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  • Parte 9—“Hágase tu voluntad en la tierra”
    La Atalaya 1959 | 1 de mayo
    • (Gén. 9:28) Pero en todo ese tiempo él no pretendió ser la Simiente prometida de la mujer de Dios simplemente porque él había construído el arca de salvación; tampoco se estableció como rey sobre sus descendientes, toda la humanidad. Si hubiera hecho esto, hubiera establecido un gobierno mundial, con él mismo como gobernante de toda la humanidad. Pero Nemrod, el biznieto de Noé, no siguió el ejemplo de su bisabuelo piadoso. Nemrod se apartó de Noé. Aunque Noé todavía vivía, Nemrod quebrantó el pacto del arco iris que Dios había hecho con Noé para resguardar la santidad de la sangre animal. Nemrod llegó a ser un cazador deportista y militar y se estableció como rey en oposición a Jehová. Leemos:

      5 “Esta es la historia de los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet. Y los hijos de Cam fueron Cus y Mizraim y Put y Canaán. Y Cus llegó a ser padre de Nemrod. Él dió principio a hacerse un poderoso sobre la tierra. Él se exhibió poderoso cazador en oposición a Jehová. Por eso hay un dicho, ‘Exactamente como Nemrod un poderoso cazador en oposición a Jehová.’ Y el principio de su reino llegó a ser Babel y Erec y Acad y Calne, en la tierra de Sinar. De esa tierra salió para entrar en Asiria y se puso a edificar a Nínive y Rehobot-ir y Calé y Resén entre Nínive y Calé.”—Gén. 10:1, 6, 8-12.

      (Continuará)

  • Aprendiendo la técnica de guerra
    La Atalaya 1959 | 1 de mayo
    • Aprendiendo la técnica de guerra

      EN Man and His Gods (El hombre y sus dioses), Homero W. Smith relata brevemente acerca de los horrores de las Cruzadas: “Concibiendo la idea de que la Tierra Santa, y segundamente las grandes ciudades del Asia Menor, podrían ser recobradas para la iglesia, Urbano II en 1095 instigó una vasta peregrinación de penitencia a Jerusalén, la cual también había de ser una guerra contra los infieles. A todo el que participara en ella le prometió libertad de la ley común, remisión de los pecados, y la bendita inmortalidad.

      “Esta, la Primera Cruzada, procedió hacia el sur a través de Europa, matando atrozmente, atormentando y saqueando sin restricción. Dos divisiones se entregaron a los excesos a tal grado en Hungría que fueron destruidas; una división tercera, después de matar unos diez mil judíos en el valle del Rhin, fué disipada al sur; multitudes pertenecientes a otras dos divisiones perecieron por el camino y los demás llegaron a Constantinopla en números lastimosamente reducidos después de haber saqueado a los griegos que les habían prestado ayuda. . . . Siete mil de una cantidad que se calcula variamente de entre 150,000 a 300,000 por fin cruzaron el Bósforo y perecieron por completo a manos de los turcos. Un montón de huesos en proceso de emblanquecerse fué lo único que quedó como testimonio a los cruzados subsiguientes del destino de esta llamada ‘Cruzada del pueblo.’

      “Dos años después un ejército militar organizado en forma mejor, bajo Godofredo de Bullón, logró tomar a Jerusalén y fundó el reino latino de Palestina. . . . Se requirió un sitio de un mes para tomar la ciudad, y ningún ejército pagano demostró mayor ferocidad que los cristianos. . . . Jerusalén resistió el sitio por un mes, y cuando por fin cayó llenaron las sinagogas de judíos y los quemaron vivos, y los cronistas se jactaron de que los cruzados fueron al Templo a caballo, cabalgando en sangre de no creyentes que les llegaba hasta las rodillas. . . . El día siguiente, en el nombre de Jesús que supuestamente había sido enterrado en el sepulcro, mataron a una grande muchedumbre de gente de toda edad, ancianos y ancianas, jovencitas, niños y madres con infantes, en son de sacrificio solemne.

      “Ocho veces durante los siguientes dos siglos recrudeció el conflicto entre el cristianismo y el islam en oriente. A medida que veía el papado su oportunidad para debilitar a un emperador, o enriquecerse él mismo, o simplemente desviar a la gente de Europa de guerra entre estados, se repetía el esfuerzo de las cruzadas. El tomar parte en cruzadas vino a ser una vocación cristiana y, habiendo aprendido los cristianos en práctica contra los no creyentes el principio de guerrear en forma organizada y cruel, no pasó mucho tiempo antes de que estuvieran aplicando su técnica a ellos mismos.”

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