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  • La renovación carismática... ¿qué es?
    ¡Despertad! 1982 | 22 de junio
    • La renovación carismática... ¿qué es?

      EN UNA reunión, los adoradores tienen la cabeza inclinada como si estuvieran orando. Todo está tranquilo. Entonces se oye un vago sonido de voces... el murmullo de oraciones. De repente, se oyen voces fuertes por todas partes. La gente levanta los brazos, las manos y el rostro. ¡El ambiente está lleno de excitación!

      Al llegar a este punto, la gente grita lemas religiosos tales como “¡Alaben al Señor!” y “¡Aleluya!” Luego, alguien se pone a hablar en un “idioma” que nadie entiende. Comienza el llanto. Los participantes parecen estar extáticos.

      ¿Se trata de una reunión pentecostal? Eso es lo que uno hubiera pensado hasta hace unos cuantos años. Pero es muy probable que la escena que se acaba de describir se haya desarrollado durante una reunión celebrada en una iglesia episcopal, o en el estadio de una universidad católica romana o en cualquier otra parte, y que los asistentes hayan sido un grupo mixto de católicos y protestantes.

      En generaciones pasadas ha habido quienes afirmaban tener ‘dones de favor divino’ (griego, charismata). Por eso se dice que es carismático el antiguo movimiento pentecostal, con sus “dones” de “hablar en lenguas” y efectuar “curaciones.” Se cree que estos dones provienen del espíritu santo de Dios.

      Los ‘Nuevos Carismáticos’

      En los años sesenta, las iglesias en general parecían estar en un estado de parálisis espiritual. Sus miembros disminuyeron en número. En los seminarios la escasez de estudiantes era perturbadora. Pero entonces de repente surgieron los ‘nuevos carismáticos.’ ¿Cómo sucedió esto?

      En 1959, en una iglesia episcopal de California, varios miembros empezaron a hablar en lenguas. Luego, en otra iglesia, un sacerdote episcopal hizo lo mismo. Cuando se transfirió al sacerdote al estado de Washington, hubo quienes hablaron en lenguas allí. La idea se esparció hasta llegar a seminarios, colegios e iglesias protestantes de un extremo al otro de los Estados Unidos. Entonces, hacia el fin de los años sesenta, un grupo de católicos romanos en la Universidad Duquesne de Pittsburgo se puso a hablar en lenguas. Las noticias acerca de esto se propagaron, y la escena se repitió en otros colegios y parroquias católico romanos. Poco después, algunos de estos grupos de diferentes religiones comenzaron a celebrar reuniones juntos para hablar en lenguas y efectuar curaciones.

      El movimiento se difundió a otros países. Hubo informes de prensa de que decenas de miles de personas estaban asistiendo a asambleas relacionadas con el movimiento carismático que se celebraban en ciudades grandes del mundo. En 1980, cierta encuesta reveló que unos 29 millones de adultos estadounidenses decían que eran cristianos carismáticos.

      ¿Qué significa esto?

      Muchas personas sinceras ven estos sucesos como prueba de que el espíritu santo de Dios está obrando en la forma de una renovación carismática a fin de ayudar a la religión a que se restablezca. No se puede negar que algo ha sucedido a estas personas de diversos antecedentes religiosos. Y es evidente que desean agradar a Dios.

      Dado que éste es el caso, las personas deberían estar dispuestas a hacer un examen cuidadoso del movimiento para ver lo que éste realmente ha logrado. ¿Está produciendo pruebas de que tiene la aprobación de Dios? ¿Es así como Dios está obrando en nuestro tiempo?

  • Un examen más detenido
    ¡Despertad! 1982 | 22 de junio
    • Un examen más detenido

      ¿HA ESTADO obrando el espíritu santo en el movimiento de renovación carismática? Ciertamente los participantes en el movimiento reconocen que cada uno quisiera estar seguro al respecto, especialmente en vista de que en la Palabra de Dios se dan las siguientes instrucciones a los cristianos: “Queridos hermanos, no crean ustedes a todos los que dicen estar inspirados por Dios, sino pónganlos a prueba, a ver si el espíritu que hay en ellos es de Dios o no.”—1 Juan 4:1, Versión Popular.

      Por supuesto, los adeptos sinceros del movimiento carismático creen que lo que experimentan es prueba de que el espíritu santo está obrando entre los creyentes, y que está produciendo el mismo efecto que produjo en los cristianos del primer siglo. Por otra parte, los que no están envueltos en el movimiento carismático esperan ver repetidas otras manifestaciones del espíritu santo que también eran evidentes en el primer siglo.

      ¿Verdadera unidad?

