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La Iglesia y el Estado se unen para impedir el progreso¡Despertad! 1975 | 22 de junio
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La Iglesia y el Estado se unen para impedir el progreso
MAURICE DUPLESSIS llegó a ser primer ministro de Quebec en 1936. A excepción de un período (1939-1944), continuó en el cargo hasta su muerte en 1959. El historiador Leslie Roberts lo ha descrito como un “demagogo empedernido que gobernó a su partido Unión Nacional y a toda la provincia de Quebec con voluntad de hierro; agitador de la chusma y dictador; grand seigneur y tirano.”
El Star de Toronto describió el gobierno de Duplessis como “el más abiertamente corrupto que la provincia ha tenido.”
Apoyado por la Iglesia
¿Y dónde se encontraba apoyo para este mal? En “el distrito rural de Quebec . . . donde la Iglesia era todopoderosa. Fue de allí que el primer líder del partido, Maurice Duplessis, sacó todo su poder,” dice Canadá 70.
El sistema de Duplessis dependía de la Iglesia Católica Romana para mantenerse en el poder. La responsabilidad por el daño que su administración le trajo a la provincia y a su gente tiene que recaer sobre el clero de Roma.
¿Qué ventajas sacó el clero de esta alianza? El estudio Canadá 70 explica: “La libertad de reunión y la libertad de palabra les fueron negadas a los testigos de Jehová porque se oponían al evangelio según le Chef (Duplessis), y la Iglesia Católica Romana. Mantuvo el poder por medio de su alianza con la Iglesia, los agricultores, y lo selecto comercial reaccionario de habla inglesa. En todo eso fue ayudado por una prensa dócil.”
El Duplessis odiador de la libertad encajaba perfectamente con los propósitos de la Iglesia Católica. El clero deseaba dedicar la población de Quebec a la Iglesia. Los obispos proclamaron que la nación franco-canadiense tenía una misión mesiánica... “hacer de la provincia de Quebec la nación cristiana que reemplazaría a la Francia vacilante en el papel de hija mayor de la Iglesia.”
Duplessis y la Iglesia cooperaron para suprimir la educación y el progreso que libertaría a les Québecois de la atadura medieval en la que se les mantenía. Esta combinación tuvo bastante buen éxito en impedir el adelanto y en mantener a la gente de Quebec sujeta a la gobernación opresiva de iglesia-estado.
¡Pero no todos se inclinaban ante el sistema! ¡Hubo un vislumbre de libertad que este dictador local no pudo sofocar!
Los testigos de Jehová luchan por la libertad religiosa
El Señor Jesús había dicho de este “tiempo del fin” en que hemos estado viviendo desde 1914: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones.” (Mat. 24:14) Los testigos cristianos de Jehová aceptan este mandato. Parte de la “tierra habitada” es la provincia de Quebec. Allí empezaron los testigos de Jehová a ensanchar su actividad evangélica misional en 1924.
Las dificultades parecían colosales. Las personas eran bastante amistosas por su cuenta, pero la influencia sacerdotal llevó a la violencia y a los arrestos como parte común de la experiencia misional. Muchos jueces católicos, educados por los sacerdotes, tenían un punto de vista algo miope de los derechos legales de cualquier persona que se atreviera a estar en desacuerdo con la Iglesia. Las luchas legales en los tribunales de Quebec empezaron en 1924 y continuaron hasta 1964.
Los testigos de Jehová estaban tratando de ejercer el derecho legalmente garantizado de libertad de cultos, predicando pacíficamente a la gente el alentador mensaje del reino de Dios bajo Cristo Jesús. Pero en Quebec, el esfuerzo por ejercer estas libertades del día actual tropezó con un sistema controlado por católicos romanos que en realidad jamás había salido de la edad del oscurantismo. Para ellos los testigos de Jehová (o cualquiera no-católico) eran herejes que no tenían derechos.
Fue una confrontación similar a la que encontraron los apóstoles cuando trataron de predicar el mensaje del reino de Dios en desafío al poder romano en los días de Nerón. Los testigos de Jehová se enfrentaron a una Iglesia Católica poderosa, rica y políticamente atrincherada. Desde un punto de vista humano no era una contienda; la Iglesia Católica, aparentemente, tenía todas las ventajas. Los humildes testigos de Jehová carecían de influencias o apoyo de parte de las autoridades terrenales, pero eran extremadamente poderosos en fe y en el espíritu de Jehová.
