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¿Cómo puede la religión aliviar las tensiones?La Atalaya 1982 | 15 de marzo
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¿O ha establecido Dios una norma que aplica a todos en todas partes?
La participación de la religión en la política ha causado confusión de muchas maneras, más bien que introducir un elemento “piadoso” en los asuntos del mundo. ¿Significa esto que a la religión no le corresponde desempeñar algún papel? ¿No tiene nada que contribuir hacia el alivio de las tensiones del mundo?
La manera más excelente de ayudar
La realidad es que la religión verdadera puede hacer una contribución inmensa. Pero a fin de ver lo que es esa contribución, tenemos que comprender algunos hechos básicos.
Primero, para tener valor, la religión tiene que hablar con la voz de Dios, no la del hombre. ¿Cómo puede hacer eso? La Biblia dice: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente, estando completamente equipado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16, 17) Si un ministro religioso expresa su propia opinión, aunque tenga una Biblia en la mano, esa opinión no tiene más valor que la opinión de cualquier otra persona. Pero, si lo que él dice realmente es lo que se declara en la Biblia, o en la “Escritura,” representa los pensamientos de Dios.
Segundo, Jesús dijo: “Mi reino no es parte de este mundo.” (Juan 18:36) Por eso, la religión verdadera, basada en la Biblia, se mantiene neutral en cuanto a la política del mundo. No está ni a favor ni en contra de ninguna nación, raza, ningún sistema político o arreglo económico. Los cristianos promueven el reino de Dios, no algún “reino” de este mundo. El cristiano no debe declararse de parte de un lado ni del otro en las disputas políticas de este mundo, tal como Jesús no lo hizo respecto a las controversias enconadas entre los judíos y los romanos de su día.—Marcos 12:17.
Tal como lo hacen los cristianos hoy día, Jesús dio ayuda física a los enfermos y necesitados siempre que pudo. Pero no se envolvió en la política. Su trabajo principal era el de predicar “las buenas nuevas del reino.” (Mateo 9:35) La predicación de estas mismas “buenas nuevas” es la manera más excelente que el cristiano tiene para ayudar a su prójimo en vista de las condiciones difíciles que afligen al mundo hoy día.
¿Por qué es tal proceder mejor que el envolverse en la política? Porque, como tiene que admitir cualquier persona que se atiene a la realidad, la acción política jamás podrá resolver cabalmente los problemas de la humanidad a pesar de los esfuerzos diligentes y sinceros de algunos políticos. Se requiere autoridad y poder sobrehumanos para eliminar la pobreza, la enfermedad, la corrupción y todos los otros males. Y la Biblia explica que Dios es el único que logrará esto, y lo hará mediante su reino, su gobierno celestial con Jesucristo de rey.—Jeremías 10:23; Daniel 2:44.
Por lo tanto, la comisión que Jesús dio a sus seguidores no fue la de tratar de influir en los políticos del mundo, sino la de hacer discípulos, comisión que sus seguidores llevan a cabo hoy día al predicar “estas buenas nuevas del reino” en toda la tierra habitada. (Mateo 24:14) Es su deber informar a la humanidad por qué ese reino quitará las tensiones, y cómo sabemos que ya está muy cerca. El trabajo de ellos es el de decir a otros acerca de las bendiciones que han de manar de ese reino tanto ahora como en el futuro, y han de ayudar a las personas a hacerse discípulos de Jesucristo, lo cual hará posible que ellas participen de esas bendiciones.—Mateo 28:19, 20; 1 Timoteo 4:8; Revelación 21:3, 4.
Este mensaje es de muchísimo valor para los que lo aceptan. Les contesta preguntas que les han causado mucha perplejidad, disipa sus dudas, les ayuda a enfrentarse con éxito a las tensiones que les causan molestia hoy y, por lo tanto, les enseña a conseguir la “paz de Dios que supera todo pensamiento.”—Filipenses 4:6, 7.
¿Es esto suficiente?
A algunos no les parece que esto sea adecuado. Un ministro religioso activo en la política de un país occidental que está siendo inundado por materialismo e inmoralidad dijo: “Los cristianos tendrán que demostrar una actitud activista muy resuelta . . . o estaremos acabados.” Pero, ¿será derrotado el cristianismo si los que dicen ser cristianos no se hacen activistas políticos?
También hay misioneros en países pobres a quienes les parece que la predicación de las “buenas nuevas” no es suficiente. Creen que la gente necesita ayuda ahora. Por eso participan en esfuerzos revolucionarios. Sin embargo, es seguro que cualesquier esfuerzos por derribar los gobiernos establecidos son contrarios a este consejo bíblico: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores.” (Romanos 13:1) El participar en esos esfuerzos revolucionarios también es exactamente lo contrario a la conducta de Jesús y sus seguidores inmediatos, quienes “no [eran] parte del mundo.” (Juan 17:16) Tal participación solo sirve para aumentar las tensiones.