      Por ejemplo, ¿qué hay de la unidad que se ha logrado? ¿Hasta qué grado se ha logrado ésta en realidad? El hecho es que por lo general los adeptos del movimiento carismático han seguido siendo miembros de la iglesia con la que se asociaban antes de su experiencia. Pero esto hace que surjan preguntas serias en la mente de los que observan la situación.

      Por ejemplo: ¿Realmente cree un pentecostal devoto que un presbiteriano carismático que fume tabaco esté verdaderamente salvo? ¿Sinceramente cree un bautista carismático que la aspersión que haya recibido previamente un católico o un episcopal constituya de repente un bautismo cristiano válido simplemente porque dicha persona se haya unido al movimiento carismático? ¿Concordará ahora genuinamente un luterano carismático con un católico carismático en que los sacerdotes católicos romanos realmente convierten el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo cuando celebran la misa? Se podría seguir enumerando otras diferencias.

      ¿Debería importar el que existan estas barreras divisivas? A los cristianos del primer siglo ciertamente les importaba. Bajo inspiración del espíritu santo, el apóstol Pablo escribió lo siguiente: “Les ruego que se pongan de acuerdo y no estén divididos. Vivan en armonía, pensando y sintiendo de la misma manera.” (1 Corintios 1:10, VP) Obviamente, no era propio que hubiera desunión entre aquellos cristianos verdaderos. El espíritu santo no producía tal resultado en aquel entonces. Más bien, unía a los cristianos por medio de vencer diferencias que habían existido antes. La unión de ellos era sólida en lo que tenía que ver con doctrina, organización y lo que practicaban; no era una unión floja, débil, basada en una experiencia emocional que todos habían tenido en común.

      Algunos de los que están envueltos en el movimiento carismático confiesan que hay desunión. Christianity Today informó: “Algunos líderes dijeron que hasta la fecha la unidad que han experimentado los adeptos al movimiento carismático es de índole emocional. Existen importantes diferencias doctrinales, y éstas han sido pasadas por alto con demasiada facilidad, lo cual pone en peligro los esfuerzos por lograr unidad en el futuro.”

      Crisis en cuanto al liderato

      Algunos de los líderes de la renovación carismática llegaron a ser bastante bien conocidos. Pero con el tiempo, debido a que ellos tenían diferentes antecedentes, surgieron diversas opiniones en cuanto a cómo dirigir los asuntos. Quedaron divididos en cuanto a la dirección y el liderato.

      Al reconocer la grave amenaza que tales divisiones presentaban para la renovación carismática, personas interesadas en el problema hicieron arreglos para que se celebrara una especie de reunión en la cumbre con los líderes. Esta se celebró en Dallas, Texas, en 1980. El orador que comenzó la reunión dijo francamente: “Estamos reunidos aquí para admitir que es escandaloso el que estemos divididos.”

      Pero, ¿se remedió la situación? No. Una facción estaba a favor de que se desarrollaran grupos bajo un anciano o maestro que cuidara de sus discípulos. Los que se oponían a esto afirmaban que “los ancianos controlaban la vida de otras personas de una manera que no tenía base en la Biblia, a tal grado que usurpaban aun la autoridad de Cristo.” Cierto líder acusó a otro de “hurtar ovejas,” y agregó: “Ellos no están convirtiendo a pecadores en discípulos de Cristo; están convirtiendo a miembros de otras iglesias en discípulos de ellos mismos.” Obviamente, sigue habiendo divisiones.—Christianity Today, 4 de abril de 1980.

      La falta de unidad tiene que estar ligada a una causa verdadera. La causa reside en el hecho de que han rechazado la autoridad de la Biblia.

      Rechazan el libro que produce unidad

      Si usted está envuelto en el movimiento carismático, tal vez crea sinceramente que los líderes carismáticos nunca rechazarían la Biblia. Pero recuerde que uno de los “dones” que afirman tener los que participan en el movimiento es el de profecía. Se cree que la palabra escrita “siempre debe estar subordinada a la autoridad de la palabra viva y ‘dinámica’” que proviene del profetizar, informa el libro The New Charismatics. Cierto “carismático” lo expresó como sigue: “El espíritu como el Dios viviente se mueve a través de los registros del testimonio del pasado y va más allá de éstos.”

      Pero, el apóstol Pablo dijo: “Aunque nosotros o un ángel del cielo les declarara como buenas nuevas algo más allá [“distinto” (VP)] de lo que nosotros les declaramos como buenas nuevas, sea maldito.” (Gálatas 1:8) Bueno, si un apóstol o un ángel no deberían ir más allá de las buenas nuevas que están registradas en la Biblia, ¿está autorizado para hacerlo un personaje carismático de la actualidad?

