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El creciente problema de la lectura¡Despertad! 1985 | 8 de septiembre
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El creciente problema de la lectura
IMAGÍNESE lo difícil que se le haría a usted orientarse si no pudiera leer los letreros de las calles. ¿Cómo podría usted tomarse debidamente cierta medicina si no supiera leer las instrucciones del envase? Y ¿cómo solicitaría usted empleo si no pudiera leer la solicitud?
Estos son tan solo algunos de los problemas a los que se enfrentan los que no saben leer. Sin embargo, se calcula que de cada cinco adultos estadounidenses, uno es analfabeto en la prácticaa, lo cual representa unos 27.000.000 de personas. En 1980, por todo el mundo hubo unos 824.000.000 de analfabetos de 15 años de edad o más, y la cantidad de ellos va creciendo rápidamente. Las consecuencias de esto son tristes. Por ejemplo, en los Estados Unidos el Ministerio de Trabajo informó que hasta 75 por 100 de las personas desempleadas no tienen la habilidad necesaria para leer y comunicarse.
No obstante, los que no saben leer no se enfrentan simplemente a problemas relacionados con el empleo. Están privados de muchas cosas que proporcionan placer y felicidad. Considere cuánto mejor puede ser la vida como resultado de tener mayor conocimiento del mundo que nos rodea. ¡Qué limitados estaríamos si solo aprendiéramos por lo que observamos o experimentamos nosotros mismos! La lectura abre la puerta que conduce al conocimiento que se ha acumulado en el transcurso de los siglos.
La lectura es una notable habilidad humana. La revista Science Digest lo expresa como sigue: “En un instante los ojos y la mente producen corazonadas, economizan esfuerzos o tiempo, llenan vacíos y se encaran con la tarea de procesar información que presentaría un desafío a la computadora más ingeniosa”.
¿Quisiera usted mejorar su habilidad de leer? O ¿quisiera usted ayudar a otro a lograrlo? En los dos artículos que siguen se examinan algunos de los factores que contribuyen a los problemas de la lectura y se ofrecen sugerencias para ayudar a mejorar la lectura.
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Lo que impide que algunos lean¡Despertad! 1985 | 8 de septiembre
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Lo que impide que algunos lean
MUCHAS personas consideran que la lectura es una tarea. ¿Por qué? En primer lugar, algunas nunca aprendieron realmente a leer cuando asistieron a la escuela. Una señora de 34 años de edad dijo que cada vez que miraba una página impresa solo veía “un revoltijo” que no tenía sentido alguno. A veces, le tomaba hasta dos minutos leer una sola oración.
No hace mucho, un graduado de la escuela secundaria demandó al Distrito Escolar Unificado de San Francisco (E.U.A.) por la suma de medio millón de dólares debido a haberle dado un diploma de escuela secundaria aunque él apenas sabía leer. De acuerdo con el informe, él leía al nivel de un estudiante de quinto o sexto grado de escuela primaria al recibir su diploma. Como resultado de esto, cuando solicitó empleo, halló que no podía llenar la solicitud debidamente. ¿Cómo era posible esto?
Diversos métodos de instrucción
Lamentablemente, ciertos métodos de enseñar a leer han resultado gravemente inadecuados. En los últimos años, se ha criticado mucho el método de enseñanza llamado “vea y lea”. En este método, se enseña a los estudiantes a reconocer palabras enteras sin que sepan pronunciar individualmente las sílabas y las letras que componen las palabras. La objeción principal a este método es que de él resultan lectores que adivinan las palabras y que no saben pronunciar palabras nuevas ni leer con exactitud debido a que confunden palabras que se parecen.
Por ejemplo: En su libro Why Johnny Still Can’t Read (Por qué Juanito no sabe leer todavía), el autor Rudolf Flesch publicó una copia de una carta que recibió de una señora que se describió a sí misma como víctima del método “vea y lea”. Dijo ella: “Podíamos ver las ilustraciones: por ejemplo, la ilustración de una manzana. La profesora nos decía que podíamos recordar la palabra manzana [en inglés “apple”] porque se escribe con doble p. Como resultado de esto, cada vez que yo veía una palabra con doble p creía que se trataba de la palabra manzana”.
Se calcula que el método “vea y lea” permite al niño reconocer solo aproximadamente 350 palabras para fines del primer año. Para fines del segundo año puede reconocer unas 1.100 palabras más, otras 1.200 para fines del tercer año, y 1.550 palabras adicionales para fines del cuarto año. Esto representa un total de 4.200 palabras en el vocabulario del niño.
