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Ellos rehusaron transigirLa Atalaya 1957 | 1 de junio
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El mundo romano seguía tras el placer con entusiasmo extraordinario. No sólo se mostraba pródigo en sus ceremonias religiosas, sino que construía vastas arenas para el recreo, dando especial prominencia al ensangrentado combate gladiatorio. A los cristianos les era repugnante tal desenfrenada violación de la ley de Dios respecto a la santidad de la sangre, y por lo tanto rehusaban asistir. “Debido a que odiaban la iniquidad del mundo, con sus juegos despiadados y horribles idolatrías, los acusaban de odiar a toda la raza humana.”6 Y esto resultó en aumento de la persecución, no sólo de parte del mundo oficial, sino también de parte del pueblo.
Los testigos de Jehová del día moderno se han hallado en circunstancias parecidas. Aunque hacen bien a su prójimo y esparcen un mensaje de amor, se les colma de persecución y odio por todas partes del mundo. Son neutrales en cuanto a los asuntos del mundo, pero éste interpreta su neutralidad como odio en contra del género humano. Cuando citan la Palabra de Dios como autoritativa y afirman que ésta establece la única norma válida de adoración aceptable, se les considera fanáticos intolerantes. Puesto que ellos rehusan descartar las normas cristianas para gozar del placer mundano, se les califica de aguafiestas. Y cuando ellos rehusan prostituir los principios cristianos en el nombre de la conveniencia cuando lo demanda el mundo, los consideran obstinados así como hicieron con los cristianos primitivos.
El fiel proceder de estos testigos permanece en pie como condenación de los cristianos profesos que no cumplen con las altas normas de la Palabra de Dios, y a éstos no les gusta, asimismo como no les gustó a los antiguos judíos y romanos. Por todo medio, el aliciente sutil y, cuando éste falla, la coerción violenta, procuran obligar a los testigos a transigir. Pero, ¿puede el cristiano transigir?
A los que son inestables en su fe Jesús dijo: “Conozco tus obras, que no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueras frío o si no caliente. Así, por cuanto eres tibio y no caliente ni frío, voy a vomitarte de mi boca.” (Apo. 3:15, 16, NM) En su sermón del monte Jesús advirtió contra el tomar el camino ancho de la transigencia si uno quería vivir en el nuevo mundo, al decir él: “Entren por la puerta angosta; porque ancho y espacioso es el camino que conduce a la destrucción, y muchos son los que entran por ella; mientras que angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la vida, y pocos son los que lo hallan.”—Mat. 7:13, 14, NM.
Por lo tanto, si usted conoce el camino que la Palabra de Dios muestra que es el correcto, sea sabio, no transija. “No pierdan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, tratando de devorar a alguien. Pero pónganse en contra de él, firmes en la fe.”—1 Ped. 5:8, 9, NM.
REFERENCIAS
1 Great Events by Famous Historians, págs. 139, 140.
2 Ecclesiastical History, por Mosheim, pág. 23.
3 Ib., pág. 24.
4 History of Christianity, por Eduardo Gibbon, págs. 234, 235.
5 Ib., pág. 213.
6 Great Events by Famous Historians, pág. 141.
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Eco de la inquisiciónLa Atalaya 1957 | 1 de junio
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Eco de la inquisición
● Al principio de este siglo un sacerdote de nombre Harney, de la Iglesia católica romana de San Pedro en Nueva Brunswick, Nueva Jersey, hizo una declaración que sonó como un eco de la Inquisición: “Yo no dudo que, si tuviera suficiente fuerza para hacerlo, la gente católica impediría hasta por muerte si fuera necesario el esparcimiento de errores heréticos entre la gente; y con buena razón, digo yo.”—El Herald de Nueva York, 7 de mayo de 1901, pág. 5.
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