‘Agentes silenciosos’ que trabajan con empeño
EL ANDAR por un bosque es una experiencia deleitosa. Especialmente a causa del incremento en la urbanización, muchas personas hallan muy refrescante el pasearse por un sendero en una región arbolada bajo los rayos calientitos del sol. Aunque toman nota de las flores silvestres, arbustos, árboles, pájaros y ardillas, a menudo las personas no se dan cuenta de que ‘agentes silenciosos’ trabajan con empeño en capas de hojas muertas y en los restos de cadáveres de animales.
Estos son agentes de la descomposición... las bacterias y hongos. La función que ejecutan es tan importante como la fotosíntesis en las plantas verdes. Son incontables los miles de millones de bacterias y hongos que medran en el suelo del bosque y en los árboles y tocones. Si usted alzara los residuos de unas hojas, ¿qué hallaría? A menudo hay un laberinto de diminutos hilos blancos, los filamentos corporales de un hongo. Estos filamentos se empeñan en penetrar las hojas muertas y segregan enzimas que digieren y descomponen la materia muerta. Así descomponen los desperdicios y liberan materias útiles que las nuevas plantas pueden asimilar.
El ciclo de productores y consumidores
Los agentes de la descomposición realmente desempeñan un papel vital en un ciclo que incluye los productores y consumidores. Los productores son las plantas verdes que hacen sustancias complejas de las materias abióticas o no vivientes... el aire, agua y minerales. Las plantas verdes toman las sustancias abióticas y las transforman en estructuras bióticas o de plantas vivas, incluso raíces, tallos y hojas. Los seres humanos y los animales —los consumidores— pueden comer algunas de estas plantas. Puede que ciertos consumidores coman a otros consumidores. Para su sustento, los consumidores dependen de la vida vegetal y animal; no pueden usar directamente las materias abióticas.
Aquí es donde encaja en el ciclo el trabajo de los ‘agentes silenciosos,’ de la descomposición. A ellos les atañe la tarea de descomponer las sustancias complejas y hacerlas sencillas, de transformar los desperdicios en materia útil. ¿Qué sucedería si todas las hojas que han caído permanecieran en el suelo del bosque? O, ¿qué resultaría si los cadáveres de todos los animales que han vivido todavía yacieran donde murieron? Demasiada materia estaría encerrada en estos desperdicios. La vida simplemente no podría continuar bajo dichas circunstancias. Sin embargo, los causantes de la descomposición están continuamente desbaratando las materias de plantas y animales muertos y hacen sus componentes disponibles a las plantas verdes. Así materia sostenedora de vida proviene de los desperdicios muertos.
La próxima vez que usted ande por una senda en el bosque, ¿por qué no se inclina y revuelve las hojas un poco para ver si los agentes de la descomposición están trabajando silenciosamente? También, examine un tronco podrido y vea el crecimiento fungal y moho lleno de colorido.
Merece mención el hecho de que la ley de Dios a Israel incluyó un arreglo para que estos agentes silenciosos hicieran su trabajo cabalmente. Cada séptimo año la tierra había de dejarse sin cultivar. (Éxo. 23:10, 11) Durante ese año el terreno podría surtirse de lo necesario y restaurarse. ¿Por qué era beneficioso un año entero? Bueno, puesto que la temperatura afecta las actividades de las bacterias y hongos, el frío invernal retarda el trabajo de los agentes de la descomposición. En la primavera, a menudo todavía se hallan los restos de plantas. Por lo tanto, con el tiempo el terreno pudiera quedar agotado. Para evadir esto, la ley de Dios proveyó suficiente tiempo para que los agentes de la descomposición desbarataran los restos de las plantas y animales y así volvieran al suelo las sustancias abióticas.
A medida que aprendemos más acerca de los ciclos naturales, debemos dar gracias a Jehová Dios, el Gran Creador, que en su sabiduría infinita no pasó por alto la necesidad de proveer esta buena Tierra con los agentes de la descomposición esenciales que desempeñan silenciosamente su trabajo para la bendición de toda la humanidad.