esto es cierto, el poder policial de Quebec se está usando para encerrar a hombres y mujeres por sostener una opinión religiosa.

      “Este es un ultraje monstruoso a las libertades civiles. Era la teoría de la Inquisición que una función de los tribunales era librar de herejes a la comunidad. La Inquisición sentenció a muerte a los herejes, mientras que en Quebec solamente se les pone en prisión; pero el juez Mercier evidentemente no estaría en contra de que se volviera a imponer la pena más severa. Se informa que ha dicho que, si fuera posible, sentenciaría a todo Testigo de Jehová a ‘por lo menos cadena perpetua.’”

      Muchos canadienses escandalizados

      La información con respecto a la persecución de los testigos de Jehová fue una sacudida para muchos canadienses. La fe y la tenacidad de esta minoría a la luz de la abrumadora oposición les ganó mucho respeto.

      Un bien conocido periodista, Jack Karr, informó en el Star de Toronto del 26 de diciembre de 1946:

      “Se requiere valor para ser Testigo de Jehová hoy en la provincia de Quebec... valor y una cosa conocida terrenalmente como agallas. Porque los Testigos son objeto de odio, sospecha y desprecio por la mayoría de la población. Sin embargo, pocos habitantes de Quebec parecen estar muy seguros en cuanto a por qué odian y desprecian a los Testigos, excepto que el gobierno les ha dicho que recelen de ellos.

      “Pero si es difícil para los que no son de Quebec ser Testigos en la provincia, tiene que ser mucho más difícil para los de Quebec que han renunciado a su fe y se han unido al movimiento. Han perdido amigos y, en realidad, son socialmente rechazados en su vecindario. Los que en un tiempo fueron sus amigos ahora los espían, dicen, e informan de sus actividades, y cuando se celebran reuniones, el vecindario inmediato está tenso por el antagonismo y el espionaje sin disfraz.

      “Por esta razón, a veces es algo difícil para un extraño captar el significado de la situación y entender a cabalidad que estas cosas verdaderamente están sucediendo en el Canadá. El espectador quizás no esté en total acuerdo con las doctrinas de los Testigos ni con sus métodos de alcanzar sus fines, pero al menos saldrá de la experiencia de asociación con ellos con un gran respeto por su valor y su tenacidad en hacer valer sus derechos. . . .

      “En resumen, los Testigos de Jehová, un pequeño grupo de 200, han creado una gran conmoción en el viejo Quebec. Y en una ciudad compuesta por una población 90 por ciento de habla francesa y 95 por ciento de católicos romanos, sus reuniones están empezando a parecerse a las reuniones de los cristianos primitivos en la Roma de Nerón.”

      ¿Y a qué llevó todo este sufrimiento?

      Los testigos de Jehová se abrieron paso con cinco victorias claves en el Tribunal Supremo del Canadá entre 1949 y 1959 y así calmaron el rencoroso ataque iglesia-estado. Estos casos de prueba del Tribunal Supremo establecieron los principios gubernamentales que resolvieron con éxito los centenares de otros casos.

      Los dos últimos casos mayores fueron ganados en 1959. Uno fue una acción personal efectuada contra Maurice Duplessis por un testigo de Jehová que había administrado un restaurante en Montreal. Su licencia para vender bebidas alcohólicas fue cancelada debido a que daba fianza para muchos testigos de Jehová acusados. El Tribunal Supremo del Canadá hizo personalmente responsable a Duplessis por los daños y perjuicios. Tres meses después que se pagara el juicio, Duplessis murió.

      Se reconoce el valor de las decisiones

      El valor de estas decisiones y de la posición denodada de los testigos de Jehová ha sido calurosamente reconocido por las principales autoridades constitucionales del Canadá. En su libro sobre Federalism and the French Canadian, Pierre Elliot Trudeau, ahora primer ministro del Canadá, declaró: “En la provincia de Quebec los testigos de Jehová . . . han sido burlados, perseguidos y odiados por toda nuestra sociedad; pero se las han arreglado por medios legales para luchar contra la iglesia, el gobierno, la nación, la policía y la opinión pública.”

