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  • ¿Qué dicen las iglesias y otros?
    ¡Despertad! 1982 | 8 de agosto
    • ¿Qué dicen las iglesias y otros?

      La religión... ¿una fuerza para la paz, o para la guerra?

      Vivimos en una era de ciencia y tecnología. No obstante, la religión continúa siendo una fuerza poderosa en la vida de las personas y en asuntos mundiales. La mayoría de las personas todavía pertenece a alguna religión. Y todavía se cree comúnmente que todas las religiones obran para el bien de la humanidad.

      A veces las diferentes religiones se reúnen con el fin de hablar de la paz. Por ejemplo, en agosto de 1979, 338 delegados procedentes de 47 países se reunieron en Princeton, Nueva Jersey, para celebrar la Tercera Asamblea de la Conferencia Mundial sobre la Religión y la Paz. Estos delegados representaban todas las religiones principales del mundo: el budismo, cristianismo, confucianismo, hinduismo, judaísmo, mahometismo, sintoísmo, zoroastrismo y otras.

      En reuniones de esta índole los líderes religiosos expresan su preocupación por la paz mundial. Y se dice mucho acerca de cómo cada religión ha contribuido a la paz. Sin embargo, vez tras vez los oradores mencionan el mismo punto: no todas las religiones practican lo que predican.

      Al hablar sobre el papel que desempeña el hinduismo en relación con la paz mundial, Swami Ranganathananda de Calcuta, India, dijo: “Un estudio de las metas y los objetivos de la religión revela que esencialmente ésta es una disciplina para promover la paz. Sin embargo, aun un estudio superficial de la historia de la religión muestra que todas las religiones del mundo han contribuido tanto a la guerra como a la paz, en mayor o menor medida.”

      El profesor K. G. Saiyadain de Nueva Delhi, India, dijo: “En el transcurso de la historia del hombre se han provocado tantos conflictos y persecuciones y se han precipitado tantas guerras en el nombre de la religión que muchas personas bien intencionadas le han dado la espalda a ésta y no están dispuestas a buscar la cooperación de ella en los esfuerzos que hacen por conseguir la paz.” Entonces, con relación a la religión islámica, el profesor, quien él mismo es musulmán, agregó: “Cuando hablo del islam y de su contribución a la paz ... no estoy presentando ninguna defensa a favor de los gobernantes musulmanes errados o irreligiosos ni de otros que se hayan desviado del sendero y hayan obrado contrario a la postura del islam que insiste en que la paz es el único modo de vida correcto.”

      Al hablar sobre el papel que ha desempeñado la cristiandad en la paz mundial, el clérigo John H. Burt de Ohio, E.U.A., dijo que el registro mismo que se han hecho los cristianos es “un registro que está lleno de capítulos tristes de infidelidad en lo que tiene que ver con la guerra.”

      Estas ciertamente son declaraciones que hacen a uno pensar. Pero lo que hace a uno pensar más aún es la pregunta: ¿Es la religión una fuerza para la paz, o para la guerra? ¿Qué muestran los hechos?

  • ¿Qué revelan los hechos?
    ¡Despertad! 1982 | 8 de agosto
    • ¿Qué revelan los hechos?

      La religión... ¿una fuerza para la paz, o para la guerra?

      AUNQUE el mundo en general parece estar en paz, “más de dos docenas de guerras de menor magnitud se intensifican y pierden intensidad alternativamente alrededor del globo terráqueo ... y toman miles de vidas,” dice un despacho de la Prensa Asociada. Un examen más detenido revela la “sombría verdad de que probablemente la mitad o más de la mitad de las guerras que se están peleando ahora alrededor del mundo se reconocen abiertamente como conflictos religiosos o tienen que ver con controversias religiosas,” dice el columnista C. L. Sulzberger. Por ejemplo:

      En el Líbano, que fue uno de los campos de batalla de las cruzadas, las facciones políticas de los cristianos y los musulmanes todavía se hallan envueltas en lo que el despacho de la Prensa Asociada llamó “guerras arraigadas en enemistades antiquísimas.” La pelea es principalmente entre los cristianos maronitas y los musulmanes sunnitas. Pero también están envueltos en ella los cristianos ortodoxos griegos y los cristianos uniatos, los musulmanes chiitas y los drusos secretos. Desde 1975 ha habido por lo menos 42.000 víctimas de esta guerra. Si se toma en cuenta el tamaño del país, ésta bien pudiera ser una de las guerras civiles más sangrientas de la historia.