En contraste con esto, se ha calculado que los niños a quienes se les enseña a leer por el método “fónico primero” pueden aprender hasta 40.000 palabras para fines del cuarto año de la escuela primaria. “Fónico” significa “de sonidos vocales”, y en el método fónico a los estudiantes se les enseña no solo cómo se llaman las letras, sino también cómo suenan estas en cada palabra. Primero se aprenden los sonidos de las vocales y entonces los de las consonantes. Después de esto, se combinan los dos para formar palabras de dos, tres o cuatro letras, y entonces para formar frases, y finalmente oraciones. (Véase ¡Despertad! del 22 de octubre de 1967, páginas 12-16.) Se han efectuado pruebas independientes que parecen apoyar como más eficaz el método “fónico primero” para enseñar a leer en los primeros años escolares.
Pero lo que complica el asunto aun más es que parece que muchos profesores tienen dudas respecto a la capacidad de aprendizaje de sus estudiantes. Un experto declaró: “El que los niños tengan ‘ventajas’ o ‘desventajas’, el que sean de la raza negra o blanca, el que sean ricos o pobres, no tiene nada que ver con el éxito que los niños tengan con la lectura. Basándome en mi experiencia profesional, puedo decir que tales declaraciones solo son pretextos para no enseñar a los niños a leer”. (Las bastardillas son nuestras.)
Otros factores influyen en la lectura
Se cita la televisión como otra razón por la cual las personas no leen. Se ha calculado que en los Estados Unidos alguien que viva hasta los 70 años de edad habrá visto televisión por 70.000 horas durante su vida, ¡cantidad de horas superada solo por la cantidad de tiempo que se dedica al trabajo y al sueño! La revista TV Guide informa: “Van aumentando las pruebas científicas de que en el caso de los niños que están empezando la escuela primaria es incompatible dedicar muchas horas a la televisión y dominar las destrezas básicas de leer y escribir. Los estudios [...] sugieren que hasta niños que provienen de hogares en los que se da importancia a la lectura pero a quienes se les permite ver mucho la televisión están muy propensos a tener dificultades con la lectura”.
Pero hay otros factores que interfieren directamente con la habilidad de desarrollar destreza en la lectura. “El niño cuyos ojos no funcionan correctamente puede padecer de dolores de cabeza, tener la vista cansada, sufrir de tensión nerviosa, y de otros males que pueden hacer de la lectura una actividad desagradable.” Pero en las clases regulares a menudo se da poca atención a tales alumnos. (Diagnostic and Remedial Teaching, página 49.)
A veces, los defectos del oído pueden ser otro factor. Los niños que padecen de sordera parcial quedarían, por supuesto, en desventaja si se usan los métodos “fónicos” para enseñar a leer.
Los factores emocionales desempeñan un papel importante también. Por ejemplo, “el niño que inicialmente haya fracasado en la lectura desarrolla con frecuencia una actitud emocional para con la lectura que le impide hacer progresos adicionales”, dice cierta autoridad, y agrega: “Se ha sabido que el tan solo ver un libro u oír la palabra lectura ha hecho que ciertas personas se pongan tensas y se sientan incómodas”. Además, un hogar desintegrado, la inseguridad en el hogar o padres neuróticos pueden en muchos casos afectar el progreso que el niño haga en la lectura.
De todos los factores que influyen en el que lee mal, el más importante es el hecho de que dicha persona no lea, es decir, que nadie jamás ha aprendido a leer si no lee. En muchos casos, el que una persona no lea tiene sus raíces en uno o más de los factores físicos o emocionales que ya se han considerado arriba.
Sea cual sea la razón por la cual cierta persona tenga algún impedimento con relación a la lectura, el que ella haga un esfuerzo genuino para vencerlo producirá, con el tiempo, algunos resultados. En el siguiente artículo se ofrecen sugerencias que pueden ser útiles.
[Ilustración en la página 5]
Los niños a quienes se les permite ver demasiado la televisión están muy propensos a tener dificultades con la lectura
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Mejore su lectura... ¡puede lograrlo!¡Despertad! 1985 | 8 de septiembre
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Mejore su lectura... ¡puede lograrlo!
CLARO que no hay ninguna fórmula mágica para mejorar su lectura. No obstante, si usted sabe leer, entonces ¡puede leer mejor! No podemos esperar leer mejor si no leemos con regularidad. A diario se debería dedicar por lo menos media hora a la lectura... o más si es posible.
Es necesario ser selectivo
Sea selectivo en cuanto a lo que usted lea. Escoja una lectura que contenga palabras que usted conozca y que trate asuntos que no sean de naturaleza técnica. Entonces, progresivamente, seleccione lectura que le ayude a desarrollar su vocabulario.