La actividad de los testigos de Jehová en Quebec anterior a la II Guerra Mundial era limitada y se efectuaba bajo constante persecución de parte de sacerdotes, turbas y fiscales gubernamentales. Pero a mediados de la década de 1940 la lucha por la libertad de predicación allí llegó a definirse. Para ese entonces la Iglesia tenía su instrumento, Duplessis, en el poder. ¿Podría él detener la predicación de los testigos cristianos de Jehová? ¿Podría apartar la Biblia abierta de manos de la población católica de Quebec?
“Guerra sin misericordia”
En 1944 la actividad evangélica de los testigos de Jehová empezó a esparcirse por la provincia de Quebec. El mismo viejo modelo de acusaciones insignificantes se reimplantó, acusaciones de distribuir circulares, vendedores ambulantes o tocadores de timbres eran conducidos en Montreal, Verdún, Lachine y en la ciudad de Quebec.
A los testigos de Jehová no se les desviaba fácilmente de su deber dado por Dios de predicar “estas buenas nuevas del reino.” Se defendían los casos y continuaba la predicación. La lucha se aceleró durante 1945 por una serie de tumultos inspirados por el clero católico. Estos tumultos surgieron principalmente en Chateauguay y Lachine. Esto resultó en que la publicidad de todo el país enfocara su atención en el creciente conflicto religioso en Quebec.
Para fines de 1945 había 400 casos pendientes en los tribunales. Las autoridades esperaban por medio de dilaciones y hostigamiento detener la actividad del pueblo de Jehová e impedir una clara decisión legal que abriera el camino a una apelación.
En el otoño de 1946 había 800 casos tramitándose lentamente en los tribunales. Hubo tantos casos contra los testigos de Jehová que la policía, los jueces y los tribunales no podían manejarlos todos. La situación se estaba poniendo crítica.
El público tenía derecho a saber acerca del reinado de terror de Duplessis. En noviembre de 1946 los testigos de Jehová presentaron un ardiente tratado que denunciaba la persecución que ellos estaban recibiendo de parte de los poderes de iglesia-estado en Quebec.
La distribución de este enjuiciamiento y un tratado siguiente fue un amargo golpe para Duplessis. Amenazas, censuras y pronunciamientos de “guerra sin misericordia contra los testigos de Jehová” fue su reacción. A los 800 casos pendientes se agregaron otras 843 acusaciones en cuatro meses. No obstante, los fiscales acusadores cambiaron ahora de simples acusaciones de reglamentos a serios enjuiciamientos criminales por libelo sedicioso y conspiración. Las autoridades no hicieron ningún esfuerzo por negar los hechos descritos en los tratados. Decían en efecto: ‘Es sedicioso para ustedes hasta decir la verdad acerca de cuán mala es verdaderamente esta situación.’
Se intensifican las presiones
Al continuar cumpliendo con su comisión cristiana, los testigos de Jehová hallaron que las presiones se intensificaban. Se formaron chusmas en las calles contra los testigos de Jehová que llamaban a las puertas.
Debido a su fe, los niños eran expulsados de las escuelas o arrastrados a los tribunales como delincuentes juveniles. Los padres de familia perdieron sus empleos, las licencias comerciales eran canceladas. La policía y las chusmas invadieron los lugares de adoración y disolvieron las reuniones.
Respetables jóvenes cristianas eran arrestadas, desnudadas y mantenidas en cárcelas sucias junto a prostitutas, ladronas y adictas a las drogas. Algunas eran arrestadas simplemente mientras caminaban por la calle o al ir de compras. Fue necesario distribuir muchos tratados de noche para evitar falsos arrestos por ejercer este derecho constitucional.
Janet MacDonald, una fiel misionera que participaba de esta obra, dice: “Las hojas impresas se distribuían durante la noche y durante el día. Nos movíamos rápidamente por los distritos rurales bajo las nevadas del crudo invierno, a menudo con la policía persiguiéndonos tenazmente. A mediados de la noche un automóvil lleno de Testigos se precipitaba a una aldea con un surtido de hojas. ¡Cada uno de nosotros se dirigía rápidamente a las casas asignadas, dejaba las hojas, regresaba rápidamente al coche y partíamos! Mientras la policía estaba registrando la aldea, nosotros estábamos en otra.”