Jesús hizo la siguiente promesa a sus seguidores verdaderos: “¡Miren! estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas.” (Mateo 28:20) Durante los primeros siglos después de la muerte de Jesús, los cristianos profesos creían aquella promesa. Se mantuvieron alejados de la política. Y aunque se hallaba perseguida y rodeada de incredulidad, la fe cristiana sobrevivió.
Hoy, Jesús todavía está con sus seguidores. Todavía puede preservar el cristianismo verdadero sin que los cristianos tengan que envolverse en la política. Y él realizará el propósito de Dios de transformar la Tierra en un paraíso lleno de personas felices y libres de tensión, a pesar de que tantas personas hoy día creen que son ellas quienes tienen que cambiar el mundo.—Daniel 2:44; Revelación 21:4.
Pero, ¿tienen los pobres del mundo suficiente con las “buenas nuevas”? Un testigo de Jehová que sirvió de misionero por varios años en el Lejano Oriente dijo:
“Es cierto que la pobreza que veíamos a menudo nos entristecía. Pero, ¿cómo hubiera ayudado el que animáramos a los pobres a rebelarse? ¿Quién pudiera haber garantizado que el siguiente gobierno hubiera obrado mejor?
“De modo que llamamos a la atención de la gente el gobierno que sabíamos que obraría mejor, el reino de Dios. Y cuando aquellos pobres aceptaban las buenas nuevas acerca del Reino, estaban conscientes de tener una nueva relación con Dios. Percibían que Dios realmente cuidaba de ellas y experimentaban cómo les ayudaba en las crisis de su vida. Esto les impartía un sentido de dignidad y les daba confianza en el futuro.”
Otro testigo de Jehová, que dedicó muchos años a la predicación de “las buenas nuevas del reino” en América Central, convino en lo que dijo aquél. Añadió: “Los pobres que aceptaron las ‘buenas nuevas’ abandonaron sus supersticiones y sus vicios anteriores, tales como el fumar, el jugar por dinero, el emborracharse y el masticar areca o nuez de betel; y frecuentemente sus circunstancias materiales mejoraban porque hacían mejor uso de sus recursos. Y a medida que daban a lo espiritual el primer lugar en su vida, su pobreza material se les hacía menos penosa. Ya no envidiaban a los ricos, porque reconocían que poseían algo que muchos ricos no tenían.”
Sí, es natural que uno se preocupe por la difusión del ateísmo o la impiedad, por la generalización de la opresión, el hambre y los demás males de este sistema de cosas. El que estos problemas sigan existiendo demuestra lo necesario que es el reino de Dios para la humanidad. Esta es la única esperanza que se puede tener de ver un futuro feliz, y la verdadera religión cristiana, basada en la Biblia, es la única que realmente está ayudando a la gente a poner fe en ella. Al hacer eso, proporciona la mejor ayuda que se puede dar para aliviar las tensiones del día moderno.
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¿Es realmente importante el nombre?La Atalaya 1982 | 15 de marzo
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¿Es realmente importante el nombre?
ESTA es una pregunta que muchas personas hacen cuando consideran el asunto del nombre de Dios. “Dios es Dios,” ellas dicen. “¿Por qué se necesita un nombre?”
The Illustrated Bible Dictionary, publicado en 1980 por Tyndale House Publishers, ofrece este comentario sobre la importancia de un nombre en tiempos bíblicos: “Un estudio de la palabra ‘nombre’ en el AT [Antiguo Testamento] revela lo mucho que significa ésta en el idioma hebreo. El nombre no es sencillamente una designación, sino que es significativo con relación a la verdadera personalidad de la persona a quien pertenece el nombre. Puede que se derive de las circunstancias del nacimiento de la persona (Gn. Gé 5:29) o destaque la reputación de ella (Gn. Gé 27:36), y cuando alguien da su ‘nombre’ a algo o a otra persona, dicha cosa o persona llega a estar bajo la influencia y protección de aquél.
Entonces, respecto al nombre de Dios, el Dictionary dice: “Por eso Yavé, en contraste con Elohim [Dios], es un nombre propio, el nombre de una Persona, aunque esta Persona sea divina. Como tal, tiene su propio marco ideológico; presenta a Dios como una Persona y por eso El puede establecer una relación con otras personas humanas . . . , y él habla con los patriarcas como de un amigo a otro.”
De modo que la única manera en que alguien puede acercarse a Dios y establecer una relación personal con él es mediante conocerlo por su nombre, Yavé, o Jehová, y aprender a usar este nombre con gran respeto al rendirle adoración. (Juan 17:26) Ciertamente, los que hagan eso ‘llegarán a estar bajo la influencia y protección de él,’ porque Jehová mismo dice: “Lo protegeré porque ha llegado a conocer mi nombre.”—Salmo 91:14.
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