‘Del hacer libros no hay fin’

CADA año se imprimen miles de millones de ejemplares de libros, los cuales al fin llegan a hogares, oficinas y bibliotecas por todo el mundo. Tan solo en los Estados Unidos, cada año se presentan más de 20.000 libros nuevos, sin incluir los libros de texto y las obras de consulta. A esto es preciso añadir más de 8.000 reimpresiones y revisiones.

Es claro que ninguna persona puede esperar leer todos los libros que se han publicado. En vista de los rápidos métodos de imprenta que se usan hoy día, las siguientes palabras escritas hace unos 3.000 años son aún más apropiadas hoy que cuando originalmente se registraron: “El hacer muchos libros no tiene fin, y el aplicarse mucho a ellos le es fatigoso a la carne.”—Ecl. 12:12.

Un factor “fatigoso” es el hecho de que las publicaciones que tratan de los diferentes campos de conocimiento a veces presentan opiniones en conflicto. Por eso, la persona que hace girar su vida en torno a los libros puede cansarse de leer, comparar y tratar de resolver las contradicciones. En particular en lo que toca a los estudios filosóficos, a menudo solo es cuestión de una opinión contra otra.

Puesto que es obvio que nadie puede estudiar todo el campo de conocimiento y teoría humanos, tiene que elegir. ¿Precisamente qué escritos son los más provechosos y se pueden usar sin riesgo como guía para la vida? El sabio rey Salomón, aquel que escribió acerca de hacer muchos libros, provee la respuesta: “Las palabras de los sabios son como aguijones, y justamente como clavos hincados son los que se entregan a las colecciones de sentencias; han sido dadas por parte de un solo pastor.”—Ecl. 12:11.

Según esto, los escritos más valiosos son los que se originan del “un solo pastor” o están de acuerdo con él. ¿Quién es este “un solo pastor”? Los escritos del rey Salomón son parte de las Santas Escrituras y, por tanto, el “pastor” debe ser aquel a quien esas Escrituras designan así. Por ejemplo, en Salmo 23:1 leemos: “Jehová es mi Pastor.”

En vista de las palabras de Salomón, el mayor provecho viene de un estudio cuidadoso de las Escrituras que son inspiradas de Dios. Esto no lo cansa a uno, como pueden hacerlo los esfuerzos vanos por resolver las teorías incompatibles del hombre. Por medio de aplicar las pautas de la Biblia, millones de hombres y mujeres han llegado a apreciar la verdad de lo que leemos en 2 Timoteo 3:16, 17: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente, estando completamente equipado para toda buena obra.”

La sabiduría que se dirige por la Biblia ciertamente puede afectarnos como los aguijones que mencionó Salomón. Este instrumento, el aguijón, con su aguda punta de metal, está diseñado para punzar a un animal de carga e impulsarlo a continuar moviéndose en cierta dirección. Semejantemente, las palabras de los que tienen sabiduría piadosa pueden punzar a los oyentes o lectores a avanzar en armonía con la sabiduría que se expresa en ellas, lo cual redunda en provecho de ellos mismos. Además, las personas que se ocupan con las “colecciones de sentencias,” es decir, los dichos sabios o proverbios que son verdaderamente provechosos, son como los clavos. ¿Cómo es eso? Es porque los clavos pueden dar apoyo a algo o pueden estabilizarlo. Igualmente, por sus sanas palabras de sabiduría, “los que se entregan a las colecciones de sentencias,” pueden tener un efecto estabilizador y apoyador en otros.

Por lo tanto, no deje que la multitud de libros que continuamente se están imprimiendo lo distraiga. Aparte tiempo para considerar el más valioso de todos los libros, la Biblia, y las publicaciones que están en armonía con ella. Entonces, no se sentirá acerca de la Biblia, como se sintió el patriota norteamericano Patrick Henry, quien, poco antes de su muerte, le dijo a un amigo: “Este libro vale más que todos los otros que se han impreso. Es mi desdicha el no haber hallado tiempo hasta recientemente para leerlo con la debida atención y sentimiento.”

Se acelera la composición de tipos

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en la República Sudafricana

LA PALABRA impresa es un registro permanente de la palabra hablada. A eso debe su importancia. Es fácil de entender que haya llegado a ser parte de nuestra vida. Pero, ¿cómo se compone la palabra impresa? Quizás en alguna ocasión usted haya experimentado con un juego de tipo de caucho y, además de aprender a poner los puntos sobre las “íes,” es probable que tenga alguna idea de lo que es el tipo y cómo se transfiere la imagen al papel. La composición de tipos, o composición tipográfica, es un arte gráfico. Debido a que la gente principalmente se interesa en el producto final —la página impresa— pocos están al tanto del sorprendente cambio que ha ocurrido en este campo en los últimos años.

Considere brevemente la página que está leyendo ahora. Note que el tipo está dispuesto en dos columnas; cada línea tiene exactamente la misma longitud y está alineada sobre una línea básica común. El efecto total de la página es un tono gris uniforme sin manchas o zonas negras. Este ha sido el resultado de muchos años de perfeccionamiento y esfuerzo por parte de tipógrafos, que se han empeñado en producir un texto que sea fácil de leer y no canse o distraiga al ojo.

Los métodos actuales de imprimir presentan un vivo contraste con los esfuerzos afanosos que se requerían para componer tipo en años pasados. Antes que llegara a existir el tipo móvil en el siglo quince, los métodos de imprimir eran inflexibles y toscos. En la práctica, era preciso duplicar cualquier documento a mano. Uno no puede