      Catherine Marshall, autora y participante en el movimiento de renovación carismática dice que “el canon del Antiguo y Nuevo Testamento no encierra toda la verdad e instrucción que Cristo tiene para darnos.” Pero la Biblia misma dice: “Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud, para que el hombre de Dios esté capacitado y completamente preparado para hacer toda clase de bien.” (2 Timoteo 3:16, 17, VP) Puesto que éste es el papel que desempeña la Biblia, ¿por qué menospreciar su contenido?

      A primera vista quizás parezca bastante inofensivo el que uno ponga su propia experiencia por delante de la Biblia misma. Pero, ¿se da usted cuenta de lo que podría resultar de esto? Recuerde que en Guyana el líder responsable de la tragedia que sobrevino al grupo de Jonestown echó a un lado la Biblia e inculcó en sus seguidores la necesidad de escucharlo a él y sus ‘revelaciones procedentes de Dios.’ El los había convencido de que debían confiar en lo que “experimentaban” en asociación con él más bien que en la Palabra escrita de Dios. ¿Ve usted lo peligroso que es adoptar semejante posición... lo vulnerable que hace a la persona? Si no se utilizara la Biblia como guía, ¿qué protección habría en contra de la influencia de la histeria de las masas y la manipulación de las multitudes?

      Es cierto que el profetizar no se debe tratar con desdén, pero también es cierto que se le manda a uno a ‘asegurarse de todas las cosas; a adherirse firmemente a lo que es excelente.’ (1 Tesalonicenses 5:20, 21) Por eso se da el mandato en 1 Juan 4:1 de “examinad los espíritus a ver si son de Dios.” (Nieto) El mismo texto advierte: “No os fiéis de cualquier espíritu.” (Biblia de Jerusalén) Obviamente, no todos los espíritus son de Dios. Algunos proceden de Satanás el Diablo.

      Bueno, ¿cómo puede uno distinguir un espíritu del otro? La experiencia personal no basta para que uno pueda ‘asegurarse’ de ello. Además, ciertamente ninguna revelación que se transmitiera hoy mediante el espíritu de Dios contradiría las revelaciones que el mismo espíritu hizo a Jesús, sus discípulos y los escritores de la Biblia.

      Los que están activos en el movimiento carismático tienen la esperanza de que con el tiempo sus diferencias se resolverán. Pero un pastor admitió: “Desde el punto de vista doctrinal, es imposible predecir en qué dirección irá el movimiento carismático en su totalidad.” La razón obvia por la que persisten las divisiones es que muchos participantes del movimiento carismático no reconocen la Biblia como autoridad final en asuntos de enseñanza. Claro está que si sustituyen ésta con la experiencia personal, nunca lograrán verdadera unidad.

      Personas meditativas tanto dentro como fuera del movimiento actualmente preguntan: ¿Realmente refleja el movimiento carismático el espíritu santo de Dios en acción? ¿Hacia dónde va el movimiento?

      [Comentario en la página 5]

      A primera vista quizás parezca bastante inofensivo el que uno ponga su propia experiencia por delante de la Biblia misma. Pero, ¿se da usted cuenta de lo que podría resultar de esto?

      [Comentario en la página 6]

      ¿Cómo puede uno distinguir un espíritu del otro? La experiencia personal no basta para que uno pueda ‘asegurarse’ de ello.

  • ¿Hacia dónde va?
    ¡Despertad! 1982 | 22 de junio
    • ¿Hacia dónde va?

      EN UN informe que se presentó al grupo Renovación Carismática Católica de los Estados Unidos, uno de sus líderes dijo: “Podemos ver que la renovación está aflojando el paso y/o está fragmentándose.” El informe añadió: “Con esa fragmentación ha surgido una dilución de la Palabra de Dios.”

      El informe susodicho se citó en la revista evangélica y de renovación australiana Vision (mayo-junio de 1980) en un artículo intitulado “¿Qué le está pasando a la renovación?” El autor del artículo, que es “carismático,” informa sobre un discurso que él pronunció en una reunión carismática, donde habló de “la muerte de la renovación carismática.”

      El presidente de la Conferencia Internacional de Luteranos Carismáticos analizó la fragmentación del movimiento carismático y alistó “siete grupos” que se han desarrollado tan solo en los Estados Unidos. Estos incluyen: grupos que giran en torno a líderes prominentes; grupos protestantes y católicos que están tratando de retener la renovación dentro de sus parroquias; y los llamados grupos “salud y fortuna” que enfatizan la curación y el éxito financiero como prueba de la aprobación de Dios.