Sea selectivo en otro sentido, también, pues no toda literatura es edificante ni refrescante para la mente. Un sabio dijo en cierta ocasión: “El hacer muchos libros no tiene fin, y el aplicarse mucho a ellos le es fatigoso a la carne” (Eclesiastés 12:12). Hoy abundan las publicaciones y muchas proporcionan una lectura sana. Seleccione las que le sean de mayor beneficio en sentido moral y espiritual. El Pr 13 versículo 20 del capítulo 13 del libro bíblico de Proverbios declara: “El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal”. Este principio aplica tanto a la selección de la lectura como a la selección de los compañeros.
Cambie sus hábitos de lectura
Obviamente, no sabemos leer al nacer. La lectura, como muchas otras cosas en la vida, es una habilidad que se desarrolla. ¿Puede alguien llegar a ser buen pianista sin practicar el piano? O ¿puede alguien llegar a ser buen jugador de tenis sin jugar mucho al tenis? Si la persona desarrolla malos hábitos a principios de su carrera como pianista o jugador de tenis, tiene que corregirlos, o quedar perjudicado por ellos.
Esto también es cierto con relación a la lectura. Si a una edad temprana el estudiante desarrolla malos hábitos de lectura, él se perjudica. Como resultado de esto tiene que luchar toda la vida con la página impresa debido a que tiene una capacidad muy limitada para la lectura. A medida que va poniéndose mayor, se le hace más difícil deshacerse de los malos hábitos de lectura. Pero puede lograrlo... ¡si la persona está dispuesta a hacer el esfuerzo! Consideremos algunos de dichos hábitos.
El principal aspecto físico de la lectura tiene que ver con el movimiento de los ojos. Cada vez que leemos una línea de imprenta, los ojos hacen una serie de fijaciones. Estas fijaciones son importantes porque es solo cuando ellas ocurren que el ojo realmente ve lo que está escrito. Durante dichos intervalos, la impresión visual se transmite al cerebro para ser “descifrada”. El cerebro, no el ojo, es el que lee. Los ojos son una extensión del cerebro.
El que lee lentamente se detiene ante casi cada palabra. Esto resulta en que los mensajes que se envían al cerebro sean incoherentes, y la lectura se convierte en una tarea porque los ojos trabajan demasiado y la persona recuerda poco de lo que lee. En contraste con esto, los ojos del lector eficiente se mueven de modo continuo y rítmico a medida que recorren la página impresa. Aprenden a disminuir la cantidad de pausas visuales o fijaciones que se hacen en cada línea. Por medio de leer frases o grupos de palabras, dichos lectores logran recorrer una página impresa más rápidamente y aumentan su grado de comprensión.
Esto hace surgir el asunto de la regresión. Este término se refiere a la práctica de regresar y volver a leer material que ya se ha leído. En la mayor parte de los casos, la regresión es un hábito. Claro, hay veces que cierto pensamiento quizás no esté claro. En tal caso quizás sea esencial regresar y leer de nuevo el material. Pero en la mayor parte de los casos la regresión no es realmente necesaria y meramente hace que el lector lea más lentamente. Siempre que sea posible, evite regresar.
Otro hábito que, de acuerdo con muchas autoridades, perjudica el buen desarrollo en la lectura es la vocalización. Este término se refiere al hábito de mover los labios al leer, de modo que el lector de hecho dice cada palabra para sí mismo. De igual manera, hay quienes dicen las palabras para sí mismos en silencio, de modo que las “oyen” en la mente. Esto se llama subvocalización. El vocalizar o subvocalizar limita la cantidad de palabras que podemos leer por minuto porque, de hecho, estamos en realidad leyendo casi solo a la misma velocidad del habla. La persona de término medio quizás hable aproximadamente 125 palabras por minuto, mientras que los registros muestran que la velocidad de lectura de término medio es de 230-250 palabras por minuto.
Puesto que son muchas las cosas que queremos leer más rápidamente de lo que pudiéramos si vocalizáramos, sería bueno no hacer del vocalizar una práctica. Esfuércese por leer más rápidamente de lo que le sería posible si vocalizara o subvocalizara. Procure leer grupos de palabras. Además, recuerde que por lo general el vocalizar o subvocalizar no contribuye a la comprensión.
Sin embargo, al igual que en el caso de la regresión, la vocalización puede ser apropiada en ciertas ocasiones. Si uno quiere meditar profundamente en cierto material, o aprender algo de memoria, entonces podría ser útil no solo repetir palabras vez tras vez, sino también vocalizarlas hasta cierto grado. Por lo general, esto se hace “en tono bajo”, o en voz alta.
