Comunistas siguen persiguiendo a testigos de Jehová
¿PUEDEN hacer el bien los que están acostumbrados a hacer el mal deliberadamente? Les es tan imposible como le es a un leopardo mudar sus manchas. Así dice en Jeremías 13:23.
Hoy el rapaz, homicida e intolerante leopardo totalitario del comunismo pretende haber cambiado sus manchas. En sus proposiciones de amistad para con Occidente sus voceros hacen ruidosas y profusas pretensiones de reforma, cargándole todo delito pasado a Stalin.
Los que tienden a forjarse ilusiones se han apresurado a concluir que ya que el leopardo comunista ha cambiado su táctica y su giro de propaganda, también habrá experimentado un cambio de corazón. Pero, en vista de los hechos, es oportuna la advertencia de un sabio gobernante que vivió hace mucho tiempo:
“No comas el pan de aquel que tiene ojo maligno, ni anheles sus viandas delicadas; porque según piensa en su alma, así es: Come y bebe, te dice; pero no está contigo su corazón.”—Pro. 23:6, 7.
Una evidencia notoria de la insinceridad de los comunistas se da a ver en su modo de tratar a los testigos de Jehová. Ellos aumentan las detenciones de los testigos, aunque ponen en libertad a otros prisioneros “políticos.”
Prueba de esto se ve en el informe que se publicó en el periódico Daily Mirror de Berlín el 9 de junio de 1956, bajo el encabezamiento “¿No hay persecución en la Zona soviética por causa de la fe?,” el cual decía lo siguiente acerca de la situación en la Alemania oriental:
“Durante semanas recientes se puso en libertad a grupos de prisioneros de casi toda categoría de las instituciones penales de la Zona soviética antes de que éstos cumplieran sus condenas. Una categoría, sin embargo, que abarca la décimoquinta parte de todos los prisioneros políticos, no estaba representada entre los que fueron puestos en libertad: ‘los testigos de Jehová.’ Al contrario, nuevos arrestos se han efectuado. . . .
“Aunque los testigos de Jehová evitan tener cosa alguna que ver con cualquier clase de intriga o conspiración políticas—siendo esto también parte de su confesión de fe—se les ha acusado de ser espías, diversionistas y agentes del extranjero. Además, se les ha acusado de violar el infame Artículo 6 (dirigido contra la circulación de rumores perjudiciales, instigación de boicoteos y el poner en peligro la paz), y esto, después que el fiscal general Melzheimer había anunciado una revisión de ese Artículo.
“Hasta ahora se ha excluído al público de todos los procedimientos contra estos acusados. No se les ha permitido tomar parte a parientes ni amigos ni testigos para la defensa. Desde el 8 de agosto de 1950, 2,814 testigos han sido arrestados, 1,299 de los cuales están todavía en prisión. Sólo en un número insignificante de casos fueron reducidas las condenas. En 73 casos ni siquiera se ha pronunciado ni dado a conocer un veredicto. Treinta y cuatro testigos de Jehová han muerto encarcelados o han perecido debido a tratamiento inhumano. La condena de término medio es de más de seis años; catorce han recibido sentencias de cadena perpetua.
“Hasta 1954 no se les permitía a estos prisioneros trabajar. A menudo tenían que llevar cintas rojas alrededor del brazo y de la pierna, lo cual significaba que no se les permitía leer libros ni jugar al ajedrez ni asistir a las películas que se presentaban en una ocasión u otra, además de tener que vivir en aislamiento. Puesto que los testigos no comen salchichas de sangre, y esto es a menudo la única clase de carne que se les sirve, ellos también han sufrido de inanición.
“Grotewohl [primer ministro] ha declarado repetidamente que en la ‘DDR’ [República Alemana Democrática] no hay ninguna persecución por causa de fe. Sin embargo, si alguna vez ha de darse prueba de esto, entonces las puertas de la libertad finalmente tendrán que abrirse para los testigos de Jehová.”
El que esta persecución no se limita a la Alemania oriental se ve del informe que se publicó dos días más tarde en otro periódico de Berlín, el Monday’s-Echo, del 11 de junio de 1956. Bajo el encabezamiento que ocupó el ancho de la página: “Miles de testigos de Jehová languidecen en Siberia,” se declaró:
“Berlín (PA). En una asamblea de ‘los testigos de Jehová’ que se celebró el fin de semana en Berlín occidental, un alemán de Memel que acababa de regresar de la Unión soviética informó que miles de miembros de su denominación todavía están en campamentos de prisioneros en Siberia. La persona que regresó informó que lo habían encarcelado en 1951 por causa de su fe, y que a pesar de la proscripción los testigos de Jehová siguen predicando su fe dentro de los campamentos.”
¿Por qué es que este fiero y poderoso leopardo del comunismo actúa tan despiadadamente en contra de los testigos de Jehová amantes de paz? Una razón, sin duda, es que no hay valor de propaganda en ponerlos libres. Otra es que el leopardo comunista teme la verdad bíblica. La verdad es tanto más poderosa que lo que es la propaganda mentirosa comunista. Y además, los testigos de Jehová sostienen el principio bíblico de que Jehová Dios viene a ocupar el primer lugar y a César se le da sólo lo que Dios no requiere. El comunismo, demandando que se le reconozca como supremo, le tiene un odio consumidor a todo el que pone a Dios primero, que inequívocamente rehusa transigir.—Mat. 22:21.
Mientras miles de testigos de Jehová languidezcan detrás de rejas de prisión y cercos de alambre de púas comunistas y se esté arrestando a otros más, el giro de propaganda según el cual el comunismo ha experimentado un cambio de corazón tendrá que ser tildado de pura hipocresía. El mundo libre, tal llamado, debiera estar agradecido por el ejemplo de los testigos de Jehová, cuyo proceder intrépido e intransigente frente al totalitarismo hace destacar la crueldad, la intolerancia y la hipocresía de los comunistas. No cabe duda de ello, el leopardo comunista no ha mudado sus manchas.
“Felices son ustedes cuando la gente los vitupera y los persigue y mentirosamente dice toda clase de cosas inicuas contra ustedes por mi causa.”—Mat. 5:11, NM.