      Se ve, pues, que los líderes y observadores están preocupados en cuanto a la disminución del impulso, de que “no va a durar para siempre,” según lo expresó un “carismático.” (U.S. Catholic, feb. de 1980) Al seguir los asuntos como van, parece que resultarán o en la pérdida de entusiasmo o en el establecimiento de nuevas sectas de pentecostales carismáticos reunidas en torno a diferentes líderes.

      La posibilidad de que tenga este resultado no carece de fundamento. De los pentecostales que aparecieron en la escena religiosa hace varias generaciones, la Encyclopaedia Britannica dice lo siguiente: “Al principio no tenían la intención de separarse de sus propias iglesias para formar otra confesión. Sencillamente querían ser agentes de la reforma y de la renovación para ayudar a sus iglesias a librarse del formalismo en la adoración, del modernismo en las creencias, del espíritu mundano en lo que practicaban, y se esforzaron por transformar sus iglesias en comunidades vibrantes y llenas de espíritu similares a las descritas en el libro de Hechos del Nuevo Testamento.” No obstante, con el tiempo, se fundó una confesión pentecostal por separado. Luego ocurrieron numerosas divisiones. En la actualidad hay más de 30 clases de pentecostales.

      El parecido de la historia reciente de los “nuevos carismáticos” con lo descrito es asombroso. Pero al analizar lo que inició el movimiento moderno, esto realmente no causa sorpresa.

      Lo que realmente sucedió

      Por las historias que a menudo se relatan, llegaríamos a la conclusión de que el hablar en lenguas y la renovación surgieron repentinamente por cuenta propia... una obra espontánea del espíritu santo. Pero vale la pena mencionar que en 1959, en el desarrollo original de este movimiento entre protestantes de California, dos episcopales “recibieron el bautismo del Espíritu Santo mediante el testimonio de amigos pentecostales.” Ellos transmitieron la “experiencia” a aproximadamente una docena de otros miembros. El propio pastor de ellos se puso en comunicación aun con otros más y la “experiencia” se esparció entre muchas iglesias protestantes.

      De manera similar, el desarrollo católico tampoco fue en realidad espontáneo. Aun antes de la ‘experiencia de Duquesne’ “hubo católicos que habían recibido individualmente la experiencia pentecostal... a menudo debido a la influencia de amigos pentecostales,” dice The New Charismatics.

      ¿Qué hay de la gente que participó en la experiencia de Duquesne, puesto que lo que sucedió allí parece haber provocado la rápida diseminación de la experiencia entre católicos? En agosto de 1966 ciertos amigos de miembros del cuerpo docente en la universidad les habían hecho conocer varias publicaciones que promovían el modo de pensar pentecostal. “Finalmente, el grupo decidió familiarizarse personalmente con cristianos de la localidad que tuvieron la experiencia pentecostal,” dice un escritor. Esta reunión llevó al “fin de semana de Duquesne.”

      Así, lo que sucedió fue que ideas y experiencias que los pentecostales habían tenido antes penetraron en algunas iglesias principales. La mayoría de los que recibieron la experiencia o estaban buscando una manera más “dinámica,” emocionante y gozosa de adorar o fueron influidos por los que habían tenido la experiencia.

      Sin embargo, desde que se realizaron estos esfuerzos, los resultados que ahora se ven no demuestran que haya habido una renovación genuina y espontánea por espíritu santo. En vez de eso, lo que hemos visto ha sido que se han introducido creencias y prácticas de un grupo en varios otros grupos, sin que haya alguien que dé dirección a los resultados o los concentre en metas que valgan la pena.

      “¿Qué hay de lo que experimentamos?”

      A pesar de que cada vez hay más pruebas que indican lo contrario, hay aquellos que creen que, a conciencia, no pueden negar lo que han experimentado. ¿No sintieron ellos el poder dentro de sí? ¿No vieron o sintieron ellos la curación? ¿No prorrumpieron de ellos palabras en lenguas que desconocían?

      Aunque este haya sido el caso, es importante tener presente que la Biblia nos advierte de espíritus demoníacos engañosos. (1 Juan 4:1) Se dice que “obran prodigios,” y que extravían hasta a gobernantes poderosos. (Revelación 16:14, Versión Moderna) Pueden valerse de seres humanos para producir obras poderosas, pero los efectos visibles no prueban que éstas provengan de Dios. Alguien pudiera preguntar: “¿Ni siquiera cuando se hicieran en el nombre del Señor Jesús?” Jesús mismo dijo: “Muchos me dirán: ‘Señor, Señor, nosotros hablamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros.’ Pero entonces les contestaré: ‘Nunca los conocí.’”—Mateo 7:22, 23, Versión Popular.