      “El que estén matándose unos a otros en Irlanda del Norte en el nombre de la religión ha resultado en que 2.079 personas hayan perdido la vida en el espacio de 12 años; y 144 de éstas eran policías,” dice el Times de Los Ángeles. Aunque la cuestión fundamental de que se trata es la de derechos civiles —los derechos de la minoría católica contra los de la mayoría protestante— la religión se halla profundamente envuelta en el asunto, y ambos lados han recurrido a medidas bélicas para resolver la controversia. ¿Cuál ha sido el resultado? El país se ve transformado “de un remanso tranquilo y bastión de normas morales estrictas en una sociedad disoluta, de mediados del siglo veinte, corrompida y cambiada por palabras y acciones violentas,” escribió Barry White en el Star de Toronto.

      En las Filipinas, según el Times de Nueva York, “el Ministerio de Defensa ha ofrecido una recompensa de $4.000 [moneda de E.U.A.] por cada uno de dos sacerdotes filipinos ‘rebeldes’ que sean capturados vivos o muertos.” Otro despacho de prensa dice que a “cuatro sacerdotes católicos romanos que abandonaron sus parroquias ... se les ha visto dirigiendo a insurgentes comunistas en escaramuzas sostenidas con las tropas del gobierno.” Mientras que los “sacerdotes activistas han empezado a llevar armas” en el norte del país, según informa Newsweek, en el sur los musulmanes están peleando su ‘guerra santa’ contra la mayoría católica que gobierna.

      Los conflictos en los que la religión está participando activamente no están limitados de manera alguna a estos pocos lugares. Existen luchas entre los turcos y los griegos en Chipre, entre los hindúes y los musulmanes en la India, entre los árabes y los israelíes en el Oriente Medio, entre los cristianos y los budistas en Birmania, entre los musulmanes y los coptos en Egipto. Y el clero se halla envuelto en movimientos políticos y de los guerrilleros en América Central y del Sur. Por supuesto, hay otros factores envueltos en dichas guerras. Pero, ¿por qué se inmiscuye en ellas la religión? Además, ¿por qué no ha podido la religión detenerlas?

      [Ilustración en la página 4]

      Jóvenes religiosos con bombas de gasolina en Ulster

      [Ilustración en la página 5]

      Rebeldes religiosos de las Filipinas en una sesión de instrucción

      [Mapa en la página 5]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      Focos de conflicto

      El Salvador

      Irlanda del Norte

      Chipre

      Líbano

      Egipto

      Paquistán

      Camboya

      Filipinas

  • Por qué se inmiscuye la religión
    ¡Despertad! 1982 | 8 de agosto
    • Por qué se inmiscuye la religión

      La religión... ¿una fuerza para la paz, o para la guerra?

      FRENTE al hecho de que la intromisión de las religiones en la guerra es una realidad innegable, la pregunta inevitable es: ¿Por qué? Según el pensar de muchas personas las religiones no tienen la culpa, sino los que no practican lo que su religión enseña. Les parece que sería posible conseguir la paz si más personas pusieran en práctica sus creencias religiosas en la vida diaria.

      Aunque pudiera haber algo de verdad en eso, no pasemos por alto el hecho de que muchos de los que participan en guerras religiosas lo hacen con tal celo y convicción que avergüenzan a los soldados que pelean en guerras comunes.

      En el transcurso de los siglos la noción de una guerra “santa,” o “justa,” ha ejercido enorme influencia en los seguidores de muchas religiones. Las cruzadas de la cristiandad y, por otro lado, las guerras santas (jihad) del islam son ejemplos sobresalientes de esto. Los que promovían las cruzadas acostumbraban hacer referencia a la Biblia para apoyar sus argumentos. Pero los historiadores reconocen que “en la Iglesia primitiva estaba muy generalizado el punto de vista de que la guerra era una iniquidad organizada con la que la Iglesia y los seguidores de Jesucristo no podían tener nada que ver.”—Encyclopaedia of Religion and Ethics, por Hastings.

      Sin embargo, en años posteriores, líderes prominentes de la Iglesia, como Agustín y Tomás de Aquino, defendieron vigorosamente el asunto de las guerras “justas.” “Agustín (durante la primera parte del siglo quinto) creó la primera gran síntesis de la fe cristiana y la práctica de la guerra,” escribe en Christianity Today el profesor de teología Robert Culver. Esta “se convirtió en la posición oficial de las ramas principales de la iglesia desde aquel día hasta el presente.”

