Ponderando las noticias
‘Se toca un punto sensible’
Un incidente dramático que ocurrió el 22 de diciembre de 1984 en uno de los vagones del metro, o tren subterráneo, de la ciudad de Nueva York salió en primera plana. Al pasajero Bernhard Hugo Goetz, de 37 años de edad, se le acercaron cuatro jóvenes que, según dijo él, lo amenazaron con robarle. Goetz, que anteriormente había sido víctima de atracadores, sacó una pistola y disparó a los cuatro, dejando paralítico para toda la vida a uno de ellos.
El tiroteo provocó un debate nacional sobre el delito y la seguridad pública. “Este caso tocó un punto muy sensible —dijo el coanfitrión de un noticiero que se transmite por cable—. Hay un sentimiento general de frustración e ira con relación al estado del sistema de justicia penal.” Un editorial que se publicó en The New York Times siguió diciendo: “El gobierno le ha fallado [al público] en su responsabilidad más básica: proveer seguridad pública. El tomar la justicia en sus manos significa arrebatarla de las manos oficiales. Pero, el 22 de diciembre, en aquel vagón, la justicia no estaba en manos de nadie”.
El inmenso interés que el público mostró en el caso de Goetz puso de manifiesto sentimientos que muchas personas comparten: terror a la amenaza de ser víctimas de robo o asalto y un sentimiento de frustración e ira por el hecho de que no se están tomando mayores medidas para garantizar la seguridad pública. Por supuesto, los problemas que causan los ladrones no son nuevos. (Compárese con 2 Corintios 11:26.) Lo que es nuevo es el grado al que los delitos y otras condiciones inquietantes han contribuido a que la gente ‘desmaye por el temor y la expectativa’ (Lucas 21:26). No obstante, pronto, bajo el gobierno del Reino de Dios, esa clase de temor cesará. En el prometido nuevo sistema todos los habitantes de la Tierra vivirán en paz y armonía, y “no habrá nadie que los haga temblar”. (Miqueas 4:4.)
El aborto divide
“Hace casi 10 años —dice William V. Shannon, de The Boston Globe—, un obispo católico romano me dijo en privado: ‘Me preocupa el hecho de que, como iglesia, estemos yendo en dirección contraria por una calle de un solo sentido en esta cuestión del aborto. [...] Mire a Polonia. Probablemente es el país más católico de Europa. [...] Y, sin embargo, el año pasado las polacas se provocaron 400.000 abortos. Si los obispos polacos no pueden erradicar el aborto en Polonia, país en el que casi 90 por 100 de la población es católica, ¿cómo vamos a esperar que nosotros podamos controlarlo en este país donde somos una minoría?’.” Shannon sigue diciendo: “Era una pregunta pertinente entonces. Es aun más pertinente hoy día, cuando [...] la cantidad de abortos en [Polonia] [...] ha aumentado a 800.000 al año”.
La cuestión del aborto sigue siendo un tema delicado para el Vaticano, tanto en lo relacionado con la política como dentro de la iglesia misma. En octubre de 1984, un anuncio de una página entera que apareció en The New York Times, respaldado por 24 monjas y otros 73 católicos, declaró que el que la iglesia condenara el aborto en todos los casos no era “la única posición legítima entre los católicos”... declaración con la cual el Vaticano no está de acuerdo. El anuncio citaba información de un estudio reciente que indicó que solo 11 por 100 de los católicos desaprueban el aborto en todos los casos. Está claro que la cuestión del aborto divide a la iglesia. Pero la Palabra de Dios exhorta a los cristianos verdaderos a que “hablen de acuerdo” y ‘piensen de acuerdo’. (1 Corintios 1:10; 2 Corintios 13:11.)
Educación “superior”
“La mayoría de las universidades prometen mejorar el nivel cultural y moral de la persona, pero no hay prueba de que lo hagan —dice William J. Bennett, nuevo secretario de instrucción de los Estados Unidos—. No están cumpliendo sus promesas.” Hay otra razón por la cual él muestra una actitud negativa respecto al estado de la educación universitaria hoy día. “Hay una especie de suposición de que los graduados de universidad son una clase sacerdotal y que tienen que suceder cosas maravillosas cuando se obtiene un título —dice Bennett—. Si mi propio hijo [...] viniera a decirme: ‘Prometiste pagarme la matrícula para ingresar en Harvard; pero ¿qué te parece si en cambio me das $50.000 para montar un pequeño negocio?’, probablemente yo pensaría que era una buena idea.”
Aunque la universidad prometa un futuro brillante, ¿garantiza el éxito? Obviamente no. Sin embargo, en el caso de muchas personas hay algo que sí les garantiza el éxito. Los verdaderos cristianos hoy día pueden dar testimonio de los beneficios culturales, morales y hasta financieros que han derivado de estudiar la Palabra de Dios y aplicar lo que ésta dice en su vida. Saben, como Pablo dijo, que “toda Escritura es [...] provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, [...] para que el hombre de Dios sea enteramente competente, estando completamente equipado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16, 17). La educación bíblica no envuelve ningún riesgo. El aprovecharse de la sabiduría que proviene de Dios, ‘cuyos pensamientos son más altos que nuestros pensamientos’, resulta en éxito genuino. (Isaías 55:9.)