En su libro The Chief, Leslie Roberts dijo acerca de la guerra de Duplessis: “Los escuadrones de la policía provincial traían a los Testigos literalmente por centenares mientras éstos permanecían tranquilamente en las calles entregando sus ardientes tratados. En la ciudad de Quebec, un hombre llamado Laurier Saumur llegó a ser la estrella ‘repetidora’ . . . arrestado y acusado en ciento tres ocasiones diferentes durante la ‘guerra.’”
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Derrota de la opresión¡Despertad! 1975 | 22 de junio
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Derrota de la opresión
LAS medidas extremas adoptadas por Duplessis, y las desenfrenadas declaraciones de jueces de algunos tribunales inferiores, provocaron una respuesta entre los elementos del pueblo canadiense que amaban la libertad.
En un caso en la ciudad de Quebec, el juez Jean Mercier desencadenó un amargo ataque sobre un testigo de Jehová que estaba sometido a juicio por una simple acusación de reglamentos. El Globe and Mail, un influyente periódico de Toronto, comentó lo siguiente en cuanto a esto en su editorial del 19 de diciembre de 1946. Bajo el encabezamiento “Vuelta de la Inquisición,” decía:
“La persecución de la secta religiosa conocida como Testigos de Jehová, que ahora se está efectuando en la Provincia de Quebec con todo entusiasmo oficial y sanción judicial, ha tomado un giro que sugiere que la Inquisición ha vuelto al Canadá francés. Se informa que el juez Jean Mercier del tribunal municipal de la ciudad de Quebec, dijo que actualmente la policía de Quebec tiene instrucciones de ‘arrestar a la vista a cualquier Testigo conocido o a cualquiera de quien se sospeche serlo.’ Si esto es cierto, el poder policial de Quebec se está usando para encerrar a hombres y mujeres por sostener una opinión religiosa.
“Este es un ultraje monstruoso a las libertades civiles. Era la teoría de la Inquisición que una función de los tribunales era librar de herejes a la comunidad. La Inquisición sentenció a muerte a los herejes, mientras que en Quebec solamente se les pone en prisión; pero el juez Mercier evidentemente no estaría en contra de que se volviera a imponer la pena más severa. Se informa que ha dicho que, si fuera posible, sentenciaría a todo Testigo de Jehová a ‘por lo menos cadena perpetua.’”
Muchos canadienses escandalizados
La información con respecto a la persecución de los testigos de Jehová fue una sacudida para muchos canadienses. La fe y la tenacidad de esta minoría a la luz de la abrumadora oposición les ganó mucho respeto.
Un bien conocido periodista, Jack Karr, informó en el Star de Toronto del 26 de diciembre de 1946:
“Se requiere valor para ser Testigo de Jehová hoy en la provincia de Quebec... valor y una cosa conocida terrenalmente como agallas. Porque los Testigos son objeto de odio, sospecha y desprecio por la mayoría de la población. Sin embargo, pocos habitantes de Quebec parecen estar muy seguros en cuanto a por qué odian y desprecian a los Testigos, excepto que el gobierno les ha dicho que recelen de ellos.
“Pero si es difícil para los que no son de Quebec ser Testigos en la provincia, tiene que ser mucho más difícil para los de Quebec que han renunciado a su fe y se han unido al movimiento. Han perdido amigos y, en realidad, son socialmente rechazados en su vecindario. Los que en un tiempo fueron sus amigos ahora los espían, dicen, e informan de sus actividades, y cuando se celebran reuniones, el vecindario inmediato está tenso por el antagonismo y el espionaje sin disfraz.
“Por esta razón, a veces es algo difícil para un extraño captar el significado de la situación y entender a cabalidad que estas cosas verdaderamente están sucediendo en el Canadá. El espectador quizás no esté en total acuerdo con las doctrinas de los Testigos ni con sus métodos de alcanzar sus fines, pero al menos saldrá de la experiencia de asociación con ellos con un gran respeto por su valor y su tenacidad en hacer valer sus derechos. . . .
“En resumen, los Testigos de Jehová, un pequeño grupo de 200, han creado una gran conmoción en el viejo Quebec. Y en una ciudad compuesta por una población 90 por ciento de habla francesa y 95 por ciento de católicos romanos, sus reuniones están empezando a parecerse a las reuniones de los cristianos primitivos en la Roma de Nerón.”
¿Y a qué llevó todo este sufrimiento?