      La doctrina de las guerras “justas,” o “justificadas,” parte de la premisa de que los gobernantes han recibido de Dios la obligación de mantener la ley y el orden en una sociedad imperfecta y que también recibieron autoridad para hacerlo por la fuerza —la policía, los tribunales, las prisiones y el patíbulo— cuando sea necesario. Si es así, entonces también están justificados a usar el ejército, la marina y cualquier otra cosa para mantener la paz y seguridad nacionales cuando eso sea necesario.

      Es fácil de ver por qué semejante doctrina tendría gran aceptación entre la clase gobernante. Pero también ha tenido aceptación popular porque libera a la persona común de la carga de tener que tomar decisiones de conciencia. Todo lo que tiene que hacer es obedecer lo que le diga el estado. De hecho, debido a que coopere en esto puede que la persona crea que está haciendo la voluntad de Dios o que Dios está de parte de ella. ¿No es eso lo que piensa prácticamente todo soldado en la guerra?

      Concepto erróneo sobre el reino milenario

      Gunter Lewy dice lo siguiente en el libro Religion and Revolution: “La búsqueda del Milenio, a menudo dirigida por una figura mesiánica, ha provocado numerosos movimientos revolucionarios, muchos de los cuales han producido innovaciones políticas y sociales de importancia.”

      Como ejemplo muy interesante y esclarecedor de esto considere la Revuelta de Tai-ping que tuvo lugar en China de 1850 a 1864, durante una época en que había mucha opresión extranjera y también mucha corrupción interna. El culto que se desarrolló era una extraña mezcolanza de confucianismo y evangelismo cristiano. El caudillo, Hong Sieu-ts’iwan, afirmó que, como hijo de Dios y hermano de Jesús, Dios lo había enviado a la Tierra a establecer el Tai-ping Tien-kuo, el Reino Celestial de Gran Paz. Con el tiempo este movimiento penetró en 16 de las 18 provincias chinas, capturó unas 600 ciudades y ocupó a Nankin, y la hizo la “capital celestial” de la Tierra. Se le ha llamado “el más grande movimiento masivo antes de la era moderna que se haya registrado en la historia,” y al caer éste es posible que se hayan perdido hasta 40 millones de vidas.

      En otros lugares y en otras épocas existieron los macabeos y los celotes del judaísmo, los monjes budistas políticos de Birmania y Ceilán, los Hombres de la Quinta Monarquía de la Revolución Puritana de Inglaterra del siglo diecisiete, los mahdistas del islam de Sudán, quienes dirigieron el infame sitio de Jartum... de seguir la lista sería interminable.

      Los líderes religiosos siguen pidiendo cooperación entre las religiones en el interés de la paz mundial. Evidentemente piensan que si tan solo pueden zanjar sus diferencias religiosas, quedará asegurada la paz. Pero los hechos muestran que son pocas las guerras que se pelean únicamente por diferencias doctrinales. En lugar de eso, tienen mucho que ver con ellas cuestiones sociales, económicas, territoriales, políticas y muchas de otra índole. Pero más bien que prevenir tales guerras, la religión se ha inmiscuido en esas cuestiones y, al valerse de ella algunos clérigos descaminados, ha infundido tal fervor y celo en las multitudes de los ‘fieles’ que éstas han tomado las armas.

      Se puede ver claramente que la religión ha fracasado como fuerza para la paz. Pero, ¿qué hay en cuanto a la Palabra de Dios, la Biblia? ¿Es ésta realmente una fuerza para la paz?

      [Recuadro en la página 6]

      “Las guerras religiosas tienden a ser sumamente encarnizadas. Cuando se pelea por territorios en busca de ventajas económicas, se llega al punto en que no vale la pena el costo de seguir peleando de modo que se entra en una avenencia. Cuando la causa es religiosa, la avenencia y la conciliación se ven como un mal.”—Roger Shinn, profesor de ética social, Seminario Teológico Union

  • La religión verdadera... una fuerza para la paz
    ¡Despertad! 1982 | 8 de agosto
    • La religión verdadera... una fuerza para la paz

      La religión... ¿una fuerza para la paz, o para la guerra?

      LA PAZ que inspira la Biblia no es una paz que consista tan solo en palabras. Para los que siguen sus enseñanzas, la Biblia es una fuerza poderosa para la paz.

