¿Por qué preocuparse con la religión?
Muchas personas hoy día muestran apatía hacia la religión. La religión es culpable de parte de esto. ¿Qué ofrece realmente la verdadera religión, y qué debiera significar ésta para usted?
MUCHAS personas desconfían del valor de la religión hoy en día. Sus méritos, según creen, son principalmente sociales, psicológicos, psiquiátricos o tal vez morales. De modo que si están bien equilibradas mentalmente y si consideran que su moral es satisfactoria, muchas de ellas ven poca razón para hacer mucho acerca de la religión. Aun cuando las iglesias tratan de ofrecer métodos de preservar el sistema económico, de desafiar al comunismo o de evitar otra guerra, sus propuestas no producen la reacción que ellas quisieran, porque muchas personas creen que esas cosas podrían ser mejor manejadas por expertos en esos campos particulares.
Pero la religión verdadera tiene una misión mucho más importante. No trata de conseguir que Dios nos sirva a nosotros, sino que muestra cómo nosotros debiéramos servirle a él. No es sólo un medio hacia un fin, un artificio por medio del cual se pueda conseguir que Dios se ponga de parte de uno en actividades comerciales, sociales, políticas o de otra clase. Más bien, incluye una obediencia sumisa al Soberano Supremo del universo.
Es solamente por medio de tener conocimiento de las instrucciones que la Biblia contiene que podemos saber cuáles son los mandatos de Dios y cómo servirle. Por esta razón la religión verdadera debe tener que ver con la educación bíblica. Tiene que proveer el conocimiento bíblico que en tantas vidas falta hoy en día. ¿Qué información adicional provee la Biblia? Manifiesta la causa de las dificultades presentes de la tierra, que los días en que vivimos son los “últimos días” del dominio inicuo de Satanás, y que los presentes “tiempos críticos” emanan de la ira de Satanás al saber él que su destrucción está cerca. Esta información marca a nuestro tiempo como un tiempo importante, e impulsa a los que la oyen a obedecer el mandato bíblico de predicar estas buenas nuevas por toda la tierra.—2 Tim. 3:1; Apo. 12:12; Mat. 24:14, NM.
Los que entienden la Palabra de Dios se sentirán impulsados, así como sucedió con los cristianos del primer siglo, a participar activamente en la obra de enseñar voluntariamente a otros acerca de estas buenas nuevas, realmente obedeciendo el mandato de estar “siempre listos para hacer una defensa ante todo aquel que les demande una razón de la esperanza que hay en ustedes.”—1 Ped. 3:15, NM.
Este conocimiento correcto acerca de la Palabra de Dios ofrece mucho: la explicación de las dificultades presentes de la tierra, un entendimiento seguro en cuanto a los resultados de ellas, y un entendimiento de los hechos que Jesús dijo realmente conducen a la vida eterna. (Juan 17:3) Vastas multitudes de gente han reconocido que esta información es vital y la han predicado hasta el grado asombroso que otro material en este número especial de La Atalaya relata. ¿Seguirá usted el buen ejemplo de ellas, estudiando la Palabra de Dios, aprendiendo sus propósitos y enseñando éstos a otros?