Los testigos de Jehová se abrieron paso con cinco victorias claves en el Tribunal Supremo del Canadá entre 1949 y 1959 y así calmaron el rencoroso ataque iglesia-estado. Estos casos de prueba del Tribunal Supremo establecieron los principios gubernamentales que resolvieron con éxito los centenares de otros casos.
Los dos últimos casos mayores fueron ganados en 1959. Uno fue una acción personal efectuada contra Maurice Duplessis por un testigo de Jehová que había administrado un restaurante en Montreal. Su licencia para vender bebidas alcohólicas fue cancelada debido a que daba fianza para muchos testigos de Jehová acusados. El Tribunal Supremo del Canadá hizo personalmente responsable a Duplessis por los daños y perjuicios. Tres meses después que se pagara el juicio, Duplessis murió.
Se reconoce el valor de las decisiones
El valor de estas decisiones y de la posición denodada de los testigos de Jehová ha sido calurosamente reconocido por las principales autoridades constitucionales del Canadá. En su libro sobre Federalism and the French Canadian, Pierre Elliot Trudeau, ahora primer ministro del Canadá, declaró: “En la provincia de Quebec los testigos de Jehová . . . han sido burlados, perseguidos y odiados por toda nuestra sociedad; pero se las han arreglado por medios legales para luchar contra la iglesia, el gobierno, la nación, la policía y la opinión pública.”
El profesor Frank Scott de la Universidad McGill, en su libro Civil Liberty and Canadian Federalism, trata el caso Lamb v. Benoit: “El caso Lamb es meramente otro ejemplo de ilegalidad policial, pero es parte del triste cuadro que ha sido expuesto demasiado a menudo en Quebec en años recientes. La señorita Lamb, otra testigo de Jehová, fue arrestada ilegalmente, detenida durante el fin de semana sin que se le hiciera ninguna acusación, sin permitírsele telefonear a un abogado, y después se le ofreció la libertad con la condición de que firmara un documento librando a la policía de toda responsabilidad por la manera en que la habían tratado. Al leer tal caso uno se pregunta cuántas otras víctimas inocentes han sido tratadas en forma similar por la policía pero que no han tenido el valor y el respaldo para seguir el asunto hasta la victoria final... en este caso 12 años y medio después que había tenido lugar el arresto. Debiéramos estar agradecidos de tener en este país algunas víctimas de la opresión estatal que luchan por sus derechos. Su victoria es la victoria de todos nosotros.”
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Quebec se hace progresista: Revolución en paz¡Despertad! 1975 | 22 de junio
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Quebec se hace progresista: Revolución en paz
DENTRO de seis meses de la muerte de Duplessis en 1959 su gobierno cayó en derrota. Ramsay Cook dijo en su libro Canada and the French Canadian Question: “La muerte de Duplessis quitó la tapa de cierre que había mantenido sellados los rumores de los elementos agitados y descontentos del Canadá francés durante más de una década. Es dudoso si aun Duplessis hubiera podido mantener la tapa por mucho más tiempo, porque las fuerzas sociales y económicas en pugna eran demasiado poderosas.”
Escribiendo sobre estas condiciones, Pierre Elliot Trudeau (quien es católico) describió la necesidad de “liberar las conciencias amedrentadas por una iglesia obscurantista dominada por el clero . . . libertar a hombres aplastados por la tradición autoritaria y pasada de moda.” Señaló que jamás había habido mucha libertad en Quebec y agregó: “Alrededor de 1960 pareció que la libertad iba a triunfar al fin. . . . tanto así que la generación que entraba en los años 20 en 1960 fue la primera de nuestra historia en recibir libertad bastante completa como su porción. El dogmatismo de Iglesia y Estado, de la tradición, de la nación, había sido derrotado.”
Un punto decisivo
El “cambio del viejo estilo” trajo nuevos desarrollos en muchas partes. El año 1960 marcó un punto decisivo, un paso adelante tan abrupto que se habla comúnmente de él como de la “Revolución en paz.”
Se abrió una nueva era de información y libertad intelectual. La prensa y los medios de comunicación comenzaron a considerar la realidad de la vida y sus problemas en vez de interpretarlo todo con miras de proteger al catolicismo y al status quo. Los sociólogos de Canadá 70 comentaron: “El establecimiento de un Departamento de Educación en 1964 significó el fin del control de la educación por parte de la Iglesia, y la llegada de la Revolución en paz en 1960 terminó con los increíbles poderes políticos del clero.”
