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¿Por qué preocuparse con la religión?La Atalaya 1956 | 15 de febrero
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dijo realmente conducen a la vida eterna. (Juan 17:3) Vastas multitudes de gente han reconocido que esta información es vital y la han predicado hasta el grado asombroso que otro material en este número especial de La Atalaya relata. ¿Seguirá usted el buen ejemplo de ellas, estudiando la Palabra de Dios, aprendiendo sus propósitos y enseñando éstos a otros?
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Parte 16—Publicando bajo un nuevo nombre, teocráticamenteLa Atalaya 1956 | 15 de febrero
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Historia moderna de los testigos de Jehová
Parte 16—Publicando bajo un nuevo nombre, teocráticamente
CUANDO volvió de Inglaterra a la ciudad de Nueva York el 2 de octubre de 1938, el juez Rútherford pronunció una conferencia oportuna y ardiente ante un auditorio de 7,000 personas sobre el tema “Fascismo o libertad.” Esta pronto se presentó en forma de un folleto y se hizo circular en cantidades de millones para hacer que la gente se diera cuenta del inminente baño de sangre de guerra del fascismo. El verano siguiente, del 23 al 25 de junio de 1939, se celebró con éxito otra convención que abarcó muchas ciudades, con el centro en el Madison Square Garden de la ciudad de Nueva York. Un total de veintiocho convenciones—varias en Australia, diez en la Gran Bretaña incluyendo a Londres, una en Honolulú y varias en los Estados Unidos—formaron el auditorio internacional de 75,000 personas que escuchó el discurso público “Gobierno y paz” pronunciado por el presidente de la Sociedad como el punto culminante de la convención. En medio de esta conferencia enérgica estalló un tumulto en la asamblea principal en Nueva York, el cual fué ideado por los piquetes del “Frente Cristiano” WMCA (radioemisora) del “Padre” Coughlin inspirados por el Vaticano. Les tomó a los acomodadores del Madison Square Garden (todos ellos testigos de Jehová) como quince minutos sofocar la chusma por medio de subyugar y echar del local a los 500 perturbadores fascistas.
El alboroto comenzó con rechiflas y silbos y gritos de “Heil Hitler” y “Viva Franco,” etc. En el mismo instante, por comunicación directa y de radio, miles de personas en otros lugares de la tierra oyeron el tumulto en pleno desarrollo. Aplauso tras aplauso del auditorio de Nueva York dió apoyo vigoroso al orador, Rútherford, a medida que hábilmente continuó hablando por el micrófono para superar la tormenta.a No dieron ningún resultado las acusaciones que la Sociedad presentó con insistencia contra los cabecillas de esta chusma católica. Sin embargo, en el otoño de 1939 el Tribunal de Sesiones Especiales de la Ciudad de Nueva York compuesto de tres jueces (dos católicos romanos y un judío) no sólo exoneró a tres de los acomodadores (testigos de Jehová) sino que los encomendó por haber ejercido razonablemente la firmeza necesaria contra los miembros de la chusma cuando la policía municipal había dejado por completo de cumplir su deber de conservar el orden cuando la vasta asamblea pública
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