      Los cristianos primitivos no solo hablaron de paz, sino que también se les conoció por la firme posición que adoptaron de mantenerse neutrales en los asuntos militares y políticos, y por el maltrato que soportaron debido a ello. El historiador Roland Bainton, de la Universidad de Yale, escribió lo siguiente: “Desde el final del período en que se escribió el Nuevo Testamento hasta la década de 170 a 180, no hay prueba de que haya habido cristianos en el ejército.” Guy Franklin Herschberger añadió esto: “Está muy claro que es imposible hablar de soldados cristianos antes de 174 A.D.”

      ¿Qué se puede decir de nuestro tiempo? ¿Sigue siendo la Biblia una fuerza para la paz en la vida de los que de todo corazón siguen sus enseñanzas?

      En su libro A History of Christianity, Paul Johnson escribió sobre las actividades de las iglesias de la Alemania Nazi durante la II Guerra Mundial y dijo: “Los más valerosos fueron los testigos de Jehová, quienes proclamaron su franca oposición doctrinal desde el principio y sufrieron en armonía con ello. ... Muchos fueron sentenciados a muerte por negarse a rendir servicio militar ... o terminaron en Dachau o en asilos para dementes. A la tercera parte de ellos, de hecho, se les mató; el noventa y siete por ciento sufrió persecución de una forma u otra.”

      En tiempos más recientes, aparecieron los siguientes comentarios en un periódico principal de cierto país sudamericano: “En este país se niega la libertad religiosa a varios miles de testigos de Jehová porque su religión no les permite saludar la bandera, cantar el himno nacional o tomar las armas. Como resultado de eso, testigos de Jehová han sido arrestados, y éstos se han quejado a las autoridades porque han sido golpeados, sus hijos han sido expulsados de las escuelas y se les ha negado educación escolar.”

      En abril del año pasado, el Gazette de Arkansas publicó un artículo acerca de los refugiados cubanos ubicados en Fort Chaffee, Arkansas. Según el artículo, cuando a un refugiado se le preguntó por qué a los testigos de Jehová en Cuba se les trataba como parias, contestó: “No sé de ningún Testigo que estuviera en la milicia cubana. ... Eso no sucede en Cuba respecto a ninguna otra religión.” También dijo que muchas dificultades que los testigos de Jehová tuvieron se debían a “su posición neutral.”

      Beneficios de ir en pos de la paz

      ¿Qué han logrado los Testigos por su “posición neutral”? Algunos quizás piensen que solo les ha causado dificultades. Sin embargo, el que se hayan mantenido firmes a favor de los principios bíblicos también ha resultado en recibir reconocimiento y encomio. He aquí algunos casos:

      Después de leer un relato sobre los testigos de Jehová que estuvieron en los campos de concentración nazi, cierto rabino judío que salió vivo de los campos de Sachsenhausen escribió: “El saber que hubo hombres y mujeres [testigos de Jehová] que prefirieron morir a sacrificar su fe y sus convicciones profundamente arraigadas, siempre será para mí una de las experiencias más inspiradoras y ennoblecedoras de mi vida.”

      El Times de Londres publicó una carta del Dr. Bryan Wilson, de la Universidad de Oxford, con relación a la neutralidad de los testigos de Jehová de Zambia y otros países africanos. En parte, el Dr. Wilson dijo: “Los testigos de Jehová se cuentan entre los ciudadanos más honrados y diligentes de los países africanos. Si los valores que ellos apoyan y por los que viven tan constantemente se difundieran a mayor grado en África, se mitigarían considerablemente algunos de los peores problemas sociales que aquejan a los países africanos.”

      En cuanto a los Testigos cubanos que llegaron a Fort Chaffee como refugiados, el Gazette de Arkansas informó: “Fueron los primeros a los que se puso en hogares nuevos porque sus ‘hermanos y hermanas’ estadounidenses —compañeros testigos de Jehová— vinieron a buscarlos. ... Cuando los Testigos llaman a sus colegas espirituales de cualquier país ‘hermanos y hermanas,’ verdaderamente lo dicen en serio.”

      Debido a que cifran su confianza en el reino de Dios, los testigos de Jehová dan testimonio al hecho de que la religión verdadera, que se basa en la Biblia, es una fuerza poderosa para la paz cuando se atiene firmemente a lo que ésta dice.

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