La Quebec de la década de 1960 realmente empezó a deshacerse de la vieja imagen de la dominación clerical y el aislamiento. Comenzó a adoptar el estilo de vida norteamericano tal como se encuentra en el resto del Canadá y en los Estados Unidos.
Varios factores de la vida del siglo XX han contribuido a la Revolución en paz, la “sociedad en movimiento” de Quebec. Uno de estos fue el Concilio Vaticano iniciado por el papa Juan XXIII. Los cambios en la Iglesia que siguieron a este concilio tuvieron una influencia perturbadora en muchas de las personas católicas.
En vez de la total dominación católica el Star de Montreal señaló que es ahora “el punto de vista común entre los intelectuales de Quebec que la Iglesia es lo que siempre ha estado mal en Quebec.”
Las victorias de los testigos de Jehová en el Tribunal Supremo del Canadá abrieron una nueva era para el ejercicio de las libertades civiles y la libertad de prensa en Quebec. La censura había sido declarada inconstitucional. Los oradores públicos y los escritores ya no temían la mano dura de un acusador gubernamental que se usara para detener el flujo normal de la información.
Otra característica de la vida canadiense que ha tenido un profundo impacto en Quebec ha sido la llegada de la televisión. Mientras el habitante de su aldea sabía solamente lo que le decía el sacerdote local, se le podía engañar fácilmente en la creencia de que estaba bien cuidado por su guardián clerical. Pero cuando llegó la televisión, empezó a ver cómo era el resto del mundo y cuán atrasadas realmente estaban las comunidades controladas por los católicos.
Aunque la Revolución en paz no ha sido librada con armas, ha producido cambios inmensos en Quebec. ¿Pero qué hay de la posición atrincherada del catolicismo romano?
Mengua del poder católico
Los sociólogos de Canadá 70 señalan lo siguiente: “Era inevitable que la Iglesia Católica algún día tendría que renunciar al control completo del pueblo, y en Quebec la pérdida del poder por parte de la Iglesia fue súbita y sorprendente.”
El Star de Montreal publicó el siguiente relato del escritor Ralph Surette: “El poder de la Iglesia Católica Romana en Quebec se ha desintegrado; la angustia y la indiferencia tanto de parte de laicos como de clérigos muestran un estado de crisis . . . La crisis es reconocida. La comisión da como sentado (y confirma) lo que es conocimiento común: que la asistencia a misa ha descendido drásticamente, que los sacerdotes se están yendo, que muchas parroquias están en dificultades económicas.”
El mismo artículo señala el impacto que esto ha producido en el clero, diciendo: “El clericalismo como poder absoluto comenzó a desmoronarse en este tiempo [1949], preparando el camino para que el estado llegara a ser la principal institución en la vida de Quebec en la década de 1960. . . . En relativamente pocos años, el sacerdote de Quebec ha perdido ‘tanto su posición social como su auditorio.’”
Tan serios llegaron a ser los problemas de la Iglesia Católica que a pedido de los obispos se nombró una comisión gubernamental, la Comisión Dumont, para investigar los “Laicos y la Iglesia.” El informe de 315 páginas de la Comisión se presentó en diciembre de 1971 y en su mayor parte confirmó lo que ya sabían las personas bien informadas: que la Iglesia había perdido la confianza del público; que los clérigos y los laicos están abandonando a la Iglesia.
En lo que se refiere a las personas de Quebec, el punto de vista común que a menudo se expresa es: ‘La Iglesia ha desaparecido.’
“Abandonando la iglesia en multitudes”
A la larga una iglesia depende del apoyo de las personas. El Informe Dumont dice lo que le ha sucedido a la vida católica en este aspecto: “Durante los últimos diez años, la práctica religiosa ha menguado rápidamente. Es muy evidente entre los jóvenes, pero la mengua se extiende en forma progresiva y más tranquilamente a la gente mayor.”
Precisamente con cuánta rapidez lo muestra Relations, la publicación de Montreal para sacerdotes, que en marzo de 1974 declaró: En diez años la asistencia dominical a la iglesia ha descendido de 65 por ciento a 30 por ciento; y, entre los jóvenes, de entre 15 y 35 años de edad, ha descendido hasta el 12 por ciento.
El obispo Léo Blais de Westmount ha declarado públicamente que “los fieles están
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