Es interesante que a Josué, un líder de la antigua nación de Israel, se le mandó: “Este libro de la ley no debe apartarse de tu boca, y día y noche tienes que leer en él en tono bajo, a fin de que cuides de hacer conforme a todo lo que está escrito en él; porque entonces tendrás éxito en tu camino y entonces actuarás sabiamente” (Josué 1:8). El leer el “libro de la ley” en tono bajo (vocalizando) sería útil tanto para aprender de memoria el contenido como para meditar cuidadosamente en todas las ideas que este expresa. Así, la ley estaría ante Josué constantemente para recordarle cómo debía comportarse como siervo de Dios. De igual manera, los cristianos fieles de hoy reconocen que es sensato “recordar” la Palabra de Dios y meditar en ella, y por eso la leen con regularidad. (Salmo 103:17, 18; compárese con Proverbios 4:5.)
Cómo desarrollar mejor comprensión
Glenn Myers Blair, en su libro Diagnostic and Remedial Teaching, declaró: “La meta principal de todo programa para el mejoramiento de la lectura es desarrollar la capacidad de comprensión del alumno. Otros asuntos son de importancia secundaria”. Básicamente, el comprender lo que usted lee significa que usted capta el sentido, lo entiende. Esto es lo que hace que la lectura sea valiosa y que valga la pena.
Robert Krych, educador y conferenciante del City College de Nueva York, recomendó: “Para contribuir a la comprensión, siempre procure leer con un propósito. Decida por adelantado qué es lo que usted quiere derivar del material que seleccione para leer. En cierta ocasión quizás desee obtener ciertos hechos específicos de su lectura. En otras ocasiones, puede que usted lea simplemente por placer y entretenimiento. Sea cual sea el caso, adapte el paso de su lectura al propósito que usted se haya fijado y de acuerdo con lo difícil que sea el material. Adopte una actitud crítica al leer. Pregúntese: ¿Por qué dijo esto el escritor? ¿Cuál era su objetivo? Destaque el punto o pensamiento principal del párrafo. Pregúntese: ¿De qué modo influye en mí como lector?”. Sí, desarrolle el hábito de leer con propósito y hallará placer en la lectura.
El leer bien resulta en muchos beneficios
Es esencial tener buenos hábitos de lectura, sea uno estudiante, profesional, ama de casa, oficinista u obrero de fábrica. Son muchas las puertas que están abiertas para los que saben leer bien.
El estudiante que sabe leer bien llega a ser más competente en su trabajo y sin duda aprende más en la escuela. Puede minimizar el tiempo que dedique a leer y releer las asignaciones.
De igual manera, el hombre de negocios o la persona profesional que sabe leer bien puede encararse con éxito a informes largos y otra lectura por el estilo. En cambio, esto permite que tenga más tiempo para contacto personal con sus pacientes o clientes. El saber leer mejor le permite leer más extensamente y esto le ayuda a familiarizarse más con el trabajo, los estudios y los experimentos que otros lleven a cabo.
Los cabezas de familia, gracias al mayor conocimiento que adquieren debido a saber leer mejor, pueden frecuentemente mejorar sus capacidades de trabajo y cumplir mejor con sus responsabilidades. En muchas partes del mundo, el saber leer instrucciones, reglamentos y otras directivas escritas les ayuda a atender mejor los asuntos del hogar. El saber leer también es útil en lo que tiene que ver con el buen manejo de las finanzas de la familia.
Las amas de casa que adquieren mayor conocimiento mediante la lectura pueden atender mejor a su familia en lo que tiene que ver con la nutrición apropiada, la higiene, la prevención de enfermedades o el cuidado de los enfermos. Las madres que saben leer bien pueden tener éxito en enseñar a sus hijos a leer antes que estos ingresen en la escuela. (Véase ¡Despertad! del 22 de agosto de 1968, páginas 20-22.)
Más importante aún, el que lee bien puede adquirir conocimiento que lleve a vida aun más allá del presente sistema de cosas. Las profecías bíblicas referentes a la conclusión del actual sistema de cosas se están cumpliendo ahora. Es vital que todos los que quieran tener la esperanza de disfrutar de vida eterna en un paraíso terrestre adquieran conocimiento de nuestro Creador y sus propósitos. En Juan 17:3, Jesús declaró: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”.
Por eso, no cabe duda de que hay abierta una puerta que lleva a un mundo de conocimiento y emoción para toda persona que quiera entrar por ella. La clave es la lectura. ¡Sí, lea bien y esta puerta estará siempre abierta para usted!
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