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¿De qué maneras podemos ‘hacernos imitadores de Dios’?La Atalaya 1974 | 1 de agosto
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verdaderos, “imitadores de Dios, como hijos amados.” (Efe. 5:1) Pero, realmente, el ser perfectos como Dios es perfecto no resulta en gran penalidad ni gran sacrificio de nuestra parte. Más bien, redunda en beneficio nuestro. Pues ¿no es Jehová el “Dios feliz”? (1 Tim. 1:11) El imitarlo contribuirá a la felicidad de nosotros también. ¿Cómo así?
28 Entre otras cosas, al imitar a Jehová regocijamos su corazón, tal como nos dice: “Sé sabio, hijo mío, y regocija mi corazón, para que pueda responder al que me está desafiando con escarnio.” (Pro. 27:11) Ciertamente podemos ser felices si nuestro proceder de la vida está regocijando a nuestro Padre celestial, ¿verdad? Y al imitar a Dios no solo tendremos felicidad, tranquilidad de ánimo y contentamiento ahora, sino también la esperanza segura de vida eterna en su nuevo sistema de cosas. ¡Ciertamente hay toda razón para esforzarnos por ‘ser perfectos como nuestro Padre celestial, Jehová Dios, es perfecto’!
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¿Necesitamos un sacerdocio?La Atalaya 1974 | 1 de agosto
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¿Necesitamos un sacerdocio?
NO HAY duda de que la gente necesita ayuda. La enfermedad cobra un terrible número de víctimas. Los crímenes constituyen una amenaza que aumenta constantemente. La inmoralidad produce enfermedades repugnantes así como toda clase de calamidad y violencia. Muchas personas se hallan desalentadas, sin esperanza, sin saber qué hacer.—Luc. 21:25, 26.
Hoy los sacerdotes ascienden a miles y representan diversas organizaciones religiosas. Hay sacerdotes de las diferentes ramas de la Iglesia Católica, sacerdotes episcopales, también budistas, sintoístas y otros sacerdotes no cristianos. ¿Han aliviado el sufrimiento y han detenido la marea de crímenes, inmoralidad, enfermedad y muerte?
Muchos de estos sacerdotes, especialmente entre las religiones de la cristiandad, dicen No, y están abandonando el sacerdocio por algo que les parece más eficaz o satisfactorio. Cada uno de nosotros puede ver la situación mundial y contestar por sí mismo en cuanto a si los sacerdotes del mundo realmente han beneficiado a la gente o no.
¿Qué se supone que haga un sacerdote? ¿Se puede esperar que elimine todas estas condiciones malas entre la humanidad? Ningún sacerdote terrestre puede hacer eso, pero, si es sacerdote de la clase correcta, puede ayudar a mantener a la gente a quien sirve en buena condición ante Dios. Puede ayudarlos a rehacer su vida y personalidad para que sean personas pacíficas, respetables, que viven de modo correcto. Puede ayudarlos a eliminar de su vida muchas de las causas de angustia que padece la humanidad en general. Puede darles esperanza y dirigirlos en un modo de vivir que tenga un fin determinado.
Realmente no podemos ver, al considerar los sacerdotes de las religiones del mundo, lo que debe ser un sacerdote de Dios. Pero si consideramos el sacerdocio que Dios mismo estableció sobre Israel en tiempos antiguos, hallamos que verdaderamente le servían de ayuda a la gente. Intercedían ante Dios a favor de la gente. Instruían a la gente en el modo correcto de vivir. Salvaguardaban en gran manera la salud de la gente. Hacían esto cuidando de la moralidad y hasta de la limpieza física de la gente.—Lev., caps. 11-15.
Quizás alguien diga: ‘Pero, ¿no son estas cosas trabajo del gobierno?’ En parte sí, pero hay cosas que ningún gobierno puede hacer de por sí. Esa es una de las razones por las que la forma de gobierno comunista impío jamás puede traer paz y felicidad a sus súbditos. El Israel de la antigüedad tenía buen gobierno, un gobierno establecido por Dios, y las leyes de Dios se ponían en vigor cuando gobernaban buenos reyes. Sin embargo, Dios también les suministró un sacerdocio. ¿Por qué?
Si no hubiera pecados contra el Dios vivo, no habría necesidad de un sacerdote. El hombre perfecto Adán en Edén no necesitó sacerdote, porque Jehová Dios lo creó exento de pecado. (Gén. 2:7, 8; Ecl. 7:29) Pero hoy todos nosotros hemos heredado pecaminosidad porque Adán pecó deliberadamente, y nosotros somos su prole. ‘No hemos alcanzado la gloria de Dios,’ la cual deberían reflejar los hombres. (Rom. 3:23) El pecado también es transgresión contra la ley de Dios. (1 Juan 3:4) Por lo tanto se necesita un sacerdote, a fin de que ofrezca un sacrificio que expíe o cubra ese pecado y también ayude al pecador a ser restaurado a un proceder correcto, y al favor con Dios.—Heb. 5:1.
SACERDOCIO DE ISRAEL
En Israel el sumo sacerdote era la figura principal en el sacerdocio. Era el que hacía expiación por toda la nación una vez al año, en el día de expiación. (Lev., cap. 16) Era el que hacía petición a Dios a favor de la nación y el que presentaba a Dios las cuestiones de importancia nacional Dios daba la respuesta por medio de las suertes sagradas, el Urim y el Tummim (que significan “luces,” es decir, “la luz” y “perfecciones,” es decir, “la perfección”). También era el principal instructor de la ley de Dios.—Éxo. 28:30; Núm. 27:21; Neh. 7:65.
Aunque el sumo sacerdote del antiguo Israel le era de mucha ayuda a la gente, él mismo no era perfecto o libre de pecado. De él, dice la Biblia, en Hebreos 5:1-3: “Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es nombrado a favor de los hombres sobre las cosas que tienen que ver con Dios, para que ofrezca dones y sacrificios por los pecados. Puede tratar con moderación a los ignorantes y errados puesto que él también está rodeado de su propia debilidad, y a causa de ella le es preciso hacer ofrendas por los pecados, tanto por sí mismo como por el pueblo.”
UN SACERDOCIO MEJOR
Por consiguiente, los sumos sacerdotes que sirvieron a Israel a través de los años necesitaron ayuda ellos mismos. Pero Dios ha hecho arreglos para un sacerdocio que hará cosas tanto en un sentido espiritual como físico que ningún sacerdocio ha podido hacer hasta ahora. La Biblia dice que estos sacerdotes tendrán un período ininterrumpido de mil años para restaurar la humanidad a la perfección. De este cuerpo sacerdotal, leemos: “Serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y gobernarán como reyes con él por los mil años.” (Rev. 20:6) ¿De quiénes formará Dios este cuerpo sacerdotal, y qué beneficios producirá tal sacerdocio?
Como sucedió en el Israel de la antigüedad, aquel en quien nos interesamos principalmente es el gran Sumo Sacerdote, con quien los otros sirven de subsacerdotes, llevando a cabo sus mandatos y administrando los beneficios valiosos de su sacrificio. ¿Cómo fue escogido, y qué requisitos tuvo que satisfacer para ser digno de este cargo ensalzado, y para probar que era fidedigno para con la humanidad?
Este Sumo Sacerdote es nada menos que Jesucristo. Se llama el “último Adán” porque puede producir “hijos” de la pecaminosa raza humana limpiándolos y regenerándolos, dándoles vida sobre la base de su sacrificio. Nació en una raza de pecadores, pero él mismo era sin pecado y,
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