      El profesor Frank Scott de la Universidad McGill, en su libro Civil Liberty and Canadian Federalism, trata el caso Lamb v. Benoit: “El caso Lamb es meramente otro ejemplo de ilegalidad policial, pero es parte del triste cuadro que ha sido expuesto demasiado a menudo en Quebec en años recientes. La señorita Lamb, otra testigo de Jehová, fue arrestada ilegalmente, detenida durante el fin de semana sin que se le hiciera ninguna acusación, sin permitírsele telefonear a un abogado, y después se le ofreció la libertad con la condición de que firmara un documento librando a la policía de toda responsabilidad por la manera en que la habían tratado. Al leer tal caso uno se pregunta cuántas otras víctimas inocentes han sido tratadas en forma similar por la policía pero que no han tenido el valor y el respaldo para seguir el asunto hasta la victoria final... en este caso 12 años y medio después que había tenido lugar el arresto. Debiéramos estar agradecidos de tener en este país algunas víctimas de la opresión estatal que luchan por sus derechos. Su victoria es la victoria de todos nosotros.”

  • Quebec se hace progresista: Revolución en paz
    ¡Despertad! 1975 | 22 de junio
    • Quebec se hace progresista: Revolución en paz

      DENTRO de seis meses de la muerte de Duplessis en 1959 su gobierno cayó en derrota. Ramsay Cook dijo en su libro Canada and the French Canadian Question: “La muerte de Duplessis quitó la tapa de cierre que había mantenido sellados los rumores de los elementos agitados y descontentos del Canadá francés durante más de una década. Es dudoso si aun Duplessis hubiera podido mantener la tapa por mucho más tiempo, porque las fuerzas sociales y económicas en pugna eran demasiado poderosas.”

      Escribiendo sobre estas condiciones, Pierre Elliot Trudeau (quien es católico) describió la necesidad de “liberar las conciencias amedrentadas por una iglesia obscurantista dominada por el clero . . . libertar a hombres aplastados por la tradición autoritaria y pasada de moda.” Señaló que jamás había habido mucha libertad en Quebec y agregó: “Alrededor de 1960 pareció que la libertad iba a triunfar al fin. . . . tanto así que la generación que entraba en los años 20 en 1960 fue la primera de nuestra historia en recibir libertad bastante completa como su porción. El dogmatismo de Iglesia y Estado, de la tradición, de la nación, había sido derrotado.”

      Un punto decisivo

      El “cambio del viejo estilo” trajo nuevos desarrollos en muchas partes. El año 1960 marcó un punto decisivo, un paso adelante tan abrupto que se habla comúnmente de él como de la “Revolución en paz.”

      Se abrió una nueva era de información y libertad intelectual. La prensa y los medios de comunicación comenzaron a considerar la realidad de la vida y sus problemas en vez de interpretarlo todo con miras de proteger al catolicismo y al status quo. Los sociólogos de Canadá 70 comentaron: “El establecimiento de un Departamento de Educación en 1964 significó el fin del control de la educación por parte de la Iglesia, y la llegada de la Revolución en paz en 1960 terminó con los increíbles poderes políticos del clero.”

      La Quebec de la década de 1960 realmente empezó a deshacerse de la vieja imagen de la dominación clerical y el aislamiento. Comenzó a adoptar el estilo de vida norteamericano tal como se encuentra en el resto del Canadá y en los Estados Unidos.

      Varios factores de la vida del siglo XX han contribuido a la Revolución en paz, la “sociedad en movimiento” de Quebec. Uno de estos fue el Concilio Vaticano iniciado por el papa Juan XXIII. Los cambios en la Iglesia que siguieron a este concilio tuvieron

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