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El ataque por Gog de MagogLa Atalaya 1954 | 15 de febrero
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Jehová contándola a todos los hijos nacidos en el nuevo mundo, sí, y a todos los que serán traídos a la vida sobre la tierra mediante la resurrección de los muertos. De modo que aquí, frente a los enemigos que van juntándose, permanecernos hoy en la tierra de la teocracia restaurada. Que Dios nos conceda mantener nuestro puesto aquí inmobles mediante actividad incesante y vigilancia alerta hasta su victoria sublime sobre Gog de Magog.
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¿Es cristiana la vida monástica?La Atalaya 1954 | 15 de febrero
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¿Es cristiana la vida monástica?
MUCHAS personas tienen en alta estima la vida monástica. No que muchos quieran llegar a ser monjes ellos mismos, sino sólo es que colocan al monje en un pedestal y lo admiran debido a su ascetismo. Así veintidós estudiantes, algunos protestantes y otros católicos, de una universidad de Ohío sintieron que estuvieron “un poquito más cerca del cielo” por haber pasado un fin de semana en el monasterio trapense en Getsemaní, Kentucky, a principios de 1951, “rozando el vestido de Dios,” como uno de ellos lo expresó.—El Press de Cléveland, 5 de marzo de 1951.
¿Qué es la vida de los monjes trapenses que hizo que estos jóvenes se sintieran tan edificados por haberse puesto en contacto con ella? ¿Cuál es el origen de la vida monástica? Y ¿encuentra apoyo esa vida en la Biblia, y particularmente en el ejemplo que nos dió a nosotros Cristo Jesús?
Los trapenses realmente son la “Orden de cistercienses de la observancia estricta,” orden que se fundó en el siglo once. Debido a sus reglas estrictas es el orgullo y gozo de muchos católicos y ha sido popularizada por un libro de gran venta escrito por uno de sus miembros. En los Estados Unidos hay seis monasterios trapenses, todos juntos albergando a unos 500 monjes, siendo los trapenses sólo una de más de 400 órdenes o congregaciones católicas romanas de “religiosos” esparcidas por todo el país.
El tema o principio fundamental de los trapenses es “observancia estricta” o austeridad. Tocante a los detalles citamos de Coronet de octubre de 1951. Ante todo existe el requisito del silencio. “El silencio es la mortaja que estos hombres usan, para concentrarse mejor en Dios.” “La regla del silencio es una penitencia que estos monjes se imponen como mortificación por sus pecados y por los pecados del mundo.” Salvo en caso de servicios religiosos, y comunicación necesaria con su superior o extraños debido a relaciones comerciales, no hablan. Entre ellos mismos sólo usan la dactilología.
La austeridad también se recalca en las horas de oración. Los días comienzan a las 2 de la mañana, con cuatro horas de oración, y, en total, siete horas al día se usan en devociones religiosas. El cristianismo para ellos es “una obediencia total al mandato de Cristo en el Getsemaní de ‘vigilar y orar.’” “Para ellos no hay servicio más grande para el género humano que la oración,” reconociendo ellos “la oración ferviente como el arma más eficaz para su salvación.” La austeridad también se muestra en su menú. Nada de carne, pescado o huevos salvo en casos de enfermedad; las comidas consisten en su mayor parte de legumbres, sopas, bebidas y pan solo. La austeridad también se muestra en sus dormitorios: cada uno tiene una celda individual, amueblada con muebles mal acabados y un crucifijo “sencillo.” La cama consiste de tablas con un colchón de paja. Cada uno usa la misma túnica para trabajar, adorar, descansar y dormir, quitándose por la noche sólo los zapatos.
La comunicación con amigos y parientes se mantiene al mínimo, y las visitas personales no se permiten. La mayor parte de las horas del día se dedican a trabajo agrícola, aunque hay algún tiempo para descansar y dedicarlo a aficiones tales como el coleccionar sellos, astronomía aficionada, escribir novelas, etc.
En cuanto al porqué de toda esta austeridad, se nos dice que los monjes trapenses “devotamente creen que la austeridad rigurosa saca a relucir lo mejor de la disposición humana y que mediante su vida austera y abnegación traen al género humano más cerca de Dios,” por ser estas cosas los “postes que indican hacia la salvación.” Cada sábado por la noche dos trapenses lavan los pies de los demás, esperando mediante ello purificarse. Además de los votos de pobreza, castidad y obediencia requeridos de todas las órdenes católicas, los trapenses también juran permanecer trapenses el resto de su vida y perfeccionarse.
ORIGEN DE LOS MONASTERIOS
Realmente el monacato o vida monástica es tan antiguo como la religión pagana misma, y hay registros escritos que dan a entender que se remonta a 2,000 años antes de Cristo, al hablar de los que pasaban sus noches orando y sus días ayunando. Y “casi 600 años a. de J. C., las cuevas artificiales de la India estaban ocupadas por monjes budistas, y hay evidencia conclusiva de que éstas servían a los bracmanes para un propósito semejante mucho antes de eso.”—Encyclopedia de McClíntock & Strong, vol. VI, página 459.
El monacato por lo tanto puede clasificarse entre los muchos rasgos de la religión católica romana que el cardenal Newman anota en su obra, An Essay of the Development of Christian Doctrine (Un ensayo sobre el desenvolvimiento de la doctrina cristiana), como teniendo su origen en el paganismo. En realidad, él incluye una costumbre monástica, la de la tonsura, un corte de pelo circular peculiar de algunos monjes.
Aunque entre los judíos durante los últimos dos siglos antes de su destrucción en 70 d. de J. C. existió una secta monástica conocida como los esenios, parece que no fueron éstos, sino los monjes egipcios paganos los que fueron los antecesores inmediatos de los llamados monjes cristianos, puesto que a éstos primero se les encontró en Egipto. Empezando como una forma de ascetismo, un término usado para describir el entrenamiento de gladiadores griegos y pugilistas, los que lo practicaban al principio no se separaban de sus semejantes sino que se mezclaban con ellos en sus ocupaciones diarias aunque se abstenían de vino, carne y alimentos agradables y algunos de ellos practicaban también el celibato.
A medida que pasó el tiempo éstos se retiraron a los desiertos para meditación, donde eran visitados por muchos que los tenían como objetos de reverencia o buscaban sus consejos. Entonces llegaron a conocerse como anacoretas, es decir, los que se retiran; como monjes, que quiere decir: los que viven solos; y ermitaños porque vivían en los desiertos. Los anacoretas eran los más excesivos en su austeridad, exponiéndose a las inclemencias del tiempo sin suficiente ropa, comiendo muy escasamente alimentos ordinarios, usando cadenas pesadas y anillos de hierro; algunos hasta asumiendo posiciones dolorosas por un período de años, tal como Simeón Estilita, del siglo sexto, que pasó las noches y los
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