      Aun pentecostales del pasado se preocupaban por la influencia demoníaca. W. J. Seymour, pentecostal prominente de principios del siglo veinte, en cierta ocasión instó a su maestro a que viniera a Los Ángeles para que lo ayudara porque en sus reuniones se habían desatado “fuerzas hipnóticas y contorsiones carnales.” Pensó que necesitaba ayuda para “discernir entre lo que era verdadero y lo que era falso, y para desarraigar lo que no era de Dios.”

      En cuanto a este asunto de que Satanás se disfraza de ángel de luz con el fin de engañar a otros (2 Corintios 11:14), un sacerdote jesuita que habla en lenguas hoy día declara: “El don de lenguas puede ser una experiencia que produzca histeria, o, según algunos, una experiencia diabólica.” Y un párroco episcopal que habla en lenguas dijo: “El diablo tiene muchas maneras de tratar de vencernos. Verdaderamente ataca cuando recibimos el bautismo del Espíritu Santo.”

      También considere esto: Si estos dones especiales, como el don de lenguas, de curación y de profecías, son tan vitales hoy, ¿por qué escribió el apóstol Pablo lo siguiente: “Un día los hombres dejarán de profetizar, y ya no hablarán en lenguas”? (1 Corintios 13:8, VP) Las pruebas indican que cuando murieron los apóstoles y las personas a quienes ellos ‘les impusieron las manos,’ los dones milagrosos del espíritu santo cesaron.—Hechos 8:17; 14:3.

      Hoy hay algo mucho más importante que los cristianos deben desplegar como indicación de que Dios está obrando por medio de ellos. Es algo que todos los siervos de Dios deben tener. La Biblia dice: “Tres cosas hay que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor; pero la más importante de las tres es el amor.” (1 Corintios 13:13, VP) Puesto que éste es el caso, uno debe mirar más allá de cosas como el hablar en lenguas para hallar pruebas claras de lo que el espíritu santo está efectuando en nuestro día.

      Ahora bien, ¿precisamente de qué manera puede uno identificar a los cristianos verdaderos que realmente despliegan este importantísimo amor? ¿Puede ver uno que ellos despliegan los frutos que produce el espíritu de Dios, lo cual indica que son semejantes a los cristianos del primer siglo? Para contestar estas preguntas, examinemos las pruebas.

      [Comentario en la página 8]

      Los resultados que ahora se ven no demuestran que haya habido una renovación genuina y espontánea por espíritu santo

  • Un espíritu diferente
    ¡Despertad! 1982 | 22 de junio
    • Un espíritu diferente

      NO CABE duda de que el espíritu santo de Dios obraba en el primer siglo. Una forma en que se manifestó este espíritu fue mediante el dar a algunos de los siervos de Dios poderes que otros no tenían. Uno de estos poderes fue la habilidad para ‘hablar en lenguas.’

      Pero, aunque a la persona se le dio la habilidad para hablar en un idioma que no había conocido antes, otros que hablaban ese idioma podían entender lo que decía. Por ejemplo, en el día de Pentecostés los que oyeron el hablar en lenguas dijeron: “¿Cómo es que oímos, cada uno de nosotros, nuestro propio lenguaje en que nacimos? ... Los oímos hablar en nuestras lenguas acerca de las cosas magníficas de Dios.”—Hechos 2:5-11.

      El apóstol Pablo dijo a los cristianos respecto a la celebración de sus reuniones: “Si alguno habla en una lengua, limítese esto a dos o tres a lo más, y por turno; y que alguien traduzca. Pero si no hay traductor, que guarde silencio en la congregación.” (1 Corintios 14:27, 28) ¡Qué diferente es esto de lo que hacen los “carismáticos” de hoy día quienes hablan todos a la vez, y en sonidos que nadie puede entender o interpretar!

      La habilidad para hablar en lenguas fue uno de los “dones” del espíritu santo que se dio a los cristianos del primer siglo con el propósito de ayudar a la gente a identificar la organización que Dios estaba utilizando. Y este “don” en particular también sirvió el propósito práctico de ayudar a que se predicaran las “buenas nuevas” a grupos que hablaban otros idiomas.

      Además, algunos de los que tenían el espíritu santo en aquel entonces también tenían el poder para levantar a los muertos. (Hechos 9:36-41; 20:7-12) Si aquel espíritu es el mismo que obra hoy día, entonces los “carismáticos” deberían también tener este poder. Pero no lo tienen. Por eso, está claro que el “espíritu” que es responsable por los aparentes despliegues milagrosos entre los “carismáticos” no es el espíritu de Dios que se manifestó entre los cristianos del primer siglo.

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